Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

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Lenore Marcus
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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lenore Marcus » 21 Jun 2013 18:53

Jejeje un pequeño interludio!!
Oigan chicas den señales de vida para que suba más capítulos que esto se va a poner mejor... se los prometo!
Mientras les dejo un videíto:
El otro día estaba platicando con mi buena amiga Blanca sobre ¿Qué pensaba James Marcus el día en que fué a adoptar a Lenore? Pues en eso resultó un divertido monólogo que aquí les enseño:
Sólo tengo la primera parte, la segunda la subo hoy o mañana (Youtube tarda ETERNIDADES en cargar un video corto... se pasan)


Bueno disfrutenlo:

Última edición por Lenore Marcus el 28 Ene 2016 11:51, editado 1 vez en total.
"Now I will have my revenge on Umbrella... and the world will burn in an inferno of hate!!"

http://lyonsmith.bandcamp.com

http://www.fanfiction.net/~lenoremarcus

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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lenore Marcus » 11 Jul 2013 07:35

-Capítulo 7-

-Encuentro-
Oculto:
Imagen
Azalie despertó muy temprano la mañana del 21 de Julio. Todos se encontraban dormidos. Cuando Azalie se vistió y tocó la puerta del dormitorio de los muchachos. Azalie sabía perfectamente que Christopher tenía tendencia a levantarse temprano, por lo cual confiaba plenamente en que éste se encontraría despierto. Christopher abrió la puerta y e sorprendió al ver a Azalie arreglada.

-¿Qué haces tan arreglada? –inquirió Christopher rascándose la cabeza- Apenas son las 7 de la mañana…

Azalie miró a Christopher, quien en definitiva no estaba en su mejor momento, despeinado modorro y usando una camiseta interior blanca y un bóxer celeste.

-Necesito que me acompañes a un lugar. –dijo Azalie.

-¿Yo? –Preguntó Christopher mirándola con sus ojos adormilados- ¿Por qué no le dices a Yoshua? Para eso tienes novio…

-Es que no entiendes –dijo Azalie exasperada- Tu eres el único que puede acompañarme. No te preocupes, la convención comienza a las 11 y apenas son las siete. Llegaremos a tiempo para arreglarnos. Confía en mí.

Christopher pudo ver la preocupación en los ojos de Azalie, así que aceptó.

-Está bien -dijo el muchacho al fín-. ¿Pero qué les diremos a Yoshua y a Sara si preguntan?

-A ver que les inventamos –respondió Azalie-. Tú vístete y luego vemos.

-Está bien. –Contestó Christopher- Tu espérame.

Christopher cerró la puerta y se dispuso a mudarse de ropa. 5 minutos después Christopher salió de la habitación peinado, con sus anteojos puestos y vestido con un pantalón de mezclilla oscuro y una camiseta amarilla.

-Vámonos. –dijo.

Azalie y Christopher salieron del hotel y tomaron un taxi.

-Al cementerio de Raccoon –dijo Azalie al taxista mientras le daba el dinero.

Christopher volteó a mirar a Azalie sin entender ¿Qué querría Azalie hacer en un cementerio de una ciudad que ni siquiera conocía? Eso podía imaginarlo de Beka o de la misma Sara… Pero Azalie no parecía tener un objetivo en especial.

-A lo mejor quiere tomar fotos –Pensó Christopher.

Al fín llegaron al cementerio de Raccoon. Azalie se bajó del Taxi. Y miró el portón del cementerio asombrada. Era exactamente igual a como lo había soñado.

-Señorita…

Azalie sufrió un sobresalto.

-¿Los dejo aquí o necesitan que los espere? –dijo el Taxista al fín.

-Si en diez minutos no salimos –dijo Azalie- déjenos aquí, nosotros sabremos regresar.

Azalie entró al cementerio, mientras Christopher la miraba sin entender. Azalie volteó a mirarlo impaciente.

-¿Qué esperas? –Dijo la chica con impaciencia- No te quedes ahí parado y acompáñame.

El muchacho le tomó la palabra a la chica y entró con ella. Azalie miraba a su alrededor con creciente asombro.

-Es exactamente igual… -murmuró Azalie-. Solo que de día no se ve tan lóbrego.

-¿Me puedes decir que es lo que venimos a hacer aquí? –Inquirió Christopher- La estás haciendo de emoción… y no está padre…

Azalie volteó a mirarlo.

-Ven, sígueme. –dijo la muchacha.

Azalie corrió hacia donde recordaba que estaba la tumba seguida por Christopher. La muchacha se detuvo al fín por una hilera de tumbas, y comenzó a caminar checando cada tumba. Christopher la seguía de cerca hasta que Azalie se detuvo de manera tan repentina, que Christopher chocó con ella. El muchacho miró a Azalie y se dio cuenta de que estaba pálida y con una expresión de asombro en su mirada. Estaba mirando una tumba. Christopher miró la tumba que su amiga estaba observando y sufrió un sobresalto al leer la inscripción en la lápida de mármol. En la cual se leía claramente:

En memoria de:

Lenore Marcus

Princesa de los vientos

Noviembre 2 de 1978-Agosto 22 de 1983
-Esta tumba es de… ¿Lenore? -Dijo Christopher sin dar crédito.

-Así es – afirmó Azalie.

-¿Quieres decir que es de nuestra Lenore, o mejor dicho, nuestra Sara?

Azalie asintió sin decir nada.

-¿Cómo supiste que estaba aquí? –Inquirió Christopher mirándola asombrado.

-Lo soñé la noche en que llegamos. –señaló Azalie.

En ese instante, Azalie se encontró en ese mismo lugar, sin embargo, Christopher había desaparecido y alrededor de la tumba, varias personas. El Doctor James Marcus se encontraba muy cerca de la fosa observando cómo descendía el féretro que contenía algunas fotos y prendas de la niña a falta de su cuerpecito. Se veía demacrado, serio, con su rostro inexpresivo. Si se le observaba atentamente, podían notarse unas lágrimas escapando de sus ojos celestes. Pero de ahí en fuera, no parecía haber llorado. Azalie lo atribuyó al hecho de que Marcus sabía perfectamente que su hija estaba viva, a miles de kilómetros de ahí. Una vez que el ataúd había llegado al fondo, Marcus lanzó una rosa roja sobre el sarcófago y un puñado de tierra, cosa que llamó la atención de Azalie, pues lo más adecuado habría sido una rosa blanca, o incluso una color rosa, no roja, debido a su connotación. Pues es bien sabido el significado de una rosa roja.

Los sepultureros comenzaron a cubrir la tumba y Azalie observó entre los deudos buscando una cara conocida. Ahí pudo ver a varios de los estudiantes del centro de formación y entrenamiento ejecutivo, en especial a los dos rubios de los cuales Lenore se burlaba diciendo que eran novios, Albert Wesker y William Birkin. Entonces, Azalie se sorprendió al ver entre el público al mismo guardaespaldas del aeropuerto, sólo que más joven. El guarura se veía muy consternado.

El sepelio terminó y los deudos se fueron. Los últimos que quedaron fueron el Dr. James Marcus y su guardaespaldas.

-No sé que sea peor… -dijo Marcus con mirada melancólica-. Lenore debe estar asustada donde quiera que esté… Debe sentirse muy sola…

-Doctor… -dijo la guarura- En cuanto encontremos el cadáver le daremos la tumba que se merece… Después de todo, los asesinos ya confesaron que el cuerpo fue arrojado al río...

-El darle una tumba no me consuela del todo, Tango –dijo Marcus con tristeza-. El solo pensar en mi niña solita, en la oscuridad de una tumba me pone mal…

-Usted es fuerte, podrá superarlo. –Respondió Tango.

-No es tan fácil cuando todo me recuerda a ella –dijo Marcus-. El brillo de la luna es igual al de sus ojos… el viento me acaricia y me recuerda a sus manos…

Tango sonrió.

-Habla más como un enamorado que como un padre, doctor. –comentó el guardaespaldas

Marcus desvió la mirada. Azalie lo notó un poco sonrojado.

-¡Azalie respóndeme! –Dijo Christopher desesperado sacándola del trance en el cual se encontraba.

La joven se sobresaltó.

-¿Qué? –respondió ella.

-¿Cómo supiste que esta era la supuesta tumba de Lenore Marcus? –Inquirió Christopher muy serio mirando a Azalie a los ojos- ¿Acaso fue otra de tus visiones?

-No –respondió ella- En realidad fue un sueño, un sueño que me inquietó mucho… Por eso decidí venir aquí, y me doy cuenta de que todo concuerda a la perfección.

-Eso significa –dijo Christopher angustiado- Que Sara es originaria de esta ciudad…

-Así es -Respondió Azalie bajando la mirada.

-¿Entonces –inquirió Christopher- sabes que llegará el momento en que vuelva a encontrarse con su padre?

Azalie asintió con su mirada llena de tristeza…

Christopher posó su mano sobre el hombro de Azalie y la miró con tristeza.

-Volvamos al hotel… -dijo –Tenemos que prepararnos para la convención.

-Vamos –dijo Azalie.

Azalie y Christopher se retiraron de la tumba de Lenore Marcus. Azalie miró hacia atrás un momento.

-Lo que aún no sé es quien era el joven de cabello largo que estaba aquí. –Pensó Azalie.

-¿Pasa algo? –cuestionó Christopher.

-Oye… -dijo Azalie al fín- ¿No sabes en qué ánime aparece un personaje de cabello largo castaño claro y ojos azules con una extraña túnica parecida a una bata de abuelita?

Christopher la miró confundido.

-No –respondió-. Por lo menos no conozco ningún ánime donde aparezca algo parecido. ¿Por qué?

-Por nada –mintió Azalie- Es que ví una foto de un cosplayer usando un disfraz así.

-Pues ni idea… -dijo Christopher.

Christopher y Azalie volvieron al taxi, que por poco y los dejaba ahí. Ninguno de los dos dijo una sola palabra durante varios minutos,.

-¿Tienen familiares aquí en Raccoon? –preguntó el taxista tratando de iniciar una conversación.

-Algo así –comentó Azalie- Vine a visitar la tumba de alguien… una persona a quien quiero mucho.

-Usted habla como si esa persona estuviera viva. –comentó el taxista.

-Es que lo está –dijo Christopher- Ella aún vive en nuestros corazones.

-¿Es una de las personas que fueron encontradas en los alrededores de la ciudad? –preguntó el taxista.

-¿Cómo? -respondió Christopher.

-¿Qué no lo saben? Desde hace alrededor de dos meses, se han encontrado personas asesinadas en el bosque de Raccoon, al pie de las Montañas Arclay –comentó el taxista-. Lo extraño es que todos los cuerpos presentan marcas de mordidas… parece como si un extraño monstruo las hubiera atacado.

-Vaya… -dijo Azalie sorprendida.

-Toda Raccoon está conmocionada por esos asesinatos tan extraños –continuó el chofer-. Es muy preocupante que no dejan de aparecer los muertos.

El chofer les habló acerca de todo lo que se había leído sobre ese asunto, incluyendo rumores y teorías que iban desde lo más descabellado, hasta lo más común. Algunos pensaban que era un asesino en serie, mientras algunos se aventuraban a afirmar que se trataba de "Pie grande"

Llegaron al hotel justo a las 9 de la mañana por lo cual aprovecharon para dormir un rato más.

Los muchachos se adelantaron al Lobby mientras las chicas terminaban de ayudar a Sara a ponerse su disfraz, que era el más complicado. Sara iba a participar en el concurso de Cosplay de la convención. En el Lobby, Abner, Sebas, Yoshua y Christopher esperaban a las muchachas.

-Como tardan –comentó Christopher ansioso-. Ya quiero ver a Sara.

-¿Sabías que Sara se puso lentes de contacto? –comentó Azucena.

-¿Y eso para qué? –dijo Christopher- Sara es de ojos claros, como el personaje, no necesita lentes de contacto.

-Sí –dijo la chica- Pero hay una pequeña diferencia… los ojos de Sara son color turquesa; el cual es un azul verdoso, y el personaje que le toca tiene los ojos completamente azules, celestes.

-Pues yo se los veo azules -dijo Christopher- .De cualquier manera… Ella de todos modos es hermosa.

Abner miró hacia la entrada.

-¡Aguas, Christopher! –Exclamó- ¡Ahí viene tu sombra!

En ese instante, Christopher sintió como alguien se le colgaba por atrás.

-Ya Montse –dijo el algo fastidiado- No te me andes colgando así. ¿Qué no ibas a estar en Disney?

-Pude convencer a mis papás de que viniéramos Raccoon para yo poder ir a la conve y luego irnos a Disney

-Ya veo… -dijo Christopher.

Christopher quiso entrar al pasillo a ver si veía salir a Sara, sin embargo Montse no lo soltó., por lo cual Christopher arrastró a Montse hasta uno de los pasillos, cerca del elevador. Allí, saliendo del elevador, usando un vestido más bonito de lo que cualquiera hubiera podido imaginar, había una mujer de una belleza exquisita. El vestido estaba elaborado en satín color blanco, con una cubierta rosa en la parte de arriba. Encima de todo esto, usaba unas hombreras doradas como protección y unos largos guantes de satín blanco. Y la ropa no era lo único extraordinario en ella; Su estatura era impactante y el maquillaje que usaba realzaba sus élficas facciones, su piel era blanca como una nube iluminada por el sol, sus ojos eran celestes. Su largo cabello cobrizo brillaba, enmarcado por una tiara.

Esa era la primera vez que veían a Sara con su disfraz de la princesa Zelda.

Christopher la miró impresionado, pues, por lo general, Sara siempre andaba con la espalda ligeramente encorvada, y su andar era algo desgarbado, sin embargo, en esos momentos, Sara estaba completamente erguida, con la frente en alto, su expresión corporal aparentaba gran dignidad y orgullo.

Montse también estaba impactada por esa presencia. Sara los miró, y fue evidente su molestia al ver que la chica, estaba colgada de su Christopher otra vez.

Tanto impactó a Montse la apariencia de la chica, que se le quedó mirando a la cara. Sara sonreía, pero no de una forma amable, si no de manera soberbia.

-¿Podrías sacar la basura más tarde, Christopher? –Dijo Sara con una mirada altiva- Me gustaría poder salir.

No había basura alguna en el lugar; se refería a la chica. Christopher la miró molesto, ya que, si bien, Montse no le interesaba, el comentario había sido bastante ofensivo e injusto.

-Yo decido lo que hago… -le dijo Christopher molesto- además tienes suficiente espacio para pasar.

-Puede que a ti no te importe estar tan cerca de ella –dijo Sara mirándolo como quien mira a un gusano insignificante- Pero cuando yo veo basura, me cruzo de acera.

-Pues si tanto te molesta –dijo Christopher- ¿Por qué no te vas por otro lado?

En ese instante, Azalie y Beka llegaron a donde estaban ellos.

-¿Nos vamos? –dijo Beka.

-Vámonos por el otro lado –dijo Sara furiosa mientras avanzaba por el otro lado- Saben que no me gusta estar cerca de la basura.

Sara lanzó una mirada de odio a Montse y a Christopher, quien notó que Sara intentaba contener las lágrimas.

Azalie le hizo un gesto a Christopher para que fuera con ella sin la lapa-humana.

-¿Qué fue lo que pasó, Christopher? –inquirió Azalie.

-Nada –dijo el-. Que a tu hermanita se le subió lo Marcus…

-Pues era de esperarse –dijo Azalie mirando a Montse a lo lejos- Estaba de lo mas ilusionada por que la vieras usando su disfraz y ahí tienes al parásito humano.

-¿Tú también, Azalie? -preguntó Christopher- Yo no la invité, ella llegó, me vió y…

-No me interesa –dijo Azalie- El que tiene la culpa eres tú por lento. ¿Cuándo te le vas a declarar?

-Necesito estar a solas con ella. –dijo Christopher.

-¡Uta! –Exclamó Azalie –Eso va a estar muy difícil después de esto… Qué menso eres.

-Lo sé –dijo Christopher lanzando un suspiro.

Azalie lo miró y repentinamente le un zape. Christopher la miró sin entender el por qué de la agresión.

-Esto es por lento –dijo Azalie, y entonces le dio un ataque de zapes- Y este otro es por menso.

-Ya, no te enojes –decía Christopher mientras se sobaba- Además tampoco iba a dejar que la insultara.

-Pues a ver como haces para mantener a esa niña alejada de ti –dijo Azalie-, porque no quiero ver a mi hermana triste en toda la conve.

Diciendo esto, Azalie se fue a reunir con su hermana y los demás.

El ambiente estaba algo tenso con la presencia de Montse entre ellos. Azalie estaba muy preocupada, ya que sabía que su hermana era algo rencorosa. Azalie posó su vista en Sara., quien miraba a Montse con gran altivez con sus ojos que en ese momento parecían celestes por efecto de los lentes de contacto. La expresión de Sara, junto con el falso celeste de sus ojos, la hacían verse demasiado parecida al Dr. Marcus.

Sin embargo, esa mirada también le recordaba a alguien más…

-¡Hija de la chingada! -Pensó Azalie- Eres igualita a tu padre…. Podría jurar que eres su hija de sangre.

Christopher no dejaba de mirar a Sara, se veía hermosa… hubo un momento en que Christopher también se había percatado del parecido de la chica con su supuesto padre; Sara volteó a mirarlo con aire de superioridad.

-¿Qué me ves? –Preguntó Sara- ¿Tengo monos en la cara o qué?

Christopher volteó sin decirle nada.

El evento estaba abarrotado de gente muchos iban disfrazados, otros tantos vestidos de modo inusual, otros vestidos normales. Azalie miraba a su alrededor buscando inútilmente al muchacho que había visto en su sueño la noche anterior.

Sara fue a inscribirse al concurso de Cosplay. La tal Montse se estaba inscribiendo al concurso de Karaoke, lo cual Azalie notó.

-A parecer tu amiga Montse va a concursar en Karaoke –comentó Azalie- ¿Por qué no te inscribes también?

-¿Yo? –inquirió Sara.

-Claro –comentó Azucena-Demuéstrale quien es la mejor… además no querrás que ella impresione a Christopher.

Sara miró hacia donde se encontraba Christopher y vio cómo Montse no se despegaba un momento de él. Sara hizo una mueca.

-Vamos, voy a inscribirme al concurso de karaoke –dijo Sara.

Muchos de los asistentes a la convención se tomaron fotos con Sara, cuya caracterización de Zelda hubiera sido perfecta si se hubiera teñido el cabello de rubio. No faltó el chico que iba haciendo cosplay de Link, el cual era tan perfecto, que Sara podía jurar que se trataba del mismísimo Link. El chico se tomó diversas fotos con ella. Christopher, por su parte, se encontraba muerto de celos al ver que Sara parecía estar haciendo migas con el supuesto Link.

Azalie, por otro lado, vigilaba de cuando en cuando, buscando al muchacho que había visto con Sara en el sueño.

La conve terminó por ese día y el joven del disfraz extraño nunca llegó. Azalie no le dio mucha importancia, lo más seguro era que el chico quizá iría solamente al concurso, el cual sería al día siguiente antes de dar por terminado el evento. El grupo se dirigió al hotel, junto con Montse, quien fue invitada por cortesía por Azalie, mientras llegaran por ella. Sara y sus amigos se encontraban en una de las habitaciones, algunos jugaban duelo, y otros conversaban. Sara y Azalie se encontraban en el balcón de la habitación. Sara parecía algo preocupada.

-¿Qué pasa? –le preguntó Azalie.

-Nada –dijo Sara-. Lo que sucede es que… tenía la esperanza de conocer al chico de mis sueños en la conve…

-Quieres decir… -inquirió Azalie- ¿A la persona que soñaste?

Sara asintió.

-Bueno –dijo Azalie- recuerda que mañana continúa la conve… ¡Tengo una idea! Voy a leer tu energía. Dame tus manos.

Sara le extendió sus manos a su hermana, quien la tomó por ambas manos y cerró los ojos. Después de unos momentos, Azalie soltó las manos de su hermana y se quedó mirándola un momento.

-¿Qué viste? –inquirió Sara.

-No vi, nada, solo sentí…. Cuando lees la energía no puedes ver, sólo puedes sentir lo que vaya a venir –explicó Azalie-. No puedes ver cosas con exactitud, ni el momento exacto en que ocurrirán.

-Ya veo… -dijo Sara.

-Sin embargo –continuó Azalie-, pude sentir que va a haber un encuentro muy importante en tu vida.

Sara volteó, con el rostro iluminado parcialmente por la luz que provenía de la alcoba.

-¿En verdad? –inquirió.

-Sí… éste será un encuentro muy especial… -dijo Azalie- ¡Y ocurrirá muy pronto! Muy pronto encontrarás a una persona que será muy importante en tu vida, Tal vez no sea mañana, pero pronto llegará el momento.

-Sí, claro… -dijo Sara con una mirada de incredulidad en sus ojos turquesa- Ya llegará mi momento…

Sara bostezó y se dio la media vuelta.

-Exacto… de nada me sirve preocuparme –dijo Sara mientras se dirigía al baño-. Me voy a bañar…

Sara entró al baño, dejando la puerta entrecerrada sin darse cuenta. Azalie se puso a conversar con los demás.

Dentro del baño, Sara se despojó del disfraz y se deshizo el peinado. Entonces, la joven abrió la llave del agua corriente y entró a la ducha.

-Esa es la evidencia, Sara… -se dijo a sí misma- En estos días ni siquiera te sientes hermosa, como si fueras la princesa Zelda.

Sara salió de la ducha y tomó la toalla para secarse, no se había dado cuenta de que estaba siendo observada por la puerta entrecerrada.

-La princesa Zelda… sí, por supuesto, ahora yo soy la princesa Zelda… Toda mojada, sin poderes mágicos… y desanimada. –decía Sara mientras se secaba.

Mientras, Montse observaba a Christopher, quien a su vez, observaba sonrojado a través de la puerta entrecerrada.

-Disculpa, Azalie… -dijo Montse.

-¿Qué sucede? –respondió Azalie.

-¿No te parece que Christopher ve a la señorita Sara con ojos de enamorado?

Azalie miró a Montse y lanzó un suspiro.

-No digas tonterías, Montse. –Dijo-. Qué cosas…

En ese momento, Azalie se dirigió hacia donde estaba Christopher.

-¡Pero no está bien que la espíes cuando se está bañando! –Dijo Azalie mientras arrastraba a Christopher de los cabellos lejos de la puerta ante las risas de los demás.

Al día siguiente, la convención siguió. Azalie intentó divisar al extraño personaje de su sueño sin éxito.

El sujeto nunca se presentó. Sin embargo, Sara ganó el tercer lugar en el concurso de cosplay. Eso había sido una injusticia, ya que merecía el primero. El ganador fue un sobrino de los organizadores.

Terminada la convención Sara y su gente, ya sin Montse, se dirigieron al hotel. Eran alrededor de las 9:00 de la noche, el grupo decidió ir a cenar para irse al bosque de Raccoon a acampar. Sara y sus amigas ya estaban cambiadas, al igual que los muchachos, quienes las esperaban en el lobby. Azalie recordó lo que el taxista había comentado.

-Sara –dijo Azalie algo preocupada- ¿No crees que deberíamos desistir de esto? Después de todo no sabemos a lo que nos estamos enfrentando…

Sara se volvió hacia su hermana.

-Azalie –dijo Sara mirándola comprensiva- No tienes nada que temer… entiendo que estés preocupada, pero toma en cuenta que estamos armados, y yo prácticamente tengo mi arma integrada… Además, sabes que si no estoy yo contigo, estarás acompañada…

-No es por eso que temo, yo sé que estaré acompañada, me preocupas tu… -replicó Azalie.

-Azalie… -dijo Sara sonriendo- No pasará nada malo… Tú sabes que matarme no es tan fácil. Además… por alguna razón, siento una gran necesidad de hacer esto… siento que algo va a suceder… no sé qué… pero siento que esta experiencia, será muy importante en mi vida, y por alguna razón, esto me va a marcar… De algún modo.

Azalie miró a su hermana, sabía perfectamente que Sara no cambiaría de opinión tan fácilmente.

-Yo no vengo a ver si puedo… -dijo Sara con decisión- Si no porque puedo vengo.

El grupo llegó al bosque de Raccoon alrededor de las 12:00 de la noche. Después de recorrer el bosque, decidieron prender una fogata. Sara sacó su cámara de video y comenzó a grabar.

-¡Huy! –Decía Sara mientras grababa con su cámara- Este lugar es ideal para grabar una película de terror.

-Si…-comentó Christopher- Ya casi puedo ver a los zombies deambulando por el lugar…

-¡Cállate, Christopher! –Dijo Azucena- Este lugar me da escalofríos.

Sara comenzó a grabarse a sí misma.

Estamos aquí, en las afueras de Ciudad Racoon... en el bosque Racoon ubicado al pie de las montañas Arclay... Nuestra misión es averiguar acerca de los asesinatos misteriosos por estos lares, esta vez me acompañan mi hermana Azalie, -dijo Sara mientras tomaba a Azalie- ¿Azalie, tienes algo qué decir de esto?

-A ver si encontramos al Chupacabras. –dijo Azalie riendo.

-Muy bien –contestó Sara mientras apuntaba su cámara hacia Yoshua-. Y aquí tenemos a nuestro perro Inu Yoshua.

-¡Ya deja de filmarme! –exclamó Yoshua mientras tapaba el lente de la cámara con la mano.

-Para continuar… -dijo Sara- Tenemos aquí a Azucena.

-¡Deberíamos hacer una película de terror en este bosque!- expresó Azucena.

-¡También tenemos aquí a Beka Moon! –dijo Sara mientras filmaba a su amiga.

-¡Ojalá y encontremos zombies! –exclamó Beka felíz.

-¿Cómo va a haber zombies, Beka? –Dijo Yoshua- ¡No mames! Eso sólo pasa en las películas y los videojuegos…

En ese instante, Christopher, Abner y Sebas se atravesaron ante la cámara de Sara.

-Amá, amá… ¡Estoy en la tele má! –Gritaban los muchachos con el típico acento de los nacos.

-¡Oigan! –Exclamó Sara molesta- No arruinen mi reportaje.

Sara discutía con Christopher, Abner y Sebas mientras Azalie miraba la escena divertida.

-Esa Sara nunca pierde el sentido del humor –comentó Azalie con una sonrisa- Porque a veces… solo por un instante… sus ojos se vuelven fríos como el hielo...

Azalie bajó la mirada.

-Como los del Dr. Marcus –pensó.

Sara y sus amigos jugaban alrededor de la fogata. Extrañamente, el lugar no lucía tan lúgubre con la presencia de esos muchachos quienes de algún modo llenaban de vida el oscuro bosque de Raccoon.

Nadie se había dado cuenta de que desde las sombras alguien los vigilaba.

-Beka, grábame–dijo Sara mientras le daba la cámara a Beka-. Voy a cantar.

-¿Cual piensas cantar? –inquirió Azucena.

-Canta "El cantar de la luna oscura" –demandó Christopher.

-Sí –dijo Sebas- Aviéntate esa.

Sara comenzó a cantar.

Es el país de la luna oscura,

Es la habitación deshabitada.

Es la más bella criatura

Es la dama Descorazonada.

Apuestos galanes la cortejan

Y aquellos que la han conseguido

Con el paso del tiempo la dejan

Y ella llorando escoge el olvido…

De olvido vive y de olvido muere

Como planta en jardín olvidado

Sabiendo que nadie la quiere,

Sabiendo que nadie la ha amado.

Es la inocencia perdida

Es la vejez negada

Y unas lágrimas perdidas

María vive desesperada.

De olvido vive, de olvido muere

Como planta de jardín olvidado,

Sabiendo que nadie la quiere

Sabiendo que nadie la ha amado.
Desde las sombras un apuesto joven de largo cabello, atraído por la luz de la fogata y el barullo, observaba al grupo atentamente, sin embargo, miraba a Sara con gran atención.

-¿Podrá ser…? –murmuró el muchacho mirando a Sara con atención.

A lo lejos, Sara pareció molestarse con Christopher por algo y sacó sus garras... al ver a la pelirroja sacar sus garras, el rostro del joven desconocido se iluminó de alegría.

-¡No es posible! ¡Es ella! No hay duda... -musitó el desconocido mirándola extasiado, mientras Sara perseguía furiosa a Christopher- Después de tantos años... Por fin ha regresado ¿Qué estará haciendo aquí? ¿Será que lo recuerda? ¿Habrá venido a buscar…?

Sara se detuvo en seco.

-¿Qué sucede?-Inquirió Christopher.

-Nada –dijo la muchacha guardando sus garras- Solo que… me siento rara… como si alguien me estuviera observando.

-¡Órale! –Exclamó Sebas- No sabía que padecías delirio de persecución. Si no hay ni un alma en varios kilómetros a la redonda.

-Tienes razón –dijo Azalie- Debe ser tu imaginación.

-Sí… -dijo Sara- Es posible que se trate de eso. Por cierto… ¿qué hora es?

Azalie miró su reloj con atención.

-Ya son las cinco de la mañana –comentó-. Tú decides… ¿Qué hacemos?

- Mira... –respondió Sara- aquí no podremos dormir... es peligroso… Además, está por amanecer. Lo mejor que podemos hacer es empezar a recoger todo esto y recorrer la zona. Creo que será lo mejor...

-Tienes razón –dijo Christopher- Siento que este lugar es más seguro a la luz del día.

-De hecho. –aseveró Yoshua

Los muchachos recogieron todo lo que habían puesto y apagaron la fogata ante la mirada atenta del desconocido y emprendieron de nuevo el recorrido. Sara se quedó un momento atrás, y miró en dirección donde se encontraba el desconocido, sin embargo, la joven no lo vió.

Después de recorrer el bosque toda la mañana, sin éxito alguno. El grupo decidió comer algo, para después seguir su camino. Azalie le pidió a Sara prestada su videocámara para filmar, lo cual Sara aceptó. Azalie grabó gran parte del rondín. El grupo llegó a donde había un pequeño riachuelo el cual podía cruzarse por dos delgados troncos que estaban atravesándolo; la primera en pasar fue Azalie, la cual se puso a filmar cómo pasaban los demás. Después pasó Yoshua, Beka, Sebas y Abner. La penúltima en pasar fue Sara, quien ágilmente y sin problemas cruzó el río. Sara miraba a Christopher, quien se encontraba al otro extremo del tronco.

-Ya pásate, wey –dijo Sara- No te pasa nada.

Christopher se sentía algo inseguro, por lo cual titubeaba. El muchacho empezó a cruzar con algo de miedo los troncos.

-Wey, pásate rápido –decía Sara- Si sigues así te vas a caer.

-Espérame. –decía Christopher mientras caminaba nerviosamente y con cierta torpeza por los troncos.

Sara sonrió con malicia, era el momento de su venganza por lo sucedido antes de la conve. Azalie observó, cómo ese gesto lleno de maldad le recordaba al Dr. Marcus.

-A que le movía a los troncos… -decía Sara con esa sonrisita- A ver cuánto aguantas.

-¡No wey! -decía Christopher serio.

-¡Si wey! -respondía Sara.

-¡No wey! –Repitió Christopher más nervioso.

-¡Sí wey! –dijo Sara con esa sonrisa llena de crueldad.

En ese momento, Sara comenzó a mover los troncos haciendo que Christopher perdiera por un momento el equilibrio.

-¡Yaaa wey! –Vociferó Christopher asustado.

Azalie observó la expresión de Sara, quien parecía disfrutar el sufrimiento de su pretendiente.

-Sara puede llegar a ser muy maldita –Pensó Azalie.

No contenta con eso, Sara siguió moviendo los troncos, por lo cual Christopher estuvo a punto de caer al riachuelo, sin embargo, el muchacho se aferró a los troncos.

-¡Ya, Sara! –Decía Christopher mientras se aferraba al tronco para no caer- ¡Te estás pasando de mamona!

En ese momento, Christopher cayó al riachuelo, dando un grito por el susto ante las risas de Sara. Afortunadamente, era un riachuelo que no era profundo, por lo cual del susto y la mojada no pasó.

-¡No mames! -Decía Christopher molesto mientras salía del riachuelo con ayuda de Sebas- ¡Pinche Sara mamona! Te pasas.

Azalie se acercó a su hermana.

-Te pasas, Sara –dijo Azalie mirando a su hermana - ¿Por qué hiciste eso?

Sara se volvió hacia Azalie.

-Por que el hirió mis sentimientos primero –dijo Sara seria-. Esa fue mi venganza.

-¿Por qué siempre tienes que ser tan vengativa? –Inquirió Azalie mirando a su hermana con tristeza.

Sara se detuvo un momento.

-Por que la venganza es dulce –dijo ella.

-¿Pero qué te ha hecho Christopher? –inquirió Azalie mirando a su hermana a los ojos.

-Te diré que me ha hecho –dijo Sara- Christopher defendió a su amiguita la tal Montse. Le dio preferencia a ella. Tú sabes muy bien que Christopher me gusta, y el hecho de que la persona que te gusta ponga en primer lugar a otra tipa no es nada bonito. Y menos si es una pinche mierda asoleada. Eso duele, eso realmente me caló.

-Yo entiendo, Sara, pero.

-Christopher me lastimó, Azalie –interrumpió Sara- y yo no me voy a quedar con la herida. Tú me conoces, Azalie, basta con que me hagas un pequeño rasguño, para que yo te ensarte la espada completa. Basta que me des un pequeño zape, para que yo te me aviente encima hasta dejarte muerta. Además fue divertido ¿No viste cómo gritó como niña asustada?

Azalie se detuvo.

-Pero, no debiste ser tan cruel… -dijo Azalie.

-A mí no me gusta que pedaleen mi bicicleta… -dijo Sara mientras se alejaba.

Christopher se acercó a Azalie.

-¿Cuál es su problema? –dijo Christopher mientras miraba a Sara alejarse.

-Su problema es que está loca por ti. –respondió Azalie.

-¿Cómo sabes eso? –inquirió él.

Azalie lo miró directamente.

-Porque lo que acaba de hacerte fue una venganza… -dijo ella- ¿Sabes por qué?

-No. –respondió Christopher intrigado.

-Por lo sucedido antes de la conve. –Dijo Azalie- Por lo de Montse.

-Sí, -dijo Christopher- Pero entiende que su comentario fue muy cruel, yo no iba a permitir que la insultara.

Azalie miró a Christopher con severidad.

-Mi hermana siempre ha sido muy vengativa –explicó Azalie- Si tu le haces un moretoncito, ella va a aplastarte. Si le das una patada, ella te va a destrozar los riñones a patadas. Si tú la hieres, ella va a querer matarte. Sara es una buena persona, pero cuando hieren sus sentimientos, muestra su lado malo. Pero ve el lado bueno, si ella se vengó de ti de esa manera, es porque le caló lo sucedido. Lo cual significa, que ella está loca por ti. Lo que yo pienso es que deberías declararte de una vez.

Christopher miró a Sara a lo lejos; realmente la quería. Entonces miró a Azalie.

-Espero que se de pronto el momento –dijo Christopher- Y en cuanto eso pase, le diré lo que siento. Y Te juro que para antes de tomar el avión a Victoria, Sara y yo ya seremos novios.

-Pues apúrale –dijo Azalie- porque te la ganan.

El viento soplaba con fuerza ese día, lo cual tenía a Sara de muy buen humor. La chica caminaba por las vías del tren cantando alegremente.

-Oigan… -comentó Sebas- Yo no he visto nada raro… Se me hace que es puro pinche pedo.

-No… -dijo Azalie- Algo muy raro está pasando por aquí, puedo sentirlo.

-Yo creo… -comentó Beka mirando a su alrededor- Que sea lo que sea que está matando tanta gente, ataca por las noches.

-En efecto –afirmó Christopher- ¿Qué hacemos?

-Miren... –respondió Sara- vamos a hacer esto: Vamos a instalarnos aquí cerca de las vías. No hay pierde. En la noche hacemos otro rondín. ¿Les parece?

-Pero este bosque está enorme –replicó Yoshua-. ¡Qué hueva!

-Sara se refiere a que primero cubramos esta zona –explicó Christopher- Mañana exploramos lo demás, y pasado lo que falte y así hasta que hallemos algo.

-Exacto –expresó Sara-. Vamos a rastrear esta zona primero.

-¿Y qué hacemos mientras anochece? –inquirió Abner.

-Pues vamos a dormirnos –respondió Sara.

-Me parece bien. –Dijo Azalie-. ¿Qué dicen muchachos?

Los muchachos se encontraban acomodando sus bolsas de dormir, algunos ya hasta estaban dormidos.

-Bueeeeno. –dijo Sara mientras se recostaba.

Los demás se dispusieron a dormir.

Eran alrededor de las 20:17 horas de ese día, 23 de julio del 98, cuando Ecliptic Express surcaba el denso bosque de Raccoon. Entre los pasajeros de dicho tren, se encontraba un equipo de investigadores propuestos a reabrir el viejo Centro de Formación de Umbrella. Todo parece estar marchando a la perfección, algunos pasajeros duermen, otros conversan, y algunos otros se entretienen revisando sus notas, uno de ellos era Michael Pearson quien desde hacía un rato se encontraba leyendo los expedientes de diversos empleados que habían sido en su tiempo estudiantes del Centro de Formación. Los documentos que Pearson tenía en sus manos, eran tan solo copias; los originales seguramente se hallaban en dicho centro.

Uno de los camareros pasó junto a Pearson, y al ver la pequeña insignia de Umbrella que éste llevaba en la solapa del saco, la cual identificaba a Micheael Pearson como un pasajero habitual, lo saludó con un leve movimiento de cabeza. El hombre se recargó mientras seguía leyendo el expediente de Kerrigan Morningside, quien había sido una de las primeras alumnas del centro de formación quien entró justo el año que se inauguró.

El aire se sentía cargado de humedad, probablemente se avecinaba una lluvia veraniega.

