Sin más preámbulos, los dejo con...
Escape de Center City
Prólogo: La Propuesta.
Oculto:
Una poderosa tormenta azotaba las montañas, con rayos rasgando el cielo y un imparable viento sacudiendo a los pobres pinos. Allí se erigía una mansión de grandes dimensiones y diseño neogótico.
En una lujosa habitación con cortinas rojas de satén y unas lámparas que provocaban destellos dorados se encontraba un estrafalario sujeto parado frente a un espejo de pie. Tenía una vestimenta elegante, una capa draculiana y era calvo, lucía un bigote finito, las uñas de sus manos eran largas y en los dedos llevaba montones de anillos con piedras llamativas de diferentes colores. En su ojo derecho colocó un monóculo. Mientras se retorcía el bigote frente al espejo, ingresó su mayordomo.
-Han llegado, señor.-
-Perfecto. Iré a recibirlos, que la cena esté servida cuanto antes.-Solicitó el extravagante millonario.
Salió ondeando su capa hasta el dorado hall de su mansión. Primero observó a sus visitantes desde la altura de las escaleras, pero bajó y los saludó uno a uno.
El primero era un rapado que vestía de negro, gabardina incluida, y tenía un intercomunicador en su oído derecho.
El segundo tenías ropas militares, una boina verde y fumaba un habano que desprendía una espesa humareda.
-Bonita casa.-Observó con desdén.
-Gracias.-Dijo el calvo sonriendo.
Finalmente el tercer invitado era un tipo delgado que vestía formalmente, tenía el cabello gris peinado hacia atrás y llevaba un maletín blanco.
-Bienvenidos a mi hogar. Tú ya lo conoces, Bradock.-Echó una mirada al sujeto de negro que hizo un gesto afirmativo.
-Es un honor estar aquí.-Manifestó el canoso.
-Tenemos temas importantes que tratar. Pasen por aquí.-Dijo el dueño de casa invitándolos al comedor.
El comedor era una sala muy amplia, con una mesa circular, varias estatuas y una lámpara colgante. Justo en ese momento ingresaba el mayordomo con un carrito repleto de copas, platos y cubiertos.
Los invitados se fueron ubicando mientras el mayordomo ponía las cosas en su lugar. El calvo se ubicó en la silla más estrafalaria que tenía dragones tallados en el respaldo, y juntó las manos sobre la mesa.
-Bueno… el asunto de Calebita falló.-Empezó haciendo notar su frustración.
-Mi colega Flauros cayó en todo ese desastre. Esto es imperdonable.-Expresó Bradock.
-De acuerdo a algunos testigos, ella le disparó a Flauros…-Agregó el calvo.
-Lo pagará.-Sentenció Bradock.
-Ciertamente… creo que no fue la mejor idea poner toda la operación en sus manos. Digo, ella sólo tenía nuestro respaldo económico, pero los demás no tenían idea de lo que sucedía. Lástima que optó por seguir sus propios objetivos delirantes…-Dijo el dueño de casa.
-Claro, Zeta. ¿Y ahora qué?-
El hombre identificado como Zeta, sin embargo, se dirigió al de aspecto militar.
-Kamilo. Se supone que Calebita estará en la zona de máxima seguridad de La Papelera, ¿crees que puedas ocuparte?-
La Papelera era como se conocía a la prisión de RESH. Tenía un pabellón masculino, otro femenino y en medio de ambos edificios el complejo de máxima seguridad.
-Seguro, tengo gente adentro. Dejen esto en mis manos.-Dicho esto apagó el habano en un cenicero de mármol que le dejó el mayordomo y se cruzó de brazos.
-Ahora bien, aunque Calebita y los suyos lograron dar un golpe importante… lo cierto es que la administración no fue dañada. Tenemos que cambiar de planes.-Dijo Zeta.
-Hay una buena oportunidad en Center City. Si logramos hacernos con esa ciudad, tendremos recursos muy valiosos para utilizar contra RESH.-Manifestó Bradock.
El mayordomo procedió a servir vino y la cena uno por uno, comenzando por el dueño de casa.
-¿A qué te refieres?-Preguntó Zeta.
-Cuota, dile.-Indicó Bradock.
El sujeto canoso, identificado como Cuota, se levantó y abrió el maletín en el centro de la mesa. Allí había informes, fotografías y folios con papeleo de todo tipo.
-Center City tiene una instalación ilegal de clonación subterránea. Han estado produciendo algunos clones de nivel 2, es decir… fácilmente detectables y muy débiles. Pero tengo un plan.-Expuso Cuota con cierto grado de entusiasmo.
-Continúa.-Indicó Zeta haciendo un delicado ademán.
-Si podemos tomar control de esa instalación tendremos una excelente fábrica de clones, mejor que cualquier complejo de ensamblaje de bots o incluso cualquier otra clonadora conocida. El lugar es apto para desarrollar un ejército en grandes cantidades.-
-¿Y qué pasa entonces con los clones nivel 2?-Preguntó el militar.
-Ahí deberías entrar tú, Kamilo. He leído los archivos del Dr. William durante años, una y otra vez. Vamos a necesitar material funcional y de nivel 1, en otras palabras… necesitaríamos el cadáver de Calebita.-
-Lo intentaré. Sólo espero que la gente de La Papelera sea cooperadora.-Dijo Kamilo.
-Tengo algunos colegas encarcelados, les haré llegar la orden de amotinarse. Con esa distracción tu gente debería poder ocuparse de Calebita.-Agregó Bradock.
-Interesante plan, Cuota. Supongo que se nos agotan las opciones y esto es lo que nos queda. ¿Cómo planean tomar Center City?-Inquirió Zeta.
-Con mi ejército.-Respondió Kamilo.
-Y mi equipo táctico.-Agregó Bradock.
-Creo que será más que suficiente.-Finalizó Cuota.
-Suena bien, señores. Creo que podemos hacerlo…-
En ese momento los interrumpió la campana de la puerta principal. El calvo se extrañó puesto que no esperaba a nadie más.
Ante eso le hizo un gesto al mayordomo para que compruebe la situación. El aludido se armó con una escopeta recortada y fue a la puerta.
Al abrirla se encontró con un tipo vestido con una larga gabardina, un sombrero negro y cabello largo al igual que su barba.
-Sé que Zeta no me espera, pero debo hablar con él.-Dijo el extraño.
El mayordomo se hizo a un lado a medida que el tipo fue entrando. Las espuelas de sus botas sonaban, y a cada lado de su cintura llevaba un revólver.
Ingresó en el comedor y Zeta se puso de pie inmediatamente, lo reconocía.
-Rapsi…-
-Quiero tener mi venganza.-Expresó con voz ronca.
-La tendrás. Te lo garantizo... cuando llegue el momento.-Concedió Zeta asintiendo con la cabeza.
En una lujosa habitación con cortinas rojas de satén y unas lámparas que provocaban destellos dorados se encontraba un estrafalario sujeto parado frente a un espejo de pie. Tenía una vestimenta elegante, una capa draculiana y era calvo, lucía un bigote finito, las uñas de sus manos eran largas y en los dedos llevaba montones de anillos con piedras llamativas de diferentes colores. En su ojo derecho colocó un monóculo. Mientras se retorcía el bigote frente al espejo, ingresó su mayordomo.
-Han llegado, señor.-
-Perfecto. Iré a recibirlos, que la cena esté servida cuanto antes.-Solicitó el extravagante millonario.
Salió ondeando su capa hasta el dorado hall de su mansión. Primero observó a sus visitantes desde la altura de las escaleras, pero bajó y los saludó uno a uno.
El primero era un rapado que vestía de negro, gabardina incluida, y tenía un intercomunicador en su oído derecho.
El segundo tenías ropas militares, una boina verde y fumaba un habano que desprendía una espesa humareda.
-Bonita casa.-Observó con desdén.
-Gracias.-Dijo el calvo sonriendo.
Finalmente el tercer invitado era un tipo delgado que vestía formalmente, tenía el cabello gris peinado hacia atrás y llevaba un maletín blanco.
-Bienvenidos a mi hogar. Tú ya lo conoces, Bradock.-Echó una mirada al sujeto de negro que hizo un gesto afirmativo.
-Es un honor estar aquí.-Manifestó el canoso.
-Tenemos temas importantes que tratar. Pasen por aquí.-Dijo el dueño de casa invitándolos al comedor.
El comedor era una sala muy amplia, con una mesa circular, varias estatuas y una lámpara colgante. Justo en ese momento ingresaba el mayordomo con un carrito repleto de copas, platos y cubiertos.
Los invitados se fueron ubicando mientras el mayordomo ponía las cosas en su lugar. El calvo se ubicó en la silla más estrafalaria que tenía dragones tallados en el respaldo, y juntó las manos sobre la mesa.
-Bueno… el asunto de Calebita falló.-Empezó haciendo notar su frustración.
-Mi colega Flauros cayó en todo ese desastre. Esto es imperdonable.-Expresó Bradock.
-De acuerdo a algunos testigos, ella le disparó a Flauros…-Agregó el calvo.
-Lo pagará.-Sentenció Bradock.
-Ciertamente… creo que no fue la mejor idea poner toda la operación en sus manos. Digo, ella sólo tenía nuestro respaldo económico, pero los demás no tenían idea de lo que sucedía. Lástima que optó por seguir sus propios objetivos delirantes…-Dijo el dueño de casa.
-Claro, Zeta. ¿Y ahora qué?-
El hombre identificado como Zeta, sin embargo, se dirigió al de aspecto militar.
-Kamilo. Se supone que Calebita estará en la zona de máxima seguridad de La Papelera, ¿crees que puedas ocuparte?-
La Papelera era como se conocía a la prisión de RESH. Tenía un pabellón masculino, otro femenino y en medio de ambos edificios el complejo de máxima seguridad.
-Seguro, tengo gente adentro. Dejen esto en mis manos.-Dicho esto apagó el habano en un cenicero de mármol que le dejó el mayordomo y se cruzó de brazos.
-Ahora bien, aunque Calebita y los suyos lograron dar un golpe importante… lo cierto es que la administración no fue dañada. Tenemos que cambiar de planes.-Dijo Zeta.
-Hay una buena oportunidad en Center City. Si logramos hacernos con esa ciudad, tendremos recursos muy valiosos para utilizar contra RESH.-Manifestó Bradock.
El mayordomo procedió a servir vino y la cena uno por uno, comenzando por el dueño de casa.
-¿A qué te refieres?-Preguntó Zeta.
-Cuota, dile.-Indicó Bradock.
El sujeto canoso, identificado como Cuota, se levantó y abrió el maletín en el centro de la mesa. Allí había informes, fotografías y folios con papeleo de todo tipo.
-Center City tiene una instalación ilegal de clonación subterránea. Han estado produciendo algunos clones de nivel 2, es decir… fácilmente detectables y muy débiles. Pero tengo un plan.-Expuso Cuota con cierto grado de entusiasmo.
-Continúa.-Indicó Zeta haciendo un delicado ademán.
-Si podemos tomar control de esa instalación tendremos una excelente fábrica de clones, mejor que cualquier complejo de ensamblaje de bots o incluso cualquier otra clonadora conocida. El lugar es apto para desarrollar un ejército en grandes cantidades.-
-¿Y qué pasa entonces con los clones nivel 2?-Preguntó el militar.
-Ahí deberías entrar tú, Kamilo. He leído los archivos del Dr. William durante años, una y otra vez. Vamos a necesitar material funcional y de nivel 1, en otras palabras… necesitaríamos el cadáver de Calebita.-
-Lo intentaré. Sólo espero que la gente de La Papelera sea cooperadora.-Dijo Kamilo.
-Tengo algunos colegas encarcelados, les haré llegar la orden de amotinarse. Con esa distracción tu gente debería poder ocuparse de Calebita.-Agregó Bradock.
-Interesante plan, Cuota. Supongo que se nos agotan las opciones y esto es lo que nos queda. ¿Cómo planean tomar Center City?-Inquirió Zeta.
-Con mi ejército.-Respondió Kamilo.
-Y mi equipo táctico.-Agregó Bradock.
-Creo que será más que suficiente.-Finalizó Cuota.
-Suena bien, señores. Creo que podemos hacerlo…-
En ese momento los interrumpió la campana de la puerta principal. El calvo se extrañó puesto que no esperaba a nadie más.
Ante eso le hizo un gesto al mayordomo para que compruebe la situación. El aludido se armó con una escopeta recortada y fue a la puerta.
Al abrirla se encontró con un tipo vestido con una larga gabardina, un sombrero negro y cabello largo al igual que su barba.
-Sé que Zeta no me espera, pero debo hablar con él.-Dijo el extraño.
El mayordomo se hizo a un lado a medida que el tipo fue entrando. Las espuelas de sus botas sonaban, y a cada lado de su cintura llevaba un revólver.
Ingresó en el comedor y Zeta se puso de pie inmediatamente, lo reconocía.
-Rapsi…-
-Quiero tener mi venganza.-Expresó con voz ronca.
-La tendrás. Te lo garantizo... cuando llegue el momento.-Concedió Zeta asintiendo con la cabeza.
Oculto:
Habían pasado dos meses desde el ataque de Calebita a RESH y ya estaban nuevamente en otra crisis.
Beltrán tuvo que partir una semana antes a una reunión importante en Metropoliglobal para intentar vender una línea de ropa Reshi. Entre otros temas se hablaría de la paz y de obtener inversiones para la ciudad.
Así que Rain se quedó completamente a cargo, justo cuando a los pocos días empezó un combate a gran escala en Center City. Todas las miradas estaban puestas ahí…
Con el correr de los días la cosa no había hecho más que empeorar. Aquella tarde se encontraba en su oficina del edificio de administración, con el teléfono rojo pegado al oído.
-La cosa sigue escalando, Rain. Hoy el ejército de BOEN se empezó a movilizar hacia la ciudad.-Le informó Zero Load.
-James debe estar bastante preocupado…-Supuso Rain.
-Así parece. Aún no logran identificar del todo a los atacantes, aunque ellos mismos se dan a conocer como “kamilistas”. El caso es que se vieron a otros sujetos operando ahí y no se condicen con estos otros.-
-Joder. Bueno, quiero estar al tanto. Es posible que Michael Chandler busque asilo por aquí si la cosa se tuerce demasiado.-Dijo Rain con preocupación.
