Capítulo VI: Sucesión
Los combates del día estaban terminando; Ambrosius superó la fuerza de Nadeern, un egipcio conocido por sus técnicas rápidas con las dagas; a pesar de eso la defensa de Nadeern era impecable, pero no bastó. Aziel también derrotó a Bolin, un egipcio veterano. Lo mismo con Eletrix, acabando con dos egipcios de la guardia real del faraón. Fue entonces que los ojos espectantes del público se clavaron en Opelius, un maestro del arco; uno de los gladiadores más famosos por ser el único en usar ese arma. El Gladiador no lo dudó, tomó el arco y disparó hacia el palco del Emperador...
Caelus servía vino en la copa del Emperador; estaba inclinado frente a él pues iban a brindar la culminación de los combates en el Coliseo. Caelus terminó de servir el vino y se enderezó para volver a su lugar, el Emperador levantó su copa para brindar; fue en ese momento cuando la flecha pasó frente a Caelus, para terminar en la cabeza de Cassius; Emperador de Roma, líder de un Imperio.
La sangre en el suelo se mezclaba con el vino, mientras Caelus miraba perdido, su rostro estaba rociado de la sangre de Cassius.
El guardia celador tomó su mazo y lo dejó caer con toda su fuerza en el rostro de Opelius; el cual cayó muerto al instante; murió insatisfecho por fallar aquel último tiro..
El público comenzó a gritar histéricamente; en el palco del Emperador se movilizaron varios soldados. En el palco de los mecenas se escuchaban gritos hacia el mecenas de Opelius. Los soldados y guardias comenzaron a desalojar al público el cual no quería irse pues necesitaban saber que sucedía con su Emperador.
Los guardias encaminaron a los Gladiadores al subterráneo, impidiendo que vieran más del suceso por las rejas de la rampa; Ambrosius, Aziel y Eletrix fueron empujados rápidamente hacia el subterráneo por varios soldados imperiales los cuales recogían el cadaver de Opelius, arrastrándolo por toda la Arena.
Pasaron cuatro soles dentro del subterráneo. Ningún guardia ni esclavo les comunicaba nada de lo que podría estar sucediendo afuera. No habían recibido cartas ni castigos de sus mecenas; el Imperio estaba conmocionado...
Mientras tanto; una gran puerta en el Foro Romano se abría; varios senadores y consejeros salieron de ella tras un gran auto-encierro; habían deliberado lo que sucedería con el Imperio. En esos tres días se reportaba constantemente que el Emperador se encontraba en estado crítico, una mentira para evitar un mal peor.
Tiberius, además de mecenas es un senador, así que dictaminó junto a los demás cónsules el futuro de Roma. La complicación de este suceso era que Cassius no tenía un heredero; había coqueteado con un par de mujeres perfectas para ser su esposa; pero jamás se concretó nada. ¿Qué haría Roma sin un heredero?
El padre de Cassius había muerto, fue por ello que este Emperador ocupó el puesto a una edad muy temprana y sin educación suficiente, Cassius heredo el Imperio sin merecerlo; estas recapitulaciones en la historia emergieron en la corte y la premisa que resonó por tres días fue la siguiente "¿Por qué ascendió al trono si en ese momento había en la familia un mejor prospecto?" la respuesta fue contundente "...En esos momentos él estaba ocupando territorios para el Imperior..." El hombre del que hablaban era del hermano del antiguo Emperador; centurión del Imperio.
El Senado cerró sus puertas y el magisterio movilizó a todos los Legionarios que había en Roma, debía evitar que hubiera revueltas mientras se informaba al pueblo de los hechos recientes.
En la tarde del tercer día de deliberación se anunció la muerte del Emperador; Roma estaba de luto.
El carro funerario rodeo dos veces los palacios imperiales en el Monte Palatino hasta llegar a la Basílica de Majencio, detrás del cortejo funerario iban ataviados de negro el sucesor al trono y los demás miembros de la casa Imperial. La Básilica estaba llena de cánticos y ofrendas donde se llevaron a cabo los ritos funerarios.
Todo en la ciudad estaba detenido.
Al cuarto día; trompetas engalanaron la mañana; el nuevo Emperador sería proclamado, el Imperio estaba aún en guerra y no podía llevar por tanto tiempo el luto. El pueblo rodeó el Palacio para ver a su nuevo líder; aquel que dominaría al vasto Imperio que conquistó el difunto padre de Cassius.
A falta de descendencia del antiguo Emperador se tuvo que recurrir a su ascendencia; a aquel hombre que no podía tomar el liderazgo al morir su hermano, pues estaba cumpliendo sus deberes con la Legion; un gran guerrero honrado por toda Roma, distinguido legatus en batalla como aquel que logró ocupar grandes extenciones de tierra junto a sus hombres.
–¡Pueblo de Roma! ¡Saluden a su nuevo Emperador!–
Tras esperar por cuatro días, los guardias les informaron a todos los Gladiadores de los acontecimientos; la muerte de Cassius, su funeral y el nuevo nombramiento de aquel considerado
Padre de Roma.
Pueden rolear tranquilamente en el subterráneo.