Repentinamente, la lluvia comenzó a salpicar ruidosamente en la ventana, como si alguien hubiera lanzado una cubetada de agua contra el cristal de la ventana. En ese instante, varios golpes secos resonaron sobre el techo del tren.

-Grandioso… –pensó Pearson- Una granizada…

El destello de un relámpago rompió la densa oscuridad e iluminó la pequeña colina elevada que se encontraba en la parte más profunda del bosque. Pearson levantó la mirada y vio una alta silueta recortada contra los árboles en la cima de la colina, parecía ser alguien con una especie de abrigo largo, o una túnica sacudida por el viento. Un negro presentimiento se apoderó de Michael Pearson al ver cómo la extraña figura alzaba los brazos hacia el cielo… y entonces el resplandor del rayo se desvaneció sumiendo en la obscuridad la estrambótica escena.

-¿Qué diablos…?

Repentinamente, un golpeteo más fuerte, hace que varios se levanten a ver lo que sucedía. Al observar por las ventanas, se dan cuenta de que éstas están repletas de de gruesas masas oscuras… de ningún modo podría tratarse de agua, eran criaturas parecidas a babosas… que se abrían mostrando docenas de dientes afilados, las cuales despedazaron los vidrios y comenzaron a propagarse por el tren arrasando con todo lo que se atravesara en su camino.. Pearson retrocedió asustado y escuchó un grito desesperado que parecía provenir de otro vagon, y así, los gritos se multiplicaron mientras el pánico se apoderaba de el… y de todos los pasajeros. En ese momento Michael Pearson lo supo…. Estaba condenado

Mientras el tren sigue su camino fuera de control hacia su desgracia, la misteriosa imagen los observa impasible mientras levanta sus brazos en plan solemne.

Sara despertó antes que todos sus acompañantes, así que decidió salir a explorar el lugar mientras sus amigos despertaban, después de todo, sabía que su hermana podría encontrarla en caso de cualquier cosa. La pelirroja recorría el bosque con cámara en mano. El bosque le parecía sumamente hermoso, le gustaba sobremanera el lóbrego aspecto del lugar. La muchacha caminaba sin miedo en la oscuridad de la noche, pues ella sabía bien que en caso de algún encuentro con el autor de los asesinatos, Sara lo despedazaría con la ayuda de sus afiladas garras. La chica se detuvo un instante y respiró el aire cargado de humedad.

-Ay wey… no tarda en llover –murmuró.

Siguió caminando por el lugar, disfrutando cada paso, saboreando ese silencio mientras observaba el bosque que por alguna extraña razón, le traía un sentimiento de nostalgia cada vez más fuerte. La pelirroja miró al cielo, y efectivamente, se encontraba nublado…

-Este lugar… -murmuró Sara para sí misma mientras se agarraba el pecho angustiada- me parece muy familiar. Como si alguna vez hubiera estado aquí... en un pasado distante. ¿Por qué siento esta nostalgia? Nunca en mi vida, que yo recuerde he venido a Ciudad Racoon. ¿Por qué siento esto?

En ese momento, Sara escuchó un ruido extraño. La muchacha se puso en guardia, y un olor putrefacto llegó a su naríz.

-¡Puta madre! –Exclamó la joven tapándose la naríz- Apesta a perro muerto…

Repentinamente, un perro intentó echársele encima, pero en un sorprendente despliegue de agilidad, Sara lo atravesó con sus garras haciendo que el animal emitiera un chillido y lo lanzó lejos. Sara siguió su camino sin fijarse en el animal que la había atacado. No se dio cuenta de que el animal que la había atacado, parecía tener un avanzado estado de putrefacción.

-Me cagan los perros –masculló Sara-. Siempre tragándose la mierda y la carroña si no es que se revuelcan en ella… son pocos los perros que me agradan… muy pocos.

La joven subió a lo alto de la colina sin problemas y al llegar a la cima, observó el espeso bosque de Raccoon, y maravillada por la excelente vista, decidió sacar su videocámara para filmar el lugar.

-¡Órale! -Exclamó Sara mientras filmaba el lugar- De aquí tengo una vista chingona de este bosque. Este lugar está con Madre... Algún día filmaré una película de terror en este lugar.

Sara obtenía una excelente toma panorámica del lugar, cuando de pronto, algo capturó su atención.

-¿Qué chingados pasó aquí? –Se dijo Sara a sí misma mientras bajaba su cámara- ¿Por qué está ese tren parado?

La pelirroja volteó la cámara hacia sí y comenzó a grabarse a sí misma tomando una actitud más seria.

-Mi nombre es Sara Leticia Andrade Garza; me encuentro en el bosque de Raccoon, a las afueras de Ciudad Raccoon al pie de las montañas Arclay. Hacia el oeste, puede verse ese tren –narraba Sara mientras enfocaba el tren- que por alguna extraña razón se paró... ¿Qué demonios habrá pasado?

Sara se acercó más a la orilla para poder filmar mejor y hacer un mejor acercamiento.

Se aproximó a la orilla...

Un poco más...

Entonces, repentinamente, su pié resbaló, y Sara cayó al vacío...

O eso creyó…

-¡Ay, cabrón! –exclamó la muchacha asustada al momento de resbalar.

En ese instante, Sara sintió que alguien la sujetaba firmemente de la cintura evitando así su caída, que pudo haber sido muy dolorosa.

El sujeto cargó a Sara y la llevó lejos de la orilla, entonces, ya estando ella a salvo, volteó a mirar el rostro de su salvador...En ese instante, sus miradas se cruzaron, y en ese instante el tiempo pareció detenerse para ambos, era un momento mágico... El pasado y el futuro habían perdido su importancia y solo existía ese momento. El hombre la miraba como si la hubiera esperado toda su vida. Ella estaba sin palabras.

-¡Papantla, tus hijos volan! –Pensó Sara mientras miraba extasiada a su salvador- ¿Quién será?

Sara se quedó con la mirada perdida en el celeste de los ojos de ese apuesto joven de extraña vestimenta, que no era otro, que el desconocido que los espiaba desde las sombras cuando recién habían llegado.

Por alguna razón, a Sara le pareció muy familiar el rostro de ese hombre… como si lo conociera de toda la vida.

-Gracias… estuvo cerca –dijo Sara al fin mientras lo miraba con una mezcla de curiosidad y admiración.

El hombre misterioso le sonrió dulcemente.

-No iba a dejarte caer… -respondió el joven con una sonrisa.

Sara se quedó mirando al sujeto tratando de buscarlo en su memoria, en lo más profundo de sus recuerdos…

-Oye... tu rostro me es familiar... muy familiar–dijo la muchacha mirándolo a los ojos-, dime, ¿Nos conocemos?

El desconocido se quedó estático por la pregunta durante un instante, y entonces sonrió.

-Posiblemente... –respondió con voz serena- en algún momento del pasado...

-No lo sé –contestó ella con una sonrisa melancólica- hay tanto de mi pasado que no sé, que no recuerdo. Que ni siquiera sé de dónde vengo...

-¿Cuál es tu nombre? –preguntó el.

-Sara –dijo ella-. Sara Leticia Andrade Garza.

El sujeto la miraba fijamente, Sara pudo detectar cierta emotividad en el desconocido. Sara sonrió, y el desconocido tomó las manos de Sara entre las suyas.

-Sara… -murmuró el joven en tono emotivo- Es muy bonito…

Ella sonrió.

-Está bien… -dijo el muchacho sonriendo mirándola a los ojos mientras sostenía las manos de la joven entre las suyas- Sara.

-¿Por qué siento que lo conozco? –se preguntaba la chica sin dejar de mirar al desconocido- Y su olor... me es tan familiar... me trae mucha nostalgia, y un sentimiento de felicidad, de paz y alegría... su olor me hace felíz... de hecho, se siente como la mano que me acarició en mi sueño…

-¿Pasa algo malo? –indagó el joven misterioso.

- No… nada. Es que... siento como si te conociera desde hace mucho –expresó Sara-. Es muy extraño... es un sentimiento... agradable, muy agradable. Me siento feliz por alguna razón.

El hombre misterioso sonrió enigmáticamente.



Notas: Expresiones como "Se le subió lo Marcus" Se refiere a que se portó muy arrogante (James Marcus no se caracterizaba por ser muy modesto) o "Le salió lo Marcus" Se refiere a cuando Sara se enoja. Es común estas expresiones en estos casos, por decir, en el caso de Christopher se usaría el "Le salió lo Robles" o en el de Azalie "Le salió lo Andrade"

Zape.- Es un golpe en la cabeza con la mano extendida.

Amá.- Degeneración de la palabra Mamá… otra parecida es la típica "Má

Papantla, tus hijos vooolan.- ésta frase es un piropo que dicen las mujeres a los hombres aquí en méxico; como decir: "Papacito, qué bueno estás". Esta frase, hace Referencia a Papantla, una ciudad de Veracruz, que se caracteriza por sus indígenas voladores. Es como decir: "Papantla tus hijos Vuelan" solo que para que se oiga mas chistoso, se dice "volan"
"Now I will have my revenge on Umbrella... and the world will burn in an inferno of hate!!"

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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lilith Morrigan » 12 Jul 2013 02:58

Oh mi dios, te quedo increíble, esta impresionante, me mato ese dibujo
Soy el ser que se alimenta de tus pesadillas
Una fuerza obscura que te devorara si te descuidas
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Ten miedo de Lilith, desterrada del Edén.

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Mensaje por Lenore Marcus » 18 Sep 2013 08:20

-Capítulo 7-

-Encuentro-
Oculto:
Imagen
Azalie despertó muy temprano la mañana del 21 de Julio. Todos se encontraban dormidos. Cuando Azalie se vistió y tocó la puerta del dormitorio de los muchachos. Azalie sabía perfectamente que Christopher tenía tendencia a levantarse temprano, por lo cual confiaba plenamente en que éste se encontraría despierto. Christopher abrió la puerta y e sorprendió al ver a Azalie arreglada.

-¿Qué haces tan arreglada? –inquirió Christopher rascándose la cabeza- Apenas son las 7 de la mañana…

Azalie miró a Christopher, quien en definitiva no estaba en su mejor momento, despeinado modorro y usando una camiseta interior blanca y un bóxer celeste.

-Necesito que me acompañes a un lugar. –dijo Azalie.

-¿Yo? –Preguntó Christopher mirándola con sus ojos adormilados- ¿Por qué no le dices a Yoshua? Para eso tienes novio…

-Es que no entiendes –dijo Azalie exasperada- Tu eres el único que puede acompañarme. No te preocupes, la convención comienza a las 11 y apenas son las siete. Llegaremos a tiempo para arreglarnos. Confía en mí.

Christopher pudo ver la preocupación en los ojos de Azalie, así que aceptó.

-Está bien -dijo el muchacho al fín-. ¿Pero qué les diremos a Yoshua y a Sara si preguntan?

-A ver que les inventamos –respondió Azalie-. Tú vístete y luego vemos.

-Está bien. –Contestó Christopher- Tu espérame.

Christopher cerró la puerta y se dispuso a mudarse de ropa. 5 minutos después Christopher salió de la habitación peinado, con sus anteojos puestos y vestido con un pantalón de mezclilla oscuro y una camiseta amarilla.

-Vámonos. –dijo.

Azalie y Christopher salieron del hotel y tomaron un taxi.

-Al cementerio de Raccoon –dijo Azalie al taxista mientras le daba el dinero.

Christopher volteó a mirar a Azalie sin entender ¿Qué querría Azalie hacer en un cementerio de una ciudad que ni siquiera conocía? Eso podía imaginarlo de Beka o de la misma Sara… Pero Azalie no parecía tener un objetivo en especial.

-A lo mejor quiere tomar fotos –Pensó Christopher.

Al fín llegaron al cementerio de Raccoon. Azalie se bajó del Taxi. Y miró el portón del cementerio asombrada. Era exactamente igual a como lo había soñado.

-Señorita…

Azalie sufrió un sobresalto.

-¿Los dejo aquí o necesitan que los espere? –dijo el Taxista al fín.

-Si en diez minutos no salimos –dijo Azalie- déjenos aquí, nosotros sabremos regresar.

Azalie entró al cementerio, mientras Christopher la miraba sin entender. Azalie volteó a mirarlo impaciente.

-¿Qué esperas? –Dijo la chica con impaciencia- No te quedes ahí parado y acompáñame.

El muchacho le tomó la palabra a la chica y entró con ella. Azalie miraba a su alrededor con creciente asombro.

-Es exactamente igual… -murmuró Azalie-. Solo que de día no se ve tan lóbrego.

-¿Me puedes decir que es lo que venimos a hacer aquí? –Inquirió Christopher- La estás haciendo de emoción… y no está padre…

Azalie volteó a mirarlo.

-Ven, sígueme. –dijo la muchacha.

Azalie corrió hacia donde recordaba que estaba la tumba seguida por Christopher. La muchacha se detuvo al fín por una hilera de tumbas, y comenzó a caminar checando cada tumba. Christopher la seguía de cerca hasta que Azalie se detuvo de manera tan repentina, que Christopher chocó con ella. El muchacho miró a Azalie y se dio cuenta de que estaba pálida y con una expresión de asombro en su mirada. Estaba mirando una tumba. Christopher miró la tumba que su amiga estaba observando y sufrió un sobresalto al leer la inscripción en la lápida de mármol. En la cual se leía claramente:
En memoria de:
Lenore Marcus

Princesa de los vientos

Noviembre 2 de 1978-Agosto 22 de 1983


-Esta tumba es de… ¿Lenore? -Dijo Christopher sin dar crédito.

-Así es – afirmó Azalie.

-¿Quieres decir que es de nuestra Lenore, o mejor dicho, nuestra Sara?

Azalie asintió sin decir nada.

-¿Cómo supiste que estaba aquí? –Inquirió Christopher mirándola asombrado.

-Lo soñé la noche en que llegamos. –señaló Azalie.

En ese instante, Azalie se encontró en ese mismo lugar, sin embargo, Christopher había desaparecido y alrededor de la tumba, varias personas. El Doctor James Marcus se encontraba muy cerca de la fosa observando cómo descendía el féretro que contenía algunas fotos y prendas de la niña a falta de su cuerpecito. Se veía demacrado, serio, con su rostro inexpresivo. Si se le observaba atentamente, podían notarse unas lágrimas escapando de sus ojos celestes. Pero de ahí en fuera, no parecía haber llorado. Azalie lo atribuyó al hecho de que Marcus sabía perfectamente que su hija estaba viva, a miles de kilómetros de ahí. Una vez que el ataúd había llegado al fondo, Marcus lanzó una rosa roja sobre el sarcófago y un puñado de tierra, cosa que llamó la atención de Azalie, pues lo más adecuado habría sido una rosa blanca, o incluso una color rosa, no roja, debido a su connotación. Pues es bien sabido el significado de una rosa roja.

Los sepultureros comenzaron a cubrir la tumba y Azalie observó entre los deudos buscando una cara conocida. Ahí pudo ver a varios de los estudiantes del centro de formación y entrenamiento ejecutivo, en especial a los dos rubios de los cuales Lenore se burlaba diciendo que eran novios, Albert Wesker y William Birkin. Entonces, Azalie se sorprendió al ver entre el público al mismo guardaespaldas del aeropuerto, sólo que más joven. El guarura se veía muy consternado.

El sepelio terminó y los deudos se fueron. Los últimos que quedaron fueron el Dr. James Marcus y su guardaespaldas.

-No sé que sea peor… -dijo Marcus con mirada melancólica-. Lenore debe estar asustada donde quiera que esté… Debe sentirse muy sola…

-Doctor… -dijo la guarura- En cuanto encontremos el cadáver le daremos la tumba que se merece… Después de todo, los asesinos ya confesaron que el cuerpo fue arrojado al río...

-El darle una tumba no me consuela del todo, Tango –dijo Marcus con tristeza-. El solo pensar en mi niña solita, en la oscuridad de una tumba me pone mal…

-Usted es fuerte, podrá superarlo. –Respondió Tango.

-No es tan fácil cuando todo me recuerda a ella –dijo Marcus-. El brillo de la luna es igual al de sus ojos… el viento me acaricia y me recuerda a sus manos…

Tango sonrió.

-Habla más como un enamorado que como un padre, doctor. –comentó el guardaespaldas

Marcus desvió la mirada. Azalie lo notó un poco sonrojado.

-¡Azalie respóndeme! –Dijo Christopher desesperado sacándola del trance en el cual se encontraba.

La joven se sobresaltó.

-¿Qué? –respondió ella.

-¿Cómo supiste que esta era la supuesta tumba de Lenore Marcus? –Inquirió Christopher muy serio mirando a Azalie a los ojos- ¿Acaso fue otra de tus visiones?

-No –respondió ella- En realidad fue un sueño, un sueño que me inquietó mucho… Por eso decidí venir aquí, y me doy cuenta de que todo concuerda a la perfección.

-Eso significa –dijo Christopher angustiado- Que Sara es originaria de esta ciudad…

-Así es -Respondió Azalie bajando la mirada.

-¿Entonces –inquirió Christopher- sabes que llegará el momento en que vuelva a encontrarse con su padre?

Azalie asintió con su mirada llena de tristeza…

Christopher posó su mano sobre el hombro de Azalie y la miró con tristeza.

-Volvamos al hotel… -dijo –Tenemos que prepararnos para la convención.

-Vamos –dijo Azalie.

Azalie y Christopher se retiraron de la tumba de Lenore Marcus. Azalie miró hacia atrás un momento.

-Lo que aún no sé es quien era el joven de cabello largo que estaba aquí. –Pensó Azalie.

-¿Pasa algo? –cuestionó Christopher.

-Oye… -dijo Azalie al fín- ¿No sabes en qué ánime aparece un personaje de cabello largo castaño claro y ojos azules con una extraña túnica parecida a una bata de abuelita?

Christopher la miró confundido.

-No –respondió-. Por lo menos no conozco ningún ánime donde aparezca algo parecido. ¿Por qué?

-Por nada –mintió Azalie- Es que ví una foto de un cosplayer usando un disfraz así.

-Pues ni idea… -dijo Christopher.

Christopher y Azalie volvieron al taxi, que por poco y los dejaba ahí. Ninguno de los dos dijo una sola palabra durante varios minutos,.

-¿Tienen familiares aquí en Raccoon? –preguntó el taxista tratando de iniciar una conversación.

-Algo así –comentó Azalie- Vine a visitar la tumba de alguien… una persona a quien quiero mucho.

-Usted habla como si esa persona estuviera viva. –comentó el taxista.

-Es que lo está –dijo Christopher- Ella aún vive en nuestros corazones.

-¿Es una de las personas que fueron encontradas en los alrededores de la ciudad? –preguntó el taxista.

-¿Cómo? -respondió Christopher.

-¿Qué no lo saben? Desde hace alrededor de dos meses, se han encontrado personas asesinadas en el bosque de Raccoon, al pie de las Montañas Arclay –comentó el taxista-. Lo extraño es que todos los cuerpos presentan marcas de mordidas… parece como si un extraño monstruo las hubiera atacado.

-Vaya… -dijo Azalie sorprendida.

-Toda Raccoon está conmocionada por esos asesinatos tan extraños –continuó el chofer-. Es muy preocupante que no dejan de aparecer los muertos.

El chofer les habló acerca de todo lo que se había leído sobre ese asunto, incluyendo rumores y teorías que iban desde lo más descabellado, hasta lo más común. Algunos pensaban que era un asesino en serie, mientras algunos se aventuraban a afirmar que se trataba de "Pie grande"

Llegaron al hotel justo a las 9 de la mañana por lo cual aprovecharon para dormir un rato más.

Los muchachos se adelantaron al Lobby mientras las chicas terminaban de ayudar a Sara a ponerse su disfraz, que era el más complicado. Sara iba a participar en el concurso de Cosplay de la convención. En el Lobby, Abner, Sebas, Yoshua y Christopher esperaban a las muchachas.

-Como tardan –comentó Christopher ansioso-. Ya quiero ver a Sara.

-¿Sabías que Sara se puso lentes de contacto? –comentó Azucena.

-¿Y eso para qué? –dijo Christopher- Sara es de ojos claros, como el personaje, no necesita lentes de contacto.

-Sí –dijo la chica- Pero hay una pequeña diferencia… los ojos de Sara son color turquesa; el cual es un azul verdoso, y el personaje que le toca tiene los ojos completamente azules, celestes.

-Pues yo se los veo azules -dijo Christopher- .De cualquier manera… Ella de todos modos es hermosa.

Abner miró hacia la entrada.

-¡Aguas, Christopher! –Exclamó- ¡Ahí viene tu sombra!

En ese instante, Christopher sintió como alguien se le colgaba por atrás.

-Ya Montse –dijo el algo fastidiado- No te me andes colgando así. ¿Qué no ibas a estar en Disney?

-Pude convencer a mis papás de que viniéramos Raccoon para yo poder ir a la conve y luego irnos a Disney

-Ya veo… -dijo Christopher.

Christopher quiso entrar al pasillo a ver si veía salir a Sara, sin embargo Montse no lo soltó., por lo cual Christopher arrastró a Montse hasta uno de los pasillos, cerca del elevador. Allí, saliendo del elevador, usando un vestido más bonito de lo que cualquiera hubiera podido imaginar, había una mujer de una belleza exquisita. El vestido estaba elaborado en satín color blanco, con una cubierta rosa en la parte de arriba. Encima de todo esto, usaba unas hombreras doradas como protección y unos largos guantes de satín blanco. Y la ropa no era lo único extraordinario en ella; Su estatura era impactante y el maquillaje que usaba realzaba sus élficas facciones, su piel era blanca como una nube iluminada por el sol, sus ojos eran celestes. Su largo cabello cobrizo brillaba, enmarcado por una tiara.

Esa era la primera vez que veían a Sara con su disfraz de la princesa Zelda.

Christopher la miró impresionado, pues, por lo general, Sara siempre andaba con la espalda ligeramente encorvada, y su andar era algo desgarbado, sin embargo, en esos momentos, Sara estaba completamente erguida, con la frente en alto, su expresión corporal aparentaba gran dignidad y orgullo.

Montse también estaba impactada por esa presencia. Sara los miró, y fue evidente su molestia al ver que la chica, estaba colgada de su Christopher otra vez.

Tanto impactó a Montse la apariencia de la chica, que se le quedó mirando a la cara. Sara sonreía, pero no de una forma amable, si no de manera soberbia.

-¿Podrías sacar la basura más tarde, Christopher? –Dijo Sara con una mirada altiva- Me gustaría poder salir.

No había basura alguna en el lugar; se refería a la chica. Christopher la miró molesto, ya que, si bien, Montse no le interesaba, el comentario había sido bastante ofensivo e injusto.

-Yo decido lo que hago… -le dijo Christopher molesto- además tienes suficiente espacio para pasar.

-Puede que a ti no te importe estar tan cerca de ella –dijo Sara mirándolo como quien mira a un gusano insignificante- Pero cuando yo veo basura, me cruzo de acera.

-Pues si tanto te molesta –dijo Christopher- ¿Por qué no te vas por otro lado?

En ese instante, Azalie y Beka llegaron a donde estaban ellos.

-¿Nos vamos? –dijo Beka.

-Vámonos por el otro lado –dijo Sara furiosa mientras avanzaba por el otro lado- Saben que no me gusta estar cerca de la basura.

Sara lanzó una mirada de odio a Montse y a Christopher, quien notó que Sara intentaba contener las lágrimas.

Azalie le hizo un gesto a Christopher para que fuera con ella sin la lapa-humana.

-¿Qué fue lo que pasó, Christopher? –inquirió Azalie.

-Nada –dijo el-. Que a tu hermanita se le subió lo Marcus…

-Pues era de esperarse –dijo Azalie mirando a Montse a lo lejos- Estaba de lo mas ilusionada por que la vieras usando su disfraz y ahí tienes al parásito humano.

-¿Tú también, Azalie? -preguntó Christopher- Yo no la invité, ella llegó, me vió y…

-No me interesa –dijo Azalie- El que tiene la culpa eres tú por lento. ¿Cuándo te le vas a declarar?

-Necesito estar a solas con ella. –dijo Christopher.

-¡Uta! –Exclamó Azalie –Eso va a estar muy difícil después de esto… Qué menso eres.

-Lo sé –dijo Christopher lanzando un suspiro.

Azalie lo miró y repentinamente le un zape. Christopher la miró sin entender el por qué de la agresión.

-Esto es por lento –dijo Azalie, y entonces le dio un ataque de zapes- Y este otro es por menso.

-Ya, no te enojes –decía Christopher mientras se sobaba- Además tampoco iba a dejar que la insultara.

-Pues a ver como haces para mantener a esa niña alejada de ti –dijo Azalie-, porque no quiero ver a mi hermana triste en toda la conve.

Diciendo esto, Azalie se fue a reunir con su hermana y los demás.

El ambiente estaba algo tenso con la presencia de Montse entre ellos. Azalie estaba muy preocupada, ya que sabía que su hermana era algo rencorosa. Azalie posó su vista en Sara., quien miraba a Montse con gran altivez con sus ojos que en ese momento parecían celestes por efecto de los lentes de contacto. La expresión de Sara, junto con el falso celeste de sus ojos, la hacían verse demasiado parecida al Dr. Marcus.

Sin embargo, esa mirada también le recordaba a alguien más…

-¡Hija de la chingada! -Pensó Azalie- Eres igualita a tu padre…. Podría jurar que eres su hija de sangre.

Christopher no dejaba de mirar a Sara, se veía hermosa… hubo un momento en que Christopher también se había percatado del parecido de la chica con su supuesto padre; Sara volteó a mirarlo con aire de superioridad.

-¿Qué me ves? –Preguntó Sara- ¿Tengo monos en la cara o qué?

Christopher volteó sin decirle nada.

El evento estaba abarrotado de gente muchos iban disfrazados, otros tantos vestidos de modo inusual, otros vestidos normales. Azalie miraba a su alrededor buscando inútilmente al muchacho que había visto en su sueño la noche anterior.

Sara fue a inscribirse al concurso de Cosplay. La tal Montse se estaba inscribiendo al concurso de Karaoke, lo cual Azalie notó.

-A parecer tu amiga Montse va a concursar en Karaoke –comentó Azalie- ¿Por qué no te inscribes también?

-¿Yo? –inquirió Sara.

-Claro –comentó Azucena-Demuéstrale quien es la mejor… además no querrás que ella impresione a Christopher.

Sara miró hacia donde se encontraba Christopher y vio cómo Montse no se despegaba un momento de él. Sara hizo una mueca.

-Vamos, voy a inscribirme al concurso de karaoke –dijo Sara.

Muchos de los asistentes a la convención se tomaron fotos con Sara, cuya caracterización de Zelda hubiera sido perfecta si se hubiera teñido el cabello de rubio. No faltó el chico que iba haciendo cosplay de Link, el cual era tan perfecto, que Sara podía jurar que se trataba del mismísimo Link. El chico se tomó diversas fotos con ella. Christopher, por su parte, se encontraba muerto de celos al ver que Sara parecía estar haciendo migas con el supuesto Link.

Azalie, por otro lado, vigilaba de cuando en cuando, buscando al muchacho que había visto con Sara en el sueño.

La conve terminó por ese día y el joven del disfraz extraño nunca llegó. Azalie no le dio mucha importancia, lo más seguro era que el chico quizá iría solamente al concurso, el cual sería al día siguiente antes de dar por terminado el evento. El grupo se dirigió al hotel, junto con Montse, quien fue invitada por cortesía por Azalie, mientras llegaran por ella. Sara y sus amigos se encontraban en una de las habitaciones, algunos jugaban duelo, y otros conversaban. Sara y Azalie se encontraban en el balcón de la habitación. Sara parecía algo preocupada.

-¿Qué pasa? –le preguntó Azalie.

-Nada –dijo Sara-. Lo que sucede es que… tenía la esperanza de conocer al chico de mis sueños en la conve…

-Quieres decir… -inquirió Azalie- ¿A la persona que soñaste?

Sara asintió.

-Bueno –dijo Azalie- recuerda que mañana continúa la conve… ¡Tengo una idea! Voy a leer tu energía. Dame tus manos.

Sara le extendió sus manos a su hermana, quien la tomó por ambas manos y cerró los ojos. Después de unos momentos, Azalie soltó las manos de su hermana y se quedó mirándola un momento.

-¿Qué viste? –inquirió Sara.

-No vi, nada, solo sentí…. Cuando lees la energía no puedes ver, sólo puedes sentir lo que vaya a venir –explicó Azalie-. No puedes ver cosas con exactitud, ni el momento exacto en que ocurrirán.

-Ya veo… -dijo Sara.

-Sin embargo –continuó Azalie-, pude sentir que va a haber un encuentro muy importante en tu vida.

Sara volteó, con el rostro iluminado parcialmente por la luz que provenía de la alcoba.

-¿En verdad? –inquirió.

-Sí… éste será un encuentro muy especial… -dijo Azalie- ¡Y ocurrirá muy pronto! Muy pronto encontrarás a una persona que será muy importante en tu vida, Tal vez no sea mañana, pero pronto llegará el momento.

-Sí, claro… -dijo Sara con una mirada de incredulidad en sus ojos turquesa- Ya llegará mi momento…

Sara bostezó y se dio la media vuelta.

-Exacto… de nada me sirve preocuparme –dijo Sara mientras se dirigía al baño-. Me voy a bañar…

Sara entró al baño, dejando la puerta entrecerrada sin darse cuenta. Azalie se puso a conversar con los demás.

Dentro del baño, Sara se despojó del disfraz y se deshizo el peinado. Entonces, la joven abrió la llave del agua corriente y entró a la ducha.

-Esa es la evidencia, Sara… -se dijo a sí misma- En estos días ni siquiera te sientes hermosa, como si fueras la princesa Zelda.

Sara salió de la ducha y tomó la toalla para secarse, no se había dado cuenta de que estaba siendo observada por la puerta entrecerrada.

-La princesa Zelda… sí, por supuesto, ahora yo soy la princesa Zelda… Toda mojada, sin poderes mágicos… y desanimada. –decía Sara mientras se secaba.

Mientras, Montse observaba a Christopher, quien a su vez, observaba sonrojado a través de la puerta entrecerrada.

-Disculpa, Azalie… -dijo Montse.

-¿Qué sucede? –respondió Azalie.

-¿No te parece que Christopher ve a la señorita Sara con ojos de enamorado?

Azalie miró a Montse y lanzó un suspiro.

-No digas tonterías, Montse. –Dijo-. Qué cosas…

En ese momento, Azalie se dirigió hacia donde estaba Christopher.

-¡Pero no está bien que la espíes cuando se está bañando! –Dijo Azalie mientras arrastraba a Christopher de los cabellos lejos de la puerta ante las risas de los demás.

Al día siguiente, la convención siguió. Azalie intentó divisar al extraño personaje de su sueño sin éxito.

El sujeto nunca se presentó. Sin embargo, Sara ganó el tercer lugar en el concurso de cosplay. Eso había sido una injusticia, ya que merecía el primero. El ganador fue un sobrino de los organizadores.

Terminada la convención Sara y su gente, ya sin Montse, se dirigieron al hotel. Eran alrededor de las 9:00 de la noche, el grupo decidió ir a cenar para irse al bosque de Raccoon a acampar. Sara y sus amigas ya estaban cambiadas, al igual que los muchachos, quienes las esperaban en el lobby. Azalie recordó lo que el taxista había comentado.

-Sara –dijo Azalie algo preocupada- ¿No crees que deberíamos desistir de esto? Después de todo no sabemos a lo que nos estamos enfrentando…

Sara se volvió hacia su hermana.

-Azalie –dijo Sara mirándola comprensiva- No tienes nada que temer… entiendo que estés preocupada, pero toma en cuenta que estamos armados, y yo prácticamente tengo mi arma integrada… Además, sabes que si no estoy yo contigo, estarás acompañada…

-No es por eso que temo, yo sé que estaré acompañada, me preocupas tu… -replicó Azalie.

-Azalie… -dijo Sara sonriendo- No pasará nada malo… Tú sabes que matarme no es tan fácil. Además… por alguna razón, siento una gran necesidad de hacer esto… siento que algo va a suceder… no sé qué… pero siento que esta experiencia, será muy importante en mi vida, y por alguna razón, esto me va a marcar… De algún modo.

Azalie miró a su hermana, sabía perfectamente que Sara no cambiaría de opinión tan fácilmente.

-Yo no vengo a ver si puedo… -dijo Sara con decisión- Si no porque puedo vengo.

El grupo llegó al bosque de Raccoon alrededor de las 12:00 de la noche. Después de recorrer el bosque, decidieron prender una fogata. Sara sacó su cámara de video y comenzó a grabar.

-¡Huy! –Decía Sara mientras grababa con su cámara- Este lugar es ideal para grabar una película de terror.

-Si…-comentó Christopher- Ya casi puedo ver a los zombies deambulando por el lugar…

-¡Cállate, Christopher! –Dijo Azucena- Este lugar me da escalofríos.

Sara comenzó a grabarse a sí misma.

Estamos aquí, en las afueras de Ciudad Racoon... en el bosque Racoon ubicado al pie de las montañas Arclay... Nuestra misión es averiguar acerca de los asesinatos misteriosos por estos lares, esta vez me acompañan mi hermana Azalie, -dijo Sara mientras tomaba a Azalie- ¿Azalie, tienes algo qué decir de esto?

-A ver si encontramos al Chupacabras. –dijo Azalie riendo.

-Muy bien –contestó Sara mientras apuntaba su cámara hacia Yoshua-. Y aquí tenemos a nuestro perro Inu Yoshua.

-¡Ya deja de filmarme! –exclamó Yoshua mientras tapaba el lente de la cámara con la mano.

-Para continuar… -dijo Sara- Tenemos aquí a Azucena.

-¡Deberíamos hacer una película de terror en este bosque!- expresó Azucena.

-¡También tenemos aquí a Beka Moon! –dijo Sara mientras filmaba a su amiga.

-¡Ojalá y encontremos zombies! –exclamó Beka felíz.

-¿Cómo va a haber zombies, Beka? –Dijo Yoshua- ¡No mames! Eso sólo pasa en las películas y los videojuegos…

En ese instante, Christopher, Abner y Sebas se atravesaron ante la cámara de Sara.

-Amá, amá… ¡Estoy en la tele má! –Gritaban los muchachos con el típico acento de los nacos.

-¡Oigan! –Exclamó Sara molesta- No arruinen mi reportaje.

Sara discutía con Christopher, Abner y Sebas mientras Azalie miraba la escena divertida.

-Esa Sara nunca pierde el sentido del humor –comentó Azalie con una sonrisa- Porque a veces… solo por un instante… sus ojos se vuelven fríos como el hielo...

Azalie bajó la mirada.

-Como los del Dr. Marcus –pensó.

Sara y sus amigos jugaban alrededor de la fogata. Extrañamente, el lugar no lucía tan lúgubre con la presencia de esos muchachos quienes de algún modo llenaban de vida el oscuro bosque de Raccoon.

Nadie se había dado cuenta de que desde las sombras alguien los vigilaba.

-Beka, grábame–dijo Sara mientras le daba la cámara a Beka-. Voy a cantar.

-¿Cual piensas cantar? –inquirió Azucena.

-Canta "El cantar de la luna oscura" –demandó Christopher.

-Sí –dijo Sebas- Aviéntate esa.

Sara comenzó a cantar.
Es el país de la luna oscura,

Es la habitación deshabitada.

Es la más bella criatura

Es la dama Descorazonada.

Apuestos galanes la cortejan

Y aquellos que la han conseguido

Con el paso del tiempo la dejan

Y ella llorando escoge el olvido…

De olvido vive y de olvido muere

Como planta en jardín olvidado

Sabiendo que nadie la quiere,

Sabiendo que nadie la ha amado.

Es la inocencia perdida

Es la vejez negada

Y unas lágrimas perdidas

María vive desesperada.

De olvido vive, de olvido muere

Como planta de jardín olvidado,

Sabiendo que nadie la quiere

Sabiendo que nadie la ha amado.


Desde las sombras un apuesto joven de largo cabello, atraído por la luz de la fogata y el barullo, observaba al grupo atentamente, sin embargo, miraba a Sara con gran atención.

-¿Podrá ser…? –murmuró el muchacho mirando a Sara con atención.

A lo lejos, Sara pareció molestarse con Christopher por algo y sacó sus garras... al ver a la pelirroja sacar sus garras, el rostro del joven desconocido se iluminó de alegría.

-¡No es posible! ¡Es ella! No hay duda... -musitó el desconocido mirándola extasiado, mientras Sara perseguía furiosa a Christopher- Después de tantos años... Por fin ha regresado ¿Qué estará haciendo aquí? ¿Será que lo recuerda? ¿Habrá venido a buscar…?

Sara se detuvo en seco.

-¿Qué sucede?-Inquirió Christopher.

-Nada –dijo la muchacha guardando sus garras- Solo que… me siento rara… como si alguien me estuviera observando.

-¡Órale! –Exclamó Sebas- No sabía que padecías delirio de persecución. Si no hay ni un alma en varios kilómetros a la redonda.

-Tienes razón –dijo Azalie- Debe ser tu imaginación.

-Sí… -dijo Sara- Es posible que se trate de eso. Por cierto… ¿qué hora es?

Azalie miró su reloj con atención.

-Ya son las cinco de la mañana –comentó-. Tú decides… ¿Qué hacemos?

- Mira... –respondió Sara- aquí no podremos dormir... es peligroso… Además, está por amanecer. Lo mejor que podemos hacer es empezar a recoger todo esto y recorrer la zona. Creo que será lo mejor...

-Tienes razón –dijo Christopher- Siento que este lugar es más seguro a la luz del día.