-Escuché lo mismo pero no está confirmado. Creo que es necesario apoyar a Chandler urgente, aunque… habría que ver si las fuerzas de BOEN consiguen repeler a estos kamilistas.-
-Ya veremos.-
Dicho esto cortó la comunicación. RESH no estaba en condiciones de emprender ninguna campaña militar, simplemente no tenía la capacidad. Lo único que se le ocurría era formar un grupo de voluntarios, pero aún así…
No tenía mucho personal, así que empezó a barajar diversas opciones. Era difícil, nadie estaría muy dispuesto a ir a meterse en ese infierno por nada.
Se recostó y lo meditó un poco más. No podía tomarlo a la ligera.
El edificio de administración de Center City había recibido algunos daños y tenía un incendio en el séptimo piso, aunque lo estaban controlando.
Michael se encontraba en el cuarto de mando del subsuelo coordinando a sus fuerzas. Ya no sólo tenía que combatir a los kamilistas, sino que el ejército de BOEN también estaba metiéndose en la ciudad.
Desde su lugar contemplaba un mapa grande de la ciudad con zonas indicadas como puntos de conflicto. En varios monitores que tenía a su lado podía ver a través de las cámaras de seguridad que aún funcionaban.
-Ya mandamos personal para colaborar con los de BOEN, señor.-Reportó un miembro del alto mando.
-Bien, espero que funcione… pero es que esto no tiene precedentes.-Dijo Michael.
-Todavía tenemos algunas armas secretas…-Le recordó otro de los suyos.
-Me temo que esta gente haya escuchado de nuestro proyecto. Tenemos que evitar que lo alcancen a toda costa. Y por supuesto BOEN no debe enterarse.-Expresó Michael mientras se rascaba la barbilla.
-Lo manejaremos con toda la discreción, señor.-
-Bien. Creo que… es momento de sacar a Gustav Gerät. Pónganlo a punto.-Ordenó Chandler.
-¿Está seguro…?-
-¡Sí! Lo quiero ya mismo en las calles.-Insistió Michael.
Y así se hizo. Se transmitió la orden y una compañía especial de sus fuerzas se dedicó a limpiar una zona y asegurarla mientras el monstruoso cañón era puesto a punto.
Darían por hecho que Center City no iba a caer fácilmente.
En las afueras de Center City se había establecido un campamento de operaciones desde donde BOEN coordinaba a sus tropas.
Ya habían ingresado varios pelotones en la ciudad para ayudar en la lucha contra los kamilistas. El encargado del asunto allí era Ioran Shiu, un asiático musculoso con unos brazos que John Matrix envidiaría. Sin embargo su ocupación más importante era liderar a una unidad de elite conocida como los Green Devils.
La llegada de BOEN allí no era del todo casual. Sólo un selecto grupo de agentes sabía la verdad. A oídos de Madison llegaron rumores de una instalación de clonación secreta sin precedentes, y a su vez que podrían entrar en juego armas químicas en la disputa de esa ciudad. Así que movilizaron a las tropas con la tapadera de asistir a las fuerzas de Center City, pero los Green Devils tenían otros objetivos…
Ioran activó su intercomunicador cuando detectó una llamada entrante.
-Dime, Snein.-
-Estamos en un vertedero, encontramos bolsas con rastros genéticos y restos que parecen humanos.-
-¿Ofrecen alguna pista?-
-De momento no… pero seguiremos el rastro. ¿Cómo van las cosas por allí?-
-Bien. No creo que estos kamilistas duren mucho.-
Tuvo que cortar la comunicación cuando unos soldados se acercaron. Reportaban que su sargento había caído, y que tres focos de combate en el centro de la ciudad se recrudecieron. Ioran frunció el ceño.
Beltrán tuvo que partir una semana antes a una reunión importante en Metropoliglobal para intentar vender una línea de ropa Reshi. Entre otros temas se hablaría de la paz y de obtener inversiones para la ciudad.
Así que Rain se quedó completamente a cargo, justo cuando a los pocos días empezó un combate a gran escala en Center City. Todas las miradas estaban puestas ahí…
Con el correr de los días la cosa no había hecho más que empeorar. Aquella tarde se encontraba en su oficina del edificio de administración, con el teléfono rojo pegado al oído.
-La cosa sigue escalando, Rain. Hoy el ejército de BOEN se empezó a movilizar hacia la ciudad.-Le informó Zero Load.
-James debe estar bastante preocupado…-Supuso Rain.
-Así parece. Aún no logran identificar del todo a los atacantes, aunque ellos mismos se dan a conocer como “kamilistas”. El caso es que se vieron a otros sujetos operando ahí y no se condicen con estos otros.-
-Joder. Bueno, quiero estar al tanto. Es posible que Michael Chandler busque asilo por aquí si la cosa se tuerce demasiado.-Dijo Rain con preocupación.
-Escuché lo mismo pero no está confirmado. Creo que es necesario apoyar a Chandler urgente, aunque… habría que ver si las fuerzas de BOEN consiguen repeler a estos kamilistas.-
-Ya veremos.-
Dicho esto cortó la comunicación. RESH no estaba en condiciones de emprender ninguna campaña militar, simplemente no tenía la capacidad. Lo único que se le ocurría era formar un grupo de voluntarios, pero aún así…
No tenía mucho personal, así que empezó a barajar diversas opciones. Era difícil, nadie estaría muy dispuesto a ir a meterse en ese infierno por nada.
Se recostó y lo meditó un poco más. No podía tomarlo a la ligera.
El edificio de administración de Center City había recibido algunos daños y tenía un incendio en el séptimo piso, aunque lo estaban controlando.
Michael se encontraba en el cuarto de mando del subsuelo coordinando a sus fuerzas. Ya no sólo tenía que combatir a los kamilistas, sino que el ejército de BOEN también estaba metiéndose en la ciudad.
Desde su lugar contemplaba un mapa grande de la ciudad con zonas indicadas como puntos de conflicto. En varios monitores que tenía a su lado podía ver a través de las cámaras de seguridad que aún funcionaban.
-Ya mandamos personal para colaborar con los de BOEN, señor.-Reportó un miembro del alto mando.
-Bien, espero que funcione… pero es que esto no tiene precedentes.-Dijo Michael.
-Todavía tenemos algunas armas secretas…-Le recordó otro de los suyos.
-Me temo que esta gente haya escuchado de nuestro proyecto. Tenemos que evitar que lo alcancen a toda costa. Y por supuesto BOEN no debe enterarse.-Expresó Michael mientras se rascaba la barbilla.
-Lo manejaremos con toda la discreción, señor.-
-Bien. Creo que… es momento de sacar a Gustav Gerät. Pónganlo a punto.-Ordenó Chandler.
-¿Está seguro…?-
-¡Sí! Lo quiero ya mismo en las calles.-Insistió Michael.
Y así se hizo. Se transmitió la orden y una compañía especial de sus fuerzas se dedicó a limpiar una zona y asegurarla mientras el monstruoso cañón era puesto a punto.
Darían por hecho que Center City no iba a caer fácilmente.
En las afueras de Center City se había establecido un campamento de operaciones desde donde BOEN coordinaba a sus tropas.
Ya habían ingresado varios pelotones en la ciudad para ayudar en la lucha contra los kamilistas. El encargado del asunto allí era Ioran Shiu, un asiático musculoso con unos brazos que John Matrix envidiaría. Sin embargo su ocupación más importante era liderar a una unidad de elite conocida como los Green Devils.
La llegada de BOEN allí no era del todo casual. Sólo un selecto grupo de agentes sabía la verdad. A oídos de Madison llegaron rumores de una instalación de clonación secreta sin precedentes, y a su vez que podrían entrar en juego armas químicas en la disputa de esa ciudad. Así que movilizaron a las tropas con la tapadera de asistir a las fuerzas de Center City, pero los Green Devils tenían otros objetivos…
Ioran activó su intercomunicador cuando detectó una llamada entrante.
-Dime, Snein.-
-Estamos en un vertedero, encontramos bolsas con rastros genéticos y restos que parecen humanos.-
-¿Ofrecen alguna pista?-
-De momento no… pero seguiremos el rastro. ¿Cómo van las cosas por allí?-
-Bien. No creo que estos kamilistas duren mucho.-
Tuvo que cortar la comunicación cuando unos soldados se acercaron. Reportaban que su sargento había caído, y que tres focos de combate en el centro de la ciudad se recrudecieron. Ioran frunció el ceño.
Oculto:
Aquella mañana ya le estaban dando un dolor de cabeza. Llegó a Rain el reporte de un motín en el pabellón masculino, por lo que puso al tanto a los directivos de la prisión para que utilicen a los voluntarios con el objetivo de disuadir el motín de la forma más pacífica posible.
En medio de todo ese barullo, la directora del pabellón femenino ingresó con su escolta en el sector de máxima seguridad. Era Raven Bellamy, y vestía un uniforme cuasi militar que le encantaba lucir los días martes.
Llegó hasta la celda de Calebita, custodiada por un voluntario especialmente designado para esa tarea. Era un joven rubio con una cicatriz en el rostro y pinta de estar nervioso.
-Buenos días, Pliskin. Tengo que sacar a la maricona a pasear.-Dijo Raven como restándole importancia.
-Pero… pero no tiene autorización para salir. Y se supone que no debo dejar que ella salga…-Balbuceó Pliskin, confundido.
-Querido, yo soy una autoridad aquí y tú sólo eres… un voluntario.-
Pliskin hizo un gesto afirmativo y sacó la llave de su bolsillo. A su espalda había una puerta de acero con una rendija en la parte superior, allí dentro en una diminuta celda de aislamiento se encontraba Calebita.
-Pero… ¿y qué pasa con el motín?-Preguntó Pliskin.
-Eso está sucediendo en el pabellón masculino y está casi controlado. No te preocupes, pero tu asistencia allí podría ser útil.-Contestó Raven.
Pliskin hizo otro gesto afirmativo y abrió la celda. Sobre una losa que hacía las veces de cama, estaba Calebita sentada con su traje naranja de prisionera. Pliskin le puso unas esposas, dejando sus manos por delante y la sacó.
-Buenos días, muñeca.-Saludó Raven.
Calebita le guiñó un ojo, pero Raven volvió a su expresión de asco. La escolta hizo pasar a Calebita por delante, haciéndola liderar el camino. Raven se despidió de Pliskin y lo mandó a ayudar a los otros voluntarios.
El pasillo del sector de máxima seguridad era oscuro, apenas iluminado por la luz que entraba por las diminutas ventanas que casi rozaban el techo.
-Bueno, ¿qué es esto? ¿Ya cumplí mi condena?-Preguntó Calebita.
-No exactamente, pero te portaste bien en todo este tiempo así que te concederé un paseo por el patio interno. Llevas mucho tiempo sin ver la luz del sol.-Respondió Raven.
Y así fue, al abrirse las puertas el sol casi la ciega. A lo lejos se escuchaba una sirena, proveniente del pabellón masculino. Varios voluntarios iban corriendo hacia allí.
Pero en el pabellón femenino todo parecía tranquilo. Al menos así lo había dispuesto Raven.
Pasaron al patio interno, un cuadrado bastante amplio de concreto, alambres y muros muy altos. Las pandillas estaban ahí, agrupadas según su afinidad. En cuanto Calebita atravesó la entrada, las puertas de alambre se cerraron detrás suyo.
Se giró y levantó las muñecas, mostrando que aún tenía las esposas puestas. Raven sonrió, dio unos pasos hasta acercar su rostro al alambrado que las dividía.
-Es mejor que te las deje. Disfruta tu último día.-Le dijo en voz baja.
La expresión de Calebita pasó de la confusión al miedo en una fracción de segundo. Observó a Raven y su escolta alejarse hacia el edificio administrativo del pabellón, para luego mirar a su alrededor y comprobar que más de una la estaba escudriñando.
Empezó a caminar lentamente, con la cabeza media gacha pero mirando de reojo a ambos lados. No tenía guardaespaldas ni armas a su alcance, simplemente estaba ahí a merced de quien quisiera masacrarla.
En eso una mujer de cabello castaño y expresión divertida comenzó a acercarse desde el otro lado, acompañada por un grupo de reclusas. Todo el mundo sabía quién era, esa a la que conocían como la “Reina del Penal”. Llevaba las mangas del traje naranja arremangadas, luciendo sus tatuajes: en el brazo derecho tenía la frase “Let me Live” y en el izquierdo “Made in Heaven”.
-Vaya, vaya… la pajarita está fuera de la jaula.-Expresó la Reina y sus colegas se rieron.
Ante la situación varias presas que estaban en el patio dejaron de hacer lo que hacían y dirigieron la atención a lo que pasaba en el centro del patio. Olían perfectamente el inicio de una pelea.
-¡Karolay! ¡Termina con ella!-Ordenó la Reina.
Una mujer de mirada asesina y notable estatura se separó del grupo dando un paso adelante, para luego ubicarse a unos metros de Calebita que ya había levantado la cabeza y miraba casi con resignación a la emisaria de la muerte.
-Empieza a rezar, maraca.-Masculló Karolay.
Calebita suspiró. Antes de que pudiera hacer otra cosa ya había recibido un puñetazo que la tiró de espaldas al suelo. Se sintió aturdida y escupió sangre, todos los sonidos se oían distantes, pero alcanzó a percibir que Karolay se acercaba con algo en la mano.
Estando en el suelo recibió una patada. Karolay le dio un puñetazo en el abdomen.
Ya las demás presas empezaron a voltearse para regresar a sus asuntos. No estaban presenciando una pelea, era otra aburrida ejecución donde una de las partes simplemente aceptaba su destino.
Segundo puñetazo a la cara. Pero en el momento donde Karolay le dio un pisotón en el torso, y mantuvo su pierna firme sobre ella, fue como si algo se activara. Una especie de sentimiento de auto preservación, casi instintivo. Tomó la pierna de Karolay con ambas manos y la empujó, alejándola un poco pero haciéndola apenas trastabillar.
Empezó a incorporarse justo cuando Karolay se abalanzaba con un cuchillo improvisado en mano. Calebita esquivó el ataque y la tomó por la muñeca donde tenía el arma. Con esto se incorporó, para encontrarse plenamente de pie frente a su atacante.
Forcejearon mientras Karolay usaba su mano libre para intentar asestarle golpes a Calebita. Esto hizo que algunas de las presas volvieran su atención a la pelea.
En medio del tironeo el cuchillo cayó al suelo. Calebita le propinó un fuerte cabezazo a Karolay que le partió la ceja derecha. Tras esto, Karolay se soltó y retrocedió unos pasos mientras se tocaba la herida. Observó la sangre en su mano y aumentó su ira.
Lanzó varios puñetazos que Calebita evitó, hasta que logró retenerla una vez más. Forcejeando así, le cruzó una pierna y la hizo caer. Esta vez Calebita quedó de pie, pero se lanzó sobre Karolay, para darle un puñetazo en el rostro que le hizo rebotar la cabeza contra el suelo. Rápidamente usó la cadena de las esposas para cruzársela por el cuello y presionar.
Escuchó que alguien se aproximaba por detrás, así que se movió a un lado justo para ver a una atacante lanzar un puntazo con otra arma improvisada. Calebita liberó el cuello de Karolay para tomar el cuchillo que estaba en el piso.
Desde el suelo le tiró una patada a la otra atacante, pero recibió un puñetazo de Karolay. Su respuesta fue hacerle un corte en el rostro. Se incorporó un poco y apuñaló a Karolay por el costado, a la altura de las costillas.
Para esto ya varias reclusas observaban en silencio y algunas se habían acercado.
La otra atacante intentó lo suyo pero recibió una puñalada en el abdomen y cayó al suelo con el cuchillo aún clavado. Calebita tomó su arma punzante, la aferró con fuerza y miró a su alrededor.
El grupo permanecía en silencio, hasta que la Reina chasqueó los dedos. Sus compañeras se alistaron para propinar una paliza legendaria, pero alguien rompió la tensión del momento.
Todas se giraron hacia una reclusa que estaba en el otro extremo del patio, gritando:
-¡Cayeron dos! ¡Matemos a la Reina!-
La pandilla de esa prisionera se acercó a gran velocidad y se recibieron a puñetazos. La mayoría de las reclusas se unieron a la trifulca y otras aprovecharon para saldar cuentas con otras bandas, por lo que todo se volvió un caos.
Raven Bellamy observaba desde la ventana de su oficina. Con un gesto de disgusto usó su intercomunicador para alertar a los voluntarios.
Empezó a sonar una alarma en la prisión mientras un grupo de voluntarios se acercaba al trote portando cascos, protectores y palos. Dos de ellos abrieron las puertas de alambre, dando paso al grupo que ingresó con expectativas de apalear a todo el mundo pero se encontraron con una fuerte resistencia.
En medio de todo el jaleo Calebita empezó a correr, alejándose del centro del patio. Un voluntario la aferró del cabello, dispuesto a golpearla pero ella le clavó el arma punzante en el cuello. Sintió la sangre sobre sus manos, por lo que intentó limpiársela sobre el traje pero sólo lo manchó más. Tomó el palo del voluntario muerto y siguió su carrera.
Una reclusa intentó darle un puñetazo, que ella esquivó y luego le voló los dientes de un palazo. La cosa estaba cada vez más fuera de control. Reclusas y voluntarios se apaleaban entre sí, en medio de una situación caótica que parecía que iba a escalar. Calebita advirtió humo saliendo por la ventana de uno de los edificios de detención, por lo que supuso que alguien inició un incendio.
En medio de todo el desastre, empezaron a caer granadas de gas lacrimógeno en el patio. Todo el mundo se dispersó, hasta que una voz habló a través de un megáfono:
-¡Al suelo! ¡Todos al suelo! ¡Moderación!-
Los moderadores habían llegado. Calebita estaba boca abajo en el suelo sin poder ver mucho. Alguien la giró, para luego levantarla y llevársela.
Finalmente la moderación había intervenido. El reporte general fue que si bien el motín en el pabellón masculino disminuyó, comenzó otro en el pabellón femenino. Temiendo un levantamiento o algo peor, se enviaron a los moderadores disponibles junto a más voluntarios.
Pero quien puso en alerta a la máxima autoridad fue Pliskin. El joven voluntario tenía comunicación directa con Rain, ya que había sido asignado personalmente por ella para vigilar la celda de Calebita. El otro sujeto que también fue asignado en esos momentos se encontraba descansando, ya que no era su turno.
En principio Rain pensó que Calebita estaría intentando fugarse, probablemente con complicidad de alguien del personal. Pero la situación fue un poco diferente.
Calebita ahora se encontraba detenida en el edificio de administración. Raven Bellamy también, pero en otra celda.
Rain, Samuel y Ele estaban conversando en la oficina que daba acceso a las celdas. Ciertamente se los notaba preocupados.
-¿Entonces Pliskin te contó esto?-Preguntó Samuel, incrédulo.
-Sí. Cuando describió la situación supe que algo raro estaba pasando. Y… resulta ser que así era.-Contestó Rain.
-De acuerdo a los testimonios Calebita fue primero atacada por esas mujeres de la banda de la Reina. Todas tenían un tatuaje en algún lugar del cuerpo con las letras “G.O.T.E.”, ya sabes…-Describió Ele.
-Joder… ese era un grupo asociado a los kamilistas.-Apuntó Samuel mientras se acomodaba el sombrero.
-Sí… lo de Center City.-Agregó Ele mientras asentía con la cabeza.
-No me gusta cómo conectan estas cosas.-Expresó Rain y se mordió el labio.
De pronto la puerta se abrió bruscamente e ingresó Jotha extendiendo los brazos y con una expresión de enojo que haría cagarse a cualquiera.
-¡¿Pero qué pollas está sucediendo?!-Exclamó el recién llegado.
-¡Cuida esa lengua, muchacho!-Reprendió Samuel, irritado.
-¿Y cómo quieres que lo diga? Doce presos muertos, quince presas muertas y diez voluntarios muertos; más los que están internados luchando por sus vidas. ¿Qué es este desastre?-Jotha sonaba exaltado, por lo que Ele intentó tranquilizarlo.
Rain esperó a que los ánimos se apacigüen un poco, mientras varias cuestiones daban vueltas por su cabeza.
-Nada de esto fue casual, Jotha. El motín del pabellón masculino fue realizado por kamilistas, Raven Bellamy mandó a Calebita esposada al patio del pabellón femenino donde unas kamilistas trataron de matarla. Y en estos precisos momentos, un ejército kamilista sigue con una ofensiva sin precedentes sobre Center City. ¿Ves el patrón?-Expuso Rain poniendo énfasis a cada palabra.
Samuel se rascó la barbilla mientras Ele miraba fijamente a Rain. Jotha suspiró como liberándose de una tonelada de peso.
-Vaya relación… ¿y qué vamos a hacer?-Dijo Jotha.
-Primero quiero hablar con Raven… y Calebita. Joder, no me gusta para nada pero tendré que hacerlo.-Contestó Rain.
-¿Y luego?-Insistió Jotha.
-Luego organizaré un grupo para enviar a Center City. Hablaré con las fuerzas de esa ciudad y con Madison. Esto tiene que terminar.-Dijo Rain de forma tajante.
En medio de todo ese barullo, la directora del pabellón femenino ingresó con su escolta en el sector de máxima seguridad. Era Raven Bellamy, y vestía un uniforme cuasi militar que le encantaba lucir los días martes.
Llegó hasta la celda de Calebita, custodiada por un voluntario especialmente designado para esa tarea. Era un joven rubio con una cicatriz en el rostro y pinta de estar nervioso.
-Buenos días, Pliskin. Tengo que sacar a la maricona a pasear.-Dijo Raven como restándole importancia.
-Pero… pero no tiene autorización para salir. Y se supone que no debo dejar que ella salga…-Balbuceó Pliskin, confundido.
-Querido, yo soy una autoridad aquí y tú sólo eres… un voluntario.-
Pliskin hizo un gesto afirmativo y sacó la llave de su bolsillo. A su espalda había una puerta de acero con una rendija en la parte superior, allí dentro en una diminuta celda de aislamiento se encontraba Calebita.
-Pero… ¿y qué pasa con el motín?-Preguntó Pliskin.
-Eso está sucediendo en el pabellón masculino y está casi controlado. No te preocupes, pero tu asistencia allí podría ser útil.-Contestó Raven.
Pliskin hizo otro gesto afirmativo y abrió la celda. Sobre una losa que hacía las veces de cama, estaba Calebita sentada con su traje naranja de prisionera. Pliskin le puso unas esposas, dejando sus manos por delante y la sacó.
-Buenos días, muñeca.-Saludó Raven.
Calebita le guiñó un ojo, pero Raven volvió a su expresión de asco. La escolta hizo pasar a Calebita por delante, haciéndola liderar el camino. Raven se despidió de Pliskin y lo mandó a ayudar a los otros voluntarios.
El pasillo del sector de máxima seguridad era oscuro, apenas iluminado por la luz que entraba por las diminutas ventanas que casi rozaban el techo.
-Bueno, ¿qué es esto? ¿Ya cumplí mi condena?-Preguntó Calebita.
-No exactamente, pero te portaste bien en todo este tiempo así que te concederé un paseo por el patio interno. Llevas mucho tiempo sin ver la luz del sol.-Respondió Raven.
Y así fue, al abrirse las puertas el sol casi la ciega. A lo lejos se escuchaba una sirena, proveniente del pabellón masculino. Varios voluntarios iban corriendo hacia allí.
Pero en el pabellón femenino todo parecía tranquilo. Al menos así lo había dispuesto Raven.
Pasaron al patio interno, un cuadrado bastante amplio de concreto, alambres y muros muy altos. Las pandillas estaban ahí, agrupadas según su afinidad. En cuanto Calebita atravesó la entrada, las puertas de alambre se cerraron detrás suyo.
Se giró y levantó las muñecas, mostrando que aún tenía las esposas puestas. Raven sonrió, dio unos pasos hasta acercar su rostro al alambrado que las dividía.
-Es mejor que te las deje. Disfruta tu último día.-Le dijo en voz baja.
La expresión de Calebita pasó de la confusión al miedo en una fracción de segundo. Observó a Raven y su escolta alejarse hacia el edificio administrativo del pabellón, para luego mirar a su alrededor y comprobar que más de una la estaba escudriñando.
Empezó a caminar lentamente, con la cabeza media gacha pero mirando de reojo a ambos lados. No tenía guardaespaldas ni armas a su alcance, simplemente estaba ahí a merced de quien quisiera masacrarla.
En eso una mujer de cabello castaño y expresión divertida comenzó a acercarse desde el otro lado, acompañada por un grupo de reclusas. Todo el mundo sabía quién era, esa a la que conocían como la “Reina del Penal”. Llevaba las mangas del traje naranja arremangadas, luciendo sus tatuajes: en el brazo derecho tenía la frase “Let me Live” y en el izquierdo “Made in Heaven”.
-Vaya, vaya… la pajarita está fuera de la jaula.-Expresó la Reina y sus colegas se rieron.
Ante la situación varias presas que estaban en el patio dejaron de hacer lo que hacían y dirigieron la atención a lo que pasaba en el centro del patio. Olían perfectamente el inicio de una pelea.
-¡Karolay! ¡Termina con ella!-Ordenó la Reina.
Una mujer de mirada asesina y notable estatura se separó del grupo dando un paso adelante, para luego ubicarse a unos metros de Calebita que ya había levantado la cabeza y miraba casi con resignación a la emisaria de la muerte.
-Empieza a rezar, maraca.-Masculló Karolay.
Calebita suspiró. Antes de que pudiera hacer otra cosa ya había recibido un puñetazo que la tiró de espaldas al suelo. Se sintió aturdida y escupió sangre, todos los sonidos se oían distantes, pero alcanzó a percibir que Karolay se acercaba con algo en la mano.
Estando en el suelo recibió una patada. Karolay le dio un puñetazo en el abdomen.
Ya las demás presas empezaron a voltearse para regresar a sus asuntos. No estaban presenciando una pelea, era otra aburrida ejecución donde una de las partes simplemente aceptaba su destino.
Segundo puñetazo a la cara. Pero en el momento donde Karolay le dio un pisotón en el torso, y mantuvo su pierna firme sobre ella, fue como si algo se activara. Una especie de sentimiento de auto preservación, casi instintivo. Tomó la pierna de Karolay con ambas manos y la empujó, alejándola un poco pero haciéndola apenas trastabillar.
Empezó a incorporarse justo cuando Karolay se abalanzaba con un cuchillo improvisado en mano. Calebita esquivó el ataque y la tomó por la muñeca donde tenía el arma. Con esto se incorporó, para encontrarse plenamente de pie frente a su atacante.
Forcejearon mientras Karolay usaba su mano libre para intentar asestarle golpes a Calebita. Esto hizo que algunas de las presas volvieran su atención a la pelea.
En medio del tironeo el cuchillo cayó al suelo. Calebita le propinó un fuerte cabezazo a Karolay que le partió la ceja derecha. Tras esto, Karolay se soltó y retrocedió unos pasos mientras se tocaba la herida. Observó la sangre en su mano y aumentó su ira.
Lanzó varios puñetazos que Calebita evitó, hasta que logró retenerla una vez más. Forcejeando así, le cruzó una pierna y la hizo caer. Esta vez Calebita quedó de pie, pero se lanzó sobre Karolay, para darle un puñetazo en el rostro que le hizo rebotar la cabeza contra el suelo. Rápidamente usó la cadena de las esposas para cruzársela por el cuello y presionar.
Escuchó que alguien se aproximaba por detrás, así que se movió a un lado justo para ver a una atacante lanzar un puntazo con otra arma improvisada. Calebita liberó el cuello de Karolay para tomar el cuchillo que estaba en el piso.
Desde el suelo le tiró una patada a la otra atacante, pero recibió un puñetazo de Karolay. Su respuesta fue hacerle un corte en el rostro. Se incorporó un poco y apuñaló a Karolay por el costado, a la altura de las costillas.
Para esto ya varias reclusas observaban en silencio y algunas se habían acercado.
La otra atacante intentó lo suyo pero recibió una puñalada en el abdomen y cayó al suelo con el cuchillo aún clavado. Calebita tomó su arma punzante, la aferró con fuerza y miró a su alrededor.
El grupo permanecía en silencio, hasta que la Reina chasqueó los dedos. Sus compañeras se alistaron para propinar una paliza legendaria, pero alguien rompió la tensión del momento.