-De hecho. –aseveró Yoshua

Los muchachos recogieron todo lo que habían puesto y apagaron la fogata ante la mirada atenta del desconocido y emprendieron de nuevo el recorrido. Sara se quedó un momento atrás, y miró en dirección donde se encontraba el desconocido, sin embargo, la joven no lo vió.

Después de recorrer el bosque toda la mañana, sin éxito alguno. El grupo decidió comer algo, para después seguir su camino. Azalie le pidió a Sara prestada su videocámara para filmar, lo cual Sara aceptó. Azalie grabó gran parte del rondín. El grupo llegó a donde había un pequeño riachuelo el cual podía cruzarse por dos delgados troncos que estaban atravesándolo; la primera en pasar fue Azalie, la cual se puso a filmar cómo pasaban los demás. Después pasó Yoshua, Beka, Sebas y Abner. La penúltima en pasar fue Sara, quien ágilmente y sin problemas cruzó el río. Sara miraba a Christopher, quien se encontraba al otro extremo del tronco.

-Ya pásate, wey –dijo Sara- No te pasa nada.

Christopher se sentía algo inseguro, por lo cual titubeaba. El muchacho empezó a cruzar con algo de miedo los troncos.

-Wey, pásate rápido –decía Sara- Si sigues así te vas a caer.

-Espérame. –decía Christopher mientras caminaba nerviosamente y con cierta torpeza por los troncos.

Sara sonrió con malicia, era el momento de su venganza por lo sucedido antes de la conve. Azalie observó, cómo ese gesto lleno de maldad le recordaba al Dr. Marcus.

-A que le movía a los troncos… -decía Sara con esa sonrisita- A ver cuánto aguantas.

-¡No wey! -decía Christopher serio.

-¡Si wey! -respondía Sara.

-¡No wey! –Repitió Christopher más nervioso.

-¡Sí wey! –dijo Sara con esa sonrisa llena de crueldad.

En ese momento, Sara comenzó a mover los troncos haciendo que Christopher perdiera por un momento el equilibrio.

-¡Yaaa wey! –Vociferó Christopher asustado.

Azalie observó la expresión de Sara, quien parecía disfrutar el sufrimiento de su pretendiente.

-Sara puede llegar a ser muy maldita –Pensó Azalie.

No contenta con eso, Sara siguió moviendo los troncos, por lo cual Christopher estuvo a punto de caer al riachuelo, sin embargo, el muchacho se aferró a los troncos.

-¡Ya, Sara! –Decía Christopher mientras se aferraba al tronco para no caer- ¡Te estás pasando de mamona!

En ese momento, Christopher cayó al riachuelo, dando un grito por el susto ante las risas de Sara. Afortunadamente, era un riachuelo que no era profundo, por lo cual del susto y la mojada no pasó.

-¡No mames! -Decía Christopher molesto mientras salía del riachuelo con ayuda de Sebas- ¡Pinche Sara mamona! Te pasas.

Azalie se acercó a su hermana.

-Te pasas, Sara –dijo Azalie mirando a su hermana - ¿Por qué hiciste eso?

Sara se volvió hacia Azalie.

-Por que el hirió mis sentimientos primero –dijo Sara seria-. Esa fue mi venganza.

-¿Por qué siempre tienes que ser tan vengativa? –Inquirió Azalie mirando a su hermana con tristeza.

Sara se detuvo un momento.

-Por que la venganza es dulce –dijo ella.

-¿Pero qué te ha hecho Christopher? –inquirió Azalie mirando a su hermana a los ojos.

-Te diré que me ha hecho –dijo Sara- Christopher defendió a su amiguita la tal Montse. Le dio preferencia a ella. Tú sabes muy bien que Christopher me gusta, y el hecho de que la persona que te gusta ponga en primer lugar a otra tipa no es nada bonito. Y menos si es una pinche mierda asoleada. Eso duele, eso realmente me caló.

-Yo entiendo, Sara, pero.

-Christopher me lastimó, Azalie –interrumpió Sara- y yo no me voy a quedar con la herida. Tú me conoces, Azalie, basta con que me hagas un pequeño rasguño, para que yo te ensarte la espada completa. Basta que me des un pequeño zape, para que yo te me aviente encima hasta dejarte muerta. Además fue divertido ¿No viste cómo gritó como niña asustada?

Azalie se detuvo.

-Pero, no debiste ser tan cruel… -dijo Azalie.

-A mí no me gusta que pedaleen mi bicicleta… -dijo Sara mientras se alejaba.

Christopher se acercó a Azalie.

-¿Cuál es su problema? –dijo Christopher mientras miraba a Sara alejarse.

-Su problema es que está loca por ti. –respondió Azalie.

-¿Cómo sabes eso? –inquirió él.

Azalie lo miró directamente.

-Porque lo que acaba de hacerte fue una venganza… -dijo ella- ¿Sabes por qué?

-No. –respondió Christopher intrigado.

-Por lo sucedido antes de la conve. –Dijo Azalie- Por lo de Montse.

-Sí, -dijo Christopher- Pero entiende que su comentario fue muy cruel, yo no iba a permitir que la insultara.

Azalie miró a Christopher con severidad.

-Mi hermana siempre ha sido muy vengativa –explicó Azalie- Si tu le haces un moretoncito, ella va a aplastarte. Si le das una patada, ella te va a destrozar los riñones a patadas. Si tú la hieres, ella va a querer matarte. Sara es una buena persona, pero cuando hieren sus sentimientos, muestra su lado malo. Pero ve el lado bueno, si ella se vengó de ti de esa manera, es porque le caló lo sucedido. Lo cual significa, que ella está loca por ti. Lo que yo pienso es que deberías declararte de una vez.

Christopher miró a Sara a lo lejos; realmente la quería. Entonces miró a Azalie.

-Espero que se de pronto el momento –dijo Christopher- Y en cuanto eso pase, le diré lo que siento. Y Te juro que para antes de tomar el avión a Victoria, Sara y yo ya seremos novios.

-Pues apúrale –dijo Azalie- porque te la ganan.

El viento soplaba con fuerza ese día, lo cual tenía a Sara de muy buen humor. La chica caminaba por las vías del tren cantando alegremente.

-Oigan… -comentó Sebas- Yo no he visto nada raro… Se me hace que es puro pinche pedo.

-No… -dijo Azalie- Algo muy raro está pasando por aquí, puedo sentirlo.

-Yo creo… -comentó Beka mirando a su alrededor- Que sea lo que sea que está matando tanta gente, ataca por las noches.

-En efecto –afirmó Christopher- ¿Qué hacemos?

-Miren... –respondió Sara- vamos a hacer esto: Vamos a instalarnos aquí cerca de las vías. No hay pierde. En la noche hacemos otro rondín. ¿Les parece?

-Pero este bosque está enorme –replicó Yoshua-. ¡Qué hueva!

-Sara se refiere a que primero cubramos esta zona –explicó Christopher- Mañana exploramos lo demás, y pasado lo que falte y así hasta que hallemos algo.

-Exacto –expresó Sara-. Vamos a rastrear esta zona primero.

-¿Y qué hacemos mientras anochece? –inquirió Abner.

-Pues vamos a dormirnos –respondió Sara.

-Me parece bien. –Dijo Azalie-. ¿Qué dicen muchachos?

Los muchachos se encontraban acomodando sus bolsas de dormir, algunos ya hasta estaban dormidos.

-Bueeeeno. –dijo Sara mientras se recostaba.

Los demás se dispusieron a dormir.

Eran alrededor de las 20:17 horas de ese día, 23 de julio del 98, cuando Ecliptic Express surcaba el denso bosque de Raccoon. Entre los pasajeros de dicho tren, se encontraba un equipo de investigadores propuestos a reabrir el viejo Centro de Formación de Umbrella. Todo parece estar marchando a la perfección, algunos pasajeros duermen, otros conversan, y algunos otros se entretienen revisando sus notas, uno de ellos era Michael Pearson quien desde hacía un rato se encontraba leyendo los expedientes de diversos empleados que habían sido en su tiempo estudiantes del Centro de Formación. Los documentos que Pearson tenía en sus manos, eran tan solo copias; los originales seguramente se hallaban en dicho centro.

Uno de los camareros pasó junto a Pearson, y al ver la pequeña insignia de Umbrella que éste llevaba en la solapa del saco, la cual identificaba a Micheael Pearson como un pasajero habitual, lo saludó con un leve movimiento de cabeza. El hombre se recargó mientras seguía leyendo el expediente de Kerrigan Morningside, quien había sido una de las primeras alumnas del centro de formación quien entró justo el año que se inauguró.

El aire se sentía cargado de humedad, probablemente se avecinaba una lluvia veraniega.

Repentinamente, la lluvia comenzó a salpicar ruidosamente en la ventana, como si alguien hubiera lanzado una cubetada de agua contra el cristal de la ventana. En ese instante, varios golpes secos resonaron sobre el techo del tren.

-Grandioso… –pensó Pearson- Una granizada…

El destello de un relámpago rompió la densa oscuridad e iluminó la pequeña colina elevada que se encontraba en la parte más profunda del bosque. Pearson levantó la mirada y vio una alta silueta recortada contra los árboles en la cima de la colina, parecía ser alguien con una especie de abrigo largo, o una túnica sacudida por el viento. Un negro presentimiento se apoderó de Michael Pearson al ver cómo la extraña figura alzaba los brazos hacia el cielo… y entonces el resplandor del rayo se desvaneció sumiendo en la obscuridad la estrambótica escena.

-¿Qué diablos…?

Repentinamente, un golpeteo más fuerte, hace que varios se levanten a ver lo que sucedía. Al observar por las ventanas, se dan cuenta de que éstas están repletas de de gruesas masas oscuras… de ningún modo podría tratarse de agua, eran criaturas parecidas a babosas… que se abrían mostrando docenas de dientes afilados, las cuales despedazaron los vidrios y comenzaron a propagarse por el tren arrasando con todo lo que se atravesara en su camino.. Pearson retrocedió asustado y escuchó un grito desesperado que parecía provenir de otro vagon, y así, los gritos se multiplicaron mientras el pánico se apoderaba de el… y de todos los pasajeros. En ese momento Michael Pearson lo supo…. Estaba condenado

Mientras el tren sigue su camino fuera de control hacia su desgracia, la misteriosa imagen los observa impasible mientras levanta sus brazos en plan solemne.

Sara despertó antes que todos sus acompañantes, así que decidió salir a explorar el lugar mientras sus amigos despertaban, después de todo, sabía que su hermana podría encontrarla en caso de cualquier cosa. La pelirroja recorría el bosque con cámara en mano. El bosque le parecía sumamente hermoso, le gustaba sobremanera el lóbrego aspecto del lugar. La muchacha caminaba sin miedo en la oscuridad de la noche, pues ella sabía bien que en caso de algún encuentro con el autor de los asesinatos, Sara lo despedazaría con la ayuda de sus afiladas garras. La chica se detuvo un instante y respiró el aire cargado de humedad.

-Ay wey… no tarda en llover –murmuró.

Siguió caminando por el lugar, disfrutando cada paso, saboreando ese silencio mientras observaba el bosque que por alguna extraña razón, le traía un sentimiento de nostalgia cada vez más fuerte. La pelirroja miró al cielo, y efectivamente, se encontraba nublado…

-Este lugar… -murmuró Sara para sí misma mientras se agarraba el pecho angustiada- me parece muy familiar. Como si alguna vez hubiera estado aquí... en un pasado distante. ¿Por qué siento esta nostalgia? Nunca en mi vida, que yo recuerde he venido a Ciudad Racoon. ¿Por qué siento esto?

En ese momento, Sara escuchó un ruido extraño. La muchacha se puso en guardia, y un olor putrefacto llegó a su naríz.

-¡Puta madre! –Exclamó la joven tapándose la naríz- Apesta a perro muerto…

Repentinamente, un perro intentó echársele encima, pero en un sorprendente despliegue de agilidad, Sara lo atravesó con sus garras haciendo que el animal emitiera un chillido y lo lanzó lejos. Sara siguió su camino sin fijarse en el animal que la había atacado. No se dio cuenta de que el animal que la había atacado, parecía tener un avanzado estado de putrefacción.

-Me cagan los perros –masculló Sara-. Siempre tragándose la mierda y la carroña si no es que se revuelcan en ella… son pocos los perros que me agradan… muy pocos.

La joven subió a lo alto de la colina sin problemas y al llegar a la cima, observó el espeso bosque de Raccoon, y maravillada por la excelente vista, decidió sacar su videocámara para filmar el lugar.

-¡Órale! -Exclamó Sara mientras filmaba el lugar- De aquí tengo una vista chingona de este bosque. Este lugar está con Madre... Algún día filmaré una película de terror en este lugar.

Sara obtenía una excelente toma panorámica del lugar, cuando de pronto, algo capturó su atención.

-¿Qué chingados pasó aquí? –Se dijo Sara a sí misma mientras bajaba su cámara- ¿Por qué está ese tren parado?

La pelirroja volteó la cámara hacia sí y comenzó a grabarse a sí misma tomando una actitud más seria.

-Mi nombre es Sara Leticia Andrade Garza; me encuentro en el bosque de Raccoon, a las afueras de Ciudad Raccoon al pie de las montañas Arclay. Hacia el oeste, puede verse ese tren –narraba Sara mientras enfocaba el tren- que por alguna extraña razón se paró... ¿Qué demonios habrá pasado?

Sara se acercó más a la orilla para poder filmar mejor y hacer un mejor acercamiento.

Se aproximó a la orilla...

Un poco más...

Entonces, repentinamente, su pié resbaló, y Sara cayó al vacío...

O eso creyó…

-¡Ay, cabrón! –exclamó la muchacha asustada al momento de resbalar.

En ese instante, Sara sintió que alguien la sujetaba firmemente de la cintura evitando así su caída, que pudo haber sido muy dolorosa.

El sujeto cargó a Sara y la llevó lejos de la orilla, entonces, ya estando ella a salvo, volteó a mirar el rostro de su salvador...En ese instante, sus miradas se cruzaron, y en ese instante el tiempo pareció detenerse para ambos, era un momento mágico... El pasado y el futuro habían perdido su importancia y solo existía ese momento. El hombre la miraba como si la hubiera esperado toda su vida. Ella estaba sin palabras.

-¡Papantla, tus hijos volan! –Pensó Sara mientras miraba extasiada a su salvador- ¿Quién será?

Sara se quedó con la mirada perdida en el celeste de los ojos de ese apuesto joven de extraña vestimenta, que no era otro, que el desconocido que los espiaba desde las sombras cuando recién habían llegado.

Por alguna razón, a Sara le pareció muy familiar el rostro de ese hombre… como si lo conociera de toda la vida.

-Gracias… estuvo cerca –dijo Sara al fin mientras lo miraba con una mezcla de curiosidad y admiración.

El hombre misterioso le sonrió dulcemente.

-No iba a dejarte caer… -respondió el joven con una sonrisa.

Sara se quedó mirando al sujeto tratando de buscarlo en su memoria, en lo más profundo de sus recuerdos…

-Oye... tu rostro me es familiar... muy familiar–dijo la muchacha mirándolo a los ojos-, dime, ¿Nos conocemos?

El desconocido se quedó estático por la pregunta durante un instante, y entonces sonrió.

-Posiblemente... –respondió con voz serena- en algún momento del pasado...

-No lo sé –contestó ella con una sonrisa melancólica- hay tanto de mi pasado que no sé, que no recuerdo. Que ni siquiera sé de dónde vengo...

-¿Cuál es tu nombre? –preguntó el.

-Sara –dijo ella-. Sara Leticia Andrade Garza.

El sujeto la miraba fijamente, Sara pudo detectar cierta emotividad en el desconocido. Sara sonrió, y el desconocido tomó las manos de Sara entre las suyas.

-Sara… -murmuró el joven en tono emotivo- Es muy bonito…

Ella sonrió.

-Está bien… -dijo el muchacho sonriendo mirándola a los ojos mientras sostenía las manos de la joven entre las suyas- Sara.

-¿Por qué siento que lo conozco? –se preguntaba la chica sin dejar de mirar al desconocido- Y su olor... me es tan familiar... me trae mucha nostalgia, y un sentimiento de felicidad, de paz y alegría... su olor me hace felíz... de hecho, se siente como la mano que me acarició en mi sueño…

-¿Pasa algo malo? –indagó el joven misterioso.

- No… nada. Es que... siento como si te conociera desde hace mucho –expresó Sara-. Es muy extraño... es un sentimiento... agradable, muy agradable. Me siento feliz por alguna razón.

El hombre misterioso sonrió enigmáticamente.


Notas: Expresiones como "Se le subió lo Marcus" Se refiere a que se portó muy arrogante (James Marcus no se caracterizaba por ser muy modesto) o "Le salió lo Marcus" Se refiere a cuando Sara se enoja. Es común estas expresiones en estos casos, por decir, en el caso de Christopher se usaría el "Le salió lo Robles" o en el de Azalie "Le salió lo Andrade"

Zape.- Es un golpe en la cabeza con la mano extendida.

Amá.- Degeneración de la palabra Mamá… otra parecida es la típica "Má"

Papantla, tus hijos vooolan.- ésta frase es un piropo que dicen las mujeres a los hombres aquí en méxico; como decir: "Papacito, qué bueno estás". Esta frase, hace Referencia a Papantla, una ciudad de Veracruz, que se caracteriza por sus indígenas voladores. Es como decir: "Papantla tus hijos Vuelan" solo que para que se oiga mas chistoso, se dice "volan"
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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Ada Wesker » 19 Sep 2013 05:09

Como siempre, perfecto y esplendido, escribes y lo explicas muy bien, asi da gusto leer los fics xD
algunos puntos que me llamaron la atencion:

1_ ¿que wesker es raro por no quitarse los anteojos? mi Weskersito no es raro por usar siempre los anteojos, es cool por usarlos
2_ ¿Wesker y Birkin novios? QUEEEEEE???? WTF??? como es eso posible, y Annette y Sherry, porque ovbiamente no la trajo la cigüeña (se me hacia que era la hija de Wesker, jeje)... aunque si he de ser sincera, casi me da una henorragia nasal al leer esa parte... tiene logica lo que digo????
Wesker: a mi parecer, no.
3_"la suerte de las feas, a las bonitas nos vale madres" como me rei con esta parte, donde venden esas remeras??? yo quiero una!!!
4_ los dibujos son geniales, especialmente de Sara y Marcus sobre el cesped, se nota que lo amas.

y creo que eso es todo
saludos ;-)
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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lenore Marcus » 19 Sep 2013 11:47

Ada Wesker escribió:Como siempre, perfecto y esplendido, escribes y lo explicas muy bien, asi da gusto leer los fics xD
algunos puntos que me llamaron la atencion:

1_ ¿que wesker es raro por no quitarse los anteojos? mi Weskersito no es raro por usar siempre los anteojos, es cool por usarlos
2_ ¿Wesker y Birkin novios? QUEEEEEE???? WTF??? como es eso posible, y Annette y Sherry, porque ovbiamente no la trajo la cigüeña (se me hacia que era la hija de Wesker, jeje)... aunque si he de ser sincera, casi me da una henorragia nasal al leer esa parte... tiene logica lo que digo????
Wesker: a mi parecer, no.
3_"la suerte de las feas, a las bonitas nos vale madres" como me rei con esta parte, donde venden esas remeras??? yo quiero una!!!
4_ los dibujos son geniales, especialmente de Sara y Marcus sobre el cesped, se nota que lo amas.

y creo que eso es todo

saludos ;-)

Jeje Gracias... y bueno unas aclaraciones a tus puntos
1.- Bueno, a Lenore (que es Sara cuando era una niña criada por el Dr. Marcus, como ya habrás leído) le daba cosa que nunca podía ver sus ojos... además... como que usar lentes de sol por la noche no es algo... normal... aunque conociendo a Lenore, si en algún momento le vió los ojos a Wesker, probablemente se entusiasmaría XD
2.-No, Wesker y Birkin no son novios realmente en esta historia, todo es culpa del Dr. Marcus que un día estaba de un muy buen humor bastante inusual en el y le enseñó a la pequeña Lenore a decir que Albert y William eran novios solo por querer trollearlos (molestarlos). Ese Jimmy es un loquillo. De hecho, si lees el capítulo 6 verás que Birkin quería echarse una aventurita con Sarita sin saber que en realidad ella es Lenore.
3.-Siii!! Esas remeras solían venderlas aqui en México, aunque hace añales que no las veo, pero siempre puedes mandar serigrafiar o imprimir una con esa frase ;)
4.-Sí... ese dibujo me fascinó... ahi está la prueba de cuanto lo adoro.
Sigue leyendo, esto se pone bueno... y una disculpa, ya que el capítulo que acabo de publicar está repetido. En un momento subo el que debí haber publicado.
Gracias y sigue leyendo y no olvides seguir comentando, ya que así sabré que está siendo leído y seguiré subiendo!! Un abrazo!!
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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lenore Marcus » 19 Sep 2013 11:57

Ora sí, el capitulo que debí subir anteriormente:
-Capítulo 8-
-El expreso de la muerte-
Oculto:
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Tal vez sea equivocado pensar que exista algún límite al terror que pueda experimentar la mente humana. Por el contrario, parece que algún efecto exponencial comienza a obrar entre mas y mas profunda cae la oscuridad; por renuente que uno sea a admitirlo, la experiencia humana tiende, de muchas formas a apoyar la idea de que cuando la pesadilla se vuelve harto negra, el terror genera el terror, un mal engendra otros, frecuentemente mas deliberados, hasta que por fín las tinieblas parecen cubrirlo todo. La más aterradora pregunta de todas quizá sea exactamente cuánto terror es capaz de experimentar la mente humana y aún mantener una cordura alerta, fija, inexorable. Huelga decir que tales sucesos cuentan con su calidad absurda. En cierto punto, todo empieza a ponerse bastante chistoso. Es posible que ése sea el momento en que la cordura o inicia su salvación o se dobla y descompone; el momento en que el sentido del humor comienza a reafirmarse.

Tal vez Christopher Robles Vázquez hubiera guardado tales pensamientos de haber estado reflexionando racionalmente durante toda la noche del 23 de julio de 1998.

Christopher y los demás despertaron alrededor de las 9 de la noche, y después de levantar el campamento, decidieron seguir su camino. Tal vez era el hecho de que estaban modorros o demasiado nerviosos, pero nadie se percató de la ausencia de Sara.

-Oigan…-dijo Yoshua señalando en dirección a las vías- ¿Por qué no vamos para allá? Parece que hay algo interesante…

Azalie volteó hacia donde su novio señalaba y notó que en efecto, ahí había algo.

-Vamos para allá –dijo Azalie.

El grupo llegó a las vías y ahí se encuentran con un tren que está parado y aparentemente abandonado. El bosque estaba inundado por una oscuridad densa, la cual solo era iluminada por la luz de la luna llena que asomaba entre los nubarrones cargados de humedad y cuyos rayos se reflejaban en los vidrios de las pocas ventanas que sobrevivieron al ataque de las sanguijuelas, dándole un ambiente por demás tétrico.

-¿Qué diablos es esto? –murmuró Christopher sorprendido.

-Es un tren, pendejo –respondió Yoshua- ¿Qué estás ciego o qué chingados?

-¡Cállese o lo meo! –dijo Christopher algo molesto.

Azalie se acercó al tren y con ayuda de su linterna, leyó el letrero.

-Ecliptic Express –leyó la muchacha-. Hay algo muy extraño acerca de esto, si me lo preguntan.

Beka y Azucena se acercaron, Azucena giró la cerradura de la puerta del vagón, e inmediatamente la cerró.

-¡Está abierto! –Exclamó Azucena sonriendo sorprendida.

Beka sonrió con malicia.

-¿Y si entramos? –Inquirió Beka como quien quiere convencer a un niño de hacer una travesura.

Los demás se miraron unos a otros, la idea parecía muy atractiva, de cualquier manera, en caso de que ahí dentro estuviera escondido un delincuente, ellos iban en grupo, lo cual facilitaría la defensiva.

-No sé qué opine Sara –Comentó Azalie.

Christopher buscó la aprobación de Sara, sin embargo, ni siquiera vió a Sara.

-Oigan… Hablando de Sara –dijo Christopher preocupado- ¿Dónde está? ¿Alguien la ha visto?

-¡Es cierto! –Exclamó Azalie- ¿Dónde anda?

-Se ha de haber perdido por aquí –dijo Sebas volteando a su alrededor.

-Iré a buscarla –dijo Christopher- No debe estar muy lejos. Ustedes quédense aquí, métanse al tren si quieren, pero no salgan hasta que regrese con ella, ¿de acuerdo?

-Okey –respondió Azalie.

-Los veo en un rato –dijo Christopher

-¡Espera! –demandó Azalie.

-¿Qué sucede? –inquirió Christopher.

Azalie sacó un péndulo de cristal, el cual estaba suspendido de una cadena. La muchacha cerró los ojos mientras el péndulo oscilaba. Entonces, Azalie abrió los ojos.

-Se encuentra hacia allá –dijo Azalie señalando en dirección en la colina-. Lo más probable es que se encuentre en la colina. Búscala ahí. Tengan mucho cuidado.

Christopher asintió y salió en dirección hacia la colina.

El chico caminaba por el bosque buscando a Sara. De pronto, cayó en la cuenta de que cuando encontrara a Sara, estaría a solas con ella en todo el trayecto hacia el tren, lo cual significaba que el momento para decirle sus sentimientos a su niña de los ojos claros, se le iba a dar en bandeja de plata. Por fin podría declararle su amor a Sara y nada podría echar a perder ese momento. Christopher caminaba alegremente por el bosque oscuro pensando en que era cuestión de minutos para que el anhelado momento en que Sara sería su novia, se presentara. Christopher cortó una de las flores silvestres que crecían en el bosque con la intención de dársela a Sara. Christopher ensayaba lo que iba a decirle.

-Sara, por fin te encuentro… ¡Quiero que seas mi novia! –Decía Christopher-

Entonces se quedaba callado.

-No, es demasiado directo… -se arrepentía.

-No sé si sabes… pero desde que te conocí me encantas… -ensayaba el chico.

El muchacho se fue ensayando todo el camino la manera más apropiada de declararse a Sara.

El hombre misterioso acarició el rostro de Sara mirándola con ternura. Una extraña sensación se apoderó de Sara… la misma que tuvo cuando tuvo ese extraño sueño. Sara miró al sujeto directamente a los ojos.

-¿Podrá ser él? –Pensó mientras acariciaba su mano.

-¿Qué pasa? –dijo el muchacho con sus ojos celestes fijos en los de ella.

-¿Por qué siento esto? –Murmuró Sara- Siento… como si te conociera de toda la vida.

-Yo sólo puedo decirte… -susurró el sujeto con su mano en la de Sara- Que no eres la única que se siente así.

La joven se sonrojó violentamente.

-¡En la madre! –Pensó- ¡Yo también le gusto! ¡Dios mío! Está bien bueno…

-¿Sucede algo? –inquirió el muchacho.

Sara se dio la media vuelta y caminó unos pasos. Se veía algo nerviosa.

-Oye… -dijo la chica- Me gustaría darte algo para agradecerte, digo, me salvaste la vida; desgraciadamente, me agarraste en despoblado, y no traigo ni un pinche chicle para darte.

Diciendo esto, la pelirroja volteó a mirarlo.

-Pero… –dijo la chica mientras se acercaba al misterioso sujeto- espero que lo aceptes.

Repentinamente, Sara besó a su anónimo salvador en la boca. El hombre no lo esperaba, y en un principio parecía incómodo. Sin saber qué hacer, intentó inútilmente zafarse del beso, pero no pasaron ni diez segundos para que el sujeto se sintiera cómodo, cerrara los ojos y correspondiera el beso con la misma intensidad con la que Sara lo besaba.

El tipo, rodeó a Sara por la cintura y siguió besándola. Sara hundió la nariz en el pecho de ese hombre a quien no conocía, y aspiró su olor, el cual le parecía muy familiar, y le hizo sentir una grandiosa y completa paz, que en nada se parecía a la agitación que se había apoderado de él.

-Es un hermoso sentimiento… -murmuró la muchacha, el sujeto tenía la mirada perdida en el horizonte -Lo he esperado toda mi vida. –susurró la chica.

El tipo sonrió, la abrazó con fuerza y la miró a los ojos. Había algo en la mirada de esa joven…. Algo que hacía varios años había visto. El misterioso sujeto se dio cuenta por la mirada de Sara que ella estaba deseando que viera dentro de ella. La voz de la joven rompió el silencio.

-Oye… -murmuró la chica- ¿Me das otro?

El sujeto la miró sonrojado y entonces se inclinó para besarla, pero antes de que pudieran besarse, Se oyó un ruido, ambos se sobresaltaron y Sara volteó...

-¡Sara! –Exclamó Christopher- ¡Gracias a Dios que te encuentro!

El muchacho venía cansado por la subida y respiraba agitadamente.

-¡Christopher! –Exclamó ella mientras se acercaba a su amigo- ¿Qué haces aquí?

-No, la pregunta es: ¿Qué chingados haces tú aquí sola? –Dijo Christopher molesto- ¿No te das cuenta de la situación? ¡Es peligroso este lugar!

Sara perdió la paciencia, no soportaba que se tomara atribuciones que no le correspondían, especialmente cuando ella no estaba sola.

-¡Ya párale, Christopher! –vociferó Sara molesta- En primera, sabes que sé defenderme sola, y en segunda, no estoy sola estoy con…

Sara apuntó hacia donde se hallaba el sujeto misterioso, y al voltear se dio cuenta de que ya no estaba.

-¿Con quién? –Inquirió Christopher levantando una ceja sin comprender- ¿Con el hombre invisible?

Sara se quedó mirando el lugar vacío con tristeza.

-Se ha ido… -dijo la joven bajando la mirada.

-Al igual que nosotros… -dijo Christopher mientras la tomaba del brazo- Vámonos.

Sara se soltó violentamente del brazo de Christopher.

-¿Qué?- dijo ella enfadada.

-Sara, hemos encontrado algo, es necesario que vengas con nosotros. –dijo Christopher.

-Pero… -dijo Sara buscando al desconocido con la mirada.

-Me vale madre si se trata de "Perico de los Palotes" –dijo Christopher molesto-. Tú vienes conmigo.

Christopher tomó a Sara de la mano y se la llevó mientras ella buscaba desesperadamente entre las sombras algún indicio de ese joven de los ojos celestes, quien agazapado entre las sombras observaba ensimismado. Su corazón bombeaba la sangre a una velocidad increíble, provocada por la emoción de haberla tenido cerca, de verse reflejado en sus ojos una vez más.

En el camino, Christopher notó cierta tristeza en Sara, quien volteaba constantemente a mirar a la colina. Algo en aquel extraño joven la intrigaba… su aroma lo sentía tan familiar… tan… agradable. Era como si lo conociera desde siempre…

-Hubiera deseado… -murmuró Sara- Poder quedarme más tiempo con él.

Christopher se paró en seco y miró a Sara con tristeza, y al mirarla a los ojos, se dio cuenta de lo que sucedía. La voz de la joven rompió el silencio sepulcral.

-¿Y esa flor? –inquirió Sara señalando la flor que Christopher sostenía en su mano.

Christopher miró a Sara con tristeza y volteó a mirar a la flor.

-Nada –dijo Christopher mientras arrojaba la flor al suelo-. No es nada importante.

Sara miró a Christopher sin entender y siguió su camino.

Azalie y los demás entraron al vagón del Ecliptic Express con cautela. El interior del vagón estaba decorado con páneles de madera labrados, dando un aire retro ligeramente lujoso al tren, escasamente iluminado por la luz de la luna que provenía de afuera. En ese instante, se escucharon unos balazos provenientes del vagón contiguo.

-¿Qué fue eso? –inquirió Zuci asustada.

-Hay alguien más aquí –respondió Azalie seria-. Vayamos a ver.

-¿Estás loca? –Inquirió Yoshua alarmado- ¿Qué tal si nos balacea?

-No lo creo… -dijo Azalie tranquilamente- Posiblemente se haya estado defendiendo. Vayamos a ver.

Azalie abrió la puerta corrediza y pasaron al otro vagón. Al oír el ruido de la puerta, la persona que se encontraba en el vagón volteó rápidamente apuntando a Azalie con una pistola. Se trataba de una muchacha. Azalie levantó las manos.

-Calma.–dijo Azalie algo nerviosa-. No vamos a hacerte daño.

La muchacha bajó el arma, dejando ver su hermoso rostro y suspiró aliviada al ver al grupo.

-Soy la oficial Chambers de la unidad S.T.A.R.S. –dijo la chica- equipo Bravo. Identifíquense…

-Mi nombre es Azalie Andrade Garza, -respondió Azalie- tengo 17 años y vengo de Ciudad Victoria Tamaulipas, México.

-Yoshua, 17 años, ciudad Victoria Tamaulipas. –respondió Yoshua.

-Abner Azael Tapia Macías, 18 años Ciudad Victoria Tamaulipas. –respondió Abner.

-Claudia Azucena Garza Jiménez, 19 años, ciudad Victoria Tamaulipas. Respondió Azucena.

-Jesús Sebastián González Uresti, 18 años, ciudad Victoria.

-Rebeca Nuñez Nava, 19 años, misma ciudad.-respondió Beka.

La oficial sonrió, se veía más relajada.

-Qué coincidencia, -dijo- Yo también me llamo Rebecca.

-¿En verdad? –contestó Beka.

Azalie miró a Rebecca Chambers, era una muchacha menudita, blanca, de cabello corto color castaño y grandes ojos verdes como las hojas tiernas de los árboles. Tenía 18 años, aunque aparentaba menos debido a la expresión casi infantil de su rostro. Rebecca guardó su arma.

-¿Y qué los trae a Raccoon? –preguntó.

-Vinimos a la convención de cómics. –respondió Azalie.

-¿A la qué se acabó ayer? –Dijo la oficial- ¿Y qué hacen aquí en el bosque? ¿Qué no han escuchado las noticias? Es peligroso estar aquí.

Beka se adelantó.

-Yo le explico –dijo a los demás- Verá: Hace días, en Victoria, escuchamos las noticias acerca de los extraños asesinatos que se llevan a cabo en esta ciudad. Mi amiga Sara y yo somos estudiantes de la carrera de Ciencias de la comunicación de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, y decidimos hacer un reportaje documental sobre lo que está pasando aquí, ya que nos llamó la atención la extraña naturaleza de los asesinatos.

-¡Qué valor! -Comentó la oficial- ¿Y dónde está Sara? .

-Anda perdida –respondió Azalie-. Nuestro amigo Christopher fue a buscarla.

-Aunque… -intervino Yoshua- Lo más seguro es que Christopher se le haya declarado ya. Por fin se les dio el momento de estar solitos.

-Capáz y ahorita ya hasta han de andar a la mitad del Kamasutra… -comentó Sebas.

-¿Tienen idea del peligro que corren sus amigos? –Dijo Rebecca molesta mirando a Sebas con una expresión severa- Hay un criminal muy peligroso por aquí, además de los asesinatos en ésta área… ¿Y tú haciendo chistecitos?

-Mi hermana puede defenderse bastante bien –explicó Azalie tranquilamente-, y no es exageración, pero pobre del asesino si se cruza con ella y le intenta hacer algo… se las verá negras. Y si Christopher se encuentra con ella, podemos estar seguros de que él se encuentra bien. Aunque… con respecto a lo otro… no sabemos a qué nos estamos enfrentando… y pudiera ser que sea mas fuerte que Sara…

-Pero si Christopher no la ha hallado y está solo, corre peligro –mencionó Abner-. Y con lo pendejo que está…

Rebecca y Azalie intercambiaron una mirada, entonces, ésta última miró a su alrededor, y cayó en la cuenta de que la decoración del vagón era mucho más ostentosa que la del vagón anterior, y las luces de este, se hallaban encendidas. Al lado de la puerta por donde habían entrado, se hallaba una escalera que llevaba al segundo piso del vagón.

-Me imagino que este es el vagón de primera clase… - Pensó Azalie.

Azalie se dio cuenta de que había varios cadáveres en el lugar. Todos en avanzado estado de putrefacción.

-Oficial… -dijo Azalie- ¿Sabe usted qué sucedió con este tren?

-Ni idea –dijo Rebecca-. Cuando llegué estaba así. De hecho, cuando los ví entrar, pensé que ustedes eran sobrevivientes.

-No –dijo Azalie- De hecho, acabábamos de entrar cuando escuchamos unos balazos.

En ese instante, la puerta del vagón se abrió y por ella entraron Christopher y Sara. A Azalie se le iluminaron los ojos de alegría.

-¡Sara! –Exclamó- ¡Gracias a Dios estás bien!

Sara sonrió.

-¡Ay enana! – Dijo Sara- tu sabes bien que yo puedo defenderme bastante bien…

Sara miró a Rebecca.

-¿Y esta quién es? –dijo Sara señalando a Rebecca.

-Es la Oficial Rebecca Chambers –respondió Azalie- De la unidad S.T.A.R.S. Equipo Bravo.

-¿Qué Onda, Rebecca? –saludó Sara.

-Ella es mi hermana Sara –señaló Azalie-. Y el que la acompaña es Christopher Robles Vázquez, 19 años al igual que mi hermana.

-Oficial… -intervino Azucena- Los balazos… ¿a qué le estaba disparando?

Rebecca aspiró profundo y señaló tres cadáveres que se encontraban en el piso tirados en avanzado estado de putrefacción.

- No, si ya decía yo que olía chingos a cadaver… -comentó Sara mirando los cadáveres- ¿Y qué te hicieron los pobres muertitos?

-Intentaron atacarme. –respondió Rebecca.

-Eso no es posible… -dijo Sara- Estos muertos presentan una descomposición bastante avanzada… no pudieron atacarte. ¡Si lo sabré yo!

-¿Tu qué sabes? –dijo Rebecca molesta.