Todas se giraron hacia una reclusa que estaba en el otro extremo del patio, gritando:
-¡Cayeron dos! ¡Matemos a la Reina!-
La pandilla de esa prisionera se acercó a gran velocidad y se recibieron a puñetazos. La mayoría de las reclusas se unieron a la trifulca y otras aprovecharon para saldar cuentas con otras bandas, por lo que todo se volvió un caos.
Raven Bellamy observaba desde la ventana de su oficina. Con un gesto de disgusto usó su intercomunicador para alertar a los voluntarios.
Empezó a sonar una alarma en la prisión mientras un grupo de voluntarios se acercaba al trote portando cascos, protectores y palos. Dos de ellos abrieron las puertas de alambre, dando paso al grupo que ingresó con expectativas de apalear a todo el mundo pero se encontraron con una fuerte resistencia.
En medio de todo el jaleo Calebita empezó a correr, alejándose del centro del patio. Un voluntario la aferró del cabello, dispuesto a golpearla pero ella le clavó el arma punzante en el cuello. Sintió la sangre sobre sus manos, por lo que intentó limpiársela sobre el traje pero sólo lo manchó más. Tomó el palo del voluntario muerto y siguió su carrera.
Una reclusa intentó darle un puñetazo, que ella esquivó y luego le voló los dientes de un palazo. La cosa estaba cada vez más fuera de control. Reclusas y voluntarios se apaleaban entre sí, en medio de una situación caótica que parecía que iba a escalar. Calebita advirtió humo saliendo por la ventana de uno de los edificios de detención, por lo que supuso que alguien inició un incendio.
En medio de todo el desastre, empezaron a caer granadas de gas lacrimógeno en el patio. Todo el mundo se dispersó, hasta que una voz habló a través de un megáfono:
-¡Al suelo! ¡Todos al suelo! ¡Moderación!-
Los moderadores habían llegado. Calebita estaba boca abajo en el suelo sin poder ver mucho. Alguien la giró, para luego levantarla y llevársela.
Finalmente la moderación había intervenido. El reporte general fue que si bien el motín en el pabellón masculino disminuyó, comenzó otro en el pabellón femenino. Temiendo un levantamiento o algo peor, se enviaron a los moderadores disponibles junto a más voluntarios.
Pero quien puso en alerta a la máxima autoridad fue Pliskin. El joven voluntario tenía comunicación directa con Rain, ya que había sido asignado personalmente por ella para vigilar la celda de Calebita. El otro sujeto que también fue asignado en esos momentos se encontraba descansando, ya que no era su turno.
En principio Rain pensó que Calebita estaría intentando fugarse, probablemente con complicidad de alguien del personal. Pero la situación fue un poco diferente.
Calebita ahora se encontraba detenida en el edificio de administración. Raven Bellamy también, pero en otra celda.
Rain, Samuel y Ele estaban conversando en la oficina que daba acceso a las celdas. Ciertamente se los notaba preocupados.
-¿Entonces Pliskin te contó esto?-Preguntó Samuel, incrédulo.
-Sí. Cuando describió la situación supe que algo raro estaba pasando. Y… resulta ser que así era.-Contestó Rain.
-De acuerdo a los testimonios Calebita fue primero atacada por esas mujeres de la banda de la Reina. Todas tenían un tatuaje en algún lugar del cuerpo con las letras “G.O.T.E.”, ya sabes…-Describió Ele.
-Joder… ese era un grupo asociado a los kamilistas.-Apuntó Samuel mientras se acomodaba el sombrero.
-Sí… lo de Center City.-Agregó Ele mientras asentía con la cabeza.
-No me gusta cómo conectan estas cosas.-Expresó Rain y se mordió el labio.
De pronto la puerta se abrió bruscamente e ingresó Jotha extendiendo los brazos y con una expresión de enojo que haría cagarse a cualquiera.
-¡¿Pero qué pollas está sucediendo?!-Exclamó el recién llegado.
-¡Cuida esa lengua, muchacho!-Reprendió Samuel, irritado.
-¿Y cómo quieres que lo diga? Doce presos muertos, quince presas muertas y diez voluntarios muertos; más los que están internados luchando por sus vidas. ¿Qué es este desastre?-Jotha sonaba exaltado, por lo que Ele intentó tranquilizarlo.
Rain esperó a que los ánimos se apacigüen un poco, mientras varias cuestiones daban vueltas por su cabeza.
-Nada de esto fue casual, Jotha. El motín del pabellón masculino fue realizado por kamilistas, Raven Bellamy mandó a Calebita esposada al patio del pabellón femenino donde unas kamilistas trataron de matarla. Y en estos precisos momentos, un ejército kamilista sigue con una ofensiva sin precedentes sobre Center City. ¿Ves el patrón?-Expuso Rain poniendo énfasis a cada palabra.
Samuel se rascó la barbilla mientras Ele miraba fijamente a Rain. Jotha suspiró como liberándose de una tonelada de peso.
-Vaya relación… ¿y qué vamos a hacer?-Dijo Jotha.
-Primero quiero hablar con Raven… y Calebita. Joder, no me gusta para nada pero tendré que hacerlo.-Contestó Rain.
-¿Y luego?-Insistió Jotha.
-Luego organizaré un grupo para enviar a Center City. Hablaré con las fuerzas de esa ciudad y con Madison. Esto tiene que terminar.-Dijo Rain de forma tajante.
Oculto:
Rain mantuvo una conversación con Raven Bellamy, quien efectivamente había sido tentada por kamilistas para permitir la ejecución de Calebita. En sus propias palabras, le ofrecieron mucho dinero, una cifra demencial. Esto llevó a Rain a recordar el ataque de Calebita a RESH, cuando se preguntó con qué financió todo eso. Ahora bien, lo lógico sería usar ese dinero para fugarse, no para firmar su propia sentencia de muerte.
Dejó a Raven en su celda para dirigirse a la oficina donde le dio los detalles a Samuel, Jotha y Ele. La cosa iba cerrando…
Hasta que sonó el teléfono rojo que había allí. Samuel atendió pero luego le tendió el tubo a Rain.
-Es Zero.-
Rain lo atendió. Era casi el final de la tarde, la noche estaba a la vuelta de la esquina.
-¿Qué pasa, Zero?-
-Recibí un mensaje extraño, tirando a pista… alguien dice que en Center City hay una fábrica de clones. Consulté esto con mi contacto de BOEN y me dijo que ellos no están al tanto.-Reportó Zero.
-¿Pero quién es el remitente? ¿Pudiste rastrearlo?-
-No. Firma como “JZ”, y me fue imposible trazar su ubicación. Estaba muy bien protegido.-
-Hmmm… intenta averiguar más.-
-Lo haré.-
Dicho esto cortó. Rain les comunicó a los demás esa extraña información que le dio Zero. La situación no hacía más que enturbiarse a cada cosa que se revelaba.
Dejó a los otros deliberando mientras salía de la oficina, de camino al pasillo que llevaba a las celdas. Pasó por la de Raven e ingresó en la última, donde tenían detenida a Calebita.
Abrió la puerta y la vio allí sentada en la silla que tenía junto a la cama. Estaba esposada, tenía una gasa en el lado izquierdo del rostro y algunos vendajes.
-Justo… la última persona que esperaba ver hoy.-Dijo Calebita.
-Ahora estás en nuestras manos, así que por tu bien es mejor que empieces a hablar.-Rain fue contundente. Se mantuvo a distancia, apoyada contra la pared.
-Pues no sé qué quieres que te diga. Ya me interrogaron.-Contestó Calebita con desdén.
-Mira, desde tu detención han pasado cosas bastante interesantes.-
Dado que Calebita no se había enterado de nada estando en aislamiento, Rain le contó acerca del ataque a Center City y cómo la organización que asediaba esa ciudad también intentó matarla.
-¿Tienes algo que ver con los kamilistas?-Preguntó Rain.
-No… bueno, conocí a algunos en el pasado, pero nunca nos asociamos. No me resultaban muy confiables.-Respondió Calebita.
-Alguien le pagó muy bien a Raven Bellamy para que te lleve ante las ejecutoras, que claramente sabían lo que tenían que hacer. Esto me recuerda que te negaste a revelar de dónde salió el dinero para lo que hiciste hace dos meses. Ahora sería un buen momento para decirlo.-Expresó Rain.
-¡De ningún lado! Ese dinero era mío.-Dijo Calebita y empezó a reírse.
Con todo lo que había pasado Rain no estaba para tonterías esa tarde. Se cruzó de brazos.
-La única razón por la que estás con vida es porque creo que sabes algo que nos puede ayudar. Si no es así, te mandaré de regreso a La Papelera pero al pabellón femenino. No creo que la gente de la Reina te tenga mucha estima después de lo que pasó.-Explicó Rain.
Antes de que Calebita dijera algo, Rain la interrumpió con una advertencia:
-Piensa muy bien lo que vas a decir a partir de este momento. Aunque pensar no sea lo tuyo…-
Calebita se recostó en la silla y miró al suelo durante unos segundos. Resopló para luego volver a levantar la vista.
-Bien, el dinero no era mío.-
-¿De quién era?-Preguntó Rain.
-No lo sé, y no estoy jodiendo. Estaba en Siberia, conspirando con… Nekro. Ya sabes, quería venir aquí.-Relató Calebita y sonrió tras la última frase.
A Rain le parecía genuino, así que la dejó continuar.
-Él dijo que tenía un amigo que podía darnos una ayuda. Se supone que lo convenció de financiarme y dejar las cosas en mis manos. Me habló de Flauros, que era un interesado… y luego contacté a algunos de los afganos que trabajaron con Visor. Todos creían que si RESH caía les iba a dar una parte… ¡iba a ser todo para mí!-Explicó Calebita, con emoción.
La historia parecía coherente. Esto le daba la pista a Rain de que un paso a seguir sería recuperar el archivo de Nekro e investigarlo por completo.
-Luego contraté a los otros. Con Willian fue fácil…-
-¿Cómo lo encontraste? Honestamente pensé que el legado del Dr. William había muerto en TVirus.-Interrumpió Rain.
Calebita sonrió e hizo un gesto afirmativo.
-Puedo rastrear clones casi naturalmente, sólo los percibo. Pero si enfrentaste al Dr. William montones de veces, ¿nunca leíste sus notas?-Respondió Calebita.
-La verdad no perdí mí tiempo con eso.-
-Bueno, pues ahí sale… es una condición de los que son… como yo. Podemos detectar a otros, es como un sexto sentido.-
-Interesante… así que armaste a tu pequeño ejército y bueno… creo que estás diciendo la verdad.-
-Así fue. ¿Y ahora qué van a hacer conmigo?-
-Vamos a ver.-
Dicho esto Rain salió de la celda cerrando la puerta a sus espaldas. Regresó a la oficina con varias cuestiones en mente…
El cañón Gustav disparó dos veces hacia fuera de los límites de la ciudad, destruyendo una carretera y dañando el 70% de un convoy kamilista. Esto provocó que lancen un ataque aéreo para neutralizar el cañón… cosa que ocurrió.
Michael seguía en su bunker, siguiendo lo que sucedía allí arriba. Veía que los combates en parte se estaban intensificando, pero la ayuda de BOEN efectivamente probaba su utilidad.
-¿Y ahora, señor?-Preguntó uno de los presentes.
-Quiero una unidad de refuerzo en nuestra instalación. Joder, joder…-Ordenó Michael.
El proyecto aún no estaba listo. Pero todo podía irse a la mierda en cualquier momento. Su colega volvió a recordarle que aún tenían medios para repeler a los invasores.
-Señor… podemos activar a los Bots.-
-Creo que sería buena idea. Es un grupo pequeño, pero podrían ser efectivos. Que no ataquen a nadie de BOEN. Registren los logos y uniformes para que no nos mandemos ninguna cagada.-Dijo Michael.
El colega acató la orden y procedió con lo suyo. Tenía que avisar a los ingenieros para que empiecen a programar a los Bots. La pérdida del cañón era un gran revés para Chandler, así que tenían que comenzar a sumar todas las fuerzas disponibles para evitar la caída de la ciudad, pero ante todo que la fábrica de clones vaya a parar a manos ajenas.
Rain dio detalles a sus camaradas sobre la charla con Calebita. Todo empezaba a ser cada vez más oscuro.
Al día siguiente decidió reactivar el KCC. Primero tuvo que encontrar a Tupa, retirado y rapero de profesión, para que volviese a ocupar el mando.
Era un tipo fornido, rapado y con una expresión de buen rollo permanente. En el equipo se reincorporó Pliskin junto a otros ex miembros: El habilidoso Ethan, el piloto Wind Jockey, Ridli Scot y Dianne Croft. Todos se sorprendieron al principio por la convocatoria, pero pronto entendieron que formarían parte del equipo que iría a Center City.
Aquella mañana estaban todos en el cuarto de informes de administración, donde Rain presentó a quienes los acompañarían: Ill, Isra, Jotha, Ele y Caleb.
En cuanto Tupa vio a Caleb se puso de pie señalándolo y meneando la cabeza.
-No voy a ningún lado con este tipo.-
-Vamos, Tupa…-Dijo Rain.
-Joder, no. ¡Es el Dr. William! A este sujeto lo enfrentamos cientos de veces.-Replicó Tupa.
-Hey, todo eso terminó. Hace años estoy del lado de RESH.-Se defendió Caleb.
-Calma, por favor. Que aún no expliqué el detalle más espinoso de todo esto.-Rain hizo un gesto y todos se ubicaron en sus lugares.
Ill e Isra estaban felices de haberse ofrecidos como voluntarios ya que se aburrían demasiado en el Museo de Trofeos. Además querían cooperar con el legendario KCC. Jotha y Ele asistirían como moderadores responsables del equipo.
-En estas horas la batalla por Center City no ha terminado. Hace poco más de veinticuatro horas los kamilistas destruyeron el cañón Gustav Gerät de Chandler… lo bombardearon.-Explicó Rain.
-Vaya.-Comentó Ethan. Dianne dejó escapar un silbido de asombro.
-Ustedes están convocados porque nos llegó la pista de que puede haber un laboratorio de clonación en Center City. Es peligroso que caiga en manos de los kamilistas, y aunque normalmente ayudaríamos a Chandler a defenderlo… esta vez es mejor que lo destruyamos.-Continuó Rain.
-¡Bien! ¡Hora de cazar clones!-Exclamó Pliskin.
-¿Y conocemos su ubicación?-Preguntó Tupa.
-No… y ese es el caso.-Contestó Rain, miró hacia la puerta de vidrio e hizo un gesto con la mano.