-Mira, niña… Yo embalsamo cadáveres en la funeraria de mi padre desde los 14 años. Me han llegado cadáveres en distintos estados de descomposición que he tenido que restaurar y embalsamar. Y créeme, estos no murieron hace media hora -explicó Sara.

-Pues así como los ves de podridos –dijo Rebecca- se levantaron e intentaron atacarme.

Sara miraba a Rebecca sin dar crédito, entonces miró a sus amigos, haciendo la mímica de estarse fumando un porro. Entonces se volvió hacia Rebecca.

-¿De cuál fumaste que estaba buena? –Comentó Sara- Aunque tomando en cuenta que este tren parece haberse detenido recientemente, ya que ayer no estaba aquí… te creo.

Beka tomó las manos de Sara con una expresión de felicidad en su rostro.

-¿Sabes lo que eso significa? –Dijo Beka emocionada- ¡Significa que los Zombies existen!

-¡Qué chido! –dijo Sara brincando de alegría.

Rebecca las miraba sin entender.

-Azalie… -dijo Rebecca- ¿Por qué tu hermana y su amiga están tan felices?

-Mi hermana y su amiga tienen cierta fascinación por los muertos –explicó Azalie-, aparecidos, vampiros, y cosas macabras, y una especial fascinación por los zombies.

-Quieres decir… -inquirió Rebecca haciendo una mueca de asco- ¿Necrofilia?

-No… -respondió Azalie- Solo que les gustan mucho las películas de Romero. Aunque Beka siempre dice que desearía ser novia de un zombie… pero dudo que sea en serio.

-Ya veo. –dijo la oficial de S.T.A.R.S.- Pues al parecer estamos en el mismo barco…

-Más bien dicho: estamos en el mismo tren. –dijo la pelirroja.

Christopher posó su vista en Sara y lanzó un suspiro. Realmente le gustaba demasiado esa niña, y todo parecía indicar que la estaba perdiendo. Sara inclinó la cabeza y entonces volteó hacia una de las ventanas con la mirada perdida.

-Ni siquiera pude preguntarle su nombre… -murmuró Sara sin dejar de mirar hacia la ventana.

-¿El nombre de quién? –inquirió Azalie con picardía.

Sara suspiró y esbozó una gran sonrisa… una sonrisita delatora…

-¿A qué se debe esa sonrisita? –inquirió Azalie.

-Si les contara lo que me pasó -dijo Sara sin dejar de sonreír- ¡Jurarían que no sucedió!

-¡Ya dinos! –Dijo Beka con desesperación- ¿Viste a algún guapo vampiro? ¿O a un sexy desconocido?

-Wey, es que no sabes… -dijo Azucena en son de broma- Lo que pasa es que se encontró con Sephiroth en pleno bosque de Raccoon…

Sara soltó una risita nerviosa y miró a sus amigas.

-Algo así… -dijo la muchacha.

Azalie la miró seria.

-Sara… -dijo Azalie algo preocupada- ¿Qué pasó?

Sara miró a su hermana y sonrió.

-Es que… -dijo Sara con una sonrisa- Conocí a alguien en la colina… Y tenía cierto parecido con Sephiroth… aunque pensándolo bien, se parecía más a Allen Schezar

-¡Detalles! –Demandó Beka- ¡Queremos detalles!

Sara bajó la mirada, lanzó un suspiro y sonrió.

-Pues… era alto, guapo –dijo Sara- ¡Y taaaan dulce! Tenía los ojos más hermosos que he visto en toda mi vida… y había algo en el.

-Danos una descripción más detallada, por favor. –dijo Azalie.

-Tenía su cabello largo hasta los hombros más o menos, lacio a más no poder –explicó Sara- de un color que oscilaba entre el castaño claro y el rubio oscuro. Piel blanca, pero lo que se llama blanca, no chingaderas, parecía cadáver el hijo de la chingada de tan pálido. Pero sus ojos… eran hermosos. Unos ojos sorprendentemente celestes y hermosos. El hombre más perfecto que he visto en toda mi pútrida existencia… Aunque… tenía un estilo demasiado bizarro de vestir.

-¡Wey, eso se corrige! –dijo Azucena.

Azalie no podía creer lo que había oído… la descripción del muchacho del que Sara hablaba coincidía con la del joven del sueño en el cementerio…

-Sara… -dijo Azalie- ¿Cómo vestía el chavo del cual hablas?

-Usaba una túnica blanca de manga larga con grecas azules en las mangas, atada en la cintura con una cuerda –explicó Sara-. Llevaba una especie de brazalete o muñequera en su mano izquierda y un collar con una piedra azul. Y andaba descalzo.

Azalie se quedó fría ante la revelación. En efecto, se trataba del mismo muchacho que había soñado hacía tan solo unos días.

-¿Qué fue lo que pasó? –preguntó Azucena- ¿Cómo estuvo?

Sara sonrió y se acercó a la ventana miró hacia la colina y entonces se volvió a sus amigos.

-Verás, -dijo la muchacha fijando sus ojos de nuevo hacia la ventana- estaba yo a punto de resbalar de la colina, cuando el me salvó de una caída muy dolorosa. Cuando lo miré a los ojos, el tiempo pareció detenerse en ese instante... Había algo en el... me causaba un sentimiento muy fuerte, bonito... como si lo conociera de toda la vida... y la forma en que me miraba... había tanto amor en sus ojos. Pero... su olor... me era tan familiar... me traía un sentimiento de... completa paz y felicidad. Su olor me hace felíz.

-Sara… ¿No será que era un ángel? –Comentó Azucena- ¿Tu ángel guardián, tal vez? Dices que llevaba túnica blanca y que era muy apuesto…

-No lo creo –respondió la pelirroja

-¿Y luego qué? –Insistió Beka- ¿Cogieron? ¿Verdad que cogieron? ¿Cogía rico?

Sara miró a su amiga asombrada.

-¡Noooooooooooooooooooooo! –exclamó Sara, y entonces sonrió- Pero sí nos besamos… Más bien yo lo besé. Se sacó de onda cuando lo hice... pero después, el mismo correspondió el beso... me rodeó con sus brazos y siguió besándome; un poco facilote el tipo, ¿eh? Después nos quedamos abrazados, y estaba a punto de besarme de nuevo cuando de pronto... ALGUIEN –subrayó Sara mirando a Christopher con dureza- llegó a echarme a perder el momento. Ni siquiera supe su nombre...

Azalie escuchaba la su hermana sin dar crédito. Sara había intercambiado palabras -e incluso fluidos- con el tipo del sueño… Por un momento, Azalie recordó, sobre el sueño que su hermana le había mencionado antes, donde alguien la acariciaba… ¿Habrá sido la misma persona?

-Oigan –interrumpió Rebecca- Siento interrumpir, pero creo que no es momento de confesiones eróticas... estamos en un tren lleno de Zombies, y creo que si seguimos así no vamos a avanzar nunca...

-Tienes razón –dijo Sara-. Luego les termino de contar, sigamos.

Sara y su gente, acompañados por Rebecca, siguieron su camino. Pasaron al siguiente vagón, en el cual se encontraban algunas recámaras. Sara miró por la ventana que estaba justo al lado de la puerta por donde habían entrado y vio que el viento soplaba demasiado fuerte. Sara aspiró el aire, el cual sintió cargado de humedad.

-Va a llover –pensó.

Pasaron por un corredor donde había como unas dos puertas. Pasaron por el cuarto donde se guarda el equipaje, cuya puerta se encontraba abierta, y había un montón de equipaje regado por todo el pasillo. Al final del corredor, se encontraba la puerta por la cual se llegaba a la locomotora. Yoshua notó que Sebas miraba a Rebecca con ojos de enamorado.

-Wey –dijo Sebas a Christopher- ¿A poco no está bien chula, la oficial Chambers?

Christopher miró a Rebecca. Sebas lo notó algo desanimado.

-Si –dijo Christopher sin mucho interés-. No está mal.

Sebas miró a Christopher y se rezagó un poco junto a su amigo para hablar en privado.

-A mí no me engañas, cabrón –dijo Sebas- Tu andas desanimado por la pinche Sara.

-¿Y cómo quieres que esté después de escuchar la historia de Sara y su "Sephiroth región 4", cómo se besaron y cómo por culpa mía se les aguadó el romance? –respondió Christopher molesto.

-Wey, para empezar, no es "Sephiroth Región 4", más bien sería "Sephiroth Región 1" recuerda que estamos en Estados Unidos –dijo Sebas molesto-. En segunda: se parecía más a Allen Schezar. Y en tercera: Tú tienes la culpa por lento y por pinche pendejo. Para empezar, tu fuiste el que dejó que Sara se alejara de ti.

-¿Quién? –Dijo Christopher-¿Yo?

-Sí, tú –afirmó Sebas-. Si tu no le hubieras parado el alto a Montese, Sara no se habría puesto celosa, si Sara no se hubiera puesto celosa, no habría insultado a Montse, si no hubiera insultado a Montse, tú no te habrías puesto tan salsita con Sara, ella no se habría encabronado contigo, no habría pensado que tú estabas interesado en Montse y ya hasta hubieran sido novios.

-Pero el hecho de que yo quiera a Sara no hace que yo le dé la pinche razón en todo -replicó Christopher-. Además eso fue un berrinche de niña mimada…

-Ahora resulta que no la conoces –dijo Sebas riendo-. Claro que está bastante mimada, y sí, hay que admitirlo que es bastante creída… pero ¿Cómo no serlo siendo rica, guapa e inteligente? Yo no sé, wey. Lo único que sé, es que esa cruza de "Sephiroth región 1" con "Allen Schezar wannabe" besó a Sara y tu no. Sara está loca por él y no por ti.

Christopher miró a Sara.

-Pues veremos quién ríe al último –dijo Christopher-. Además no creo que Sara vuelva a ver a ese tipo.

Caminaban por el pasillo cuando Sara se cubrió el rostro haciendo una mueca de asco.

-¡Puta Madre! –Exclamó.

-¿Qué sucede? –inquirió Rebecca

-¡Apesta a perro muerto!-respondió Sara.

-¿Será porque estamos en un tren lleno de cadáveres? –inquirió Christopher en tono sarcástico.

-No –dijo Sara-. Son diferentes olores…

Cerca de ahí, se encontraba el cadáver de un empleado del tren.

Rebecca se acercó y notó que el cuerpo sin vida del empleado del tren sostenía una llave. Rebecca se inclinó a recoger la llave y en ese momento, sientió una presencia atrás de ella. La muchacha se levantó y volteó a mirar al sujeto que se encontraba detrás de él. Se trataba de un hombre alto, de tipo atlético, cabello castaño peinado hacia atrás y ojos grises como el acero. Usaba una camiseta sin mangas en color azul marino y pantalón de mezclilla. Llevaba placas de identificación en el cuello y un tatuaje en todo el brazo derecho. El sujeto la apuntaba con su arma.

-Billy… -dijo Rebecca mirando al sujeto a los ojos- Teniente Coen.

-Sí –respondió el sujeto-. Pareces conocerme. ¿Acaso has estado fantaseando conmigo?

-Tú eres el reo que estaba siendo transferido para ejecución –dijo la muchacha con firmeza.

-Oh, ya veo… -dijo Billy guardando su arma- Tu eres miembro de S.T.A.R.S. … No te ofendas, pero veo que a los de tu equipo no les agrado, así que esta conversación se ha terminado.

Billy se fue sin prestarle atención a ella o a los demás que se encontraban observando la escena completamente inmóviles y silenciosos. La joven oficial siguió al convicto por el corredor.

-¡Espera! –Vociferó con firmeza- ¡Estás bajo arresto!

El volteó a mirarla en tono burlón.

-No gracias, muñeca. No quiero usar mas esposas –dijo Billy mostrando las esposas que traía en su brazo izquierdo y entonces siguió adelante como si nada.

-Podría dispararte ¿Lo sabes? –dijo Rebecca.

Billy no se inmutó y siguió su camino.

-No está mal el convicto, ¿Eh? –comentó Beka.

-¿Quién es? –Preguntó Sebas a Rebecca- ¿Es tu ex-novio?

-¡Claro que no!-exclamó Rebecca- Es la persona a quien estoy buscando. Tengo órdenes de apresarlo.

Rebecca Chambers se adelantó para seguir a Billy, pero en ese momento, una de las ventanas se rompió a su paso en un estrépito de virios rotos. Un hombre alto, de aspecto corpulento era el responsable del destrozo. Sara notó que el tipo usaba uniforme de S.T.A.R.S. La joven oficial se acercó al sujeto.

-¡Edward! -Exclamó Rebecca- ¿Qué te pasó?

El cuerpo de Edward estaba cubierto de graves heridas.

-Es lo peor… -dijo Edward mirándola agonizante- No podemos… Debes tener cuidado, Rebecca… El bosque está lleno de zombies… y monstruos.

-¿Zombies y monstruos? –murmuró Rebecca.

En ese momento, Edward murió y en ese instante, una jauría de perros rabiosos cruzó las ventanas. Los perros se acercaban lentamente a ellos, gruñendo con fiereza. Sara miraba a esos animales sorprendida, tenían la carne rasgada, evidentemente putrefacta, los ojos blancos, muertos, las fauces abiertas chorreando una espesa baba negra. Los demás estaban igualmente impactados por esos animales.

Rebecca sacó su arma y Sara se puso en guardia. Entonces, los perros se abalanzaron contra ellas. Rebecca les disparó dejándolos en el suelo. Sara respiró aliviada, no tuvo que hacer uso de sus garras, y la verdad, no le apetecía hacerlo y tener contacto con esos perros. Por lo menos no hasta ese momento.

-Sigamos –dijo Rebecca.

El grupo la siguió de regreso por donde vinieron. Christopher y Sebas venían atrás de todos.

En ese momento, Sara se detuvo repentinamente.

-¿Qué sucede, Sara? –inquirió Christopher

-Escuché algo. –dijo ella.

-Qué raro… -comentó Sebas- Yo no he escuchado nada.

Sara se volvió hacia ellos.

-¡Quítate a la chingada, Christopher! –Gritó Sara desesperada.

Christopher malinterpretó a Sara por lo que no se quitó. De pronto, el joven vió cómo al crispar Sara los puños, de entre sus nudillos salieron esas afiladas navajas metálicas, Christopher cerró los ojos pensando que el navajazo iba a ser para él, y en un sorprendente despliegue de agilidad, la muchacha partió al perro en dos antes de que atacara al muchacho. Christopher abrió los ojos y volteó asustado a mirar al perro, entonces miró a su amiga, quien aún tenía sus garras expuestas. Sebas, Yoshua, Abner y Rebecca se quedaron atónitos mirando a la muchacha junto con Christopher. El se acercó a Sara y tomó una de sus manos para ver más de cerca esas garras.

-¿Qué onda con esas garras? –Preguntó Christopher mientras intentaba tocar una de las cuchillas- Siempre me han dado mucha curiosidad…

-Ten mucho cuidado, Christopher –dijo ella-. Son demasiado filosas.

Rebecca se acercó y tomó la mano de Sara para observar ese fenómeno.

-Nunca había visto algo así. –murmuró sorprendida.

La joven médico, examinó las garras de ambas manos, y se sorprendió al darse cuenta de que éstas salían del interior del brazo rasgando la piel a su paso.

-¿No te duele? –Inquirió Rebecca- ¿No te duele cuando salen?

Sara negó con la cabeza.

-Es algo a lo que ya me acostumbré –dijo-. Además, no es tan malo, tengo mi arma integrada y puedo defenderme. Y si me quieren acusar, no hay quien les crea el hecho de que una chica saque tres navajas metálicas en cada mano y no se esté desangrando.

Christopher miró a Sara angustiado, Cuando la conoció, nunca imaginó que Sara tuviera ese talento. Aunque Sara dijera que no, el hecho de tener que sacar esas cuchillas (Y volver a guardarlas) debía ser muy doloroso físicamente. Christopher la miró a los ojos.

-¿Desde cuándo? –preguntó.

-Desde que tengo memoria… -respondió Sara.

-¿Y tus papás lo saben? –Inquirió Sebas- ¿Y Azalie lo sabía?

-Los tres lo saben. –respondió ella.

Rebecca miró a Sara con desconfianza.

-¿Qué eres? –preguntó Rebecca.

Sara volteó y la miró a los ojos. Entonces levantó la mirada y lanzó un suspiro mientras sacaba una toallita húmeda y limpiaba sus garras.

-Al parecer soy mutante de nacimiento –explicó Sara-. Soy fuerte, rápida y mis sentidos son mas finos que los de muchos animales. Pero lo mas sorprendente es que mi cuerpo posee la habilidad de una curación rápida, que me permite resistir cualquier enfermedad o veneno, y sobrevivir a casi cualquier herida. Es muy útil en estos casos... Además, por alguna extraña razón mis huesos son tan duros, que son prácticamente irrompibles...

En ese momento, se escuchó la voz de Azalie desde el otro vagón.

-¿Qué está pasando allá atrás que tardan tanto? –cuestionó.

-Ya vamos. –dijo Sara mientras seguía su camino seguida por los demás.

Sara y os demás iban por el segundo vagón, cuando de pronto, tres zombies se levantaron avanzando hambrientos hacia ellos. Sara corrió hacia uno de ellos para empujarlo con la suficiente fuerza para hacerlo caer mientras Rebecca disparaba a los otros dos. Sin embargo, el zombie tomó uno de los tobillos de Sara e intentó morderlo. Al ver eso, Christopher quiso lanzarse al rescate, y empuñando su katar se lanzó hacia el cadáver viviente casi cegado por la furia. Sara al fín pudo zafarse del zombie y aplastó el cráneo de este, cuyos sesos se desparramaron por el suelo ante la mirada asqueada de los presentes.

Christopher miró el reguero de sangre, huesos, pus y sesos, y entonces sufrió una violenta arcada que lo hizo volver el estómago.

-Será mejor que sigamos antes de que sea una vomitona colectiva. –dijo Sebas.

Todos los demás siguieron al otro vagón, el espectáculo era demasiado desagradable.

Sara fue la única que se quedó con Christopher mientras devolvía lo que había comido antes. Una vez que Christopher vomitó todo, Sara se acercó a él y lo tomó del brazo para evitar que cayera.

-¿Te encuentras bien? –preguntó Sara mientras le limpiaba el sudor con una toallita húmeda.

Christopher asintió algo débil por el vómito.

-Yo estoy bien –dijo el muchacho débilmente- ¿No te lastimó esa cosa?

-No, no me pasó nada… -dijo Sara.

La chica ayudó a Christopher a ponerse en pie; Christopher la miró a los ojos y ella sonrió.

-Gracias… -dijo Sara.

Christopher sonrió también, era la primera vez en mucho tiempo que Sara le sonreía con amabilidad.

-Aún te ves pálido –dijo Sara- Respira hondo antes de que vomites de nuevo.

Sara vió la escalera que se encontraba junto a la puerta que llevaba al otro vagón.

-Ven, vamos a sentarnos sobre esa escalera –dijo Sara mientras tomaba a Christopher del brazo.

Sara y Christopher se sentaron sobre la escalera.

-Me pregunto qué habrá en el segundo piso… -comentó Christopher.

-Primero descansa un poco –dijo Sara.

Christopher miró a Sara y puso su mano sobre la de ella.

-No podía permitir que te lastimara –dijo-. No voy a permitir que nadie te haga daño.

Sara sonrió y lanzando un suspiro miró hacia la ventana.

-Ha sido una de las cosas más lindas que has hecho por mí. –comentó la joven con una sonrisa.

Christopher posó su mirada en Sara, miró su delicado perfil.

-Oye –dijo Christopher al fin-, y ese sujeto del que hablas… el de la colina…

-¿Qué tiene? –inquirió Sara.

-¿Es verdad, o tú lo inventaste? –inquirió el- Porque me pongo a pensar… ¿Qué chingados estaría haciendo un wey de vestimenta extraña en medio del bosque sobre una colina?

-Lo mismo me he preguntado –respondió Sara.

Christopher la miró burlón.

-¿No será que te fumaste unas cuantas hierbitas silvestres del bosque? ¿O acaso te tomaste demasiadas cervezas?

Sara le dio un Zape.

-¿Cómo crees? –dijo Sara entre risas.

-De cualquier manera –pensó Christopher-, dudo que vuelva a verlo.

Mientras tanto, Rebecca, Azalie y los demás seguían por el otro vagón, cuando de pronto, Rebecca recibe una llamada en el Walkie.

-Rebecca –decía una voz masculina desde el walkie- Aquí Enrico. Tengo datos acerca de Billy Coen, el convicto que escapó.

-Sí, dime, Enrico… -contestó Rebecca.

-Al parecer Billy Coen está acusado de asesinar a 23 personas –decía Enrico a través del walkie cuyo sonido se entrecortaba debido a la interferencia-. Debes tener extremo cuidado con él.

Azalie notó cómo el rostro de Rebecca palideció.

-Está bien… -dijo Rebecca- Tomaré en cuenta sus órdenes. Cambio y fuera.

Rebecca guardó su walkie con la mirada.

-23 personas… -murmuró Rebecca pensativa.

Azalie se acercó a ella.

-Oye, disculpa, pero no pudimos evitar escuchar la conversación –dijo Azalie-. Pero… ¿Qué Billy Coen no es el tipo que…?

-Sí –interrumpió Rebecca- Es el sujeto con quien nos topamos.

-¿El que se sordeó cuando lo arrestaste? –cuestionó Sebas.

-El mismo –afirmó Rebecca.

En ese momento, a Beka se le iluminó el rostro de alegría.

-¿Quieres decir que estuve cerca de un asesino serial? –dijo Beka entusiasmada- ¡Y yo con estos pelos!

Rebecca miró a Azalie algo desconcertada.

-No trates de entenderla –dijo Azalie sonriendo.

En ese instante, Sara y Christopher llegaron al encuentro del grupo.

-Perdón por la tardanza –dijo Sara.

-¿Ya se sintió mejor Christopher? –inquirió Azalie.

-Sí –dijo el-. Estoy como nuevo.

-Bueno –dijo Sara-, ¿Le seguimos o qué?

Rebecca se adelantó hacia la puerta que llevaba al siguiente vagón e intentó abrir la puerta, sin embargo, se dio cuenta de que ésta tenía llave. La chica recordó que recientemente había obtenido una llave, la cual sacó. Para su fortuna, esa era la llave que abría dicha puerta.

-¡bingo! -pensó Rebecca mientras pasaba al siguiente vagón en compañía de los demás.

Se trataba de un pequeño vestíbulo, ahí se encontraban unas escaleras y una puerta. Rebecca se acercó y observó por la pequeña ventanita, que se trataba de la cocina. Sin embargo, se trataba de una puerta automática, y no había corriente que le permitiera funcionar correctamente y abrir.

En ese momento, alguien más entró. Se trataba del mismísimo Billy Coen.

-Será peligroso de aquí en delante –dijo el convicto con voz serena-. ¿Por qué no cooperamos?

-¿"Cooperar" contigo? –Cuestionó Rebecca en tono irónico.

-Escucha niñita –respondió Billy un poco más exasperado- este tren está cargado de esas cosas espantosas, tenemos que encontrar una forma de salir de aquí, y no hay oportunidad de salir vivos de aquí haciéndolo solos.

Azalie miró a Billy directamente a los ojos y sonrió. Entonces se volvió hacia el grupo.

-El está siendo honesto. –dijo Azalie-. Deberíamos hacerle caso.

Sara sabía bien que el instinto de su hermana nunca se equivocaba, por lo que se sintió más tranquila.

-Si tú lo dices –comentó Sara-, es porque así es. Creo que será mejor que cooperemos.

Rebecca las miró con severidad.

-¿Esperas que yo confíe en tí? –Inquirió Rebecca- ¿En un delincuente prófugo?

-Rebecca, mi hermana nunca se equivoca –dijo Sara-. Y si ella dice que no va a hacernos daño, es porque es verdad. Deberíamos cooperar con él. Después de todo estamos en el mismo barco.

Billy subió unos tres escalones y se apoyó sobre el barandal mirando a Rebecca con una sonrisa indulgente.

-Pues si ustedes se quieren ir con él, vayan –dijo Rebecca molesta-. Nadie los está obligando a que se queden conmigo. Además puedo cuidarme yo sola, no necesito de ninguno de ustedes.

Entonces, Rebecca se volvió hacia Billy, quien observaba la discusión desde la escalera.

-Y tú no me llames niñita. –le dijo al convicto.

Billy rió.

-Muy bien, señorita "Hazlo tu mismo" –dijo Billy mientras acariciaba paternalmente la cabeza de Rebecca- ¿Cómo debo llamarla?

-Mi nombre es Rebecca Chambers –dijo La joven oficial en tono autoritario- Pero es Oficial Chambers para ti.

Billy bajó la escalera de nuevo y se colocó frente a la puerta cruzado de brazos.

-Rebecca, en verdad. Es peligroso andar solos –dijo Azalie.

-Ya dije que puedo cuidarme yo misma –dijo Rebecca con aire de suficiencia-. No necesito de ti, ni de tu hermana la fenómeno.

-¡Oye! –Dijo Sara molesta- ¡Seré fenómeno, pero no para tu espectáculo de fenómenos!

-Muy bien, "Rebecca"–dijo Billy mirándola retador-, ¿Por qué no vas y lo intentas, mientras esperamos aquí?

Rebecca se giró sin decir nada y se encaminó sola hacia la segunda planta

Rebecca miraba impresionada el vagón comedor que estaba situado en la planta alta. El lugar, antes lujoso y exquisitamente decorado, ahora estaba hecho un completo caos de sillas rotas, trastes y cubiertos tirados en el suelo, comida desparramada por el lugar, cortinas raídas y algunos muebles y manteles tirados. El vagón podría estar oscuro de no ser por el fuego que había en algunas zonas de este. Era un paisaje completamente desolador.

Un escalofrío recorrió la espalda de la joven.

-¡Dios! –Pensó- Me siento en una película de terror.

Rebecca observó con detenimiento el lugar y vió al final de la sala a un anciano alto, de aspecto elegante, y el blanco cabello engominado peinado hacia atrás sentado en una mesa inmóvil con la mirada perdida.

-¡Qué bien! –Murmuró- ¡Un sobreviviente!

La muchacha se acercó a él, llevaba un traje color marrón y corbata amarilla. Estaba cabizbajo.

-Pobre hombre –pensó-. Debió haber pasado momentos muy difíciles…

Rebecca posó su mano sobre el hombro del sujeto y lo agitó suavemente.

-Disculpe, señor…

El hombre no reaccionó, por lo que Rebecca lo agitó un poco más fuerte.

-Señor… -insistió la joven.

Repentinamente el sujeto pareció alzar la mirada hacia ella por un segundo, sin embargo al levantar la cabeza, esta hizo un extraño ruido, como de labios chupando algo viscoso y entonces, se desprendió de los hombros cayendo a los pies de la joven oficial de S.T.A.R.S. quien lanzó un grito de terror

Aterrada, Rebecca retrocedió unos pasos para ver el espeluznante espectáculo de cómo el resto del cuerpo se dividía en dos, y cómo de éste surgían centenares de sanguijuelas, que se agruparon formando una monstruosa criatura con rasgos humanos.

La chica sacó su pistola, y evadiendo hábilmente a la criatura, pudo asestarle varios disparos, sin embargo, las sanguijuelas se separaron para atacarla subiéndole por todo el cuerpo cubriéndola completamente, impidiéndole desesperación hizo presa de ella al sentirse completamente cubierta por esas criaturas babosas, sentía como una de ellas se pegaba fuertemente contra su rostro impidiendo que tomara la más mínima brizna de aire. Rebecca Chambers pensaba que ese era suúltimo momento cuando oportunamente, Billy apareció y le dio unos cuantos disparos a las sanguijuelas, las cuales cayeron al suelo librando a su presa. Una de ellas intentó atacar a Billy, pero éste, en un sorprendente despliegue de habilidad pudo dispararle al animal. En ese instante, Sara y los demás llegaron al lugar y sólo alcanzaron a ver cómo las demás sanguijuelas emprendían la retirada.

Billy se acercó a Rebecca para ayudarla e levantarse.

-¿Estás bien? –preguntó.

Rebecca volteó a mirarlo y levantó el pulgar dando a entender que estaba bien. En ese instante, escucharon una especie de canto, el cual se oía algo lejano.

-No es posible… -murmuró Azalie sorprendida.

Azalie reconoció ese canto de inmediato, por lo cual se acercó a la ventana para mirar mejor y percatarse de que la extraña silueta coincidía con el sujeto de su sueño. Christopher y los demás miraban por la otra ventana cómo bajo la lluvia, el desconocido -el mismo que había estado con Sara en la colina- parecía atraer a las sanguijuelas hacia él con el canto. Como si las estuviera llamando.

-¿Quién es ese tipo? –Se preguntó Billy.

-¿Alguien de ustedes sabe quién es ese wey? –Preguntó Sebas.

Christopher lo miraba con detenimiento.

-No sé… -comentó- Debe ser algún villano del tipo "Final Fantasy"

-¿Qué te hace decir eso? –inquirió Sebas.

-Pues para empezar –respondió Christopher- está usando un vestido…

Sebas y Abner sonrieron.

-¡Neta! –exclamaron a coro entre risas.

-Pues más que vestido –comentó Yoshua-, parece bata de abuelita…

Sara se encontraba junto la mesa donde estaba sentado el monstruo, y notó cómo la silla donde estaba sentado, estaba cubierta de baba. La chica pasó dos dedos para verificar qué tipo de sustancia era ese... Christopher se volvió hacia la pelirroja.

-¡Oye, Sara, ven a ver esto! –Decía Christopher- ¡Anda un wey con vestido en la colina!

La muchacha se acercó y se asomó y al verlo, su rostro se iluminó de alegría.

-¡Es el! –exclamó la muchacha con una luz de alegría en sus sorprendentes ojos color turquesa.

Christopher volteó a mirarla sin entender.

-¿Lo conoces? –Inquirió- ¿Conoces al wey del vestido?

-¡No es un vestido, wey! –Gritó Sara furiosa- ¡Es una túnica!

-A mí no me importa si lo que trae es una minifalda rosa –dijo Christopher-, el tipo parece mujer. ¿De dónde conoces a ese travesti?

Sara lo miró severa.

-Ese "travestí", como tú lo llamas… -dijo Sara en tono ceremonioso- ¡Es la persona que estaba conmigo en la colina! ¡Y pude haber sabido su nombre y haber recibido otro beso de él si no hubiera sido por qué TU llegaste a cagar el palo!

-¡Oye! –Exclamó Christopher- ¡Yo no tengo la culpa de que tu amado "príncipe trasvesti" haya desaparecido sin dejar rastro! cuando te encontré, estabas sola.

Sara sacó sus cuchillas amenazante.

-¿Quieres pelearte conmigo, verdad? –dijo Sara mirándolo con furia.

-¡Ya dejen de pelear por tonterías! –dijo Billy.

Christopher lo miró.

-¿¡Qué!? ¡El tipo está cantando ópera a las sanguijuelas! –Dijo Christopher- ¿Qué tan varonil es eso?

-Y aparte canta como vieja… -dijo Yoshua- Hasta parece que está castrado.

-Si es cierto -dijo Sebas alegremente- ¡Canta como niña!

Repentinamente, el tren se puso en movimiento.

-¿Qué pedo? –dijo Sara algo asustada.

-El tren se puso en movimiento… -dijo Azalie.

-¿Tendrá qué ver el hecho de que Christopher y los demás lo llamaron mujer? –comentó Beka.

-Me lleva el tren… -dijo Sara.

-Corrección, niña –dijo Billy- ¡Nos está llevando a todos!

Sara sonrió mientras Billy se acercaba a Rebecca:

-Ahora sí, Rebecca, es necesario que cooperemos -dijo

-Pero yo no…

-¡Date cuenta, niña! -Insistió Billy-. El chiste es que todos salgamos vivos de aquí.

Rebecca tomó aire.

-Está bien –dijo-, pero te advierto que voy a dispararte si intentas hacerme algo raro a mí o a cualquiera de los que estamos en este grupo –agregó Rebecca.

-¡Perfecto! –Exclamó el convicto y entonces le lanzó un paquete de balas el cual Rebecca atrapó- Entonces, llévate esto contigo y si necesitas algo, llámame por el walkie.

Rebecca revisó en sus cosas para ver si tenía el mencionado aparato, y al ver que todo estaba bien, se volvió hacia Billy con una sonrisa y asintió.

-De acuerdo. –dijo Rebecca.

Sara se encontraba al fondo de la sala, y notó que había una ventana en la parte de atrás de ese vagón. Sara se asomó y vio una escalera que llevaba al techo del vagón.

-¡Billy, Rebecca he encontrado algo! –gritó Sara.

Billy y Rebecca corrieron a su encuentro.

-¿Qué sucede? –cuestionó Billy.

-Aquí hay una escalera que lleva al techo –dijo respondió Sara mientras observaba por la ventana.

Billy se asomó y vio la escalera.

-Tienes razón –afirmó Billy mientras se sostenía de dicha escalera-. Probablemente ahí haya algo importante.

-¿Piensas subir? –inquirió Sara.

-¿Por qué no? –Respondió Billy- Dicen que la curiosidad mató al gato… pero como no soy un felino, no me preocupa. –aseveró Billy mientras subía.



Nota: Para los que no entiendan, "Sephiroth Región 4" se refiere a un Sephiroth a la mexicana, haciendo referencia a las regiones de DVD. Región 4 es la región correspondiente a México, y Región 1 corresponde a Estados Unidos.

Nota 2: Neta significa: Verdad, verdadero, cierto, honesto (Cuando se usa para describir a una persona) en este caso, los chicos dijeron "!Neta!" para decir: "es cierto" o "tienes razón"

Nota 3: Cagar el palo: Molestar a alguien ( Bratt estuvo toda la tarde cagándome el palo) o echar a perder algo (Ya llegó este pendejo a cagar el palo). En el lugar donde vivo incluso se les llama "cagapalos" a los hermanos pequeños cuando son muy castrosos (Molestos)
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Mensaje por Lenore Marcus » 01 Feb 2014 10:25

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-Capítulo 9-

-Confusiones-


Sara sacó una paleta de su bolsillo y se la llevó a la boca después de quitarle la envoltura. Entonces se plantó frente a Rebecca.

-¿Y bien? –Inquirió Sara mirándola directamente a los ojos- ¿Qué fue lo que viste aquí arriba que gritaste como loca?

Rebecca se sintió intimidada por la forma en que Sara la miraba.

-Es verdad –ratificó Azalie-. Sonabas demasiado asustada, tus gritos se oyeron hasta abajo.

Rebecca miró la silla donde el monstruo estaba sentado y entonces lanzó un suspiro. Todo el grupo se congregó alrededor de la oficial de S.T.A.R.S. para escuchar su relato.

-Cuando subí a este lugar –explicó Rebecca-. Vi a un sobreviviente, era un anciano.

-¡Y te exigió que le dieras una mamada! -Dijo Sebas en un tono burlón mientras la apuntaba con su dedo índice.

Christopher estaba tan concentrado en la explicación de la chica que no se dio cuenta del comentario de Sebas hasta unos segundos después, volteando a mirar sorprendido a su amigo para después dirigir su atención a Rebecca, la cual tenía tal mueca de espanto, que por poco y le arranca una carcajada nada apropiada a ese momento.

-¡Nooo! -exclamó asqueada la chica ante las risas de todos excepto Sara.- El señor estaba sentado en esa silla inmóvil y con la vista perdida. Entonces me acerqué a él…

-¡Y entonces se sacó el pito! -exclamó Yoshua alegremente antes de recibir un codazo de su novia.

-¡Déjenme terminar, con un demonio! -dijo Rebecca exasperada casi al punto de las lágrimas- No es gracioso…

-Continúa -instó Sara con seriedad-. No les hagas caso… yo te escucho…

-Bueno, te decía que me acerqué, y cuando lo toqué -en ese momento la oficial se detuvo esperando alguna estupidez dicha por los adolescentes. Al no recibir respuesta, se tranquilizó y continuó-, el hombre levantó la mirada como para verme y entonces, la cabeza se desprendió de los hombros.

Sara y Azalie intercambiaron una mirada un tanto incrédula.

-Y eso no es todo… -continuó Rebecca- el cuerpo se partió en dos y de su interior salieron montones de sanguijuelas, las cuales se juntaron y formaron una especie de monstruo con aspecto humano muy parecido al del anciano.

-Me imagino que le disparaste. –dijo Sara mirándola seria.

-Claro que lo hice –dijo Rebecca-. El problema fue que las sanguijuelas se separaron y todas comenzaron a subírseme.

Sara puso su mano en el hombro de Rebecca.

-Hija, debes tener cuidado –dijo Sara en tono sermoneador-, si sigues consumiendo esa cosa, puedes perder el trabajo y hasta terminar en la cárcel.

Rebecca se apartó indignada.

-¿Qué insinúas? –dijo Rebecca molesta.

-¡Sólo bromeo! –Contestó Sara entre risas- Tomando en cuenta la situación que estamos viviendo, creo que ya nada me sorprende. Mira: después de ver como los muertos se levantan convertidos en zombies, de ser atacada por una jauría de perros zombies, no me sorprende el hecho de que hayas visto un mono hecho de sanguijuelas y para colmo, que unas sanguijuelas te hayan echado montón.

-Pues a mí me pareció divertido –dijo Beka-. Me hubiera gustado ser yo quien me topara con ese monstruo.

-Sanguijuelas montoneras… Chido… -comentó Sara- Deben ser muy lindas, hubiera querido verlas.

Rebecca miró a Azalie sin entender cómo era posible que Sara encontrara "lindos" a esos repulsivos bichos babosos y chupa sangre.

-No preguntes… -dijo Azalie.