La puerta se abrió y entró Samuel llevando a Calebita esposada. Ya no tenía el traje naranja, sino el estándar de los voluntarios color gris oscuro con protectores.
-¡Mierda! ¡No, no!-Maldijo Caleb.
-¿Qué…?-Se quedó Ill, confundido.
-Calebita me dijo que los clones tienen la capacidad de percibirse entre sí. ¿Es esto cierto, Caleb?-Preguntó Rain.
-Emm… sí.-Confirmó Caleb.
Esto hizo que Tupa se pusiera de pie otra vez, sacudiendo la cabeza.
-Espera… vamos a ir allí, a un laboratorio de clonación… ¿con un clon? ¿Qué es esta locura?-
-Cálmate, Tupa. No irá armada. Lo suyo será guiarlos hasta el lugar.-Dijo Rain.
Los presentes no se veían muy convencidos. Rain tuvo que explicarles una vez más la necesidad de correr ese riesgo en la misión.
-Lo haré, pero prometo cumplir con mi deber. Ningún clon saldrá de esa ciudad.-Expresó Tupa fríamente.
Se dieron el resto de los detalles y los equipos. Partirían ese mismo mediodía hacia la zona de conflicto. En el entretiempo, Rain se comunicó personalmente con Center City para informar que enviaba un equipo.
Dejó a Raven en su celda para dirigirse a la oficina donde le dio los detalles a Samuel, Jotha y Ele. La cosa iba cerrando…
Hasta que sonó el teléfono rojo que había allí. Samuel atendió pero luego le tendió el tubo a Rain.
-Es Zero.-
Rain lo atendió. Era casi el final de la tarde, la noche estaba a la vuelta de la esquina.
-¿Qué pasa, Zero?-
-Recibí un mensaje extraño, tirando a pista… alguien dice que en Center City hay una fábrica de clones. Consulté esto con mi contacto de BOEN y me dijo que ellos no están al tanto.-Reportó Zero.
-¿Pero quién es el remitente? ¿Pudiste rastrearlo?-
-No. Firma como “JZ”, y me fue imposible trazar su ubicación. Estaba muy bien protegido.-
-Hmmm… intenta averiguar más.-
-Lo haré.-
Dicho esto cortó. Rain les comunicó a los demás esa extraña información que le dio Zero. La situación no hacía más que enturbiarse a cada cosa que se revelaba.
Dejó a los otros deliberando mientras salía de la oficina, de camino al pasillo que llevaba a las celdas. Pasó por la de Raven e ingresó en la última, donde tenían detenida a Calebita.
Abrió la puerta y la vio allí sentada en la silla que tenía junto a la cama. Estaba esposada, tenía una gasa en el lado izquierdo del rostro y algunos vendajes.
-Justo… la última persona que esperaba ver hoy.-Dijo Calebita.
-Ahora estás en nuestras manos, así que por tu bien es mejor que empieces a hablar.-Rain fue contundente. Se mantuvo a distancia, apoyada contra la pared.
-Pues no sé qué quieres que te diga. Ya me interrogaron.-Contestó Calebita con desdén.
-Mira, desde tu detención han pasado cosas bastante interesantes.-
Dado que Calebita no se había enterado de nada estando en aislamiento, Rain le contó acerca del ataque a Center City y cómo la organización que asediaba esa ciudad también intentó matarla.
-¿Tienes algo que ver con los kamilistas?-Preguntó Rain.
-No… bueno, conocí a algunos en el pasado, pero nunca nos asociamos. No me resultaban muy confiables.-Respondió Calebita.
-Alguien le pagó muy bien a Raven Bellamy para que te lleve ante las ejecutoras, que claramente sabían lo que tenían que hacer. Esto me recuerda que te negaste a revelar de dónde salió el dinero para lo que hiciste hace dos meses. Ahora sería un buen momento para decirlo.-Expresó Rain.
-¡De ningún lado! Ese dinero era mío.-Dijo Calebita y empezó a reírse.
Con todo lo que había pasado Rain no estaba para tonterías esa tarde. Se cruzó de brazos.
-La única razón por la que estás con vida es porque creo que sabes algo que nos puede ayudar. Si no es así, te mandaré de regreso a La Papelera pero al pabellón femenino. No creo que la gente de la Reina te tenga mucha estima después de lo que pasó.-Explicó Rain.
Antes de que Calebita dijera algo, Rain la interrumpió con una advertencia:
-Piensa muy bien lo que vas a decir a partir de este momento. Aunque pensar no sea lo tuyo…-
Calebita se recostó en la silla y miró al suelo durante unos segundos. Resopló para luego volver a levantar la vista.
-Bien, el dinero no era mío.-
-¿De quién era?-Preguntó Rain.
-No lo sé, y no estoy jodiendo. Estaba en Siberia, conspirando con… Nekro. Ya sabes, quería venir aquí.-Relató Calebita y sonrió tras la última frase.
A Rain le parecía genuino, así que la dejó continuar.
-Él dijo que tenía un amigo que podía darnos una ayuda. Se supone que lo convenció de financiarme y dejar las cosas en mis manos. Me habló de Flauros, que era un interesado… y luego contacté a algunos de los afganos que trabajaron con Visor. Todos creían que si RESH caía les iba a dar una parte… ¡iba a ser todo para mí!-Explicó Calebita, con emoción.
La historia parecía coherente. Esto le daba la pista a Rain de que un paso a seguir sería recuperar el archivo de Nekro e investigarlo por completo.
-Luego contraté a los otros. Con Willian fue fácil…-
-¿Cómo lo encontraste? Honestamente pensé que el legado del Dr. William había muerto en TVirus.-Interrumpió Rain.
Calebita sonrió e hizo un gesto afirmativo.
-Puedo rastrear clones casi naturalmente, sólo los percibo. Pero si enfrentaste al Dr. William montones de veces, ¿nunca leíste sus notas?-Respondió Calebita.
-La verdad no perdí mí tiempo con eso.-
-Bueno, pues ahí sale… es una condición de los que son… como yo. Podemos detectar a otros, es como un sexto sentido.-
-Interesante… así que armaste a tu pequeño ejército y bueno… creo que estás diciendo la verdad.-
-Así fue. ¿Y ahora qué van a hacer conmigo?-
-Vamos a ver.-
Dicho esto Rain salió de la celda cerrando la puerta a sus espaldas. Regresó a la oficina con varias cuestiones en mente…
El cañón Gustav disparó dos veces hacia fuera de los límites de la ciudad, destruyendo una carretera y dañando el 70% de un convoy kamilista. Esto provocó que lancen un ataque aéreo para neutralizar el cañón… cosa que ocurrió.
Michael seguía en su bunker, siguiendo lo que sucedía allí arriba. Veía que los combates en parte se estaban intensificando, pero la ayuda de BOEN efectivamente probaba su utilidad.
-¿Y ahora, señor?-Preguntó uno de los presentes.
-Quiero una unidad de refuerzo en nuestra instalación. Joder, joder…-Ordenó Michael.
El proyecto aún no estaba listo. Pero todo podía irse a la mierda en cualquier momento. Su colega volvió a recordarle que aún tenían medios para repeler a los invasores.
-Señor… podemos activar a los Bots.-
-Creo que sería buena idea. Es un grupo pequeño, pero podrían ser efectivos. Que no ataquen a nadie de BOEN. Registren los logos y uniformes para que no nos mandemos ninguna cagada.-Dijo Michael.
El colega acató la orden y procedió con lo suyo. Tenía que avisar a los ingenieros para que empiecen a programar a los Bots. La pérdida del cañón era un gran revés para Chandler, así que tenían que comenzar a sumar todas las fuerzas disponibles para evitar la caída de la ciudad, pero ante todo que la fábrica de clones vaya a parar a manos ajenas.
Rain dio detalles a sus camaradas sobre la charla con Calebita. Todo empezaba a ser cada vez más oscuro.
Al día siguiente decidió reactivar el KCC. Primero tuvo que encontrar a Tupa, retirado y rapero de profesión, para que volviese a ocupar el mando.
Era un tipo fornido, rapado y con una expresión de buen rollo permanente. En el equipo se reincorporó Pliskin junto a otros ex miembros: El habilidoso Ethan, el piloto Wind Jockey, Ridli Scot y Dianne Croft. Todos se sorprendieron al principio por la convocatoria, pero pronto entendieron que formarían parte del equipo que iría a Center City.
Aquella mañana estaban todos en el cuarto de informes de administración, donde Rain presentó a quienes los acompañarían: Ill, Isra, Jotha, Ele y Caleb.
En cuanto Tupa vio a Caleb se puso de pie señalándolo y meneando la cabeza.
-No voy a ningún lado con este tipo.-
-Vamos, Tupa…-Dijo Rain.
-Joder, no. ¡Es el Dr. William! A este sujeto lo enfrentamos cientos de veces.-Replicó Tupa.
-Hey, todo eso terminó. Hace años estoy del lado de RESH.-Se defendió Caleb.
-Calma, por favor. Que aún no expliqué el detalle más espinoso de todo esto.-Rain hizo un gesto y todos se ubicaron en sus lugares.
Ill e Isra estaban felices de haberse ofrecidos como voluntarios ya que se aburrían demasiado en el Museo de Trofeos. Además querían cooperar con el legendario KCC. Jotha y Ele asistirían como moderadores responsables del equipo.
-En estas horas la batalla por Center City no ha terminado. Hace poco más de veinticuatro horas los kamilistas destruyeron el cañón Gustav Gerät de Chandler… lo bombardearon.-Explicó Rain.
-Vaya.-Comentó Ethan. Dianne dejó escapar un silbido de asombro.
-Ustedes están convocados porque nos llegó la pista de que puede haber un laboratorio de clonación en Center City. Es peligroso que caiga en manos de los kamilistas, y aunque normalmente ayudaríamos a Chandler a defenderlo… esta vez es mejor que lo destruyamos.-Continuó Rain.
-¡Bien! ¡Hora de cazar clones!-Exclamó Pliskin.
-¿Y conocemos su ubicación?-Preguntó Tupa.
-No… y ese es el caso.-Contestó Rain, miró hacia la puerta de vidrio e hizo un gesto con la mano.
La puerta se abrió y entró Samuel llevando a Calebita esposada. Ya no tenía el traje naranja, sino el estándar de los voluntarios color gris oscuro con protectores.
-¡Mierda! ¡No, no!-Maldijo Caleb.
-¿Qué…?-Se quedó Ill, confundido.
-Calebita me dijo que los clones tienen la capacidad de percibirse entre sí. ¿Es esto cierto, Caleb?-Preguntó Rain.
-Emm… sí.-Confirmó Caleb.
Esto hizo que Tupa se pusiera de pie otra vez, sacudiendo la cabeza.
-Espera… vamos a ir allí, a un laboratorio de clonación… ¿con un clon? ¿Qué es esta locura?-
-Cálmate, Tupa. No irá armada. Lo suyo será guiarlos hasta el lugar.-Dijo Rain.
Los presentes no se veían muy convencidos. Rain tuvo que explicarles una vez más la necesidad de correr ese riesgo en la misión.
-Lo haré, pero prometo cumplir con mi deber. Ningún clon saldrá de esa ciudad.-Expresó Tupa fríamente.
Se dieron el resto de los detalles y los equipos. Partirían ese mismo mediodía hacia la zona de conflicto. En el entretiempo, Rain se comunicó personalmente con Center City para informar que enviaba un equipo.
Oculto:
En el bunker de Chandler, un miembro del alto mando le comunicó a Michael las novedades que Rain le había transmitido.
-RESH enviará un equipo en las próximas horas, lo llaman el KCC. La administradora agregó que se solidariza con la situación y que si necesitamos asilo hay lugar en RESH.-
-Bien. Sólo espero que nos ayuden a expulsar a los kamilistas, luego les recompensaré adecuadamente como haré con Madison.-Dijo Michael.
Por el bunker iba gente de un lado a otro, se percibía el nerviosismo entre los presentes. Perdieron visibilidad de algunas zonas debido a que cada día se destruían más cámaras en bombardeos o combates. Para ese entonces ya casi no quedaba población civil en Center City, la mayoría había sido evacuada.
-¿Cómo vienen los Bots?-Preguntó Michael.
-Ya están listos.-
-Entonces que salgan.-Ordenó.
Y así se hizo. Los Bots se activaron y empezaron a salir a las calles. Tenían propulsores que les permitían elevarse en el aire e iban armados con subfusiles. Tendrían que contribuir a la defensa de la ciudad.
Michael aprovechó un momento para tomarse otra taza de café. Tenía ojeras y el rostro demacrado, llevaba días con poco descanso, además de que se encontraba en una tensión constante por el temor de que su proyecto secreto fuera descubierto.
En un puesto lejos de la ciudad se encontraba Kamilo con varias de sus tropas. Uno de los disparos del Gustav había destruido gran parte de la carretera, por lo que el movimiento de camiones y tanquetas por tierra se estaba dificultando.
Pero mientras la avanzada seguía su curso, Kamilo usó su radio para comunicarse con Bradock que se encontraba en la ciudad junto a Cuota y su equipo táctico.
-Bradock. ¿Cómo está todo?-
-Difícil, mucha actividad en el centro de la ciudad. Estamos intentando localizar el lugar.-Contestó.
-Buena suerte.-
-¿Qué pasó con Calebita?-Preguntó Bradock.
-Emm… creo que fallaron…-
-¡Mierda! ¿Y ahora de dónde sacaremos un clon de nivel 1? Tú y yo vamos a hablar cuando regrese.-
-Lo que digas.-Dijo Kamilo de mala gana y cortó.
Mientras tanto en un edificio de departamentos abandonado, Bradock escupió y maldijo en voz baja. Junto a él se encontraba su equipo táctico, soldados con pertrechos negros, máscaras con calaveras y algunos de ellos portando esvásticas en sus hombros.
Cuota estaba ahí, con un chaleco antibalas sobre su camisa y su inseparable maletín esposado a su muñeca derecha.
-¿Estamos cerca?-Preguntó Bradock.
-Detecto algo… pero tendríamos que seguir adentrándonos en el centro. Joder, que no soy un clon, sólo me inyecté material genético de nivel 2.-
Afuera se oían disparos de armas automáticas y helicópteros. Bradock echó un vistazo a la calle donde se producían unos combates para luego regresar con los suyos.