Mientras, Billy se encontraba en el techo del vagón manteniéndose a duras penas en pie debido a la velocidad a la que iba y a la lluvia. Avanzó hasta que llegó al final del vagón. Ahí había un enorme agujero, por el cual se podía ver el interior del tren. Muy cerca ese hoyo, había un generador de energía. Billy se acercó para inspeccionarlo mejor con mucho cuidado de no caer en el boquete. Al verlo de cerca, el convicto cayó en la cuenta de que el cable principal estaba desconectado. Billy procedió a reconectarlo con mucho cuidado. De pronto, el ex teniente Coen vió que algo viscoso se movía entre los cables.

-¿Qué dem…?

Billy no terminó de hacerse la pregunta, cuando sintió cómo una fuerza lo empujaba al interior del hoyo, haciéndolo caer en lo que parecía una cocineta. El convicto se levantó algo aturdido y miró a su alrededor.

-¿Qué rayos fue eso? –Se preguntó Billy.

El reo fue hacia la puerta e intentó abrirla inútilmente, entonces se fijó en la cerradura y vió que algo parecía estar atorado.

-¡Maldición! –espetó.

En ese instante, la voz de Sara surgió del otro lado de la puerta.

-¿Billy? –Preguntó- ¿Eres tú?

-No, niña –dijo en tono sarcástico- Soy Darth Vader y soy tu padre..

-Ya, pinche Billy, no seas mamón. –Dijo Sara- Si acabo de oír el costalazo cuando te caíste.

La chica intentó abrir la puerta, pero ésta no abrió.

-Oye, amigo –dijo Sara cruzando los brazos-, sería mucho más fácil si le quitaras el seguro.

-No tiene seguro –dijo Billy-. Sucede que hay algo atorado aquí. Necesito algo afilado para quitarlo. ¿No hay por ahí un picahielos?

Sara miró a su alrededor. Era evidente que no había un picahielos cerca.

-Desafortunadamente no hay picahielos alguno en esta área –dijo Sara-. Pero creo que es más fácil que se encuentre uno ahí donde estás. ¿Por qué no buscas bien?

-Pues veré si encuentro algo –dijo Billy.

-Órale –respondió Sara- Yo te espero.

Billy comenzó a buscar en los cajones de las alacenas, abriendo, cerrando, esculcando. Sara escuchaba todo el traqueteo desde afuera. De pronto, la voz de Billy surgió desde la puerta cerrada.

-Una mala y dos buenas… -dijo Billy.

-¿la mala? –preguntó Sara.

-No hallé el picahielos ni nada que pueda ayudarme a abrir esta puerta… -contestó Billy.

-¿Y las dos buenas? –Cuestionó Sara.

-Encontré la llave del compartimiento del conductor, y aquí hay un pequeño elevador de servicio por el cual se los puedo mandar al piso de abajo. –dijo Billy.

-¿Y de perdido está encendido? –indagó Sara.

-Ya restablecí la corriente a esa zona del tren, si todo está bien, la puerta automática que lleva al cuarto justo debajo de donde estoy ya puede abrirse. Igual y encuentran algo qué mandarme para desatorar la puerta.

-Okey –dijo Sara-. Ve mandándome la llave y yo la recojo abajo.

-Bien. –dijo Billy.

Sara se dirigió a los demás.

-Oigan, ya oyeron toda la conversación –dijo Sara-. Organicémonos; yo iré abajo por la llave y ustedes se organizan para buscar algo afilado.

-Roger –respondió Rebecca.

Sara se dirigió a donde Billy le había dicho. La puerta automática se abrió ante ella.

-¡Qué moderno! –pensó.

Al entrar al lugar, Sara se dio cuenta de que se encontraba en una cocina, la cual se encontraba desordenada, con algunos utensilios fuera de su lugar y platos rotos esparcidos por todo el suelo. Sara se dirigió hacia la derecha de la puerta y al fondo de un estrecho pasillo se encontraba el elevador de servicio, con la luz que indicaba que había algo en espera encendida. Sara recogió la llave y al voltear se topó con Rebecca.

-¡Ah, eres tú! –Exclamó Sara al ver a Rebecca- ¿Qué pasó?

-¿Conseguiste la llave? –inquirió Rebecca.

-Si –respondió Sara-. ¿Por qué?

-Hagamos esto: Yo iré a investigar el compartimiento del conductor, a ver si encuentro algo interesante. Tú te quedas aquí por si a Billy se le ofrece algo –dijo Rebecca-. ¿Te parece?

-Bien –dijo Sara- Si encuentras algo afilado, tráemelo para mandárselo a Billy ¿Okay?

Rebecca asintió y salió de la cocina dejando sola a Sara. Sara miró por la ventana que se encontraba justo al lado del elevador de servicio.

-Vaya… -Pensó- Vamos a una gran velocidad… y cada vez llueve más fuerte.

Por alguna razón, Sara se sintió algo melancólica. Levantó el rostro y se vió reflejada en el cristal de la ventana. Se sentía muy triste. De pronto, Sara notó una presencia cerca de ella debido al reflejo del cristal.

-¿Qué haciendo, Sara? –preguntó Yoshua.

Sara se sobresaltó por un momento, y dio un respiro de alivio al ver que se trataba del novio de su hermana.

-¿Viniste a comer algo, o qué? –inquirió Yoshua.

-Pues, sí… estoy algo hambrienta –comentó Sara-. Pero dudo que lo que hay aquí sea comestible aún. Igual y esa comida convierte en zombies a la gente…

Yoshua no le dijo nada. Sólo se le quedó mirando fijamente entre serio y preocupado. Sara se sintió algo incómoda.

-¡¿Qué?! –Dijo Sara algo turbada- ¿Por qué me miras así?

Yoshua miraba a Sara a los ojos sin decir nada.

-Humm…

La chica desvió la mirada.

-¿Por qué desvías la mirada? –indagó Yoshua.

Sara se quedó callada unos segundos.

-Has estado actuando muy raro en lo que va de este viaje... –comentó Yoshua- como si estuvieras distraída en algo... ¿Qué es lo que te sucede?

-Y- Yoshua… -murmuró Sara- ¿Qué te hace pensar que actúo raro?

-Bueno… -dijo Yoshua- para empezar, te quedaste parada frente a una joyería y empezaste a llorar sin razón aparente, al pobre de Christopher lo has tratado peor que a un perro y cuando llegamos al bosque, decías sentirte observada y cosas por el estilo. ¿Qué es lo que tienes?

-N-no… -tartamudeó Sara- No tengo absolutamente nada…

-¿Ah sí? –Dijo Yoshua sin dejar de escudriñarla con la mirada- Es que a veces me quedo pensando en que eres una…

-¿Qué? –cuestionó Sara.

De súbito, Sebas entró a la cocina

-Oye, Sara –interrumpió Sebas- Azalie quería que fueras a checar…

-¿Dónde está Azalie? –interrumpió la chica.

-Arriba –respondió Sebas-. En el segundo piso del vagón de primera clase.

-Okey –dijo Sara- Iré personalmente a ver que quiere. Tú quédate aquí por si Billy manda algo.

Sara se escabulló por la puerta de la cocina dejando a Yoshua y a Sebas en la cocina.

Sara llegó al segundo piso del vagón de primera clase, donde su hermana y Beka aguardaban. Sara advirtió que en una esquina había un montón de huevecillos de sanguijuela, los cuales eran anormalmente grandes. Alrededor de ellos, había una especie de sustancia viscosa. Junto a la escalera, estaba una mesa, sobre la cual se encontraba un teléfono, el cual tenía el cable de la línea roto. Había una maceta por un lado y una silla junto a la mesita.

-¿Qué sucede? –dijo.

Azalie fue hacia Sara y la tomó del brazo.

-Ven, quiero que veas algo.

Azalie llevó a su hermana hacia donde estaba la puerta de una de las habitaciones, la cual se encontraba completamente bloqueada por huevecillos de sanguijuelas, los cuales también bloqueaban gran parte del pasillo, de modo que no había forma de seguir por dicho corredor. Azalie notó algo muy extraño en la expresión de su hermana al ver ese nido de sanguijuelas.

-¿Qué sucede? –inquirió Azalie.

-Nada… -dijo Sara sin dejar de mirar las sanguijuelas- Solo que…

-¿Sentiste algún tipo de… nostalgia? –indagó Azalie.

-Algo así… -dijo Sara con una expresión melancólica en esos bellos ojos color turquesa.

Sara hizo acopio con su dedo de la sustancia viscosa que había alrededor de los huevecillos y lo olfateó.

-Esto huele como la baba que había en la silla donde dice Rebecca que estaba sentado el viejillo de las sanguijuelas montoneras. –dijo Sara.

Azalie clavó sus ojos color carmín en los de Sara y de pronto se trasladó a otro tiempo y lugar. Se encontraba en un laboratorio perfectamente equipado con tecnología de punta. Todo estaba en perfecto orden y pulcritud. Había enormes tubos de ensayo llenos de diversas sustancias. Lo que llamó la atención de Azalie, fue una especie de tanque o pecera llena de sanguijuelas. Azalie se acercó para observarlas de cerca. La chica se sorprendió al ver que esos animales eran idénticos a los que alcanzó a ver huyendo del tren hacía sólo unos minutos. En ese instante, Azalie escuchó la puerta abrirse, y volteó sobresaltada. Entonces vió al Dr. Marcus entrar con la pequeña Lenore en brazos. La niña tenía su cabecita apoyada sobre el hombro de su supuesto padre y con una de sus manitas se aferraba fuertemente de la bata blanca que usaba Marcus.

El científico avanzó hacia el tanque con su niña en brazos atravesando a Azalie como si ésta fuera un fantasma.

-¿Son tus mascotas, papá? –preguntó la niña sin dejar de mirar a las sanguijuelas.

-Algo así –respondió Marcus-. Son mis bebés.

En ese momento la niña lo miró con el rostro a punto del llanto. Azalie advirtió un dejo de celos en la mirada de la niña.

-Creí que yo era tu bebé –gimió la niña.

-Bueno –dijo el científico- es un decir. Tú sabes que eres alguien muy especial. Además yo no me pongo celoso de tus gatos, y tú dices que esos gatos son tus bebés.

-Aaah, pero no es lo mismo –replicó la pequeña-, tú mismo lo has dicho: A mis gatitos los llamo "bebés", no "Papá"

El científico asintió

-Eso es muy cierto –reconoció.

La niña volvió a ver las sanguijuelas.

-Y si son tus mascotas o bebés o lo que sean… -inquirió la niña- ¿Por qué no las tienes en la casa? ¿Qué hacen en el laboratorio?

James Marcus sentó a la niña sobre un escritorio y la miró a los ojos.

-Porque esas sanguijuelas son parte de mi trabajo –dijo James con sus ojos celestes fijos en los de Lenore- Es una investigación muy importante para mí, por eso las cuido como si fueran mis bebés, ya que si todo sale como quiero que salga, voy a obtener mucho reconocimiento como científico sin ayuda de nadie.

-¿Y eso te haría feliz? –preguntó la niña.

-Sí –afirmó Marcus con una sonrisa-. Me haría muy felíz.

La niña miró al científico con una dulce sonrisa.

-Entonces –dijo Lenore sonriendo- si eso hace felíz a papá… Está bien. Si papá es felíz, Lenore también en felíz.

James Marcus miró a su niña y la cargó en brazos.

-¿En verdad? –inquirió Marcus.

-Sí, lo que más me gusta es la sonrisa de papá. Por eso quiero verla muchas veces –dijo Lenore abrazando al científico con fuerza.

James miró a Lenore, y notó que de nuevo la niña lo miraba con esa mirada. Marcus la siguió mirando unos segundos, y entonces desvió la mirada sonrojado. Azalie vió la expresión en la mirada de la pequeña Lenore Marcus y no pudo evitar sentirse algo perturbada por la forma en que la niña miraba al científico.

-Esa cara… -Pensó.

Sin embargo, había algo que la desconcertaba más, y es que Azalie notó que la forma en que Marcus miraba a la niña, también era algo extraña.

-¿Azalie estás bien? –inquirió Sara regresando a su hermana a la realidad.

-Lo siento –dijo Azalie sacudiendo la cabeza-. Me quedé ida unos segundos.

-Ya lo veo –comentó Beka.

Sebas avanzó hacia la estufa, donde había algunas olas con comida a medio preparar.

-No dejo de pensar en Sara –dijo Sebas- ¿Qué tendrá?

-No lo sé –dijo Yoshua mirando por la ventana- Pero sea lo que sea la tiene muy preocupada.

Sebas se giró a mirar a Yoshua.

-¿Y desde cuando te importa tanto Sara? –inquirió Sebas con sus ojos negros muy abiertos.

-Para empezar –respondió Sara- es la hermana de mi novia, aparte es amiga y realmente… me causa mucha curiosidad. No seas malpensado.

Sebas comenzó a juguetear con una cuchara.

-Pues ahorita que Sara regrese, hablas con ella.

-¿Y por qué yo? –protestó Yoshua

Sebas volteó a verlo sin entender.

-¿Pues no te daba tanta curiosidad el saber qué chingados trae? –Dijo Sebas exasperado- Además, cuando llegué tú estabas hablando con ella y yo interrumpí.

-Ni hablar… -dijo Yoshua.

En ese instante, Sara entró a la cocina. Parecía algo apesadumbrada y confundida.

-Ya vine… -dijo Sara acomodándose el cabello.

De súbito, un estruendo se escuchó proveniente del segundo piso. Del techo para ser exactos, como si algo enorme hubiera caído sobre el techo del vagón. Entonces se oyó un extraño rugido.

-¿Qué fue eso? –pensó Sara

-Pues bueno –dijo Sebas mientras se encaminaba a la puerta-… este muñeco se cambia de aparador.

-Oye Sebas… -dijo Sara intentando alcanzar a Sebas, quien hizo caso omiso a la chica.

Sara Se quedó mirando a la puerta. Yoshua se acercó a ella. Sara lo miró sin decir nada. El chico se quitó la chaqueta negra de rompevientos que traía y se la amarró a la cintura, dejando al descubierto la playera amarilla que usaba.

-¿Por qué traes esa cara de funeral? –Indagó Yoshua.

-¿Eh?

-¿Quién se murió o qué? –insistió Yoshua.

- Ah, conchita… -Pensó Sara sonriendo con la boca torcida.

-Sí –dijo Yoshua- No te veo del mismo humor de siempre. Ni siquiera he visto que le grites a Christopher.

-Ah –dijo Sara-, Es que estoy cansada…

La joven se encaminó al estrecho pasillo donde se encontraba el elevador de servicio y miró hacia la ventana.

-Oye, por cierto... Te acuerdas de lo que te iba a decir en la cocina antes de que Sebas llegara?

-Ah, sí –dijo Sara- ¿Qué querías decirme?

-Retomando el tema –comentó Yoshua-, Yo pienso que tú eres… una excelente actriz.

Sara se quedó mirando a Yoshua con los ojos muy abiertos durante unos segundos.

-¿Eh? Bueno… -dijo Sara en tono presuntuoso- de hecho he estado participando en el casting para la obra de…

-Y por eso a veces siento que tu extrema alegría no es sincera –interrumpió Yoshua-, más bien estás actuando ser felíz... y lo haces para no preocupar a nadie... Eso es lo que pienso de tí...

Sara soltó una carcajada.

-¿Cómo crees? –Dijo Sara entre risas- Qué hueva estar fingiendo todo el tiempo…

-Buen punto –contestó el chico-. También es creíble.

-¿Entonces por qué piensas eso? –indagó Sara.

-Nada –dijo el-. Sólo que últimamente te veo forzada.

Sara sonrió y miró por la ventana el rápido pasar de los árboles en el espesor del bosque, por efecto de la velocidad tan alta en que el tren se movía.

-Bueno, en parte tienes razón, pero yo creo que todos lo hemos hecho alguna vez en nuestras vidas -dijo Sara mirando por la ventana-… Aunque en mi caso... si me ven seria, quienes me conocen se preocupan mucho por mí, dicen que no soy la Sara que conocen...

Yoshua la miró directamente a los ojos.

-Yo sé que algo te pasa -dijo-… Y estás muy preocupada por eso... y tiene algo qué ver con este viaje, o con Christopher.

Sara lo miraba sorprendida. ¿Cómo era posible que Yoshua fuera tan observador?

-¿Tu… Me ves así?

-Sí –respondió Yoshua- Dime, ¿Qué te trae así?

Sara tartamudeó.

-P-pues… No sé por dónde empezar… -dijo ella insegura.

-¿Es tan grave? –indagó Yoshua.

- Pues no... no de ese pelo –dijo Sara al tiempo que se acomodaba el cabello-, pero... Últimamente me siento insegura...

-Sí… -dijo Yoshua- ¿Pero de qué?

Unas lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Sara.

-Yoshua, yo… -dijo Sara con los ojos ligeramente llorosos- ¡Creo que jamás voy a encontrar el amor!

El muchacho la miró sin entender.

-No te entiendo nada… -dijo Yoshua con sus ojos fijos en ella.

-Es que... Solo he tenido un novio en mi vida, y me lo bajó una "amiga". Yo los ví en el parque... desde entonces, siempre que me gusta un chavo, y lo tengo en la mira, siempre, pero siempre que agarro valor para decirle lo que siento, llega otra y me gana –explicó Sara-. O de plano, el tipo en cuestión se enamora de alguna amiga mía... y así yo siempre me quedo en la mentada "friendzone".

-Tal y como sucedió con Christopher hace algún tiempo, que se hizo novio de Kitty –Comentó Yoshua.

-Sí –asintió Sara-. Siempre es lo mismo. Deberían decirme "niña-chamoy"

-¿Y eso por qué? –preguntó Yoshua.

-¡Por que de veras que estoy bien salada! –Exclamó Sara.

-No entiendo…

-Olvídalo –dijo Sara limpiándose las lágrimas-. Yo solo sé que no tengo suerte en esas pendejadas, justo cuando creí que tenía a Christopher en mis manos, llega esa pinche vieja prieta y dientuda y me lo quita. Por eso siento que…

En ese instante, Sara rompió en llanto.

-¡Estoy maldita! –sollozó.

-Oye, Sara… no te entiendo muy bien -dijo Yoshua-… pero yo no creo eso… además, Christopher no está interesado en ella.

Sara volteó a mirar a Yoshua llorando

-Wey, -dijo Sara mirando a Yoshua- el Christopher la defendió y le dio preferencia el día de la conve.

-Pero tú también te portaste bien mamona con ella, es lógico que la defendiera –Rebatió Yoshua-. Ya conoces a Christopher, no soporta que hablen mal de alguien que le agrada, y menos que la insulten tan directamente... Y tú fuiste muy directa, mi'ja.

-¡O sea no mames!… discúlpame, pero no mames –dijo Sara molesta cruzándose de brazos-. ¡Ora resulta, que este pendejo no me conoce! Si la vieja no me cae, y no me es útil, no voy a andarme con miramientos… no me cae y punto. Y si está tan interesado en mí… lo menos que podía hacer era quitarse a esa changa de encima… sabiendo cómo iba a reaccionar, o al menos para que yo no me fuera para otro lado.

-Eso es mucho pedirle a Christopher, pensar no es su fuerte –dijo Yoshua entre risas-. Ya sabes que el pobre de Christopher tiene la desventaja de ser excepcionalmente estúpido… Además… Ultimadamente, ¿Qué no estabas muy interesada en el wey del vestido?

-Yoshua… ¿realmente crees que vuelva a verlo?

En ese momento, Azalie entró a la cocina.

-Perdón que me meta en conversaciones ajenas –dijo Azalie mientras se acercaba a su hermana-, pero no pude evitar escuchar lo que decían. Pero si quieres mi opinión, yo siento que aún es muy pronto para que digas que no volverás a ver al chico del cabello largo.

Sara miró a su hermana sonriendo esperanzada.

-¿En verdad lo crees? –preguntó ella.

-No –dijo Azalie con una dulce sonrisa-, no lo creo, lo sé. Te lo garantizo.

Sara miró hacia la ventana con tristeza.

-Pero aunque volviera a verlo, dudo que realmente se interese en mí porque soy patética. –sentenció Sara agachando la mirada.

Christopher entró a la cocina, y vió a Yoshua, a Sara y Azalie. Christopher notó que Sara estaba llorando.

-¿Qué pasó? –preguntó Christopher-. Sara, ¿Por qué lloras?

-¡Nada! –dijo Azalie- Sólo que mi hermanita anda un poco… depre…

-Ya veo… -dijo Christopher.

Azalie le lanzó una mirada a Yoshua, y le indicó con una seña que salieran de la cocina.

-Bueno, -dijo Yoshua- Iré con Azalie a ver si los otros necesitan algo.

Yoshua salió junto con su novia del lugar dejando a Christopher y a Sara a solas. Una vez que estaban lo suficientemente lejos para que el prodigioso oído de su hermana no escuchara, Azalie habló con su novio.

-¿Cómo viste a mi hermana?

-Pues sí la noto algo deprimida, ella dice que porque siente que está maldita por aquello de que tiene muy mala suerte en el amor pero…

-¿Pero? –instó Azalie.

-Siento que hay algo más –contestó Yoshua moviendo la cabeza inquieto-, algo que ni ella misma sabe de qué se trata… siento que en parte podría tratarse del wey del vestido… estoy casi seguro de que parte de lo que le pasa a Sara tiene algo que ver con ese tipo, pero no todo… hay todavía algo más... se nota… como que son muchas cosas… no sé si me entiendes…

-Te entiendo perfectamente –dijo Azalie-. Y sí, yo también lo siento… hay algo muy extraño en ese tipo de la túnica, pero no logro descifrarlo… y Sara está demasiado bloqueada.

-Yo lo único que te puedo decir es que el pinche Christopher, tiene la competencia bien difícil con ese vato* de la voz de soprano –dijo el muchacho mirando a su novia a los ojos-. Y aunque Christopher es camarada y lo aprecio, también sé muy bien que es rete-pendejo, y si Sara termina mandándolo a la verga y se queda con el wey del vestido, la culpa sólo será de Christopher y de nadie más.

-Tienes razón… es lo más seguro –dijo Azalie en tono misterioso-, y sí, se siente que hay una conexión entre Sara y ese tipo… pero aún no sé descifrar qué tipo de lazo sea…

Mientras, Sara y Christopher se encontraban en la cocina, entonces, la pelirroja miró al muchacho a los ojos.

-¿Qué opinas de mí? –inquirió Sara.

-¿Yo? Bueno... yo creo que eres una chica muy alegre y animosa... Un poco mamona y fanfarrona a veces, pero de buen corazón... –respondió Christopher con una sonrisa.

-¿De verdad? –dijo Sara.

-Sí –dijo Christopher-. De hecho, eres una de las personas más nobles que he conocido...

-¿Qué te hace pensar eso? –insistió la chica.

Christopher la miró comprensivo se quitó los anteojos y los limpió con la camiseta naranja que usaba, volvió a ponérselos y se apoyó en la pared mirando por la ventana.

-Porque siempre que alguien está en problemas, le echas la mano como puedas, por la forma en que enfrentas la vida con una sonrisa. Porque veo el gran amor que sientes por tu familia a pesar de que no llevan la misma sangre. Cuando Andaba yo con Kitty, ella se ponía demasiado celosa y te armaba tremendos escándalos y decía cosas muy feas sobre ti, y a pesar de eso, nunca la trataste mal, ni hablaste mal de ella. Y algo que me encanta de ti, es el hecho de que aún cuando te gusta mucho una persona, y esta tiene pareja, nunca intentas quitársela. Y eso es admirable…

-Bueno –dijo Sara sonriendo-. Sobre lo de Kitty, he de confesarte que yo no había perdido la esperanza de que volviera a ser mi amiga. Sobre lo otro… yo sé qué es lo que te quiten a la persona amada, y no es bonito. Y menos cuando se trata de una amiga mía. Ya cuando la persona está libre y hay alguien más compitiendo, es diferente. Pero si esa persona ya lleva algo construido, no es justo que llegue yo y lo destruya sólo porque yo quiero con el tipo, ¿Estás de acuerdo?

Christopher le sonrió con ternura y asintió.

-Tu piensas de ese modo, y eso es de admirarse –continuó Christopher-... Por que otras mujeres, no piensan de ese modo... no se fijan en si pisotean a una amiga, o su propia hermana con tal de estar con un hombre en especial, no les importa dañar a nadie...

-Sí –dijo Sara- Eso es algo que sé muy bien. Incluso hay mujeres que sólo lo hacen por hacer la maldad, y no por amor.

-Por eso pienso que eres increíble... –dijo Christopher.

Sara volteó a mirarlo sin dar crédito.

-Y la verdad yo –dijo Christopher nervioso-... Aunque no me lo creas te admiro mucho... Así que yo... este... pues... como te lo digo... es que... Cuando tu... tengas un problema o te sientas triste... Yo quiero apoyarte. De verdad, es lo que quiero hacer.

Sara lo miró y sonrió sin decir nada. Christopher siguió hablando.

-Lo que te quiero decir es que –continuó Christopher-... cuando tengas ganas de llorar... Ven conmigo para que no estés sola.

Sara sonrió y besó a Christopher en la mejilla.

-Gracias… Eso me hace sentir mucho mejor… te tomaré la palabra –dijo Sara con una tierna sonrisa.

En ese instante, se escuchó un estruendo, como si algo enorme hubiera caído destruyendo el techo del segundo piso del vagón. Sara sufrió un sobresalto.

-¿Qué pasa, Sara? –preguntó Christopher asustado.

-¿Qué fue ese sonido? –Susurró Sara preocupada- Iré a ver qué es. Christopher, quédate aquí mientras voy. No tardo.

Christopher la sujetó del brazo.

-No dejaré que vayas sola. –dijo Christopher con firmeza.

De pronto, se escucharon una especie de gruñidos.

-Rebecca está en problemas –dijo Sara desesperada- ¿No te das cuenta?

Repentinamente, se escucharon unos balazos.

-¿Ves? –Dijo Christopher- Ella se está encargando de lo que sea que haya arriba.

Sara levantó el brazo indicándole a Christopher que guardara silencio; la chica parecía extrañada.

-¿Qué pasa? –inquirió Christopher en un susurro.

-Esos balazos no son de la pistola de Rebecca; Rebecca trae una pistola 9 mm… -murmuró Sara- Y esos balazos son de otro tipo de arma… como un rifle de cacería.

Christopher soltó a Sara y se recargó contra la pared.

-¿Puedes distinguir el tipo de arma que se dispara con solo oír el balazo? –Inquirió Christopher asombrado- ¡Chido!

-Sentidos más desarrollados que los de los animales, recuérdalo. –señaló Sara guiñando un ojo orgullosa.

Los balazos seguían, acompañados por golpes que se escuchaban desde el piso de arriba, de pronto, los tiros cesaron, y sólo alcanzó a escucharse como si una enorme criatura se desplomara.

-Creo que ya terminó –señaló Christopher.

Sara se dirigió a la puerta que había al fondo de la cocina, donde ponía en un pequeño letrero:

"Vagón de carga"

-¿Qué habrá ahí? –comentó Sara mirando a Christopher con una sonrisita maliciosa.

-No lo sé. –dijo el muchacho encogiéndose de hombros.

Sara intentó abrir la puerta, sin embargo, tenía seguro por el otro lado.

-¡Chin! –Dijo la chica- Tiene seguro por dentro.

-Ni modo –respondió el.

Rebecca entró a la cocina. Traía una especie de abridor de panel en la mano y un rifle de cacería en la otra. Sara corrió hacia ella seguida por Christopher.

-¡Rebecca! –Exclamó Sara- Gracias al cielo estás bien. ¿Qué fue lo que pasó?

-¡Qué no pasó! –Corrigió Rebecca- Para empezar, encontré un portafolio con una cerradura rara en el cuarto del conductor. Se la acabo de dar a Zuci y a Sebas.

-¿Y luego? –indagó Christopher.

-Noté una pequeña luz roja, que en realidad era un switch. Cuando lo bajé, se abrió un compartimiento secreto y cayó una escalera. La cual me llevó a un salón-bar que tenía el tren. Ya saben: Botellas caídas, vidrios por todos lados. Todo era un desastre. Seguí tranquilamente por el lugar, escuché un extraño ruido, como si algo enorme hubiera caído sobre el techo, pero no le dí importancia. Seguí hasta el fondo y llegué un pasillo donde había una habitación de las de primera clase. Entré y encontré éste rifle de caza y esta cosa para abrir páneles. Al salir de la habitación, me fijé en un carrito de servicio que se encontraba al lado de la puerta del bar y encontré esto…

Rebecca le entregó a Sara un picahielos.

-¡Excelente! –Dijo Sara con una sonrisa- Vamos a mandárselo a Billy para que salga.

Sara fue hacia el elevador de servicio y colocó dentro el picahielo, y entonces se lo mandó a Billy.

-¿A qué le estabas disparando hace un rato, Rebecca? Preguntó Christopher.

-Para eso voy –dijo Rebecca- Cuando me dirigía para acá, estaba a punto de llegar al mostrador del bar, unas tenazas comenzaron a hacer un agujero en el techo y entonces, cayó un escorpión gigante que por poco y me mata. Afortunadamente, lo hice yo primero.

-¿Un escorpión gigante? –Inquirió Christopher incrédulo.

-Wey –comentó Sara-. Tomando en cuenta todo lo que hemos visto, no me extrañaría que llegara Link a rescatarnos acompañado por Inuyasha, Gokú y Superman y esto terminara siendo obra de Ganondorf.

-Pues eso sí… -dijo Christopher.

Súbitamente, Billy se reunió con ellos en la cocina, acompañado por Azalie y los demás. Sara se acercó a Billy.

-Billy, ¿Te encuentras bien?-dijo Sara.

-Sí –respondió Billy con una sonrisa- Por fortuna, el lugar donde me encontraba era relativamente seguro. Pero ahora que lo pienso, gastamos mucho tiempo en vano…

-¿Por qué lo dices? - cuestionó Christopher

-La pelirroja pudo haber partido la puerta en dos, en lugar de ponernos a buscar un estúpido picahielos -afirmó Billy- ¿Por qué no usaste tus garras, Sara?

-Bueno, wey -dijo Sara- Hasta yo tengo mis lapsus de estupidez.

-Bueno ya –dijo Beka- Dejen eso ¿Ahora qué hacemos?

-Pues primero que nada –dijo Billy- tenemos que parar el tren.

-Y para eso, tenemos que llegar a la locomotora –dijo Abner-. El problema es que para acceder, tenemos que conseguir una tarjeta magnética especial. Debe estar en algún lugar de aquí…

-¡Un minuto! –intervino Azalie- La nota que venía en junto al portafolio, decía que en el mismo se encontraba la tarjeta.

Sara le arrebató el portafolio a su hermana y lo agitó escuchando con atención el sonido del contenido.

-En efecto –dijo Sara-. Aquí dentro hay una tarjeta. El chiste es abrirlo.

Billy tomó el portafolio y lo observó detenidamente.

-La cerradura es un tanto extraña –señaló Billy.

-Oigan –dijo Sebas- ¿Ya intentaron buscar en el vagón de carga?

-Está cerrado por dentro –aseveró Christopher- A menos que abramos ese panel que está al lado de la puerta.

Rebecca sonrió y mostró el abridor de panel que traía en la mano.

-Creo que esto nos servirá –dijo Rebecca.

Sara se colocó en medio de todos.

-Okey… -dijo Sara en tono autoritario- Tenemos qué organizarnos. Así que… ¿Estamos todos los que somos y somos todos los que estamos?

-Pues yo no veo que falte nadie –dijo Azalie-. Estamos completos.

-Bien –dijo Sara-. Hagamos esto: Primero que nada, necesitamos que dos personas se pasen al vagón de carga y chequen todo lo que haya atrás.

-Yo lo haré –dijo Billy.

-Yo iré con el –dijo Rebecca.

-Bien… ahora necesitamos gente que vaya a buscar la llave. Tenemos qué dividirnos… Azalie y Yoshua, ustedes buscarán y reunirán todas las municiones que encuentren para los que traen armas de fuego. Sebas y Beka, ustedes buscarán más armas de fuego. Alguien del grupo puede necesitar andar armado. Zuci y Abner, ustedes busquen provisiones y cosas para curarnos las heridas. Christopher y yo buscaremos algo para abrir el méndigo portafolio. ¿De acuerdo?

-De acuerdo. –dijeron todos.

Rebecca y Billy se pasaron al vagón de carga por un pequeño conducto que había bajo el panel. Al avanzar unos metros, las rejas de lo que parecían unas jaulas se abrieron.

-¡Oh no, otra vez! –murmuró Rebecca.

Dos perros zombies se acercaron a ellos gruñendo dispuestos a atacarlos. Uno de los canes se abalanzó contra Billy, quien sin darle tiempo, le disparó mientras Rebecca disparaba al otro. Billy tumbó a uno, no obstante, el otro se abalanzó sobre él haciéndolo caer al piso. El ex marine peleaba cuerpo a cuerpo contra el furioso animal. Rebecca disparó al can, hasta que Billy pudo zafarse del perro de una patada. Rebecca le dio el tiro de gracia a la criatura.

-¿Te encuentras bien? –inquirió la oficial mientras revisaba a Billy.

-Yo estoy perfecto –respondió el-; Espero que la sociedad protectora de animales no se entere de este incidente –agregó con una sonrisa.

-Mejor sigamos –dijo Rebecca.

Antes de abrir la puerta, que llevaba a la parte trasera del tren, Rebecca notó algo que brillaba en una de las jaulas de donde los perros habían salido, cosa que llamó la atención de la muchacha. Rebecca se inclinó para ver mejor y lo que recogió fue un anillo, que al parecer era de oro. Sin embargo, no era el tipo de anillo que se ponía en un dedo.

-¿Qué es? –inquirió Billy.

Rebecca le mostró el anillo al convicto. Este lo observó con detenimiento y se lo regresó.

-Guárdalo –dijo mientras se lo devolvía-. Creo que sé para qué puede servir.

Entre tanto, Sara y Christopher se encaminaron al cuarto del conductor. Al entrar, vieron la escalera por la cual Rebecca había subido.

-Mira –dijo Sara-; es la escalera que Rebecca mencionó. ¿Subimos?

Christopher se encogió de hombros.

-No veo por qué no –dijo-. Pero yo subiré primero, para ver si el lugar es seguro. Desde este momento, yo seré tu guardaespaldas –agregó el chico en tono triunfal.

-Pos apúrale, Robles que tenemos que parar este pinche tren –dijo Sara.

Christopher subió la escalera, y al llegar al segundo piso, se encontró en un lugar que parecía un bar, cuyo mostrador estaba completamente destruido. El salón era grande, no obstante, el cadáver del escorpión gigante al cual minutos antes Rebecca había matado se encontraba ahí. Sara lo alcanzó y se detuvo al ver el enorme escorpión muerto que ocupaba gran parte del vagón.

-Así que ese es nuestro amiguito "tenazas" –comentó Sara apartando una de las tenazas con el pie.

- Mejor hay qué pasarnos rápido –determinó Christopher-. No vaya a ser la mala y que se levante convertido en zombie y entonces sí nos cargó el payaso…

-Tienes razón –dijo Sara.

Ambos cruzaron el salón, y se pasaron a otro vagón, ahí había una habitación de primera clase, entraron sin encontrar nada útil mas que medicinas, las cuales recogieron y salieron de la habitación. Desafortunadamente, no podían pasar al otro lado del corredor, ya que un gran nido con huevecillos de sanguijuelas obstruía el lugar.

-Rayos –dijo Sara-. Este debe ser el otro lado del pasillo donde hablé con Azalie.

-¿A qué te refieres? –Preguntó Christopher.

-Si –respondió Sara- Si no hubiera este montón de huevos de sanguijuela, llegaríamos al donde está la escalera donde nos sentamos mientras se te pasaba el mareo.

-Es cierto… -dijo Christopher- Lo malo es que hay tantos huevos que no se puede pasar. Tendremos que regresar por donde llegamos.

-Pues vamos –dijo Sara.

El par se regresó por donde había llegado. El salón presentaba un panorama completamente desesperanzador, descubierto en gran parte del techo gracias al escorpión gigante, con el viento soplando a causa de la gran velocidad que llevaba el tren.

-De algo sí estoy seguro –comentó Christopher mientras cruzaba el salón sin soltar la mano de Sara- Este no es el bosque de Raccoon.

Sara lo miró confundida.

-¿Entonces dónde chingados crees que estamos? –inquirió la joven.

-¡Esto definitivamente es Ravenloft! –Exclamó Christopher con una sonrisa.

Sara lanzó una carcajada.

-¡Dejando que sí! –Dijo Sara entre risas- Esto ya parece jugada de Rol. Si no fuera porque es la época actual, juraría que estamos en una jugada de "Calabozos y Dragones".

-Pues me cae que sí estamos en una… Nomás falta que tu amigo del vestido sea un clérigo de las sanguijuelas… -mencionó Christopher.

-O un mago –replicó Sara.

Ambos regresaron a la planta baja y fueron hacia el vagón de primera clase. Donde encontraron a Billy y a Rebecca, quienes estaban mirando por una ventana pequeña que se encontraba situada al lado de la puerta. Rebecca traía en sus manos un gancho. Sara se acercó para ver lo que sucedía.

-¿Qué tanto ven por esa ventana? –Preguntó Sara.

-Lo que sucede es que encontramos este gancho en la parte trasera del último vagón –explicó Rebecca-. Y ahí hay un lugar donde podemos usarlo.

-¿Te refieres a esa escalera que está algo alta? –inquirió Christopher mirando por dicha ventana.

-En efecto –dijo Billy.

-¿Quién va a subir? –preguntó Sara.

-Es mi turno –dijo Rebecca-. Billy ya subió.

-¿Segura? –dijo Sara- Porque yo puedo hacerlo en tu lugar…

-No. –dijo Rebecca decidida-. Yo iré a ver qué hay.

Rebecca subió al techo del vagón con ayuda del gancho. Sara y los demás se quedaron abajo.

-¿Cómo le hacemos? –dijo Sara.

-¿Cómo le hacemos para qué?- inquirió Billy.

-Digamos que habiendo tantos cadáveres en esta parte, me pongo algo nerviosa de solo pensar que alguno se levante a causar desmadre –explicó Sara-. En el segundo piso de este vagón no hay nada de cadáveres o zombies…

-Sí, Sara… pero hay un pinche nido repleto huevecillos de sanguijuelas –replicó Christopher.

-Sí, wey –rebatió la chica-. Pero a las pinches sanguijuelillas las aplacamos de un pinche pisotón, además ni han nacido… En cambio los zombies son más cabrones de matar. Y la neta, tengo mucha hueva como para andar peleando con zombies en este momento.


Continua sig Mensaje... es que no me cupo
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Mensaje por Lenore Marcus » 01 Feb 2014 10:35

-Capítulo 9-
-Confusiones-
(Segunda parte)
En ese instante, llegaron todos los demás Zuci y Abner con varias hierbas y sprays. Azalie y Yoshua traían bastantes municiones que habían encontrado en el tren. Los últimos en llegar fueron Beka y Sebas, quienes no hallaron más armas de fuego. Sara se puso a dividir las municiones; la mitad para Billy y la mitad para Rebecca.

-Por cierto –dijo Sebas mirando a su alrededor- ¿No han visto a Rebecca?

-Anda allá arriba en el techo del vagón –respondió Sara-.

Mientras tanto, Rebecca caminaba cuidadosamente sobre el techo del vagón en medio de la fuerte ráfaga de viento causada por la velocidad tan alta que llevaba el tren. La chica se percató de que había un agujero en el techo. Rebecca avanzó cautelosamente para acercarse al hoyo y ver qué había.

Al mirar por aquél agujero, Rebecca vió que se trataba de una de las habitaciones de primera clase; una a la cual no había entrado y estaba sin explorar. Afortunadamente para la oficial, podría saltar al interior de la alcoba sin hacerse daño, ya que no era demasiada altura.

Rebecca saltó al interior de la recámara, la cual estaba algo húmeda debido al agua de la lluvia que entraba por la ventana abierta. Rebecca volteó a su alrededor. El lugar estaba perfectamente decorado, sin embargo, sólo estaba escasamente iluminado por la tenue luz de la luna llena. Rebecca podía ver perfectamente la cama tubular de latón que se encontraba a su derecha y los cuadros que había en la pared. Sin embargo, la oficial no tardó en darse cuenta, de que no estaba sola en esa pequeña habitación.

Un zombi se acercaba a ella amenazante, dispuesto a morderla. Desgraciadamente, la chica no alcanzó a sacar su pistola, ya que la criatura se abalanzó sobre ella para tratar de morderla. Rebecca luchaba contra el zombi cuerpo a cuerpo para evitar ser mordida por ese ser putrefacto. De algún modo, la joven logró zafarse del zombi haciéndolo caer. Rápidamente, Rebecca sacó su arma y le disparó a la criatura para evitar que volviera a levantarse.

-¡Caray! –Pensó- Mi primera misión y ya estoy en graves problemas. Pero bueno, ya que estoy aquí…

Evitando pisar el cadáver y el charco de sangre que había dejado al morir de nuevo. Rebecca se dirigió al armario que estaba justo frente a la cama. Al abrirlo, vió que estaba vacío salvo por una pequeña caja, como las usadas en las joyerías para guardar los anillos. Rebecca la recogió y al abrirla, encontró un anillo muy parecido al que había recogido en la jaula de los perros, con la diferencia de que éste, era de plata…

En la planta baja, Sara y los demás escucharon los balazos Sara supo inmediatamente de dónde venían.

-Rebecca está en problemas –dijo Billy.

-Sé exactamente dónde está –dijo Sara-. Sígueme.

Sara sacó sus garras y subió al segundo piso del vagón en compañía de Billy, quien ya traía su arma preparada para cualquier percance.

Al llegar a la planta alta, Sara y Billy alcanzaron a ver cómo los huevos de sanguijuelas comenzaron a eclosionar. Las sanguijuelas se dispersaron por toda la planta alta del vagón, despejando el corredor que estaba saturado con los huevecillos. En ese instante, la puerta se abrió y Rebecca Chambers apareció ante ellos.

-Billy, qué bueno que te veo –dijo Rebecca-. Acabo de encontrar algo interesante.

Billy se acercó a Rebecca. Para ver qué era lo que tenía, sin embargo, había un problema, y es que las sanguijuelas que deambulaban por el pasillo les subían a ambos por el cuerpo. Billy se quitaba alguna y la aplastaba, pero para ese momento, ya tenía otra pegada. Rebecca estaba en las mismas condiciones. Billy miró a Sara y se dio cuenta de que ninguna sanguijuela hacía el más mínimo intento por atacarla; más bien se apartaban a su paso formando una valla… como si le tuvieran algún respeto.

-¿Acaso ella…? –Pensó Billy sin dar crédito.

Billy intercambió una mirada con Rebecca, quien estaba igualmente sorprendida por la extraña actitud de las sanguijuelas ante Sara.

Sara se acuclilló para observarlas más de cerca y tomó a una entre sus manos. Entonces, Billy volvió a mirar a Sara, quien había tenía a la sanguijuela en su mano. El animal se arrastró por todo el brazo de la muchacha, y se posó en su hombro. La sanguijuela parecía haber hecho buenas migas con Sara.

-¡Ya basta! –Decía Sara entre risas- ¡Me haces cosquillas!

Sara miró a Billy y se dio cuenta de la manera en que el convicto la miraba.

-¿Qué? –dijo Sara sin entender el por qué Billy y Rebecca la miraban de esa forma.

Billy se acercó a Sara mirándola con frialdad. Entonces, sacó su pistola y puso el cañón en la frente de la chica.

-Ahora me vas a decir –dijo Billy en tono pausado pero amenazante- ¿Por qué haces todo esto? ¿Qué es lo que pretendes?

-¿Estás loco? –Balbuceó Sara- ¿De qué chingados estás hablando?

Billy la miraba más amenazante.

-¡No finjas! –Vociferó Billy sin quitar la pistola de donde la tenía- ¡Tú eres la que controla a esas sanguijuelas! Tú eres la causante de todo esto, reconócelo de una vez.

Sara lo miraba sin entender la agresividad de su compañero.

-¿Qué? –Dijo la chica- Estás pero bien loco.

-¿Por qué no te atacaban? –Inquirió Billy mirándola con coraje- ¿Por qué no se te pegan al cuerpo?

-¿Yo qué chingados voy a saber, cabrón? –Dijo Sara perdiendo la paciencia- Tal vez porque estoy bonita…

-¡No te hagas la chistosita!

-Mira, pinche Billy, yo no tengo nada qué ver en esto.

-Ve a decirle eso a otro –dijo Billy sin dejar de amagarla-. Porque ni creas que me dejo engañar tan fácil por tu carita angelical…

Sara le lanzó una seductora sonrisa a Billy.

-¿Estás diciendo que te parezco bonita? –inquirió la chica.

En ese momento, Azalie, Christopher y los demás llegaron atraídos por el barullo. Azalie se quedó petrificada al ver a su hermana amagada por Billy. Christopher, al ver en la situación en la que estaba su amada, se acercó a Billy y le puso el filo de su katar en el cuello.

-Si jalas el gatillo, te mato –dijo Christopher en tono amenazador-. Te juro que te mato.

Billy no se dejó intimidar por Christopher, y miró a Sara sin quitarle el arma de la frente.

-¿Por qué no le dices a tu amigo la verdad? –masculló Billy.

-¿De qué verdad hablas? –dijo Azalie asustada.

-Parece ser que tu amiga es la causante de todo este caos –dijo Billy.

-Ya te dije que yo no tengo nada que ver con este pinche desmadre –dijo Sara enojada- Pero si estás tan convencido mátame, cabrón. A ver si tienes los suficientes huevos.

Christopher apretó el filo de su katar contra la garganta de Billy

-No te atrevas… -murmuró Christopher.

-No te metas, gordito –dijo Billy.

-Christopher, quítale el puto katar de su cuello –ordenó Sara- Si él me dispara saldrá perdiendo.

-Pero… -balbuceó Christopher.

-¡Hazlo! –ordenó Sara con firmeza.

Christopher guardó su katar. Todos los amigos de Sara miraban la escena nerviosos. El ambiente se sentía tenso.

-¡Órale, cabrón! –Gritó Sara provocándolo- ¿Qué esperas para dispararme? ¡Hazlo de una vez! ¿No que muy machín?

Billy miraba a la muchacha sorprendido, no pensó que tuviera tanto carácter. Billy vió que Sara le sostenía la mirada. Una parte de él admiraba la valentía con la que esa chica lo enfrentaba y se le ponía al tú por tú. Nunca pensó que esa muchacha tuviera más pantalones que muchos hombres que había conocido.

-¿Qué te pasa? –Vociferó la chica sin quitarle la mirada de encima- ¡Truénala cabrón! ¡Truénala! Si estás tan convencido, truena la pinche pistola de una vez.

Billy jaló el gatillo incrustando la bala en la frente de la joven quien cayó de espaldas al suelo mientras Azalie ahogaba un grito ante la mirada atemorizada de todos los presentes. Christopher corrió hacia donde estaba el cuerpo de Sara aparentemente sin vida. De pronto, antes de que alguien pudiera reaccionar, Sara se levantó. Billy notó como el casquillo del proyectil caía al suelo y la herida de bala se cerraba sin dejar cicatriz alguna. Billy estaba paralizado de la impresión al igual que todos. Sara sonrió.

-Mira, Billy… -dijo Sara mientras se aproximaba a él- vamos a poner las cartas sobre la mesa. No soy alguien tan fácil de matar, créeme que no eres la primera persona que ha intentado matarme y se lleva al chasco de que no se puede. Si eres listo, no me querrás como enemiga. Yo no tengo nada que ver con estas sangujuelas, además, si mal no recuerdo, hace un rato vimos cómo el papacito del cabello largo las controlaba, y a ese wey lo acabo de conocer hoy. Si me quieres creer, chido, si no, allá tú. Pero tienes dos opciones, o cooperas conmigo, sin pelear ni nada parecido, o me vas a estar chingando la madre, lo cual no te recomiendo porque saldrás perdiendo. Y esto va para ti también, Rebecca –agregó Sara mirando a Rebecca, entonces, se volvió hacia Billy-. Además, no me gusta echar en cara las cosas, pero yo confié en ti, y todos los seres pensantes en este tren sabemos que tú no eres ninguna blanca palomita…

Billy miró a Sara con cierto recelo, entonces bajó la mirada y lanzando un suspiro, guardó su arma.

-Está bien –dijo Billy al fín-. Pero sigo teniendo mis dudas.

-Créeme –dijo Sara- A mí también me sorprende que no me hayan atacado las sanguijuelas, tampoco entiendo como no se me pegó la que traía en mis manos.

-Pero –dijo Rebecca-… ¿Cómo es que tú te atreviste a tocarla sin que te diera asco, o algo así? Eso es lo que nos hace dudar…

Sara miró las sanguijuelas que se arrastraban en el suelo y sonrió con melancolía.

-Digamos que –dijo Sara mirando al suelo con nostalgia-… Me traen buenos recuerdos.

Rebecca no entendió, después de todo, ¿Qué clase de buenos recuerdos pueden unos bichos tan repulsivos traerle a una persona? Rebecca Chambers recordaría su primera misión con los S.T.A.R.S. como la experiencia más bizarra en su vida.

-Cambiando de tema –dijo Sara-, ¿Encontraste algo interesante acá arriba?

-¡Ah, es cierto! –exclamó Rebecca.

La chica sacó de su bolsillo la cajita con el anillo y se la entregó a Billy; éste la abrió y observó el anillo con cuidado. Entonces sacó el otro que traía y notó que eran similares.

-¿Alguien de ustedes trae el portafolio? –inquirió Billy.

-Christopher pásale el portafolio, por favor –dijo Sara.

Christopher miró a Billy con cierto rencor y le dio el portafolio de mala gana. Billy tomó el portafolio y puso los dos anillos en la cerradura, donde encajaban perfectamente. Entonces, se escuchó un pequeño "clic". Billy sacó el contenido del portafolio, el cual era una tarjeta magnética. La tarjeta tenía una foto del conductor del tren y algunos datos.

-Esta debe ser la tarjeta que abre la puerta al vagón de paso a la locomotora. –dijo Billy.

-Eso significa… -Murmuró Azalie.

-Que ya podremos parar esta chingadera –dijo Christopher.

-¿Pues qué esperamos? –dijo Sara- A mal paso, darle prisa.

El grupo decidió cruzar por el segundo piso, Al fin que en el bar se encontraba la escalera que llevaba al cuarto del conductor que se encontraba a unos pasos de la puerta que iban a abrir con la tarjeta magnética. Todos los miembros de la partida evitaban las sanguijuelas del corredor, algunos se las quitaban cuando sentían que se les subían y las pisaban; la única que no se preocupaba por ello, era Sara. Al abrir la puerta del bar, vieron el cadáver del alacrán gigante.

-Mira, Rebecca –dijo Sara-. Ahí está tu cuate el alacrán.

-Cállate –dijo Rebecca-. No quiero ni recordarlo.

Sara rió mientras evitaba al enorme alacrán que yacía sin vida en el suelo del vagón. Llegaron al cuarto del conductor, bajando uno por uno la escalera, hasta que por fín llegaron a donde estaba la puerta.

Billy colocó la tarjeta en el lector de la puerta, fue en ese momento, cuando se dieron cuenta de que no estaban solos.

En el vagón de paso a la locomotora, se hallaban dos sujetos armados con ametralladoras; ambos con uniforme de comando. Al parecer ellos habían sido los responsables de que el tren se pusiera en movimiento. Uno de ellos hablaba por el Walkie con algún superior.

-Aquí el equipo delta. –Informó uno de los sujetos-. Hemos obtenido el control sobre el tren. Cambio.

Lejos de ahí, en lo que parecía ser un cuarto de control, Albert Wesker se comunicaba con los sujetos armados del tren.

-Entendido. –Respondió Wesker.

A su lado, un confundido William Birkin miraba hacia el suelo meditabundo.

-Esto no tiene sentido –murmuró Birkin moviendo la cabeza negativamente-. ¿Cómo es posible que el T- Virus se haya filtrado? ¿Y por qué contaminó el laboratorio y la mansión? Y sin contar el tren que se encuentra a casi tres millas de aquí…

Wesker miró a Birkin con frialdad, entonces tapó el micrófono.

-Eso es irrelevante –dijo Wesker mirándolo serio-. Debemos prevenir que siga esparciéndose el virus, y para ello, tendremos qué destruir el tren. Por completo.

William Birkin miró a Wesker, un hombre muy alto, rubio, de complexión atlética, bien parecido siempre con su corte de pelo impecable y sus lentes oscuros que usaba incluso de noche; desde que eran jóvenes, Albert siempre robaba la atención y los suspiros de las chicas (y alguno que otro varón) donde quiera que andaban. William Birkin, en cambio, si bien, era también rubio y bastante atractivo, no era tan alto como Albert, y era más delgado, no llamaba tanto la atención como su amigo, salvo contados casos sin embargo por esos días, el científico se encontraba bastante desmejorado, lo cual Albert notó desde hacía días; Birkin se encontrba más pálido que de costumbre, y ojeroso, el cabello despeinado y una incipiente barba de 2 días

"Al parecer lleva varios días sin dormir" Pensó Wesker

William se encontraba realmente preocupado, después de todo, si no querían que la existencia del T-virus, y con ello, el hecho de que Umbrella se dedicaba a la producción de Armas Bio Orgánicas saliera a la luz pública, era necesario destruir las pruebas. Y una de ellas, era precisamente el Ecliptic express. Ya bastante era el mantener ocultos sus descubrimientos entorno al Virus G.

Albert Wesker habló de nuevo por el micrófono.

-¿Qué tan lejos se encuentran del próximo cambio de Vías? –preguntó Wesker al sujeto del otro lado del micrófono.

En ese instante, desde las sombras surgieron decenas de sanguijuelas, las cuales atacaron a los comandos armados quienes desesperadamente gritaban y disparaban sus armas sin objetivo. Wesker sólo alcanzó a oír los disparos y los gritos desesperados de sus subordinados.

-¿Qué sucede? –indagó Wesker desde la sala de control.

No obtuvieron respuesta… Solo se cortó la comunicación. Albert Wesker y William Birkin nunca supieron que los dos sujetos armados habían sido asesinados por unas sanguijuelas.

En el tren, Sara alcanzó a escuchar a la perfección toda la conversación a diferencia de sus compañeros, quienes sólo escucharon los gritos y el tiroteo incesante de las ametralladoras…

-Al parecer no estábamos solos –comentó Sara-. Alguien puso el tren en marcha.

-¿Crees que sea conveniente pasar? –Consultó Azalie- ¿Qué tal si nos matan o nos hacen algo? No sabemos las intenciones de esos weyes.

-¡Naaaah! –respondió Sara despreocupada- A esos dos ya los cargó el payaso.

-¿Y qué te hace pensar que no nos va a cargar a nosotros también? –preguntó Beka.

Sara se volvió hacia sus compañeros.

-Pues miren, si nos quedamos aquí y no paramos el tren, es seguro que aquí nos chingamos –explicó Sara- En cambio, si salimos a ver qué onda, puede que nos ataque lo que sea que atacó a esos cabrones de allá afuera… pero también puede que no. Entonces podremos hacer el intento de parar esta madre.

-Pues hay que seguirle –dijo Billy.

Sara asintió y abrió la puerta. En efecto, los dos tipos armados estaban muertos. Zuci se inclinó sobre uno de ellos y le quitó la ametralladora. Beka hizo lo mismo. Rebecca las miró sin dar crédito a la frialdad con la que se robaban las armas de los dos muertos.

-¿Qué? –Dijo Zuci- Nosotros las necesitamos más que ellos, estos tipos ya están muertos, ni para qué les sirvan.

Rebecca suspiró y siguió hacia la locomotora. Billy abrió la locomotora y notó que algo andaba mal. Rápido, y todos los demás entraron a ver qué pasaba.

-El tren está fuera de control –dijo Billy alarmado- ¡Tenemos qué parar esta cosa!

Al entrar, Christopher vió algo que le llamó la atención; sobre el tablero había una tarjeta magnética. El muchacho la tomó y la observó. Rebecca encontró un pequeño libro sobre el tablero, el cual era un manual de frenado. Rebecca lo leyó junto con Sara.

-Introducir tarjeta magnética… mando en el compartimiento del maquinista… mando en el compartimiento trasero… -leía Sara- ¿Qué pinche desmadre es este? ¿Tanto pedo para desactivar el freno? ¿En qué piensan estos cabrones de Umbrella? Ni qué tuviéramos tanto tiempo en lo que buscamos el pinche tarjeta…

En ese momento, Christopher puso una tarjeta magnética ante las narices de Sara, ésta tomó la tarjeta, y al darse cuenta de que era justo la que necesitaban, abrazó a Christopher efusivamente.

-¡Christopher, eres un genio! –chilló Sara de alegría.

En un arrebato de alegría, Sara lo besó en los labios. Christopher se sonrojó. Parecía estar en las nubes.

-Muy bien –dijo Billy- ¿Quién se va atrás?

-Yo voy –dijo Rebecca.

-Yo iré con ella –dijo Sara-. Necesita alguien que la cubra.

-Bien –respondió Billy- Yo me quedaré aquí con los demás. Cuando hayan terminado, me llaman por el Walkie ¿entendido?

-Entendido y anotado, jefe –dijo Sara con una sonrisa.

Sara y Rebecca estaban a punto de salir de la cabina del maquinista, cuando Billy las detuvo.

-¡Oigan! –dijo el convicto.

Ambas chicas se detuvieron y se volvieron hacia él.

-No vayan a cagarla –dijo Billy.

Sara y Rebecca lo miraron algo enfadadas.

-¿Qué crees, que somos pendejas, wey? –dijo Sara molesta.

-No lo haremos. –dijo Rebecca cruzándose de brazos.

Ambas chicas salieron, y cruzaron hacia el primer vagón lo suficientemente rápido como para evitar a los tipos que estaban armados, quienes transformados en zombies, se levantaban para atacarlas. Siguieron por todo el corredor, hasta que se toparon con un zombie, el cual ágilmente, Sara esquivó, y entonces le dio una patada con la cual el zombie fue a dar al suelo justo para que Rebecca pasara encima de él. Al pasar al siguiente vagón, el cual era de primera clase, se encontraron con cuatro zombies que avanzaban hacia ella amenazantes. Rebecca disparaba a las criaturas mientras Sara los derribaba a patadas.

-Vaya, eres buena con las patadas –comentó Rebecca asombrada.

-Practico Tae-kwon-do –dijo Sara con una sonrisa- Soy cinta negra décimo Dan.

Sara se adelantó al siguiente vagón, y al abrir la puerta, se detuvo repentinamente y miró con pesar a Rebecca, quien se encontraba tan consternada como ella. Ambas mujeres miraban el horripilante espectáculo, de un zombie que se encontraba inclinado sobre un cadáver... comiéndoselo.

Rebecca notó que el zombie usaba un uniforme de S.T.A.R.S.

-No… -murmuró la oficial con sus ojos color esmeralda llorosos.

El zombie volteó y miró a las dos chicas. Rebecca reconoció el rostro del zombie.

-Edward… -murmuró mientras miraba con tristeza cómo se levantaba.

-Es tu amigo el de hace rato… -dijo Sara.

El zombie avanzó hacia ellas lentamente.

-No, ¡No te acerques! –Balbuceó Rebecca a punto del llanto- ¡No te acerques!

Sara suspiró, corrió hacia el zombie, y haciendo uso de sus garras, le cercenó la cabeza ante la mirada horrorizada de Rebecca. Sara miró a Rebecca, quien la miraba paralizada de miedo.

-Sé que era tu amigo –dijo Sara con voz más dulce- Pero entiende, si no lo mataba nos tragaba..

Rebecca bajó la mirada, y siguió su camino.

De ahí, las dos chicas llegaron sin problemas al compartimiento trasero del tren.

Sara se adelantó al dispositivo que se encontraba junto a la puerta e introdujo la tarjeta. Al hacer eso, el dispositivo se encendió, apareciendo en una pantalla el número 81. A un lado estaba un pánel numérico que era donde debían introducir el código. Y había 10 pequeñas luces.

-¿Y ahora? –preguntó Rebecca- ¿Cuál será el código?

Sara observó detenidamente el dispositivo y entonces supo qué hacer.

-¡Ya sé! –exclamó Sara con una sonrisa de confianza- debemos introducir 10 números que al sumarse den como resultado 81. Y afortunadamente, eso es fácil para mí a pesar de que soy malísima con las matemáticas.

-Ya veo… dijo Rebecca.

-Veamos… -meditaba Sara- Si 9 veces 9 da 81… ¡Ya sé!

Rebecca observó cómo Sara oprimió ocho veces la tecla 9, después aplanó el número 8, y al último el 1. Entonces dio el resultado que esperaban.

-¡Lo lograste! –dijo Rebecca emocionada.

-De algo sirvió que en segundo año de primaria me estuvieran jodiendo con las tablas de multiplicar –dijo Sara sonriendo- órale, Háblale a Billy para que ponga el código de allá.

Rebeca tomó el Walkie y se comunicó con Billy.

-Billy, aquí Rebecca, ya hemos introducido el código en el dispositivo trasero-dijo Rebecca por el walkie- Es tu turno. Corto.

-Entendido –respondió Billy y de inmediato se puso a maniobrar el artefacto que le tocaba.

El dispositivo que Billy tenía frente a sí , tenía 10 luces, pero el total del número debía ser 36, para colmo, la parte que indicaba la suma de los dígitos y el cuanto le faltaba estaba estrellada, lo cual dificultaba enormemente su tarea. El tiempo apremiaba y tenía qué concentrarse si no quería morir en aquél tren, pero la gente a su alrededor no se lo hacía nada sencillo…

-¿Qué? ¿Qué hay qué hacer Billy? -dijo Azalie nerviosa.

-Debemos conseguir 10 dígitos que sumen 36 -respondió Billy.

-¡Pues la tabla del 6! -exclamó Christopher apurado- En una parte dice 36...

-No, espera… eso no -trató de explicar Billy.

-Pero eso es 6 por 6, idiota -interrumpió Beka angustiada sin hacer caso del ex teniente- ¡Necesitamos 10 dígitos!

-A mí ni me miren -dijo Sebas-, yo nunca fui bueno en eso de los números

-¡Muchachos, el reloj corre! -comentó Billy.

-¿Por qué no le hice caso a mi mamá y me aprendí las tablaaas? -exclamó Yoshua nervioso.

-¿No te sabes las tablas? -cuestionó Azucena sorprendida.

-Siempre le dije a mi madre que no usaría esas pendejadas en mi vida -respondió el chico- Y mírame ahora ¡Qué razón tenías mamá!

Los muchacho discutían a gritos sobre los números que Billy debía introducir en el panel mientras el convicto se desesperaba cada vez más al no poder concentrarse debido al escándalo que hacían los adolescentes.

-¡No sean pendejos! -comentó Azalie- Pongan 8 ceros, un 3 y un 6.

-No hay ceros, Azalie -irrumpió Billy un tanto exasperado.

-¡Pongan un 9! -indicó animado Abner.

Billy volteó a mirarlo extrañado con una mueca de confusión.

-¿Por qué diablos un 9? -Inquirió el convicto molesto..

-Me gusta el 9 -contestó Abner con naturalidad.

-¡NOS VAMOS A MORIR TODOS! -Gritó Christopher aterrado- ¡Y AÚN SOY VIRGEN!

-¿Por qué no me extraña? -dijo Beka mirándolo.

-¡NADIE SE VA A MORIR, CON UN DEMONIO! -Grito Billy fuera de quicio- ¡SÓLO CÁLLENSE Y DÉJENME PENSAR!

Y así fue como con la ayuda de los demás, Billy pudo introducir el código y logró activar el freno.

-Bien, yo ya les salvé la vida -dijo Billy y luego miró a Christopher con burla-. De tu virginidad, yo no me encargo…

Sin embargo, aún no se encontraban a salvo, el tren iba a una velocidad excesiva y entonces, fue a dar a lo que parecía un túnel abandonado. Debido a la fuerza y velocidad que llevaba la máquina, las tablas que tapaban la entrada de dicho túnel no fueron lo suficiente para detenerlo. El tren pasó quebrando las tablas y arrasando con todo lo que había a su paso. Entonces descarriló y se volcó quedando en llamas. Afortunadamente, Billy, Sebas, Azalie, y los demás habían saltado fuera del tren justo antes de que este se volcara. Billy se levantó con dificultad entre las llamas.

-¿Se encuentran bien? –preguntó.

Christopher se levantó mientras se sobaba la cintura.

-Aquí estamos Sebas y yo –dijo Christopher mientras ayudaba a Sebas a levantarse.

-¡Aquí estamos nosotros! –Vociferó Azalie a unos metros. A su lado estaba Abner ayudando a Beka y Azucena a levantarse. Yoshua se levantó con dificultad.

Christopher miró a su alrededor.

-¿Dónde están Sara y Rebecca? –preguntó preocupado.

-Mierda… -murmuró Billy- ¡REBECCA!

Entre las llamas, surgió la figura de Rebecca quien caminaba hacia ellos cojeando.

-Aquí estoy –dijo Rebecca mientras se sobaba el brazo.

Todos corrieron hacia ella para ayudarla.

-Rebecca, ¿Has visto a Sara? –inquirió Christopher inquieto.

-No… -dijo Rebecca- Yo acabo de levantarme.

Azalie se llevó las manos al rostro a punto del llanto.

-¿Quieres decir…?

En ese instante, la voz de Sara rompió el silencio.

-¡HEY! ¡No lloresque aún no me muero! -Exclamó Sara desde lo alto de un andamio. Entonces saltó hacia los otros. A Azalie se le iluminaron los ojos de alegría, al igual que a Christopher.

Christopher se adelantó corriendo hacia ella en compañía de los demás.

-¿Te encuentras bien? –le preguntó mientras la revisaba.

-¡Claro! –Dijo Sara- Pero me di un tremendo putazo en las nachas…

Entonces, Sara miró a su alrededor y vió que se encontraban en una especie de hangar.

-¿Dónde estamos? –murmuró Sara.

-Eso quisiera saberlo –respondió Billy.

Azalie revisó el lugar y vió una puerta.

-Miren –dijo Azalie- Ahí hay una puerta… quizá podamos llegar a un lugar seguro donde refugiarnos…

Rebecca miró a los demás.

-¿Y si entramos? –dijo Rebecca.

-Pues sea lo que sea, es mejor que estar aquí. –dijo Christopher.

Christopher se adelantó a abrir la puerta y entonces se encontró con que era una alcantarilla.

-Creo que me equivoqué… -dijo Christopher.

-De todos modos, vayamos –dijo Billy-. Puede que si nos vamos por aquí, lleguemos a un lugar seguro.

-¡Pero apesta a rayos! –dijo Sara haciendo una mueca de asco.

-Pero quizá lleguemos a un lugar más seguro –dijo Rebecca.

-Estoy de acuerdo –dijo Christopher.

-Muy bien –dijo Sara al fín – ¿Quién vota por que vayamos por la alcantarilla?

Para la desgracia de Sara, todos votaron por ir por la alcantarilla subterránea. Por lo cual tuvo que respetar la decisión de sus compañeros.

-Ni hablar –dijo Sara encaminándose por la puerta junto con los demás-. Solo espero que no haya cucarachas...


Nota:

*Vato o Wey es como decir "tipo" "Ese Vato" o "Ese wey" es como decir "Ese tipo" en las mujeres, la palabra viene siendo "esa vieja" o incluso "Esa wey" "Menos común"

Montoneros (O montoneras) se les llama a las personas que tienden a atacar entre varios, quiero decir, en grupo a una sola persona o animal. A esta acción también se le denomina "Echar montón".

Para los que no entiendan la expresión: "Ah, conchita…" es como decir: Ah, qué chismosito. Aquí en mi tierra, cuando decimos "Fulanito es bien concha" o "Menganito es bien conchudo" es cuando nos referimos a alguien chismoso o que siempre quiere saber lo que acontece. Conchudo también se usa para designar a una persona que es muy gorrona. "Hacer concha" hacer o estar en el chisme o conversando. "Estar en la concha" o "Concheando" Estar en el chisme o simplemente conversando.

"Ya te cargó el payaso" á "Ya nos cargó el payaso" ó "Ya me cargó el payaso" es una expresión que se usa: A) Cuando te cachan "In fraganti", B) Cuando sabes que algo malo te va a pasar, como cuando sabes que te va a ir mal en algo, ya sea cuando sabes que te van a reprobar en una materia, o que sabes que te van a regañar o castigar, C) Cuando te vas a morir y ya te llegó tu hora. En este caso, imaginen la escena cuando Wesker y Birkin matan a Marcus, que llegan y ambos se inclinan sobre el, entonces Wesker dice: "Oh, Time to die, Doctor…" Es aplicable que se sustituya por la frase: "Ya lo cargó el payaso, Doctor…". (Debo decir que es demasiado gracioso imaginarme a Wesker diciéndole eso a Marcus)

Desmadre: Caos, desorden, algo muy difícil.

"Tengo Hueva" se dice cuando uno tiene flojera o pereza de hacer algo. A una persona muy perezosa, se dice que es huevón o en su defecto, huevona.

"No tienes los suficientes huevos para hacerlo" se dice en lugar de: "No tienes los suficientes pantalones para hacerlo" "Hazlo con Huevos" significa: "Hazlo con ganas" "Échale Huevos" es decir "Échale energía" o "Échale ganas".

Alguien huevudo, es alguien muy valentón o muy machín, que no se deja de nadie. Todo esto viene de que en México se llama vulgarmente huevos a los testículos, por lo que el hacer algo "Con huevos" hace referencia a esa energía tan común en el sexo masculino. Y cuando nos referimos a la huevonada (Osea, a la flojera o pereza) se deriva de que cuando un hombre es muy perezoso y holgazán, es porque sus testículos pesan demasiado.

Los mexicanos le damos muchos usos a la palabra huevo y sus derivados. Pero ninguna palabra tiene tantos significados para los mexicanos como la palabra "Pedo"

"Esta madre" se refiere a "esta cosa" En México es muy usada la palabra Madre en varias formas. Hay un dicho muy famoso del Filósofo de Güemez que dice: "Las bolsas de mujer son como los conventos… Tiene chingos de madres adentro" Haciendo referencia a que en las bolsas de mujer hay muchas cosas

"Estar hasta la madre" es estar harto de algo. "Partirse la madre" o "Darse en la madre" Recibir un mal golpe o darlo, en caso de que Sara le parta la madre a un zombie. Tambien significa morirse o matar. (¡Dios, creo que es el capítulo con más notas hasta ahora:P)
"Now I will have my revenge on Umbrella... and the world will burn in an inferno of hate!!"

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Mensaje por Lenore Marcus » 20 Abr 2014 10:18

-Capítulo 10-

-El Centro de Formación: Nostalgia-
Oculto:
Imagen
El extraño joven de cabello largo había regresado a su guarida, en el viejo centro de formación de Umbrella, el cual llevaba varios años abandonado. Se encontraba sentado en lo que parecía ser un cuarto de vigilancia rodeado de "los pequeños", de sus queridas sanguijuelas mientras miraba las pantallas ensimismado.

-Está aquí… -murmuraba mientras miraba a la pantalla- No sé que la haya traído, o por qué haya venido… pero pude verla, pude abrazarla de nuevo y… -el joven se llevó una mano a sus labios y cerró los ojos evocando ese beso que le había dado momentos antes- me besó…

El joven miró la consola de los monitores y extendió una mano hacia la sanguijuela que se hallaba en el lugar y ésta se arrastraba por su mano mientras él la movía jugueteando con el animal mientras lo observaba impasible

-Pero esos sujetos armados echaron andar el tren con Lenore adentro... Seguramente Umbrella los envió para destruir la evidencia de lo sucedido. Probablemente el tren termine estrellándose aquí en la terminal…

No le preocupaba Lenore, el sabía que ella bien podía sobrevivir a la colisión como lo había hecho años atrás, en aquél accidente donde sus padres biológicos perdieron la vida. Lo tenía previsto, si el tren chocaba, lo más grave que pudiera pasarle a Lenore sería quedar inconsciente durante algunos minutos o incluso horas.

-Si eso pasa, es sólo cuestión de traerla para que esté a salvo con nosotros –mencionó el joven-, eso si no saltó del tren antes del impacto…

El joven de los ojos celestes pensó en la gente que venía acompañando a Lenore –Sara, como la llamaban ahora-, en realidad no le importaba lo más mínimo lo que ocurriera con ellos. Si ellos sucumbían al accidente o al virus, tendría a Lenore para el solo sin que estorbaran y metieran sus narices en ese asunto; por otro lado, también podían serle útiles, ya que si sobrevivían, relatarían al mundo las atrocidades ocultas de la corporación Umbrella. Aunque siendo un montón de personas comunes y corrientes, lo más probable sería que no sobrevivieran.

En ese instante un fuerte estruendo lo sacó de sus pensamientos; el muchacho se levantó y se acercó a ver por una de las múltiples pantallas encontrándose con la escena del tren completamente descarrilado y algunos cuerpos tirados en el suelo. Estaba a punto de acudir en busca de la pelirroja para evitar que algún infectado la mordiera, cuando alcanzó a ver cómo se levantaba el sujeto del tatuaje y varios de los compañeros de Lenore, para ver cómo ésta última saltaba desde lo alto de un andamio para reunirse con sus amigos.

-Bien, nada de lo que no me pueda ocupar más adelante –suspiró mientras veía cómo entraban por la puerta que daba a la alcantarilla-. Lenore está aquí, es lo único que me importa.

Sara y sus amigos caminaban por el agua de la alcantarilla tratando de aguantar el hedor de dicho lugar. El agua les llegaba hasta los muslos. Sara se encontraba muerta de asco, sufriendo de arcadas, ya que su sensible nariz no podía con aquello.

-Oh, vamos, Sara –dijo Rebecca-, no seas exagerada, está bien que huele asqueroso, pero puedes aguantarte como todos nosotros.

-No está exagerando, Rebecca –replicó Azalie en tono de reproche-, recuerda que su olfato es más sensible que el de todos nosotros.

De pronto, la pelirroja sintió que algo le caminaba por el brazo, miró para ver lo que tenía y dio un grito escalofriante.

-¡Una cucaracha! –Gritaba Sara sacudiéndose desesperada ante la mirada divertida de algunos- ¡Quítenmela!

Beka, Azalie y Azucena dieron un grito volteando a todos lados mientras manoteaban para evitar que el insecto se les acercara

-Vaya –murmuró Rebecca-. Veo que Sara tiene un punto débil…

La cucaracha voló asustada a refugiarse en una rendija, Sara corrió hacia Billy y se aferró del brazo del ex-marine con fuerza. Billy frunció el ceño.

-Veamos… Cuando ves a un zombi, te enfrentas a él sin miedo; es más, te le avientas de inmediato dispuesta a atacar, me retaste a que te disparara sin temor alguno, y con sobrada razón, ya que no recibiste daño alguno por el impacto de la bala, los monstruos no parecen atemorizarte, ni los lugares oscuros, ni el hecho de que chocamos en un tren de manera bastante estrepitosa parece haberte causado mayor trauma… -enumeró Billy- Y aún así… ¿Te pones histérica por una simple cucaracha?

-Oye, yo también las odio –dijo Azalie-. ¡Malditos bichos asquerosos con patas peludas que encima se dan el lujo de volar!

-A mí me dan demasiado asco –replicó Beka

Sara sonrió tímidamente.