-Tendríamos que esperar a que el asunto se calme un poco. Luego continuaremos.-Dijo Bradock.
-Muy bien.-Aprobó Cuota.
Desde su ubicación, Ioran seguía monitoreando las acciones de las tropas de BOEN, pero también a los Green Devils.
Los últimos reportes no arrojaban mucha luz. Sus colegas habían rastreado los restos genéticos a un hospital abandonado que no parecía tener muchos secretos, pero la operación continuaba.
En ese momento le llegó una breve notificación de Madison: “Rain ha enviado un equipo a Center City”. Ioran hizo una mueca similar a una sonrisa.
-Así que la alférez decidió entrar al juego.-Comentó en voz baja.
Alguna vez habían sido colegas, pero luego tomaron caminos diferentes. Rain y Spike ya no formaban parte de BOEN, pero Ioran no les guardaba rencor. Sólo que si se interponían en la misión, pues… ya no eran colegas.
Estaba enfrascado en sus pensamientos cuando una llamada de un pelotón captó su atención. Atendió rápidamente.
-¿Sí?-
-Señor, un reporte.-
-Diga.-
-Detectamos actividad inusual. Parece que además de los kamilistas hay otro grupo operando en la ciudad… unos tipos moviéndose en camiones viejos y con pinta de macarras.-Informó el soldado.
-¿Alguna idea de quiénes serán?-Preguntó Ioran.
-Parecen bandidos, en mi opinión.-
-Bueno, si los ven también dispárenles.-Sentenció Ioran.
El helicóptero de RESH con un Hunter pintado en la cola descendió en una zona periférica de Center City donde varios soldados locales les hicieron cobertura.
Una vez en tierra el equipo tocó suelo y se predispuso a cumplir su misión. Los soldados les dieron unas indicaciones para acercarse al centro, pero que tuvieran cuidado con los kamilistas y el fuego cruzado.
Tupa no estaba muy a gusto pero tenía que cumplir esa misión por su amiga de toda la vida. Confiaba en su equipo del KCC, pero no le gustaba llevar al ex Dr. William, a dos moderadores vigilándolo, un par de guardias de museo y un clon con él. Muy en el fondo esperaba que los combates aflojasen, así la misión terminaría más rápido.
A lo lejos veían columnas de humo y se escuchaban explosiones lejanas. Tupa hizo un gesto que sus compañeros entendieron, realizando la formación: Tupa delante, Pliskin su mano derecha, Ethan del otro lado, los moderadores detrás cubriendo a Calebita y los tres civiles, Dianne y Ridli cerrando el grupo. El piloto Wind Jockey se alejó por los aires, avisando que estaría en las cercanías para que lo llamen cuando la extracción sea necesaria.
-Recuerden, no se separen.-Dijo Tupa mediante su intercomunicador.
Los miembros del KCC llevaban pertrechos militares estándar. Jotha vestía su equipo táctico de moderación y Ele lo mismo, pero ella lo cubría con una gabardina negra.
Caleb llevaba apenas un chaleco antibalas y un gorro negro. Ill e Isra vestían de forma similar. Calebita llevaba lo mismo que tenía en la sala de informes pero sin las esposas.
Todos tenían intercomunicadores para mantenerse en contacto y estar al tanto de las órdenes de Tupa.
-Oh, recuerdo esta ciudad. ¡Tanto neón!-Lanzó Calebita sin venir a cuento.
-Parece que la cosa está jodida por aquí.-Observó Isra.
-Pues sí. No creo que vayamos a ver nada agradable.-Comentó Ill.
-¿Y tú, ya detectas algo?-Preguntó Ethan a Calebita.
-Pareciera… haber una concentración hacia allí.-Dijo señalando adelante.
-Debe ser el centro de la ciudad. Mantennos al tanto.-Ordenó Tupa.
Continuaron su camino avanzando por una zona destrozada y con algunos incendios. Esqueletos de vehículos, cadáveres de soldados junto a charcos de sangre formaban la perturbadora imagen de esa cruenta batalla.
-RESH enviará un equipo en las próximas horas, lo llaman el KCC. La administradora agregó que se solidariza con la situación y que si necesitamos asilo hay lugar en RESH.-
-Bien. Sólo espero que nos ayuden a expulsar a los kamilistas, luego les recompensaré adecuadamente como haré con Madison.-Dijo Michael.
Por el bunker iba gente de un lado a otro, se percibía el nerviosismo entre los presentes. Perdieron visibilidad de algunas zonas debido a que cada día se destruían más cámaras en bombardeos o combates. Para ese entonces ya casi no quedaba población civil en Center City, la mayoría había sido evacuada.
-¿Cómo vienen los Bots?-Preguntó Michael.
-Ya están listos.-
-Entonces que salgan.-Ordenó.
Y así se hizo. Los Bots se activaron y empezaron a salir a las calles. Tenían propulsores que les permitían elevarse en el aire e iban armados con subfusiles. Tendrían que contribuir a la defensa de la ciudad.
Michael aprovechó un momento para tomarse otra taza de café. Tenía ojeras y el rostro demacrado, llevaba días con poco descanso, además de que se encontraba en una tensión constante por el temor de que su proyecto secreto fuera descubierto.
En un puesto lejos de la ciudad se encontraba Kamilo con varias de sus tropas. Uno de los disparos del Gustav había destruido gran parte de la carretera, por lo que el movimiento de camiones y tanquetas por tierra se estaba dificultando.
Pero mientras la avanzada seguía su curso, Kamilo usó su radio para comunicarse con Bradock que se encontraba en la ciudad junto a Cuota y su equipo táctico.
-Bradock. ¿Cómo está todo?-
-Difícil, mucha actividad en el centro de la ciudad. Estamos intentando localizar el lugar.-Contestó.
-Buena suerte.-
-¿Qué pasó con Calebita?-Preguntó Bradock.
-Emm… creo que fallaron…-
-¡Mierda! ¿Y ahora de dónde sacaremos un clon de nivel 1? Tú y yo vamos a hablar cuando regrese.-
-Lo que digas.-Dijo Kamilo de mala gana y cortó.
Mientras tanto en un edificio de departamentos abandonado, Bradock escupió y maldijo en voz baja. Junto a él se encontraba su equipo táctico, soldados con pertrechos negros, máscaras con calaveras y algunos de ellos portando esvásticas en sus hombros.
Cuota estaba ahí, con un chaleco antibalas sobre su camisa y su inseparable maletín esposado a su muñeca derecha.
-¿Estamos cerca?-Preguntó Bradock.
-Detecto algo… pero tendríamos que seguir adentrándonos en el centro. Joder, que no soy un clon, sólo me inyecté material genético de nivel 2.-
Afuera se oían disparos de armas automáticas y helicópteros. Bradock echó un vistazo a la calle donde se producían unos combates para luego regresar con los suyos.
-Tendríamos que esperar a que el asunto se calme un poco. Luego continuaremos.-Dijo Bradock.
-Muy bien.-Aprobó Cuota.
Desde su ubicación, Ioran seguía monitoreando las acciones de las tropas de BOEN, pero también a los Green Devils.
Los últimos reportes no arrojaban mucha luz. Sus colegas habían rastreado los restos genéticos a un hospital abandonado que no parecía tener muchos secretos, pero la operación continuaba.
En ese momento le llegó una breve notificación de Madison: “Rain ha enviado un equipo a Center City”. Ioran hizo una mueca similar a una sonrisa.
-Así que la alférez decidió entrar al juego.-Comentó en voz baja.
Alguna vez habían sido colegas, pero luego tomaron caminos diferentes. Rain y Spike ya no formaban parte de BOEN, pero Ioran no les guardaba rencor. Sólo que si se interponían en la misión, pues… ya no eran colegas.
Estaba enfrascado en sus pensamientos cuando una llamada de un pelotón captó su atención. Atendió rápidamente.
-¿Sí?-
-Señor, un reporte.-
-Diga.-
-Detectamos actividad inusual. Parece que además de los kamilistas hay otro grupo operando en la ciudad… unos tipos moviéndose en camiones viejos y con pinta de macarras.-Informó el soldado.
-¿Alguna idea de quiénes serán?-Preguntó Ioran.
-Parecen bandidos, en mi opinión.-
-Bueno, si los ven también dispárenles.-Sentenció Ioran.
El helicóptero de RESH con un Hunter pintado en la cola descendió en una zona periférica de Center City donde varios soldados locales les hicieron cobertura.
Una vez en tierra el equipo tocó suelo y se predispuso a cumplir su misión. Los soldados les dieron unas indicaciones para acercarse al centro, pero que tuvieran cuidado con los kamilistas y el fuego cruzado.
Tupa no estaba muy a gusto pero tenía que cumplir esa misión por su amiga de toda la vida. Confiaba en su equipo del KCC, pero no le gustaba llevar al ex Dr. William, a dos moderadores vigilándolo, un par de guardias de museo y un clon con él. Muy en el fondo esperaba que los combates aflojasen, así la misión terminaría más rápido.
A lo lejos veían columnas de humo y se escuchaban explosiones lejanas. Tupa hizo un gesto que sus compañeros entendieron, realizando la formación: Tupa delante, Pliskin su mano derecha, Ethan del otro lado, los moderadores detrás cubriendo a Calebita y los tres civiles, Dianne y Ridli cerrando el grupo. El piloto Wind Jockey se alejó por los aires, avisando que estaría en las cercanías para que lo llamen cuando la extracción sea necesaria.
-Recuerden, no se separen.-Dijo Tupa mediante su intercomunicador.
Los miembros del KCC llevaban pertrechos militares estándar. Jotha vestía su equipo táctico de moderación y Ele lo mismo, pero ella lo cubría con una gabardina negra.
Caleb llevaba apenas un chaleco antibalas y un gorro negro. Ill e Isra vestían de forma similar. Calebita llevaba lo mismo que tenía en la sala de informes pero sin las esposas.
Todos tenían intercomunicadores para mantenerse en contacto y estar al tanto de las órdenes de Tupa.
-Oh, recuerdo esta ciudad. ¡Tanto neón!-Lanzó Calebita sin venir a cuento.
-Parece que la cosa está jodida por aquí.-Observó Isra.
-Pues sí. No creo que vayamos a ver nada agradable.-Comentó Ill.
-¿Y tú, ya detectas algo?-Preguntó Ethan a Calebita.
-Pareciera… haber una concentración hacia allí.-Dijo señalando adelante.
-Debe ser el centro de la ciudad. Mantennos al tanto.-Ordenó Tupa.
Continuaron su camino avanzando por una zona destrozada y con algunos incendios. Esqueletos de vehículos, cadáveres de soldados junto a charcos de sangre formaban la perturbadora imagen de esa cruenta batalla.
Oculto:
Un pelotón de soldados de BOEN estaba apostado cerca de la plaza principal, detrás de unos contenedores de basura. Vieron un camión desplazándose lentamente, del mismo tipo que habían avistado previamente. Ahora que tenían el aval de Ioran para acribillarlos, no iban a dejarlo pasar.
Los soldados se asomaron apuntando sus M16 y tirando a matar. Las balas reventaron el parabrisas, aniquilando a sus ocupantes. El camión se desplazó por inercia hasta chocarse contra un vehículo estacionado y quedar inmóvil. Las puertas traseras se abrieron, bajaron un par de sujetos armados que también fueron repelidos.
Todos llevaban ropas civiles, chaquetas de cuero, tachas. Algunos tenían crestas de colores. Los soldados pasaron hasta la parte trasera del camión y echaron un vistazo.
Transportaban armas de todo tipo y explosivos. Desconocían su origen, pero prácticamente podían confirmar que eran traficantes. O estaban repartiendo armas allí, o se las estaban robando. Pero tenían que ser detenidos.
En las calles cercanas al Hotel Mikami los Bots acribillaban kamilistas a la vez que recibían disparos con pocos efectos sobre sus carcasas. Eso hasta que un proyectil de un lanzacohetes M202 alcanzó a un Bot y lo destrozó.
La cosa ya era un baño de sangre con los Bots avanzando, pero entonces los kamilistas decidieron usar morteros y dar paso a las tanquetas que habían llegado tras sortear la carretera destruida.
Más explosiones sacudieron el centro de la ciudad. Nada parecía frenar el avance de los kamilistas, así que Chandler tomó una decisión.
-¡Atención! Nueva orden.-Dijo en voz alta frente a sus colegas.
-¿Sí, señor?-
-Suelten una carga de FULCI en la zona del Hotel Mikami.-
-Pero señor, eso es una locura. No es muy lejos de aquí…-Dudó su colega.
-Lo sé, pero tenemos que frenar su avance. Háganlo.-Ordenó con firmeza.
Sus colegas cumplieron la orden, transmitiendo el mensaje a un escuadrón que aún estaba dentro del edificio de administración.
Los soldados acataron, tomaron de un cuarto de máxima seguridad una especie de caja verde que tenía un panel numérico. La transportaron con cuidado hasta la terraza donde subieron a un helicóptero que comenzó a sobrevolar la ciudad.
A unas diez cuadras ubicaron el Hotel Mikami. Había mucho humo y se escuchaban explosiones por todos lados.
-¡Vamos!-Exclamó el piloto.
Un soldado ingresó un código para abrir la caja. Adentro había un objeto de metal con un fulgor verde bastante llamativo. Dicho objeto tenía un botón junto a una perilla. El soldado activó todo y luego lo dejó caer.
El helicóptero se alejó a tiempo, justo cuando el objeto se detonaba antes de tocar el suelo. Esparció una nube verdosa, que parecía un gas venenoso, y envolvió a los kamilistas que combatían por allí.
La nube no duró más que unos minutos, luego al dispersarse reveló a los cadavéricos soldados caminando sin rumbo, con los ojos blancos y perdiendo sangre por la boca. Los Bots se encargaron de algunos, pero a otros tantos los perdieron de vista. Ante eso se alejaron hacia otra zona en la que prestar asistencia.
Mientras tanto Bradock y los suyos avanzaban por un complejo de oficinas, cada vez más cerca del edificio de administración. Cuota estaba seguro de que iban en la dirección correcta.
En las calles seguían los combates. Lo más inteligente era mantenerse alejados de esos choques lo máximo posible, para evitar ser detectados.
-Una vez que aseguremos el lugar, la ciudad habrá caído.-Manifestó Cuota.
-Cuento con ello. En algún momento los refuerzos se retirarán.-Dijo Bradock.