-Es que les tengo fobia a las cucarachas –dijo Sara algo avergonzada-. Me dan asco y ñáñaras… siento que se me van a meter por la boca o… por otro lado

-No las soporto –afirmó Azucena.

-Viejas tenían que ser… -dijo Sebas con una sonrisa burlona

-Mujeres… -barbotó Billy negando con la cabeza.

Al final del túnel, había una escalera que llevaba a una trampilla. Sara y compañía se dirigieron a la escalera.

-Excelente… -dijo Sara juntando sus manos y esbozando una sonrisa maquiavélica.

Christopher la vió, y sintió escalofríos. Le recordaba demasiado al anciano que aparecía en la foto con ella.

-Hay qué subir –dispuso Sara-. Probablemente nos lleve a un lugar seguro.

-Yo iré primero para ver si no hay moros en la costa –dijo Billy-. Ustedes suban cuando yo les diga.

-De acuerdo –dijo Rebecca.

Billy subió la escalera y con mucho cuidado abrió la trampilla y se encontró con un gran salón, de ostentoso decorado y grandes ventanales, en el techo se encontraba un fresco con dibujos de ángeles y un enorme candil colgando. En medio había una enorme escalera cubierta por una alfombra roja que llegaba hasta la puerta de entrada, la cual estaba bloqueada por las espadas que sostenían dos armaduras a los lados de ésta. A los lados de la escalera principal, había dos grandes candelabros cuyas velas estaban encendidas. Dando una iluminación tétrica al lugar. El ex marine asomó por la trampilla y dio la señal para que los demás subieran. Rebecca y los demás subieron sólo para sorprenderse de ese ostentoso salón.

-Cuánto lujo… -comentó Rebecca mirando asombrada el lugar

-¿A dónde fuimos a parar? –murmuró Azucena al observar aquél vestíbulo.

-¿Qué es aquí? –dijo Azalie como para sí misma mientras se aferraba al brazo de su novio Yoshua

Billy vió que en el suelo se encontraba el escudo de Umbrella.

-Centro de investigaciones de Umbrella –leyó Billy.

-Esto es extraño... –dijo Sara mirando a su alrededor- Este lugar, me parece muy familiar… como si alguna vez hubiera estado aquí. De hecho, me siento felíz de estar aquí.

-Pues, como que está medio rarito… ¿No? -comentó Yoshua.

-No sé… es que, al estar aquí me siento bien. –Respondió Sara-. Es como si después de tantos años, hubiera vuelto a casa –suspiró la chica.

Rebecca se fijó en el gran retrato que se encontraba al subir las escaleras y sufrió un sobresalto. Azalie y Christopher subieron a ver qué le sucedía, y al ver el retrato, ambos quedaron paralizados.

-Él es el primer director general de Umbrella –explicó Billy-. Doctor James Marcus…

Christopher sacó de su bolsillo la foto que se le había caído a Tango en el aeropuerto, y comparó el rostro del hombre que cargaba a Sara en la fotografía, con el del retrato de la escalera.

-No cabe duda -pensó Christopher-. Es el mismo…

Azalie miró a Billy impresionada, entonces se volvió hacia Rebecca.

-¿Tú lo conoces, Rebecca? –Inquirió Azalie con su mirada clavada en los ojos verdes de Rebecca- ¿Lo has visto?

-No, no lo conozco –contestó ella negando con la cabeza- Es que ese rostro, es el mismo del anciano de las sanguijuelas en el tren… Al que se le cayó la cabeza. Así que era el director general de Umbrella…

-¡La cabeza de la corporación! –Exclamó Sara desde abajo y se echó a reír.

Sara no había puesto demasiada atención en la conversación de los que se encontraban de la escalera viendo el cuadro dado que la pelirroja se encontraba absorta examinando el mobiliario, por lo que sólo escuchó las frases: "Anciano de las sanguijuelas en el tren" "Se le cayó la cabeza" y "Director General de Umbrella"

-¿Qué? –inquirió Rebecca sin entender.

-Wey, era la cabeza de la corporación, ya sabes: si se cayó la cabeza, ¡se cayó Umbrella! –dijo Sara entre risas.

Billy, Rebecca y casi todos los presentes se rieron, era innegable que el chiste fué ingenioso y acertado.

Azalie y Christopher no se rieron, sólo intercambiaron una mirada y miraron a Sara con tristeza.

-A ver… -decía Sara entre risas- Quiero ver a la… jejeje… "Cabeza de la corporación".

Sara subió la escalera, y al ver el cuadro, sintió su corazón a punto de salirse de su pecho. Por alguna razón, la pelirroja sentía que su pulso comenzó a acelerarse al ver el retrato de ese hombre. Billy advirtió cómo los ojos turquesa de la joven parecían humedecerse. La chica se acercó un poco más para ver mejor el retrato; sus ojos se llenaban de lágrimas y su corazón latía con más fuerza a medida de que se aproximaba al retrato. Sara acarició el retrato con su mano y repentinamente, sintió un fuerte dolor de cabeza. Sara se llevó las dos manos a la cabeza y cayó de rodillas respirando agitadamente. Su cabeza apenas podía soportar lo que estaba sucediendo, todos los recuerdos de su vida como Lenore Marcus volvían a ella en una ráfaga. Sara gemía –más bien gritaba- del dolor que le causaban tantos recuerdos llegando de golpe a su mente a una velocidad sorprendente. Christopher y Billy intentaron acercarse a ayudarla, pero Azalie los detuvo con una seña. De pronto, Sara dejó de gritar y se quitó las manos de la cabeza. Por fin el dolor había cesado. Sara levantó el rostro lleno de lágrimas y se quedó con la mirada fija y perdida.

Lo había recordado todo.

-Papá… -murmuró Sara y entonces se volvió hacia Azalie.

-Sí… -dijo Azalie con una mirada dulce- el es tu papá, Sara… o mejor dicho… Lenore Marcus.

-¿Me pueden explicar de qué demonios hablan? –inquirió Sebas confundido.

Sara se levantó y limpió sus lágrimas.

-¡El era mí papá! –Exclamó Sara señalando con orgullo el retrato- ¡Vivíamos aquí! Ahora entiendo por qué me sentía con tanta nostalgia desde que llegué aquí, y por qué se me hicieron tan conocidos los tipos que…

- A ver, a ver, a ver… ¡Detengan el mundo que me quiero bajar! –Interrumpió Yoshua con una mano en el rostro- Sara… ¿Estás diciendo que tu eres originaria de Raccoon City?

Sara asintió.

-Es verdad… –dijo Billy meditabundo- Eso explica muchas cosas.

Azalie se volvió hacia Billy. ¿Acaso el la conocía?

-¿Qué? –inquirió Azalie mirando a Billy confundida.

-Eso era muy sabido aquí en Raccoon… -dijo Billy- Hace 17 años, el Dr. Marcus había adoptado a una niña.

-¿Pero eso qué tiene? –Inquirió Azucena confundida- No es nada del otro mundo que alguien adopte…

-Sí, -respondió Billy- de hecho fue un caso muy sonado… y es que lo interesante del asunto fue que le hayan soltado a la niña siendo que él jamás había estado casado, nunca tuvo hijos, y no estaba en edad de adoptar a una niña. Aparte de que él tenía fama de ser una persona muy fría, y de carácter un tanto huraño. Se hizo mucha publicidad acerca de ello, decían que había sido un acto de caridad, se publicitó mucho… sin embargo, se rumoraba que había algo turbio detrás de esa adopción.

-¿A qué te refieres? -indagó Christopher frunciendo el ceño.

-Se creía que la adopción había sido a base de sobornos –continuó Billy- y no con intenciones muy sanas. Sin embargo, esos rumores desaparecieron después, ya que la niña se veía muy feliz al lado del Dr. Marcus, de hecho eran muy unidos… Todo el mundo sabía que esa pequeña era su adoración. Hasta que murió.

-Me imagino que te refieres al Dr. Marcus… -dijo Rebecca.

Billy negó con la cabeza.

-No, la niña fué asesinada por dos sujetos –explicó Billy- después de varios días desaparecida. Fue entonces que agarraron a dos sujetos que confesaron haber asesinado a Lenore y haber arrojado el cuerpo a un río. Aunque hubo búsquedas incesantes, nunca pudieron encontrar el cadáver, o al menos eso fue lo que leí. Lo recuerdo, porque le dieron mucho seguimiento al caso en las noticias. El Dr. Marcus se encontraba destrozado por la muerte de esa niña. Quedó tan afectado, que desde entonces, se sumió demasiado en su trabajo hasta que desapareció… nadie supo más de él. Pero decían que la muerte de la niña lo había vuelto loco y ahora resulta… que esa niña –dijo Billy volteando a mirar a Sara sorprendido-… ¡Eres tú!

Sara comenzó a caminar en círculos confundida.

-Si… –murmuró la chica- Pero eso nunca sucedió… Jamás me secuestraron, y es obvio que no me asesinaron ni nada por el estilo.

-Es evidente que tu padre te hizo pasar por muerta –señaló Abner-. ¿Pero por qué?

-¿Qué pasó en realidad? –indagó Billy.

-Mi papá me dejó con una muchacha –explicó Sara- Se despidió de mí… Nunca supe la razón exacta, pero él decía que lo hacía por mí, por mi seguridad; me prometió que volveríamos a vernos, que regresaría por mí, y que cuando eso sucediera, por nada del mundo volveríamos a separarnos. Pero… -dijo Sara bajando la mirada con tristeza- Al parecer no ha podido hacerlo.

Azalie miró a Sara con tristeza y se acercó a ella. Al ver el dolor que le causaba a Sara el recuerdo de la última vez que vió a su padre, Azalie abrazó a su hermana.

-¿Quiénes son todas esas personas? –inquirió William Birkin mientras observaba por la pantalla a toda la gente reunida en el salón principal del centro de Formación.

-La de cabello corto es solo una novata –dijo Wesker mientras miraba la pantalla-, miembro de S.T.A.R.S.

-¿Y qué me dices del tipo del tatuaje? –inquirió Birkin mirando a Wesker de reojo.

-No lo conozco a él ni a ninguno de los demás –respondió Wesker en tono seco-. Pero… ¿Esa muchacha no es Sara?

Birkin volteó a mirarlo.

-¿De qué Sara estás hablando? –inquirió Birkin.

-La pelirroja que te ligaste en el bar –dijo Wesker- La que se parecía demasiado a Lenore y que te acostaste con ella. Recuerda que me estabas contando que no paraba de gritar mientras te la estabas tirando.

Birkin recordó a quien se refería su compañero y miró de nuevo a la pantalla y para su sorpresa, vió que efectivamente, Sara se encontraba en el centro de formación, y para colmo, vió cómo la muchacha se dirigía al retrato y lo miraba de esa forma, Sara miraba el retrato de la misma manera en que Lenore Marcus miraba a su padre.

-Sí… -murmuró Birkin sorprendido- Es ella. Pero… la forma en que mira el retrato del Dr. Marcus…

-¿Cómo si estuviera…? –inquirió Wesker.

Birkin asintió

-Eso significa que Sara y Lenore son una misma persona –puntualizó Birkin- ¡Caray! La tuvimos tan cerca y no lo notamos…

-Sí… -dijo Wesker pensativo- Eso está claro. Pero no entiendo… ¿No crees que lo más lógico era que Lenore o Sara nos habría reconocido de inmediato?

-Sí –replicó Birkin- Pero si me pongo a recordar…

-¿Qué? –preguntó Wesker.

-Cuando ya te habías ido, ella mencionó que cuando habló con nosotros se había sentido muy a gusto…-explicó Birkin mientras fijaba su mirada en Wesker- Como si nos conociera desde hacía mucho tiempo.

Albert Wesker inclinó la cabeza y soltó una risita.

-¿Qué es tan divertido? –inquirió Birkin confundido.

-Te volaste la barda, William… -respondió Wesker-. El Dr. Marcus debe estar retorciéndose en el desagüe donde lo arrojamos.

-¿Por qué? –replicó William alzando una ceja.

Wesker levantó el rostro y miró a William.

-Para empezar lo traicionamos, te robaste el crédito por su investigación y la creación del T-virus, y para colmo, te tiraste a su hija –enumeró Wesker.

William esbozó una sonrisa avergonzada.

-Ah… sí –dijo Birkin sin darle demasiada importancia.

William Birkin no iba a ser la burla de su amigo, por lo cual nunca le dijo a Wesker que Sara lo había rechazado por haber sido casado; lo más seguro era que de haberle contado la verdad, Albert se lo habría echado en cara durante meses e incluso años, por lo cual, se inventó toda una historia triple "X" que le contó alegremente a su amigo-rival, intentándole hacer creer que realmente había tenido una noche de sexo salvaje con la joven hija de quien había sido su mentor. Cabe mencionar, que Albert Wesker no creía ni media palabra de la historia de Birkin, (o más bien, la encontraba bastante exagerada) sin embargo, prefería seguirle la corriente; le divertía la forma en que su amigo trataba de impresionarlo.

-Me imagino que te la pasaste muy bien –dijo Wesker.

-Te lo diré de la siguiente manera –dijo William en tono presuntuoso-; Lenore Marcus creció para convertirse en una mujer de lo más ardiente en la cama…

Por un momento, Birkin se asustó… ¿Y si Lenore trabajaba para alguna compañía rival y quería robarle su Virus G? ¿Y si esa pelirroja estaba enterada de lo que Wesker y el mismo le habían hecho al hombre que la había adoptado, ese al que la niña tanto amaba, y quería tomar venganza? Desechó ambas ideas de inmediato, si eso hubiera sido cierto, la chiquilla se habría acostado con el sin problemas con tal de consumar su venganza o robarle el Virus G… o ambas cosas. En eso pensaba William Birkin cuando de repente, para sorpresa tanto de Wesker y él mismo, como de Sara y su gente, una voz retumbó en las paredes.

-Atención, les habla el Dr. Marcus. Por favor tengamos unos minutos de silencio para reflexionar sobre el lema de nuestra compañía. La Obediencia trae Disciplina, la Disciplina trae Unidad, la Unidad trae Poder, el poder es Vida...

Albert Wesker y William Birkin intercambiaron una mirada nerviosos.

Al escuchar eso, a Sara se le iluminó el rostro de alegría.

-¡Es el! –Exclamó Sara con una alegría que rayaba en la euforia- ¡Tengo que ir a verlo! ¡Va a alegrarse tanto! ¡Al fín!

Rápidamente, Sara se dirigió a buscar a su padre, pero al pisar el primer escalón, se oyó una interferencia, y entonces se escuchó otra voz que Sara reconoció de inmediato.

Al mismo tiempo, en las pantallas por las cuales Wesker y Birkin vigilaban, apareció la imagen del misterioso sujeto.

-¿Quién eres tú? –inquirió nervioso Birkin por el micrófono.

El desconocido emitió una risa maliciosa.

-Fui yo quien esparció el T-Virus en la mansión –confesó el sujeto con una sonrisa cínica- No es necesario decir que yo contaminé el tren también.

Birkin palideció.

-¿Qué? –dijo Birkin fuera de sí.

-¡Venganza! –Exclamó el sujeto- ¡Venganza contra Umbrella!

El sujeto comenzó a cantar llamando a sus pequeños, a sus sanguijuelas, las cuales acudieron a su llamado, los dos rubios miraron por la pantalla sin poder divisar algo, sólo alcanzaron a escuchar un sonido como de agua, y ante la mirada sorprendida de Wesker y Birkin, de entre las sombras surgió la figura de aquél a quien habían traicionado diez años atrás

-¿Dr. Marcus? –murmuró Birkin sorprendido.

El desconocido rió cínicamente.

-Hace diez años, el Dr. Marcus fue asesinado por Umbrella –dijo el misterioso joven-. Ustedes los ayudaron… ¿No es así?

A oír esto, a Sara se le borró la sonrisa del rostro, y se quedó ahí, petrificada, con la mirada fija, perdida… en ese momento Sara se desplomó llorando amargamente en el suelo.

-¡Por eso nunca lo volví a ver! –Sollozó Sara- Esa fue la razón por la que nunca pudo cumplir su promesa…

Azalie abrazó a su hermana. Todos los demás intercambiaron miradas… En el salón principal, sólo se había escuchado lo que el desconocido había dicho. Nunca escucharon las voces de los traidores.

-Me pregunto quién será el que habló ahorita… -murmuró Azalie.

-Yo sé quien era –dijo Sara entre sollozos-. Es… el muchacho de la colina… de quien les había hablado antes.

-¿Es él? –dijo Azucena sorprendida.

-¿El tipo de Final Fantasy? –Inquirió Christopher sorprendido.

-Te refieres… -dijo Yoshua- ¿Al wey del vestido? ¿El que canta como niña?

-¿Pues qué no lo oíste cantar hace unos momentos? –cuestionó Sebas.

En ese instante, Sara se levantó decidida. Billy pudo advertir un destello de furia en sus ojos turquesa.

-Lo que yo no entiendo –expresó Sara enfadada-, es ¿Qué vela tiene este wey en el entierro? ¿Qué relación tenía con mi papá? Yo soy la única que puede vengar su muerte, no cualquier pinche loco disfrazado.

-Creí que lo adorabas. –comentó Christopher.

-¿Es que no lo entiendes? ¡Era MI padre! ¡Mío! ¡Me pertenecía! –gritó Sara fuera de sí- Y nadie… ¡Nadie puede vengar a mi padre más que yo! ¡Este pendejito no tiene nada que hacer vengando a MI padre! Eso solo yo puedo hacerlo…

Rebecca notó que al decir esas palabras, los gestos de Sara de algún modo la hacían verse muy parecida al Dr. Marcus, e incluso la manera en que hablaba era similar a la de él.

-Azalie –dijo Sara con firmeza-, Tú y los demás busquen a los sujetos que "ayudaron" a asesinar a mi papá. No deben ser muchos. Yo me encargaré de ellos después. A ver cómo se organizan.

-¿Qué vas a hacer? –inquirió Azalie mirándola fijamente.

-¡Iré a buscar a ese tipo! –dijo Sara con decisión.

La voz de Christopher la detuvo.

-Yo iré contigo. –dijo.

Sara lo miró severa.

-No me sigas –respondió la pelirroja con su mirada clavada en la de el.

-¿Qué? –replicó Christopher.

-¡Nadie me siga! ¡Este asunto es entre este wey y yo! –Respondió Sara- Es personal, así que iré sola.

-Pero… -insistió Christopher.

-Christopher, no va a pasarme nada –dijo Sara con un tono más condescendiente-. Yo iré sola, no necesito achichincles ni guaruras.

-¡Pero este lugar es inmenso! –Exclamó Azucena- ¿Cómo sabrás dónde está ese chavo?

Sara sonrió.

-Yo viví en este lugar –respondió Sara con una ligera sonrisa-. Lo conozco a la perfección; o al menos gran parte de el. Y sé de dónde puede estar hablando este tipo. Además, puedo guiarme por su olor. No se preocupen, en cuanto termine de hablar con este wey, me reuniré con ustedes.

Azalie se acercó a su hermana y le dio un fuerte abrazo y besó su frente.

-Cuídate, Sara. –dijo Azalie.

-Lo haré enana, no te preocupes. –contestó la pelirroja acariciaba el cabello de su hermana.

Dicho esto, Sara subió las escaleras corriendo y Christopher, Sebas, Azucena y Beka quisieron ir tras Sara pero Azalie los detuvo. Ellos miraron a Azalie, y ésta sólo negó con la cabeza.

La pelirroja entró por una de las puertas que se encontraban en el ala este del salón. La chica sabía que alguien querría seguirla, así que le puso seguro a la puerta y guiándose por su olfato, por sus recuerdos de su vida en ese lugar, Sara se dirigió al lugar donde se encontraba el desconocido que horas antes, le había salvado.

Azalie y los demás se quedaron en el salón principal. Yoshua miraba muy intrigado el retrato de James Marcus.

-¿O soy yo, o cuando Sara se puso en estado de "posesividad extrema" diciendo cosas acerca de que "su padre le pertenecía" y no sé qué más se parecía demasiado a ese ruco? –Dijo Yoshua señalando el retrato de Marcus- ¿No se supone que Sara es adoptada?

-Bueno, -dijo Zuci- Aunque no lo creas, es más común de lo que parece. Verás: cuando la relación entre un hijo adoptivo y sus padres, es muy estrecha, es decir, cuando son muy unidos, el hijo adopta los gestos y ademanes de los padres que lo adoptaron a tal grado, que el niño llega a parecerse a ellos más de lo que se hubiera parecido si hubiera sido su hijo de sangre. Es un fenómeno muy común también en las parejas. Cuando la relación de pareja es muy estrecha y armoniosa, los esposos llegan a parecerse.

-Es verdad –dijo Azalie- Y Sara y el Dr. Marcus eran muy unidos.

Rebecca comenzó a caminar en círculo muy meditabunda.

-¿Qué haremos ahora? –dijo.

-Pues una cosa ya es segura –respondió Azalie-. Ya sabemos quién fue el responsable de la regazón de ese T-virus… ¡Y chingo a mi madre si no es eso lo que ocasiona que la gente se vuelva zombie! ¡Apostaría mi cabeza a que es así!

-¿Qué es lo que piensan hacer? –inquirió Billy con los brazos cruzados.

-Creo que lo mejor que podemos hacer, es revisar todo este lugar para encontrar a los asesinos del Dr. Marcus –respondió Azalie apoyándose en el barandal.

-Si encontramos a alguien, nos lo madreamos entre todos para que confiese –intervino Christopher.

-Sí, luego los encerramos en algún cuarto y vigilamos la puerta hasta que Sara venga y se encargue de ellos –dijo Yoshua-. Me encanta la idea.

-¡Sí! –Exclamó Sebas entusiasmado- Quiero ver cuando eso suceda ¡Quiero ver sangre!

-Es una lástima que no hayamos traído agua mineral –comentó Abner- Me hubiera gustado darles el "Tehuacanazo".

-¡Eso suena muy divertido! –exclamó Beka entusiasmada

Billy y Rebecca lo miraron sin entender cómo era posible que, considerando la situación, ese grupo estuviera tan tranquilo, o incluso alegre. Se encontraban en un lugar desconocido, en medio de un bosque infestado de zombis y criaturas grotescas sedientas de sangre. El mismo Billy, quien tenía experiencia y el debido entrenamiento militar gracias a su antigua ocupación como Marine, se encontraba angustiado y presionado; temeroso de no salir vivo de ese lugar, y al parecer Rebecca, una oficial de S.T.A.R.S quien también era seguro que estaba bien entrenada, también se mostraba en un estado de trauma por esa situación… ¿Y esos mocosos hablando alegremente sobre golpear –o matar- a alguien? ¿Qué clase de personas eran esos chicos?

-Y ustedes… ¿Qué piensan hacer? -Inquirió Christopher dirigiéndose a Billy y a Rebecca sacando al primero de sus cavilaciones- ¿Vienen con nosotros?

-Creo que mientras ustedes ayudan a tu amiga y a su noviecito del cabello largo con su venganza –dijo Billy-, lo mejor será que Rebecca y yo busquemos por dónde salir de éste lugar.

-Billy tiene razón –afirmó Rebecca-. Así cuando terminen sus asuntos aquí, Ya sabrán por dónde escapar.

-¿Y cómo sabremos dónde hallarlos? –indagó Azalie mientras se acomodaba un mechón púrpura de cabello que le estorbaba.

-En cuanto hallemos una salida, nosotros mismos nos encargamos de reencontrarnos con ustedes –afirmó Billy con una sonrisa-. Además, ustedes tienen unos asuntos pendientes. Lo mejor será que se concentren en ello. De todos modos, nosotros los encontraremos donde estén. ¿Les parece?

-De acuerdo –aceptó Azalie- Entonces, creo que aquí nos separamos.

Christopher y los demás se despidieron de Billy y Rebecca, quienes decidieron pasar a la puerta grande que se encontraba en el segundo piso del salón principal, justo en medio. Rebecca abrió la puerta y estaba a punto de entrar cuando la voz de Azalie la detuvo.

-¡Rebecca! –vociferó Azalie.

Rebecca Chambers se volvió hacia ella al igual que Billy.

-Por favor cuídate –dijo Azalie mirando a ambos con sus grandes ojos color granate-. Tú también, Billy. Cuídense los dos.

-Estaremos bien –repuso Billy con una sonrisa-. Ustedes son quienes deben cuidarse.

-Lo haremos –replicó Yoshua.

-Todos nosotros vamos a salir vivos de este embrollo –dijo Rebecca sonriendo-. Se los prometo.

Rebecca no se encontraba segura de si su promesa sería posible de cumplir, ella misma se encontraba asustada e insegura, sin embargo, habría que mostrarse calmada ya que si entraban en estado de pánico, iba a ser más complicada la supervivencia. En esto pensaba ella mientras en compañía de Billy entró por la puerta antes mencionada dejando a los demás en el salón principal. Christopher se recargó en el barandal.

-¿Qué les parece –dijo Christopher mientras se quitaba las gafas y las limpiaba con su camiseta- si comenzamos por el cuarto que se encuentra en el ala oeste?

-Vamos –dijo Azalie.

Cerca de ahí, en la sala de monitores del centro de formación, el joven desconocido observaba con impaciencia cómo Sara se dirigía hacia donde él estaba poniendo seguro a cada puerta que cerraba tras ella. Una sonrisa se dibujó en el rostro del sujeto.

-Al fín… -murmuró.

De pronto, la puerta se abrió violentamente y Sara apareció como una tromba ante él. El desconocido se levantó aparentando sorpresa.

-¡Sara! –exclamó el joven.

-¡Señorita Marcus para ti, pinche cosplayero de quinta! –interrumpió Sara mirándolo con frialdad.

El joven de largo cabello pudo advertir la furia en las hermosas pupilas azul verdoso de Sara, quien avanzaba hacia el lentamente, pero con decisión. Al misterioso sujeto por alguna razón, le gustaba la actitud de Sara, pues le parecía que reflejaba gran dignidad y fortaleza. Entonces, Sara se plantó ante el sacando sus navajas. Extrañamente para Sara, el sujeto no se sorprendió, por lo cual, la chica no bajaba la guardia, pues el hecho de que el sujeto no se inmutara al ver su extraordinaria habilidad le causaba cierta desconfianza.

-Mira, chico-sanguijuela –dijo Sara en tono altanero-, si eres listo, no me querrás como enemiga.

El joven sonrió, sin embargo, era una sonrisa amigable.

-Lo sé… -dijo el muchacho con gentileza- Sé perfectamente que tu cuerpo tiene la capacidad de sanar cualquier herida y neutralizar cualquier veneno. Tus habilidades físicas y tus sentidos están aumentados. Tus huesos son prácticamente irrompibles. Eres perfecta… Perfecta en todos los sentidos, en todas tus formas. Eres la forma de vida más perfecta que ha habitado este planeta, Lenore.

Sara bajó sus garras desconcertada miraba al sujeto con un dejo de temor que el joven notó de inmediato.

-¿Cómo es posible que sepa tanto? –Pensó mirándolo un tanto asustada - No recuerdo haberlo visto, además, es demasiado joven para haber trabajado con mi papá en aquel entonces. Sin embargo…

Repentinamente, Sara sintió cómo el joven la tomó de la cintura, sacándola de sus cavilaciones.

-No tengas miedo de mí. –dijo el joven desconocido mirándola a los ojos.

Sara quiso alejarse, sin embargo, el muchacho la sujetaba con fuerza; con una fuerza mayor que la de un hombre normal. El joven acercó más su rostro al de la chica. Sara miró con atención el rostro del muchacho cuya palidez se acentuaba gracias a la luz de la luna llena que penetraba la ventana, y entonces, notó algo en la mirada del chico… algo que le parecía demasiado familiar en esos ojos celestes, en ese rostro, y en el aroma del chico. Algo que de algún modo, la hacía sentirse feliz.

-Mi Dios… ¿Quién eres? -murmuró Sara mirándolo confundida- ¡Te conozco!

El muchacho sonrió y acarició el rostro de Sara.

-He cruzado los océanos del tiempo para encontrarte… - dijo él en voz baja

Sara no dejaba de mirarlo.

-Te pareces tanto a él… -dijo Sara al fín- ¡Tienes sus mismos ojos! Tu olor es idéntico, la manera en la que hablas, tus ademanes… Podría jurar que tu…

El muchacho sonrió.

-¡No! –Exclamó Sara negando con la cabeza- ¡Es totalmente ridículo! Pero en verdad te pareces mucho a mi papá

Sara se soltó de los brazos del desconocido y se sentó en uno de los sillones que había en la sala de monitores.

-Y a todo esto... –dijo Sara en un tono más relajado- ¿Cómo te llamas y qué es lo que te tiene queriendo vengar la muerte de MI padre?

El sujeto no dijo nada, sólo se quedó mirándola sin saber qué contestar.

-¿Será conveniente que le diga quién soy en este momento? –pensó el chico.

-Contesta, te escucho –alentó Sara.

El sujeto desvió la mirada, no era el momento para revelarle su identidad, además…

-Además, -pensó- Sería demasiado para ella después de tantos sobresaltos.

Sara miraba al hombre misterioso esperando su respuesta.

-Eso no te lo puedo decir en este momento –contestó el joven-. Pero te prometo que eso lo sabrás a su tiempo, ¿De acuerdo?

Sara asintió, y se levantó de su asiento, sin embargo, al intentar irse, sintió cómo el muchacho la sujetó del brazo impidiendo que se fuera. Ella volteó y lo miró.

-No te vayas –dijo el misterioso sujeto mirándola a las ojos-. Quédate a mi lado… hay tantas cosas de las que quisiera que habláramos.

Sara se quedó callada un momento y su expresión se tornó más dulce. En ese instante, el muchacho la jaló hacia sí y la abrazó, la abrazó con fuerza, con ansiedad; hundiendo su nariz en ese cabello rojo, estrechándola largamente como si deseara constatar que en verdad estaba ella ahí, y al mismo tiempo impedir que se alejara de nuevo. Ella sintió cómo el joven parecía temblar por breves momentos y su respiración parecía levemente entrecortada, entonces, la pelirroja sintió que un fuerte sentimiento se apoderaba de ella. El abrazo del chico, el contacto con él le hacía sentir algo. Un sentimiento lejano, que sólo sentía cuando tenía a aquél hombre a quien llamaba "papá" cerca. Una gran nostalgia se apoderó de la chica, causando que sus hermosos ojos color turquesa se humedecieran. El joven sintió cómo las lágrimas de la chica humedecían la túnica que vestía y la abrazó con más fuerza. Sara rompió en llanto.
Última edición por Lenore Marcus el 20 Abr 2014 10:23, editado 1 vez en total.
"Now I will have my revenge on Umbrella... and the world will burn in an inferno of hate!!"

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Mensaje por Lenore Marcus » 20 Abr 2014 10:21

Continuación capítulo 10

La habitación donde habían entrado Christopher y los demás era amplia, había un par de sofás y una mesa de centro cuyo lujo quedaba oculto por el polvo que se había acumulado sobre ellos a través de los años. Los rayos de luna llena entraban por las ventanas. En las paredes había algunas fotografías de jóvenes trabajando en un laboratorio con la bata blanca que caracteriza a los médicos y a los científicos; tal vez se trataba de antiguos estudiantes del centro de formación y entrenamiento ejecutivo de Umbrella. Entre esas fotos, había una que llamó la atención de Azalie. La chica se acercó a ver con atención. En esa foto, aparecían los dos tipos rubios a quienes había visto anteriormente en algunas de las visiones que había tenido acerca de la vida de su hermana. Uno de ellos, miraba algo por el microscopio. El otro, que usaba lentes oscuros se encontraba revisando unas notas con la ayuda de una joven de piel blanca y largo cabello oscuro a quien Azalie reconoció de inmediato.

-Es mi tía Francine… -murmuró Azalie asombrada.

Francine Carter era una prima de Adolfo radicada en Raccoon City; Química Fármaco Bióloga de profesión. Azalie sabía, por que Adolfo y la misma Francine lo habían dicho, que anteriormente ella trabajaba para una compañía farmacéutica muy grande, pero nunca se había imaginado que se trataba de Umbrella (No hasta el momento en que Azalie se enteró de que Marcus era director de Umbrella) Desde muy niña, Azalie notaba que su tía Francine –"Fran", como la llamaban- miraba a Sara con mucho cariño cada vez que los visitaba, e incluso le tomaba demasiadas fotos casi en todas las poses que se le ocurrían. Azalie recordó, que su papá le había mencionado que fue precisamente su tía Francine quien los había puesto en contacto con el Dr. Marcus para la adopción de Sara.

Azalie descolgó la fotografía y la guardó en su mochila y fue a donde estaba Yoshua.

Beka y Zuci se sentaron en uno de los sofás mientras en el otro se sentaban Sebas y Abner

-Por fin –dijo Beka-. Un lugar cómodo donde descansar.

Yoshua se acercó a la chimenea para observar el cuadro que colgaba sobre ella. Christopher y Azalie lo siguieron. Al no poder ver el cuadro debido a la escasa iluminación, Yoshua usó un encendedor para iluminar el cuadro.

-Oye Azalie –dijo Yoshua mirando el cuadro-, esa es Sara de niña y… -agregó mirando la pintura más de cerca- Creo que ese viejo que está con ella debe ser su padre.

Azalie le dio un golpe a Yoshua, quien se sobaba la cabeza sin entender por qué su novia lo había golpeado.

-¿Qué te pasa? –le preguntó Yoshua sobándose confundido.

-Si mi hermana estuviera aquí, ella misma te lo hubiera dado –respondió Azalie.

La chica miró la pintura con más atención y sonrió. En la imagen, aparecía Sara vestida con un hermoso vestido color salmón pálido con algunos adornos en color turquesa, sentadita en un sillón, y de pié junto a ella, vestido con un traje de color oscuro, y con una postura muy erguida para su edad aparecía el Dr. Marcus, cuya mirada reflejaba orgullo. Azalie sonrió al ver la imagen.

-En verdad que Sara era una niña muy linda cuando pequeña –Afirmó Azalie mientras miraba la pintura-, y a pesar de su edad, el Dr. Marcus era muy guapo también.

-Y a mí, que me parta un rayo -murmuró Yoshua celoso.

-¿Qué dijiste? –inquirió Azalie mirándolo muy seria.

-Nada –respondió Yoshua.

Zuci tomó un periódico que se encontraba sobre la mesa y lo leyó.

-Azalie, creo que esto nos interesa –comentó Azucena mostrándole el periódico que traía en la mano.

Azalie se acercó a Azucena y le quitó el periódico. En el aparecían fotos de un auto completamente destrozado debido a un accidente. En una de ellas podía apreciarse a los paramédicos tapando dos cadáveres con mantas blancas y a otros dos subiendo una camilla a la ambulancia. Se podía apreciar que se trataba de una niña pequeña. Azalie leyó en voz alta el encabezado y la nota.

Raccoon City, a 8 de Septiembre de 1980

SE ACCIDENTA FAMILIA COMPLETA. LA UNICA SOBREVIVIENTE, UNA PEQUEÑA DE 2 AÑOS, SE CURÓ DE MANERA SORPRENDENTE.

Los médicos están sorprendidos por la rápida curación de la pequeña Lenore Bradshaw. Nadie podía salir vivo de un accidente así, las lesiones que presentaba la niña eran muy graves. Sin embargo, la niña se curó demasiado rápido. Presenta una curación anormalmente rápida. Ningún médico de los que laboran en el hospital Infantil de Raccoon City se explica este suceso. Los ahora occisos, el Dr. Maxwell Bradshaw y la Dra. Kerrigan Bradshaw, padres de la niña eran distinguidos científicos que trabajaban para la corporación Umbrella, eran originarios de Birmingham y Sheffield Inglaterra, respectivamente, y desde muy jóvenes radicaban en esta ciudad, donde se conocieron.

La niña ha sido dada de alta esta mañana, pero al no tener a donde ir, se le mandó al orfanato de esta ciudad.


-Entonces el nombre original de Sara, incluso antes de entrar de lleno en la vida del Dr. Marcus… -murmuró Christopher meditabundo- ¿Era Lenore Bradshaw?

-Así es, Christopher -ratificó Azalie-. Y aunque algunas cosas se han descubierto, siento que este asunto no tiene pies ni cabeza…

Yoshua miró a su novia, era evidente que algo pasaba. Yoshua conocía perfectamente el talento de su querida Azalie, el cual, tanto para él, como para las amistades más allegadas, no era un secreto. Beka pasó delante de ellos y caminó hacia una ventana. Azalie notó gran melancolía en sus ojos.

-¿Saben? -dijo Beka- No les había contado esto, pero la noche siguiente que llegamos aquí a Raccoon, tuve un sueño…

-¿Cómo dices? -inquirió Christopher mirándola confundido.

-Sí, un sueño -Respondió Beka. Azalie se acercó a ella.

-¿Y qué viste en ese sueño?

Beka levantó el rostro y miró a través de la ventana polvorienta cómo la luz de la luna llena se ocultaba tras una nube pasajera.

- Era un hombre de edad avanzada y su niña, Una niña muy pequeña. No tenían la misma sangre... pero compartían el mismo apellido y sus corazones eran uno solo. Más que un padre y una hija, parecían dos tímidos enamorados. Había tanto amor entre ellos... Para ellos, el solo hecho de estar juntos era suficiente para ser felices –explicó Beka con una mirada llena de melancolía-. Sin embargo, ese no era un sueño felíz. Era un sueño triste... El hombre tuvo que separarse de esa niña que era tan valiosa para él. Era la única forma en la que él podría protegerla de los caprichos de ese hombre de negros sentimientos.

Había lágrimas, la niña derramaba lágrimas de desesperación, de honda tristeza. El hombre guardaba un sentimiento muy fuerte de incertidumbre, de temor… temor de no volver a ver a su niña, de no verse más reflejado en los ojos de esa criatura...

Azalie miraba a Beka sin dar crédito. Beka sonrió y continuó.