Abrieron una puerta y se encontraron con unos tipos que vestían ropas andrajosas, con camisetas negras y portaban armas pequeñas. Los soldados de Bradock los acribillaron usando sus AUG con silenciador.
Se acercaron a inspeccionarlos y comprobaron que se trataba de civiles. Cuota se persignó mientras Bradock meneaba su cabeza.
-Probablemente no quisieron retirarse.-Comentó al pasar.
El equipo de RESH ya se encontraba en el centro, donde las pocas luces de neón que quedaban colgaban y oscilaban con el viento. Destellos de explosiones junto a algunas columnas de humo pintaban el desolador panorama, lleno de vehículos destruidos y cuerpos baleados.
Pasaron junto a cadáveres de tropas de Chandler, de kamilistas y de soldados de BOEN. Una carnicería que no parecía tener fin.
Ingresaron en un pequeño complejo comercial. Calebita cada tanto hacía gestos indicando direcciones. Tupa no tenía más opción que seguirla.
Mientras avanzaban, Ethan pisó un vidrio que se resquebrajó. Fue una fracción de segundo en la que varias figuras salieron de diversas coberturas frente a ellos y abrieron fuego.
Tuvieron que dispersarse y lanzarse a los costados. Los tiros dieron en las paredes, levantando cachos de concreto, y en el piso. Ele y Jotha desenfundaron mientras los miembros del KCC hacían lo mismo.
Les ordenaron a los demás quedarse a cubierto, al tiempo que devolvían fuego a los atacantes. Fue un feroz intercambio de disparos que culminó cuando no se escuchó nada más del otro lado.
Ethan y Ridli fueron a inspeccionar, para luego dar luz verde a los demás. La zona estaba despejada. Sólo un pequeño grupo de kamilistas se había refugiado allí.
-Esto es una locura.-Comentó Caleb.
-Ya ves.-Dijo Tupa secamente.
-¿Falta mucho?-Preguntó Isra.
-Presiento a los demás cada vez más cerca, hay que seguir.-Contestó Calebita.
-Muy bien, vamos. No hay tiempo que perder.-Indicó Tupa, haciendo que todos se pongan en movimiento.
Ill notaba que Tupa había perdido su expresión amigable por una desencajada, parecía estar a punto de explotar.
Los soldados se asomaron apuntando sus M16 y tirando a matar. Las balas reventaron el parabrisas, aniquilando a sus ocupantes. El camión se desplazó por inercia hasta chocarse contra un vehículo estacionado y quedar inmóvil. Las puertas traseras se abrieron, bajaron un par de sujetos armados que también fueron repelidos.
Todos llevaban ropas civiles, chaquetas de cuero, tachas. Algunos tenían crestas de colores. Los soldados pasaron hasta la parte trasera del camión y echaron un vistazo.
Transportaban armas de todo tipo y explosivos. Desconocían su origen, pero prácticamente podían confirmar que eran traficantes. O estaban repartiendo armas allí, o se las estaban robando. Pero tenían que ser detenidos.
En las calles cercanas al Hotel Mikami los Bots acribillaban kamilistas a la vez que recibían disparos con pocos efectos sobre sus carcasas. Eso hasta que un proyectil de un lanzacohetes M202 alcanzó a un Bot y lo destrozó.
La cosa ya era un baño de sangre con los Bots avanzando, pero entonces los kamilistas decidieron usar morteros y dar paso a las tanquetas que habían llegado tras sortear la carretera destruida.
Más explosiones sacudieron el centro de la ciudad. Nada parecía frenar el avance de los kamilistas, así que Chandler tomó una decisión.
-¡Atención! Nueva orden.-Dijo en voz alta frente a sus colegas.
-¿Sí, señor?-
-Suelten una carga de FULCI en la zona del Hotel Mikami.-
-Pero señor, eso es una locura. No es muy lejos de aquí…-Dudó su colega.
-Lo sé, pero tenemos que frenar su avance. Háganlo.-Ordenó con firmeza.
Sus colegas cumplieron la orden, transmitiendo el mensaje a un escuadrón que aún estaba dentro del edificio de administración.
Los soldados acataron, tomaron de un cuarto de máxima seguridad una especie de caja verde que tenía un panel numérico. La transportaron con cuidado hasta la terraza donde subieron a un helicóptero que comenzó a sobrevolar la ciudad.
A unas diez cuadras ubicaron el Hotel Mikami. Había mucho humo y se escuchaban explosiones por todos lados.
-¡Vamos!-Exclamó el piloto.
Un soldado ingresó un código para abrir la caja. Adentro había un objeto de metal con un fulgor verde bastante llamativo. Dicho objeto tenía un botón junto a una perilla. El soldado activó todo y luego lo dejó caer.
El helicóptero se alejó a tiempo, justo cuando el objeto se detonaba antes de tocar el suelo. Esparció una nube verdosa, que parecía un gas venenoso, y envolvió a los kamilistas que combatían por allí.
La nube no duró más que unos minutos, luego al dispersarse reveló a los cadavéricos soldados caminando sin rumbo, con los ojos blancos y perdiendo sangre por la boca. Los Bots se encargaron de algunos, pero a otros tantos los perdieron de vista. Ante eso se alejaron hacia otra zona en la que prestar asistencia.
Mientras tanto Bradock y los suyos avanzaban por un complejo de oficinas, cada vez más cerca del edificio de administración. Cuota estaba seguro de que iban en la dirección correcta.
En las calles seguían los combates. Lo más inteligente era mantenerse alejados de esos choques lo máximo posible, para evitar ser detectados.
-Una vez que aseguremos el lugar, la ciudad habrá caído.-Manifestó Cuota.
-Cuento con ello. En algún momento los refuerzos se retirarán.-Dijo Bradock.
Abrieron una puerta y se encontraron con unos tipos que vestían ropas andrajosas, con camisetas negras y portaban armas pequeñas. Los soldados de Bradock los acribillaron usando sus AUG con silenciador.
Se acercaron a inspeccionarlos y comprobaron que se trataba de civiles. Cuota se persignó mientras Bradock meneaba su cabeza.
-Probablemente no quisieron retirarse.-Comentó al pasar.
El equipo de RESH ya se encontraba en el centro, donde las pocas luces de neón que quedaban colgaban y oscilaban con el viento. Destellos de explosiones junto a algunas columnas de humo pintaban el desolador panorama, lleno de vehículos destruidos y cuerpos baleados.
Pasaron junto a cadáveres de tropas de Chandler, de kamilistas y de soldados de BOEN. Una carnicería que no parecía tener fin.
Ingresaron en un pequeño complejo comercial. Calebita cada tanto hacía gestos indicando direcciones. Tupa no tenía más opción que seguirla.
Mientras avanzaban, Ethan pisó un vidrio que se resquebrajó. Fue una fracción de segundo en la que varias figuras salieron de diversas coberturas frente a ellos y abrieron fuego.
Tuvieron que dispersarse y lanzarse a los costados. Los tiros dieron en las paredes, levantando cachos de concreto, y en el piso. Ele y Jotha desenfundaron mientras los miembros del KCC hacían lo mismo.
Les ordenaron a los demás quedarse a cubierto, al tiempo que devolvían fuego a los atacantes. Fue un feroz intercambio de disparos que culminó cuando no se escuchó nada más del otro lado.
Ethan y Ridli fueron a inspeccionar, para luego dar luz verde a los demás. La zona estaba despejada. Sólo un pequeño grupo de kamilistas se había refugiado allí.
-Esto es una locura.-Comentó Caleb.
-Ya ves.-Dijo Tupa secamente.
-¿Falta mucho?-Preguntó Isra.
-Presiento a los demás cada vez más cerca, hay que seguir.-Contestó Calebita.
-Muy bien, vamos. No hay tiempo que perder.-Indicó Tupa, haciendo que todos se pongan en movimiento.
Ill notaba que Tupa había perdido su expresión amigable por una desencajada, parecía estar a punto de explotar.
Oculto:
El equipo de Bradock llegó a un pequeño mercado al otro lado de la calle del edificio de administración. El lugar estaba oscuro y desordenado, como si hubiese sido saqueado recientemente. Ya había caído la noche y apenas quedaban luminarias en pie. El fuego de algunos incendios iluminaba el exterior.
-Tendremos que correr hacia allí, y esperar que la suerte esté de nuestro lado. ¿Estás seguro que ese es el lugar?-Dijo Bradock.
-Sí, no tengo la menor duda.-Confirmó Cuota.
-Pues bien… atención muchachos. Echemos unas granadas de humo y luego a correr.-Ordenó Bradock.
Los soldados hicieron caso, lanzando varias granadas que pronto crearon la pantalla perfecta. Echaron a correr, cruzando la calle hasta finalmente lanzarse contra la pared del edificio.
La puerta principal de vidrio estaba destrozada, seguramente habrían habido algunos combates dentro. Pero ellos tenían que ir hacia abajo. Así que tras hacer un gesto, los primeros soldados entraron apuntando sus rifles con silenciador en todas las direcciones.
Parecía seguro, así que los demás ingresaron. Sin embargo, a los pocos pasos ya encontraron resistencia de la seguridad de Center City.
-¡A por ellos!-Exclamó Bradock.
Hubo un tiroteo en la sala de espera, donde cuatro guardias cayeron. Los soldados continuaron su avance hasta una oficina. Cuota iba tocando cuanta computadora funcional encontraba, hasta que dio con una que enseñaba el sistema de seguridad.
-Va a ser imposible hackear esto, pero al menos ya vemos que la entrada al bunker está más adelante, justo bajo la sala de registros.-Dijo Cuota.
-Muy bien.-Aprobó Bradock.
Avanzaron despachando a un par de guardias más que salieron al paso, hasta alcanzar la sala de registros. Detrás de unos archivadores encontraron unas escaleras que llevaban hacia abajo, con una puerta que parecía firme.
-Las cargas.-Dijo el líder.
Algunos de los soldados revisaron sus chalecos y sacaron los pequeños paquetes de C4 que transportaban con ellos. Armaron los explosivos para pegarlos a la puerta. A continuación salieron de la sala, poniéndose a cubierto. Bradock accionó el detonador que provocó una fuerte explosión.
La puerta se disparó hacia el interior del bunker casi en su totalidad. Aplastó a un guardia y levantó una notable nube de polvo. De allí salieron algunos leales a Chandler disparando pero fueron abatidos.
Bradock lideró el avance hacia las profundidades del edificio de administración, donde se vieron en un pasillo con varias puertas. Aquí Cuota se puso delante, intentando percibir a los clones.
Guió a los demás por el pasillo hasta una puerta que no tenía nada de particular, pero indicó que allí estaba lo que buscaban. En eso algunas puertas a sus espaldas se abrieron y varios guardias salieron disparando.
Los soldados y Bradock reaccionaron, matando a todos pero perdiendo a tres miembros de su equipo. La cosa se ponía cada vez más intensa para ellos. Mientras cubrían la puerta, uno de los soldados colocó una carga en la puerta y se apartaron al detonarla.
Ya prácticamente estaban ahí…
Snein y su pequeño pelotón avanzaban cerca del edificio de administración cuando advirtieron unas cortinas de humo disipándose. Uno del grupo señaló eso, llamando la atención de los demás. Les mostró el aparato electrónico que tenía en sus manos.
-Esta basura no anda del todo bien, pero el rastro de material genético llevaría allí.-
-Y parece que no somos los únicos… bueno, el plan será bastante simple.-Dijo Snein.
La única mujer del grupo, que portaba un rifle de francotirador, dio un paso delante. Sabía lo que le tocaba.
-Me apostaré más arriba y vigilaré la zona.-
-Así es, Melanie. Mantennos informados y ya sabes… cualquier posible amenaza que tengas que eliminar queda a tu criterio.-Expresó Snein.
Mientras Melanie se retiraba hacia un edificio más alto, Snein le hizo una seña a sus compañeros para empezar a acercarse al edificio. El trayecto no tuvo complicaciones, pero a medida que ingresaban se encontraban más y más cuerpos.
-Joder, los que ingresaron claramente no eran amigos…-Comentó un soldado.
-Ioran, ¿me oyes? Creo que estamos sobre la pista.-Dijo Snein por radio.
-Prosigan.-Respondió la voz de Ioran.
Así lo hicieron, hasta llegar a la oficina donde observaron la destrucción que otros atacantes dejaron a su paso. Iban chequeando cada recoveco, esperando encontrar alguna fuerza hostil, pero nada sucedía.
Hasta que llegaron a la sala de registros y vieron los destrozos, incluido el acceso subterráneo. Tuvieron que pasar por los cuerpos de unos guardias acribillados, hacia el pasillo que era un espectáculo terrorífico con luces titilantes, cuerpos en el suelo o apoyados en la pared y sangre por suelos y paredes por igual. Claramente se había producido un violento combate allí.
Inspeccionaron cada cuarto sin encontrar nada relevante, para luego acercarse a la puerta final que había sido volada con una carga explosiva. Allí en el suelo vieron tres soldados muertos con uniformes diferentes, máscaras con calaveras y otros pertrechos. Aparentemente esos eran los atacantes…
-Ioran, aquí Snein.-
-Dime.-
-Estamos bajando. La cosa no pinta bien. Hay unos soldados muertos aquí que no parecen kamilistas ni guardias.-
-Estén atentos. Es posible que haya un tercer bando ahí.-Dijo Ioran.
-Entendido.-
Tras este breve diálogo, pasaron por el hueco de la puerta y se vieron en un salón amplio que parecía la sala de espera de un hospital. Unas puertas dobles estaban abiertas.
-No hay mucha luz, activen sus linternas.-Ordenó Snein.
Sus acompañantes hicieron caso, por lo que ahora tenían mejor visibilidad. El lugar daba muestras de un combate, pero no había cuerpos. Sin embargo, un rastro de sangre llevaba hasta otra puerta.
Snein decidió comprobar ese lugar, y sólo se encontró una pila de guardias muertos. Un escalofrío le recorrió la espalda. Hecho esto dio la orden de ir por las puertas dobles.
Pasaron con cautela, encontrándose en una sala con una escalera que descendía al final. Fuera de eso había mesas con tubos de ensayo y carpetas. Ellos procedieron en dirección a la escalera.
-Aseguremos bien la zona antes de dar luz verde.-Recordó Snein a sus compañeros, quienes hicieron gestos afirmativos.
Comenzaron a descender mientras apuntaban en todas las direcciones. Al bajar se encontraron en lo que era un salón bastante amplio, con varias cápsulas en el suelo que parecían ataúdes. Más adelante vieron un acceso a otro espacio.
Snein comprobó que en las cápsulas había personas… o más bien, clones. Era una escena de pesadilla, pero tenían que continuar. Sus compañeros lo siguieron de cerca, sin perder el ritmo de avance.
Así pasaron al siguiente lugar, donde había varias columnas con grandes vitrinas llenas de un líquido extraño en el que flotaban clones aún desarrollándose. Unos débiles tubos fluorescentes iluminaban la sala.
Pero de pronto comenzaron a escuchar disparos lejanos. Parecía que un tiroteo se había desatado más adelante. Snein les indicó a los demás que tomaran posiciones defensivas.
Todos se apostaron detrás de columnas, y algunos cuerpo a tierra. Apuntaban hacia la puerta doble que tenían a varios metros frente a ellos. El ruido de la batalla se incrementaba, hasta que las puertas se abrieron violentamente y dos soldados enemigos aparecieron corriendo.
Snein y los suyos no alcanzaron a disparar, cuando vieron un destello y uno de los soldados cayó al suelo perforado de lado a lado. Sin embargo apenas cayó sangre, fue como si la herida se hubiese cauterizado en el momento…
Todos abrieron fuego cuando vieron a una figura de unos dos metros de estatura en el umbral, con un arma enorme en sus manos. Empezó a disparar más lasers contra todos, matando a los soldados uno a uno.
Parecía inmune a las balas. Snein sacó su radio y en ese momento fue alcanzado por un disparo que le amputó el brazo izquierdo donde sostenía su rifle.
Cayó en shock detrás de una columna. La vitrina que tenía cerca estalló por un disparo y el clon cayó muerto al suelo. Snein aún aferraba la radio en su mano libre, por lo que alcanzó a activarla. Se sentía mareado, su visión se ponía cada vez más borrosa.
-Ioran…-
-¿Snein? ¿Estás bien?-
-Todo se fue a la mierda…-Fueron las últimas palabras de Snein.
Un disparo láser atravesó la columna, alcanzándolo por la espalda. Ioran quedó escuchando estática de la radio y algunos ruidos lejanos.
En ese momento Ioran dio un puñetazo a la mesa. Se tomó unos momentos para respirar hondo, conteniendo su ira, y luego usó su radio para enviar un mensaje colectivo a todas las tropas.
-Habla Ioran. Todo el mundo aléjese del edificio de administración y un radio de veinte cuadras inmediatamente. ¡Es una orden indeclinable!-Exclamó, iracundo.
Empezaron a llegar mensajes de confirmación. Varios pelotones que estaban en la zona emprendieron su regreso, buscando grupos aliados para unirse. En el trayecto algunos enfrentaron más kamilistas o zombies por las calles. La situación era tan grotesca que parecía una escena de terror.
Melanie se encontraba en la terraza de un edificio frente al lugar donde sus compañeros ingresaron. No entendió el motivo de la orden y no podía contactarse con su pelotón. Ante eso decidió llamar directamente a Ioran.
-Ioran, soy Melanie. ¿Qué está pasando?-
-Agente Ray, ¿dónde estás?-Preguntó Ioran, algo esperanzado.
-Frente al edificio de administración, Snein y los demás están ahí pero no puedo contactar con ellos.-Respondió Melanie, angustiada.
Ioran hizo un momento de silencio. Tragó saliva.
-Agente Ray… me temo que Snein y su unidad han caído. Se comunicó conmigo, luego escuché gritos y disparos.-Dijo Ioran.
-¡No es posible! ¡Entraré ahí a buscarlo!-Exclamó Melanie.
-¡Agente, no! ¡Esa zona no será segura!-
Melanie lo ignoró y empezó a correr. En el edificio no había energía eléctrica, por lo que los ascensores estaban inutilizados, así que tomó las escaleras. Era un largo trayecto.
En el puesto de control, Ioran no podía dar marcha atrás. Cuando los pilotos solicitaron confirmación, él dio luz verde.
-Tendremos que correr hacia allí, y esperar que la suerte esté de nuestro lado. ¿Estás seguro que ese es el lugar?-Dijo Bradock.
-Sí, no tengo la menor duda.-Confirmó Cuota.
-Pues bien… atención muchachos. Echemos unas granadas de humo y luego a correr.-Ordenó Bradock.
Los soldados hicieron caso, lanzando varias granadas que pronto crearon la pantalla perfecta. Echaron a correr, cruzando la calle hasta finalmente lanzarse contra la pared del edificio.
La puerta principal de vidrio estaba destrozada, seguramente habrían habido algunos combates dentro. Pero ellos tenían que ir hacia abajo. Así que tras hacer un gesto, los primeros soldados entraron apuntando sus rifles con silenciador en todas las direcciones.
Parecía seguro, así que los demás ingresaron. Sin embargo, a los pocos pasos ya encontraron resistencia de la seguridad de Center City.
-¡A por ellos!-Exclamó Bradock.
Hubo un tiroteo en la sala de espera, donde cuatro guardias cayeron. Los soldados continuaron su avance hasta una oficina. Cuota iba tocando cuanta computadora funcional encontraba, hasta que dio con una que enseñaba el sistema de seguridad.
-Va a ser imposible hackear esto, pero al menos ya vemos que la entrada al bunker está más adelante, justo bajo la sala de registros.-Dijo Cuota.
-Muy bien.-Aprobó Bradock.
Avanzaron despachando a un par de guardias más que salieron al paso, hasta alcanzar la sala de registros. Detrás de unos archivadores encontraron unas escaleras que llevaban hacia abajo, con una puerta que parecía firme.
-Las cargas.-Dijo el líder.
Algunos de los soldados revisaron sus chalecos y sacaron los pequeños paquetes de C4 que transportaban con ellos. Armaron los explosivos para pegarlos a la puerta. A continuación salieron de la sala, poniéndose a cubierto. Bradock accionó el detonador que provocó una fuerte explosión.
La puerta se disparó hacia el interior del bunker casi en su totalidad. Aplastó a un guardia y levantó una notable nube de polvo. De allí salieron algunos leales a Chandler disparando pero fueron abatidos.
Bradock lideró el avance hacia las profundidades del edificio de administración, donde se vieron en un pasillo con varias puertas. Aquí Cuota se puso delante, intentando percibir a los clones.
Guió a los demás por el pasillo hasta una puerta que no tenía nada de particular, pero indicó que allí estaba lo que buscaban. En eso algunas puertas a sus espaldas se abrieron y varios guardias salieron disparando.
Los soldados y Bradock reaccionaron, matando a todos pero perdiendo a tres miembros de su equipo. La cosa se ponía cada vez más intensa para ellos. Mientras cubrían la puerta, uno de los soldados colocó una carga en la puerta y se apartaron al detonarla.
Ya prácticamente estaban ahí…
Snein y su pequeño pelotón avanzaban cerca del edificio de administración cuando advirtieron unas cortinas de humo disipándose. Uno del grupo señaló eso, llamando la atención de los demás. Les mostró el aparato electrónico que tenía en sus manos.
-Esta basura no anda del todo bien, pero el rastro de material genético llevaría allí.-
-Y parece que no somos los únicos… bueno, el plan será bastante simple.-Dijo Snein.
La única mujer del grupo, que portaba un rifle de francotirador, dio un paso delante. Sabía lo que le tocaba.
-Me apostaré más arriba y vigilaré la zona.-
-Así es, Melanie. Mantennos informados y ya sabes… cualquier posible amenaza que tengas que eliminar queda a tu criterio.-Expresó Snein.
Mientras Melanie se retiraba hacia un edificio más alto, Snein le hizo una seña a sus compañeros para empezar a acercarse al edificio. El trayecto no tuvo complicaciones, pero a medida que ingresaban se encontraban más y más cuerpos.
-Joder, los que ingresaron claramente no eran amigos…-Comentó un soldado.
-Ioran, ¿me oyes? Creo que estamos sobre la pista.-Dijo Snein por radio.
-Prosigan.-Respondió la voz de Ioran.
Así lo hicieron, hasta llegar a la oficina donde observaron la destrucción que otros atacantes dejaron a su paso. Iban chequeando cada recoveco, esperando encontrar alguna fuerza hostil, pero nada sucedía.
Hasta que llegaron a la sala de registros y vieron los destrozos, incluido el acceso subterráneo. Tuvieron que pasar por los cuerpos de unos guardias acribillados, hacia el pasillo que era un espectáculo terrorífico con luces titilantes, cuerpos en el suelo o apoyados en la pared y sangre por suelos y paredes por igual. Claramente se había producido un violento combate allí.
Inspeccionaron cada cuarto sin encontrar nada relevante, para luego acercarse a la puerta final que había sido volada con una carga explosiva. Allí en el suelo vieron tres soldados muertos con uniformes diferentes, máscaras con calaveras y otros pertrechos. Aparentemente esos eran los atacantes…
-Ioran, aquí Snein.-
-Dime.-
-Estamos bajando. La cosa no pinta bien. Hay unos soldados muertos aquí que no parecen kamilistas ni guardias.-
-Estén atentos. Es posible que haya un tercer bando ahí.-Dijo Ioran.
-Entendido.-
Tras este breve diálogo, pasaron por el hueco de la puerta y se vieron en un salón amplio que parecía la sala de espera de un hospital. Unas puertas dobles estaban abiertas.
-No hay mucha luz, activen sus linternas.-Ordenó Snein.
Sus acompañantes hicieron caso, por lo que ahora tenían mejor visibilidad. El lugar daba muestras de un combate, pero no había cuerpos. Sin embargo, un rastro de sangre llevaba hasta otra puerta.
Snein decidió comprobar ese lugar, y sólo se encontró una pila de guardias muertos. Un escalofrío le recorrió la espalda. Hecho esto dio la orden de ir por las puertas dobles.
Pasaron con cautela, encontrándose en una sala con una escalera que descendía al final. Fuera de eso había mesas con tubos de ensayo y carpetas. Ellos procedieron en dirección a la escalera.
-Aseguremos bien la zona antes de dar luz verde.-Recordó Snein a sus compañeros, quienes hicieron gestos afirmativos.
Comenzaron a descender mientras apuntaban en todas las direcciones. Al bajar se encontraron en lo que era un salón bastante amplio, con varias cápsulas en el suelo que parecían ataúdes. Más adelante vieron un acceso a otro espacio.
Snein comprobó que en las cápsulas había personas… o más bien, clones. Era una escena de pesadilla, pero tenían que continuar. Sus compañeros lo siguieron de cerca, sin perder el ritmo de avance.
Así pasaron al siguiente lugar, donde había varias columnas con grandes vitrinas llenas de un líquido extraño en el que flotaban clones aún desarrollándose. Unos débiles tubos fluorescentes iluminaban la sala.
Pero de pronto comenzaron a escuchar disparos lejanos. Parecía que un tiroteo se había desatado más adelante. Snein les indicó a los demás que tomaran posiciones defensivas.
Todos se apostaron detrás de columnas, y algunos cuerpo a tierra. Apuntaban hacia la puerta doble que tenían a varios metros frente a ellos. El ruido de la batalla se incrementaba, hasta que las puertas se abrieron violentamente y dos soldados enemigos aparecieron corriendo.
Snein y los suyos no alcanzaron a disparar, cuando vieron un destello y uno de los soldados cayó al suelo perforado de lado a lado. Sin embargo apenas cayó sangre, fue como si la herida se hubiese cauterizado en el momento…
Todos abrieron fuego cuando vieron a una figura de unos dos metros de estatura en el umbral, con un arma enorme en sus manos. Empezó a disparar más lasers contra todos, matando a los soldados uno a uno.
Parecía inmune a las balas. Snein sacó su radio y en ese momento fue alcanzado por un disparo que le amputó el brazo izquierdo donde sostenía su rifle.
Cayó en shock detrás de una columna. La vitrina que tenía cerca estalló por un disparo y el clon cayó muerto al suelo. Snein aún aferraba la radio en su mano libre, por lo que alcanzó a activarla. Se sentía mareado, su visión se ponía cada vez más borrosa.
-Ioran…-
-¿Snein? ¿Estás bien?-
-Todo se fue a la mierda…-Fueron las últimas palabras de Snein.
Un disparo láser atravesó la columna, alcanzándolo por la espalda. Ioran quedó escuchando estática de la radio y algunos ruidos lejanos.
En ese momento Ioran dio un puñetazo a la mesa. Se tomó unos momentos para respirar hondo, conteniendo su ira, y luego usó su radio para enviar un mensaje colectivo a todas las tropas.
-Habla Ioran. Todo el mundo aléjese del edificio de administración y un radio de veinte cuadras inmediatamente. ¡Es una orden indeclinable!-Exclamó, iracundo.
Empezaron a llegar mensajes de confirmación. Varios pelotones que estaban en la zona emprendieron su regreso, buscando grupos aliados para unirse. En el trayecto algunos enfrentaron más kamilistas o zombies por las calles. La situación era tan grotesca que parecía una escena de terror.
Melanie se encontraba en la terraza de un edificio frente al lugar donde sus compañeros ingresaron. No entendió el motivo de la orden y no podía contactarse con su pelotón. Ante eso decidió llamar directamente a Ioran.
-Ioran, soy Melanie. ¿Qué está pasando?-
-Agente Ray, ¿dónde estás?-Preguntó Ioran, algo esperanzado.
-Frente al edificio de administración, Snein y los demás están ahí pero no puedo contactar con ellos.-Respondió Melanie, angustiada.
Ioran hizo un momento de silencio. Tragó saliva.
-Agente Ray… me temo que Snein y su unidad han caído. Se comunicó conmigo, luego escuché gritos y disparos.-Dijo Ioran.
-¡No es posible! ¡Entraré ahí a buscarlo!-Exclamó Melanie.
-¡Agente, no! ¡Esa zona no será segura!-
Melanie lo ignoró y empezó a correr. En el edificio no había energía eléctrica, por lo que los ascensores estaban inutilizados, así que tomó las escaleras. Era un largo trayecto.
En el puesto de control, Ioran no podía dar marcha atrás. Cuando los pilotos solicitaron confirmación, él dio luz verde.
Bueno, esto era muy largo así que lo dividí xD cuando me levante mañana les traeré las cuatro partes restantes y lo demás :3 !!!