-Cuando lo soñé, nunca me imaginé que tuviera algo qué ver con Sara –Agregó Beka con una sonrisa- ¡Caray! Jamás pensé que se tratara de ella, a pesar que la niña me la recordaba demasiado. Fue un sueño que me impactó, sin embargo no le dí demasiada importancia. Y ahora me entero de que la niña de mi sueño, era Sara… ¿Pueden creerlo?

Christopher sonrió y le mostró la foto a Beka. La muchacha observó la foto y entonces miró a Christopher intrigada.

-¿Crees que eres la única que ha tenido encuentros con el pasado de Sara? –le preguntó Christopher sonriendo.

-¿Dónde conseguiste esa foto? –inquirió Beka.

-En el aeropuerto, mientras buscaba a Sara, después del incidente de Montse, choqué con el mismo tipo que aparece en la foto junto con Sara y el Dr. Marcus, como llevaba demasiada prisa, ni siquiera se dio cuenta de que se le había caído la foto –explicó Christopher-. Cuando la levanté, me llevé la sorpresa de mi vida…

En ese momento, Azucena vió una hoja de papel sobre la mesa de centro, la cual llamó su atención. Azucena la tomó entre sus manos. El documento estaba muy deteriorado por el tiempo y algunas secciones eran ilegibles. Azucena lo leyó y lo dejó en su lugar sin darle importancia. Azalie había visto el movimiento.

-¿Qué era? –preguntó Azalie curiosa.

-Nada interesante –respondió Azucena-, un aviso al personal… algo acerca de unas juntas, que de vacunas, agentes infecciosos y no sé qué tanto. Que las juntas serían en quién sabe dónde y el código de entrada era 8:15… No venía nada sobre Sara si es lo que quieres saber.

-Pues quien sabe… -comentó Azalie- Debe ser cuando este lugar todavía funcionaba.

-Quien sabe… -dijo Sebas.

Azalie decidió salir un momento de esa habitación para pensar qué hacer. La chica se dirigió a un gran ventanal que había en el segundo piso del salón principal. Azalie miró hacia afuera. Afuera del edificio había un puente cuya mitad se había colapsado por alguna razón. Azalie se cubrió el rostro con ambas manos y emitió un suspiro. No escuchó la puerta cuando Yoshua salió del cuarto tras ella.

-Te vi hace unos momentos –dijo Yoshua mientras se paraba a su lado-. Este lugar ya lo habías visto antes, ¿No es así?

Azalie volteó a mirar a su novio sorprendida. Al ver las pupilas doradas del muchacho clavadas en ella, agachó la mirada y asintió.

-Hace tiempo que lo conozco –respondió Azalie-, todo es tan familiar…

-¿Por qué no me habías dicho nada? –inquirió Yoshua molesto.

-¿Qué querías que te dijera? –Cuestionó Azalie- ¿que he tenido visiones de una vida que no es mía? Además esto sólo le concierne a Sara.

-Y sin embargo, ni siquiera ella sabía que ya conocías parte de la verdad sobre su pasado –respondió Yoshua aún más molesto- ¡Caray! Hasta el pendejo de Christopher lo sabe…

-Porque no quería contarle nada hasta que estuviera más segura de lo que veía –Respondió Azalie exasperada- además, yo no quería lastimarla. Era lo mejor para ella.

-¿Pero no me podías decir a mí que era lo que te pasaba? –Inquirió Yoshua levantando la voz- Me he estado preocupando todo este tiempo por ti, ¿Qué no lo entiendes?

-Yoshua, estás exagerando –dijo Azalie recuperando la calma-. Esto no es para tanto.

Yoshua se volteó furioso hacia ella.

-¿Con que no es para tanto que me preocupe por mi novia, que a cada momento parece que se queda ida, se ve preocupada y la he notado deprimida? –Vociferó Yoshua angustiado- ¿No quieres que me preocupe?

-Por favor, Yoshua, tranquilízate –dijo Azalie tratando de calmarlo.

En ese momento, Christopher salió del cuarto.

-¿Qué pasa? –Inquirió Christopher- Sus gritos se oyen hasta la ciudad, ¡No mamen!

-¡Nada que te importe! –murmuró Yoshua al pasar por delante de Christopher y entrar a la habitación.

- ¡Mah! ¿Cuál es su problema? –barbotó Christopher frunciendo el ceño.

-¡Déjalo! –Respondió Azalie sin darle importancia- ¡Está en su días!

Christopher miró a Azalie.

-¿No crees que deberías poner al tanto a los demás de esta situación? –inquirió el muchacho acomodándose las gafas- Después de todo, es tiempo de que sepan por qué rayos sabes tanto de este asunto…

-Tienes razón –dijo Azalie-. Vamos.

Azalie entró junto con Christopher al cuarto donde estaban los demás.

-Gente, necesito su atención –anunció Azalie colocándose en medio de la sala-. Escúchenme bien, tengo algo muy importante qué decirles.

Beka, quien se encontraba mirando por la ventana, volteó a mirarla.

-¿Qué sucede? –indagó Beka.

Todos miraron a Azalie con atención.

-Este lugar lo conozco… lo he visto antes –explicó Azalie.

-¿Qué? –exclamó Sebas.

-¿Cómo está eso? –inquirió Abner.

-De un tiempo para acá, he estado teniendo visiones acerca de Sara y el Dr. James Marcus… -manifestó la chica.

-¿Desde cuándo exactamente? –inquirió Yoshua cruzado de brazos.

-Desde mayo 11, para ser exactos –respondió Azalie- Llevo un registro en mi diario, acerca de todas las visiones que tengo sobre este asunto.

Azucena se acercó a ella.

-¿Y qué tanto sabes acerca de ese asunto? –inquirió.

-Muy poco –contestó Azalie-. Realmente, sólo he visto algunas cosas que no resuelven mucho sobre este asunto tan complicado. Con todas las visiones que he tenido, y lo que he hablado con mis papás, sólo sé que el Dr. Marcus era padre adoptivo de Sara y tuvo que separarse de ella por causas de fuerza mayor, y por ese motivo, ella vive con nosotros.

-Pero… -murmuró Azucena-. Sara mencionó que su padre le había prometido regresar por ella… Eso significa…

-¿Qué Sara iba a ser parte de tu familia "Por mientras"? –continuó Yoshua sorprendido.

Azalie asintió.

-Así es –respondió-. De hecho, yo llegué a conocer personalmente al Dr. Marcus cuando era niña, incluso crucé palabras con él.

-¿Cómo dices? –Exclamó Christopher sorprendido-. ¡Eso no me lo habías dicho!

Azalie avanzó hacia la ventana y se puso a observar el paisaje exterior.

-Hace 11 años, el Dr. Marcus fue a Victoria –explicó Azalie con la mirada perdida en el cielo nocturno-. Una tarde, al salir de la escuela, fui a la funeraria. Sara aún no salía por que tenía un ensayo, por lo que yo me adelanté. Cuando entré en el despacho de Papá, encontré a un señor que tenía entre sus manos el portarretrato con la fotografía de Sara. Me llamó mucho la atención el hecho de que el sujeto miraba la foto de mi hermana con ojos de enamorado.

-¿Y luego? –indagó Christopher.

-Saludé al sujeto y le pregunté si conocía a mi hermana. El me respondió que mi hermana le recordaba mucho a su nieta, que había fallecido hacía cuatro años; cuando le pregunté el nombre de su nieta, me dijo que se llamaba Lenore Marcus. Después de un rato de estar charlando con él, llegó mi papá y me pidió que saliera del despacho. Después de un rato, mi papá y el Dr. Marcus salieron de la oficina, y en ese instante, mi hermana iba llegando. Mi hermana saludó distraída y pasó cerca de él sin verlo. Me llamó mucho la atención que al pasar cerca de él, mi hermana lo rozó, y el hombre quedó como paralizado, y después subió al coche muy apresurado. Y lo que más me llamó la atención, fue el hecho de que mi hermana se quedó igual, y se quedó muy seria y callada. Sara me dijo después que cuando tocó a ese hombre le había dado la sensación de que lo conocía de hace mucho, Que era un sentimiento muy cálido, pero a la vez le causaba tristeza…. Y que el olor de ese hombre la hacía felíz.

-¿Y qué fue a hacer el honorable Dr. James Marcus a Victoria si no fue a recoger a su querida hija? –Inquirió Christopher- ¿De qué habló con tu papá?

-Había ido a avisar que dentro de un año, aproximadamente, el regresaría por Sara –respondió Azalie-. Todo este asunto es muy complicado, hay muchas cosas que no sé y no entiendo.

Azucena bajó la mirada. Ella conocía a Sara desde que ambas tenían alrededor de trece años, por lo cual le tenía gran cariño. Sara y ella habían sido grandes amigas desde entonces, y ahora, esa chica con quien había compartido tanto, se encontraba en una situación difícil.

-Yo sólo sé una cosa –dijo Azucena con decisión-. Sara es nuestra amiga, y todos nosotros la queremos. Así que pase lo que pase, tenemos qué apoyarla y ayudarla en lo que podamos.

Christopher se adelantó hacia la puerta.

-Iré a buscarla –dijo con decisión.

Beka lo detuvo.

-No –dijo Beka-. Ella dijo que no quería que nadie la buscara, además…

-¡Pero no sabemos cómo esté! –Exclamó Christopher interrumpiéndola- Ella está sola en algún lugar de este edificio con ese maniático del vestido… ¡No sabemos las intenciones de ese wey! ¿Qué tal si le hace algo?

-El no le hará daño –intervino Azalie mientras miraba por la ventana. Christopher se volvió hacia ella.

-¿Cómo dices? –preguntó Christopher.

Azalie volteó a ver a todos, quienes la miraban extrañados.

-El no le hará daño –repitió Azalie-. Jamás le haría daño…. El no sería capáz de dañar a Sara. Quizá sí haría daño a cualquier otra persona, eso no lo dudo ni por un segundo… Pero a Sara jamás le haría daño.

-¿A qué te refieres, Azalie? –indagó Beka sin entender. Azalie volteó hacia la ventana, dándoles la espalda a todos y comenzó a garabatear con el dedo en el vidrio polvoriento de la ventana.

-¿Acaso tú te atreverías a hacerle daño a la persona más importante para ti? –inquirió Azalie garabateando en la ventana con la mirada perdida.

-¿Qué? –inquirió Azucena sin entender.

-¿Tu dañarías a la persona más importante en tu vida? –reiteró Azalie sin dejar de garabatear en la ventana polvorienta.

-No –respondió Beka- claro que no… ¿Pero qué tiene que ver?

Azalie se volvió hacia ella con una sonrisa.

-Ahí está tu respuesta –respondió Azalie sonriendo-. No hay que buscarla... Hay que dejarla. Nosotros sigamos con lo que estamos haciendo. ¡Vamos!

-Además, mi buen "Pistofer" –dijo Abner dándole una palmadita en la espalda a su amigo-, Si ese vato le intentara hacer algo a Sarita, ella fácil le rompe la madre y lo hace cachitos.

Christopher negó con la cabeza y se acercó a Azalie confundido.

-Azalie… ¿Tú sabes quién es ese wey del vestido? –indagó el muchacho.

-No… -respondió la muchacha- no sé quien es… lo único que sé es que de algún modo el siente algo muy fuerte por mi hermana, y jamás la dañaría… es todo lo que sé de él.

El joven desconocido tomó a Sara del brazo tiernamente y la ayudó a sentarse en uno de los sillones que se hallaban en esa sala de monitores. La chica se veía muy triste. El muchacho no le preguntó nada, sabía perfectamente la razón del llanto de Sara. Por un momento, pensó en revelarle su identidad, decirle quién era el en realidad, pero algo lo detuvo. El joven sólo se limitó a tomar la mano de la chica; repentinamente, Sara lo abrazó.

-No te alejes de mí –dijo ella entre sollozos- Ahora soy yo quien te lo pide.

El muchacho la miró sorprendido por un instante y entonces sonrió.

-No lo haré, Lenore –dijo el muchacho mientras besaba su frente-. Nunca me alejaré de ti…

No de nuevo

La joven miró hacia la ventana y sonrió débilmente.

-¿Sabes? –Dijo Sara- Es muy extraño… todo parece tan… planeado…

-¿Por qué lo dices? –inquirió el joven.

-Porque incluso desde antes de llegar a Raccoon, en el aeropuerto, me encontré con Tango, el que era guardaespaldas de papá… -comentó Sara- Obvio, que cuando lo vi, no recordaba quien era, sin embargo… se me hizo tan conocido.

-¿Y el te vio? –indagó el muchacho serio.

-Sí, me vio –respondió Sara-, de hecho al verme palideció.

La muchacha se levantó y se acercó a un escritorio; Sara pasó dos dedos, recogiendo el polvo que se había acumulado en el mueble debido a los años de abandono.

-¡Dios! Esto está tan… abandonado –murmuró Sara-. Aunque todo sigue igual, se ve muy diferente a cuando vivía aquí.

-¿Diferente? –cuestionó el desconocido.

-Sí, diferente –respondió la chica-. Cuando vivía con mi papá, todos los rincones de este lugar estaban rechinando de limpios. Jamás veías polvo acumulado en los muebles. ¡Caray! Me voy 15 años y todo es un reverendo desmadre. Para empezar: El bosque, lleno de zombies, monstruos y alacranes gigantes. Eso sin contar las sanguijuelas montoneras. El centro de formación abandonado, todo polvoriento y hecho un despapaye, y para colmo... mi papá muerto… asesinado, de hecho.

El desconocido notó cómo la mirada de Sara se llenaba de pesar al recordar el hecho de que su padre había sido asesinado. El joven acarició el rostro de la chica.

-¿Lo extrañas? –indagó.

-Como no tienes una puta idea –respondió ella-. te confieso que nunca dejé de extrañarlo… a pesar de que no lo recordaba con claridad, siempre me hizo falta… siempre lo extrañé.

-El también te extrañó… mucho… -susurró el desconocido- De eso no te quede ninguna duda. Y por cierto, no creo que tu vocabulario lo deje muy complacido… ya tengo tiempo queriendo decírtelo… no entiendo la mitad de lo que dices.

Las lágrimas comenzaron a rodar por las blancas mejillas de Sara.

-Ay, disculpa –dijo el muchacho alarmado-, no, no quería insultarte… perdóname… Sí así te gusta hablar… terminaría acostumbrándose… ¿Ya qué?

-No, wey, no es eso –dijo ella limpiándose las lágrimas-. Es que… cuando escuché su voz de nuevo, creí que él estaba aquí –decía la muchacha de nuevo entre sollozos-. Tenía tanta ilusión de volver a verlo, de abrazarlo, besarlo, tenerlo cerca y decirle cuanto lo quería, lo mucho que lo extrañaba y cuánta falta me había hecho durante todos estos años.

El desconocido la miró con ternura y sonrió.

-¿Tanto lo amabas, Lenore?–preguntó el.

Sara levantó su mirada.

-Más que a la vida misma –resplicó Sara con sus ojos turquesa clavados en los ojos celestes del chico.

El joven la miró con cariño y la abrazó de nuevo con fuerza, aspiró el aroma del cabello rojizo de la muchacha. Después de tantos años, al fin la tenía enfrente, de nuevo, tan viva, tan real. Podía sentir a la perfección la calidez de su piel y su aliento, podía escuchar su respiración perfectamente. Todo lo que podía saborear era ese momento, no quería alejarse ni un segundo de ella.

-El también te amaba más que a cualquier cosa –dijo el joven-. De eso no tengo duda.

-¿En verdad? –inquirió Sara.

-Tenlo por seguro –respondió el chico- él se esforzó mucho. Todo lo que hizo, fué por ti, por cumplir esa promesa que te hizo al separarse de ti. Pero al asesinarlo... truncaron toda posibilidad de cumplir esa promesa.

El sujeto sonrió.

-O eso creyeron… -Pensó.

El individuo no dejaba de abrazarla, mientras acariciaba el cabello de la chica enroscándolo entre sus dedos. Sara cerró los ojos, aspiró el olor de ese hombre cuyo nombre no conocía y sonrió.

-Qué bien se siente… -pensó la joven- como Papá…

Sara se soltó un momento del muchacho y se fijó en los monitores, en especial en el que mostraba la imagen de un área del salón principal, donde se encontraba el retrato de Marcus. Sara acarició la imagen de su padre en la pantalla.

-¿Sabes? –Dijo la joven mirando la pantalla con tristeza- Hay una parte de mí que me dice que él no está muerto… Por ridículo que suene, aún lo siento aquí, aún siento su presencia. No sé si me entiendas… seguro te parece una pendejada.

El misterioso joven la miraba algo nervioso.

-¿A qué te refieres? –inquirió.

-No lo se... –respondió Sara- Es como si su presencia aún rondara estos corredores…

El muchacho se sintió aún más nervioso. Sara continuó hablando.

-Si él se tiene que ir… -dijo Sara con su mirada triste- Desearía que se fuera de una vez, porque su presencia aún sigue aquí, su aroma, su espíritu… y no me deja en paz. No quiero que tomes a mal este comentario, pero siento que debo dejarlo ir.

El joven no respondió nada, sólo la miró largamente. Sara sonrió débilmente.

-¡Qué ironía! -dijo la chica con una débil sonrisa- Mi cuerpo tiene la capacidad de sanar cualquier herida rápidamente, sin embargo, esa habilidad no incluye las heridas del alma… por que estas heridas no parecen sanar nunca, y en verdad te digo, que estas heridas no van a cerrarse.

-Dicen que el tiempo cura todo… -murmuró el sujeto acariciando el cabello de la joven.

Sara lo miró y negó con la cabeza.

-No –dijo-. Hay tantas cosas que el tiempo no puede borrar. Digo, yo sé que el ya estaba grande, y que en algún momento moriría, es más, todos vamos a morirnos tarde o temprano. Pero el no debió morir de esa manera… Y si él tenía que morir, hubiera deseado que hubiera sido como muere alguien de su edad, y hubiera deseado estar ahí a su lado, para sostener su mano en esos momentos… ¡Y ni siquiera puedo tener ese consuelo! Yo me quedé sin él, sin la oportunidad de abrazarlo de nuevo, y aún así, el aún tiene todo de mí.

El sujeto se quedó callado sin dejar de mirarla con tristeza.

-Él solía cautivarme con su mirada, su manera de hablar, con su inteligencia… -explicó Sara- Siempre me enseñaba cosas chidas, y me platicaba cosas muy interesantes… recuerdo que el a veces me sentaba en sus piernas y nos poníamos a platicar sobre animales ponzoñosos –dijo la chica sonriendo al recordar.

-Animales ponzoñosos… -dijo el joven asintiendo con una sonrisa divertida.

-¡Sí! Animalejos, bichos rastreros –reiteró la chica sonriendo-; alacranes, tarántulas, viudas negras, ciempiés, el tío Spencer, víboras... sanguijuelas. Si bien no son venenosas pero igual pican y chupan sangre. Recuerdo que fué él quien me explicó que los alacranes picaban con la cola…

-Sí, y tu al principio no le creías que picaban con la cola –mencionó el muchacho riendo-. Incluso le dijiste que querías ver los efectos de la picadura de alacrán en una persona y hasta le sugeriste que le aventaran un alacrán a Spencer.

La pelirroja se rió.

-¡Si es cierto! –Exclamó- Cuando le dije eso, mi papá estaba cagadísimo de la risa.

-Es que la idea no le pareció nada mal –replicó el chico-, y más gracioso era que siempre querías ponerle alimañas en el cajón de su escritorio a Spencer para que lo picaran. Y si mal no recuerdo lo llegaste a hacer… metiste a una tarántula en el cajón del escritorio de Spencer.

-¡Siiii! –Exclamó Sara- aún recuerdo cómo se puso el pinche tío Spencer… ¡Se espantó de a madres! Y luego mató a la pobre de Isabel (la tarántula) antes de que lo picara… Luego andaba bien encabronado, y mi papá y yo calladitos, calladitos. Ya de regreso a la casa mi papá me miró y me dijo: "¿fuiste tú, verdad?"

-Y entonces tú te encogiste de hombros y dijiste "Sí, pero no es justo… yo quería que Isabel lo picara" –comentó el joven de los ojos celestes- y el te respondió "Yo también, Lenore, pero no vuelvas a hacerlo, no quiero que tengas problemas"

Sara sonrió pero de pronto su expresión cambió… ese joven no podía saber eso, no podía saber nada de lo que acababa de decirle; mas sin embargo, el chico platicaba sobre ese incidente como si él hubiera estado presente, y sabía a la perfección y con detalle las conversaciones que ella había mantenido con su padre…

-¿Cómo sabes eso? –preguntó la pelirroja mirándolo extrañada.

-El Dr. Marcus me lo contó –replicó el muchacho confiado.

-Eso es imposible –balbucéo la chica-, mi papá no confiaba ni en su sombra… además tú serías un mocoso, y si mi papá odiaba algo, era a los niños ¡Te habría sacado los ojos para jugar con ellos antes de que siquiera pensara en hablarte de mí!

El se sonrío con sorna y otro sentimiento que ya no supo identificar, para después confirmar sus sospechas.

-Está bien, pequeña Lenore –dijo el sonriendo-. No me lo dijo tu padre.

-¿Entonces cómo chingados sabes?

-Eso es un secreto –contestó el sonriendo.

La pelirroja miró hacia las pantallas de nuevo, y su rostro se tornó melancólico una vez más.

-No sé que voy a hacer -dijo Sara-, El ya no estará conmigo, y yo lo recuerdo tan clarito como si hubiera sido ayer. Aún no concibo el hecho de que esté muerto… y de algún modo me siento unida a los recuerdos que el dejó en mi corazón, a los recuerdos de esa vida que llevábamos aquí.

El joven acarició el cabello de Sara con un gesto consolador.

-Entiendo cómo te sientes, Lenore –susurró el muchacho- Pero debes entender que el…

La chica lo miró a los ojos, rompió en llanto y lo interrumpió

-¿Crees que no lo intento? –Sollozó Sara con lágrimas en los ojos- Trato de decirme que él se ha ido, que jamás volveré a verlo, pero por más que intento entenderlo, el sigue aquí, a pesar de todo. ¡Sin embargo estoy sola! Sola y destrozada… y cada vez que recuerdo el hecho de que está muerto, y ni siquiera de muerte natural, siento cómo mi alma se rompe. Y si sigo así, voy a volverme loca y perderé la poca cordura que aún queda en mí.

-No lo harás –respondió el-. Me tienes a mí para mantenerte unida…

El hombre misterioso estrechó a Sara contra su pecho y sintió cómo una de las manos de Sara se aferraba fuertemente a su túnica… tal como lo hacía con el Dr. Marcus cuando era apenas una niña. La muchacha poco a poco fue recuperando la calma.

-Cuando eras niña –comentó el joven mirándola con nostalgia- solías agarrarte de esa forma de la ropa de tu padre…

-Sí –respondió la muchacha- Por que en verdad no deseaba alejarme de él nunca.

-¿Y por qué lo haces ahora? –inquirió el joven de largo cabello.

Sara lo miró y bajó la mirada sonrojada.

-Porque tampoco deseo alejarme de ti jamás–murmuró ella.

El desconocido tomó a Sara del brazo y la llevó a sentarse.

-Debes estar cansada –comentó el muchacho cabello largo-. Lo mejor será que te sientes y descanses.

Sara sonrió y lo miró. Por alguna razón, el chico la trataba con gran familiaridad, mas aparte, ella sentía que lo conocía desde hace mucho, sin embargo, por algún motivo no lo recordaba, a pesar de que había recordado todo acerca de su vida como Lenore Marcus. Además, la cercanía de ese muchacho la hacía sentirse segura, tranquila y en paz. De algún modo se sentía felíz.

-¿Por qué siento esto? –se preguntaba Sara una y otra vez-

Y es que ella jamás lo había sentido, al menos no con alguien que no fuera el Dr. James Marcus.

El salón de conferencias era enorme, decorado con bellos murales y pisos de mármol, el lugar exudaba lujo. Sebas miraba a su alrededor asombrado.

-¡Pinche Sara! –Murmuró Sebas- ¡Vivía a todo lujo!

-Este lugar es muy elegante… -comentó Christopher.

Abner se dirigió a una de las gradas donde se encontraba una especie de tríptico, que el muchacho tomó.

-¿Qué es eso? –inquirió Azalie mientras se acercaba junto con Yoshua a donde estaba el joven.

-Son las normas para aspirantes de nuevo ingreso. –respondió Abner.

Christopher y los demás se acercaron para ver qué habían encontrado sus compañeros. Abner comenzó a leer en voz alta.

-Aquí dice: Objetivo del centro de formación.

Este centro verá el nacimiento de una nueva generación de empleados modelo que servirán a la Corporación Umbrella.

Solo los mejores empleados, independientemente de su sexo, raza y credo, podrán superar la estricta y rigurosa formación que les espera y serán ellos los que se convertirán en los futuros líderes de la Corporación Umbrella.

Esperamos con ansias sacar todo lo mejor de nuestros aspirantes.

Directrices del centro de formación

Disciplina. Obediencia. Unidad.

Estos tres valores son los principios básicos que todos los empleados de la Corporación Umbrella deben observar. Es nuestra ley máxima.

No se deberá olvidar nunca.

La entrega al proceso de formación acabará llenando de honor al aspirante y a la misma corporación.

James Marcus

Director

Corporación Umbrella

Administración del centro de formación

-Vaya –comentó Azucena al terminar Abner de leer-, es el reglamento de este lugar firmado por el papá de Sara.

-¡Órale! -exclamó Azalie- Parece que el Dr. Marcus era muy entregado a su trabajo y a la labor que desempeñaba en Umbrella.

La muchacha le quitó el documento a Abner y comenzó a leerlo de nuevo. Yoshua se cruzó de brazos.

-¡Neeeeeeh! Para mí que solo era un pinche viejo loco demasiado interesado en crear armas biológicas y virus –comentó el muchacho.

Azalie le dio un zape a su novio.

-¡No digas eso! –Exclamó Azalie molesta- El doctor no fue quien dispersó el virus, sólo lo creó, aparte lo traicionaron. Quien sea el chico que lo está vengando debe de tener sus motivos.

-Pero entonces Sara sí corre peligro con el –expresó Christopher angustiado.

Azalie negó con la cabeza.

-Como te lo dije antes, no lastimas a la persona que quieres.

Una idea cruzó por la mente de Azalie.

-¿Será posible que el sea…? –Pensó.

La voz de Beka la sacó de sus pensamientos.

-¿Pero qué hacemos entonces ahora? –preguntó.

-Supongo que seguir conociendo el edificio –respondió Azalie-, explorar, buscar a los asesinos y de paso encontrar más información acerca de lo que pudo haber pasado aquí.

-Bien –dijo Christopher-. Hagamos lo que sea pero sigamos moviéndonos… este lugar no me da mucha confianza.

El equipo siguió su camino por el lugar. Al lado izquierdo de la sala de conferencias, casi entrando, había una puerta. Sebas estaba girando el picaporte para entrar. Azalie iba cavilando acerca de todo el asunto y su mente la llevó a aquella tarde de mayo, en la que fue a hablar con Abril acerca del asunto de Sara.

-¡Momento! –exclamó Azalie confundida.

-¿Qué pasa? –indagó Yoshua.

-Yo hablé de este asunto con Abril. –respondió la muchacha de los ojos color granate.

-¿Y qué te dijo? –inquirió Christopher.

-Muchas cosas. Gran parte de lo que me dijo concuerda perfectamente con lo que está sucediendo. –explicó Azalie.

-Bueno –dijo Yoshua-. Tú sabes que a Abril nunca le falla…

Azalie comenzó a respirar profundo. Su voz era pausada.

-Una de las primeras cosas que Abril me dijo fue que el padre de Sara estaba vivo… y que no se había olvidado de ella –reveló Azalie-. Además, me dijo que sus planes habían sido retrasados por una traición. Todo concuerda casi a la perfección. Ahora: Podría pensar que el Dr. Marcus fue asesinado muy recientemente…

-Sin embargo, el wey del vestido acaba de decir que el Dr. Marcus fue asesinado hace diez años –dijo Christopher.

La muchacha asintió.

-Así es -afirmó Azalie meditabunda.

-Entonces –dijo Yoshua-, la pregunta es: ¿quién es ese tipo? ¿Por qué carajos está vengando al Dr. Marcus?

-¿Y qué pinche interés tiene en Sara? –mencionó Christopher.

Azucena tomo aire y dijo:

-La otra pregunta es: ¿El Dr. Marcus realmente estará muerto? ¿Y si no lo está…?

-¿Dónde está? –murmuró Azalie desconcertada completando la frase de Azucena.


Nota: Para los que no sepan lo que es el "Tehuacanazo" es un método de tortura típica que los judiciales aplican a los delincuentes para que confiesen un crimen (Esto o usan contra los delincuentes federales o muy peligrosos), el cual consiste en agitar una botella de agua mineral gasificada y poner el pico de la botella en la naríz del sujeto de manera que el agua entre a presión por las fosas nasales. Se le llama "Tehuacanazo" debido a que para ella se usa agua mineral, la cual se extrae de los manantiales de la ciudad de Tehuacán en el estado de Puebla, famosa por la gran cantidad de manantiales que se encuentran en la región.

Aquí en México se tiene la costumbre de decir: "Vieja/s" como una forma en ocasiones despectiva para nombrar a las personas pertenecientes al sexo femenino sin importar su edad. En los hombres se utiliza la palabra "Pelado" ó "Pela'o"; aunque también se usa para decir de alguien (Hombre o mujer) vulgar, maleducado corriente o gañán. También cuando un chiste es muy vulgar o grosero se dice que es un "chiste pelado".

Desmadre o Despapaye: Desastre, desorden, caos… también se dice cuando alguien es muy desordenado o travieso o fiestero se dice que es Desmadroso o despapayoso.

Madrear, putear, poner una madriza, una putiza, una patiza o una madrina: se dice cuando se golpea salvajemente a alguien, osea, cuando se le da una golpiza.

Ruco o Ruca: significan Viejo o vieja. Anciano o anciana.

Jefe, jefa o jefes: Padre, Madre o padres, respectivamente. Es común aquí en México que los jóvenes nos refiramos a nuestros papás o los de nuestros amigos como "Los jefes".
"Now I will have my revenge on Umbrella... and the world will burn in an inferno of hate!!"

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Mensaje por Lenore Marcus » 12 Mar 2016 12:36

-Capítulo 11-
-Pasión prohibida-

Oculto:
Imagen

El extraño joven no quitaba los ojos de Sara mientras ésta le hablaba de sus travesuras, analizando cada movimiento, cada expresión por mínima que fuera en la bella pelirroja, sin dejar de poner atención en lo que la chica narraba. Deseaba conocerla, saber todo de ella; sus gustos, sus manías, sus hábitos… sin mencionar que el verla platicar de manera tan fresca y desinhibida, con pelos y señales le causaba cierta gracia. Sara por su parte, le contaba una anécdota de cuando tenía catorce años.
-Y si te contara cómo me chingué a una vieja en la secundaria –dijo Sara mientras subía los pies a una de las consolas de sonido buscando una posición más cómoda.
-¿Qué hiciste qué? –dijo el hombre con los ojos muy abiertos al entender de una forma muy literal la palabra “chingar”
La pelirroja notó la expresión de espanto en el joven de los ojos celestes, dándose cuenta de que había tomado la frase por un rumbo equivocado
-¡No! –Aclaró la chica alarmada al darse cuenta de su error- ¡No me refiero a eso! ¡No pienses mal! Me refiero a que le paré el alto para evitar que se metiera conmigo…
-A ver, déjame analizar… -respondió el joven- ¿Quieres decir que te le impusiste, no? ¿Y por qué hiciste algo así?
-Bueno, pues te explico; cuando estaba en secundaria, yo estudiaba en el Repiso, el cual es un colegio de niñas ricas allá en mi ciudad –narraba Sara mientras el extraño de la túnica tenía sus ojos celestes clavados en ella-. Había una vieja que se la pasaba haciéndome la vida imposible, se llamaba Mónica Canales.
-¿Y por qué la señora te molestaba? –inquirió el desconocido.
-¡No, no era una señora! Cuando digo vieja, me refiero a una mujer, a alguien del sexo femenino sin importar su edad–Explicó la joven- Te explicaré: En Victoria la sociedad es muy cerrada; me refiero a la alta sociedad. En Victoria hay varios colegios privados, pero los más famosos son: El Antonio Repiso... y el José de Escandón La Salle. En esos dos se concentran los niños ricos y fresas de toda ciudad victoria. El Antonio Repiso es un colegio de niñas manejado por monjas... ahí van todas las niñas de familia con “varo”, y algunas de clase media o media alta. Es un colegio muy elitista. Bueno, en parte, Ciudad Victoria es muy elitista. Yo estudié en el Repiso hasta tercero de secundaria, porque el último año lo pasé en el colegio La Salle.
El muchacho miraba a Sara con insistencia. En esos 15 años, la pequeña Lenore Marcus había crecido para convertirse en una mujer de estatura imponente y elegantes facciones. Con los años, los rasgos de la pequeña Lenore habían adquirido un matiz de sensualidad, sin dejar de lado ese rictus de inocencia. El joven la observó con detenimiento, el cuerpo de formas soberbias, hombros perfectamente rectos, la cintura estrecha y caderas amplias. Ciertamente, la joven que tenía enfrente impactaba con solo verla. Sara siguió hablando.
-Ciudad Victoria, es un nido de víboras... todo el mundo se quiere enterar de la vida de los otros... por lo menos entre las familias conocidas. –Decía la muchacha con hastío- Era de esperarse, que toda ciudad Victoria supiera que yo soy adoptada... en especial porque yo no era una bebé recién nacida cuando me adoptaron. Las niñas del colegio sabían del negocio de mis papás y de ahí se agarraban para burlarse. Por ese tiempo yo ya empezaba a embalsamar y restaurar cadáveres... Por un tiempo me molestaron con eso...
-¿Pues qué te decían? –inquirió el joven inclinándose hacia ella con sus ojos fijos en ella.
-Me decían cosas como que olía a muerto, que apestaba a cadáver en descomposición o a fluído de embalsamar o a las dos cosas–explicó Sara-. La neta, me valía madre… eran unas pobres pendejas; y al ver que no le daba importancia (de hecho se las devolvía), decidieron usar otra forma de molestarme, todas, obviamente azuzadas por la pinche Mónica.
El extraño se le quedó mirando confundido.
-¿Otra forma?–preguntó el muchacho sin entender- ¿Qué otra forma?
-Digamos que me dieron con algo más hiriente. –replicó la muchacha.
-¿Qué te dijeron? –indagó el joven del cabello largo con un gesto molesto.
Sara dirigió su mirada hacia la ventana, por donde entraba la luz de la luna, la cual iluminaba sus pupilas color turquesa.
-Ellas salieron con la mamada de que para mis verdaderos padres yo era basura –explicó Sara-. Que seguramente mi madre quería abortarme, pero que al estar prohibido el aborto, decidió arrojarme al nacer dentro de una fosa como basura, y que ahí me habían encontrado mis padres. Lo cual era demasiado estúpido, tomando en cuenta que no me adoptaron recién nacida. Me decían que era una recogida y cosas así.
-Me imagino que eso te lastimaba mucho –comentó el extraño joven mirándola con tristeza.
-¡Neeeeeeeeeeh! No era algo que me causara gran trauma -dijo Sara en tono despreocupado-. Yo sabía muy bien que mis padres me amaban como si ellos me hubieran procreado... además, yo tenía el recuerdo un poco borroso pero dulce de mi papá James. Si bien, no recordaba su rostro, tenía pocos recuerdos, y muy vagos, sabía que yo lo adoraba, y él a mí...
El muchacho esbozó una dulce sonrisa.
-Además, como mi mamá siempre dice: "Las cosas se toman de quien vienen" –agregó Sara-. Mónica Canales para empezar era una pinche disléxica sin talento alguno. Ni siquiera sabía caminar bien la desgraciada. Fea, como pegarle a Dios en semana santa.
El joven se rió de esa última comparación.
-Yo, en cambio soy hermosa, tengo talento, toco el piano, desde muy pequeña, también toco la guitarra y canto, y poseo ventajas físicas que nadie posee –dijo Sara con orgullo- Y mis papás tenían mucho más dinero que los de ella.
-Eres perfecta en todas tus formas –Dijo el joven-. Sin duda esa tal Mónica te tenía envidia.
-Podría ser, -dijo Sara encogiéndose de hombros- Pinche disléxica de mierda… No tengo nada contra los disléxicos, te lo juro, no tengo absolutamente nada contra ellos, contra los que si tengo y mucho, es contra las disléxicos envidiosas, hipócritas chiche morada, ratas de iglesia y mala leche. Contra esas si estoy.
-¿Chiche morada? –inquirió el muchacho alzando una ceja sin entender.
-Sí, así se les llama a las mujeres que se la pasan metidas en la iglesia… -explicó Sara- Ya sabes, a las santurronas.
-Ah, sí… esas que creen en Dios ¿Y por qué así? –cuestionó el muchacho.
-Cuando rezan el "Yo pecador", se golpean el pecho, así que ya te imaginarás cómo han de tener la chiche izquierda, que es la que se golpean –explicó Sara- Toda morada.
El joven la miraba sin decir nada.
-Estas –dijo Sara agarrando sus propios pechos con sus manos- se les llaman chiches. Bueno, es el modo vulgar de llamarlas. Yo prefiero llamarlas bubis.
El joven se sonrojó y agachó la mirada con una sonrisa nerviosa. Sara decidió ir al grano y contarle lo que ocurrió en aquella ocasión:
***

Era el mes de marzo de hacía cinco años cuando ocurrió; Sara salió del aula a tomar un poco de aire fresco durante una hora libre que tenían. El día era hermoso, soleado, y el viento soplaba arrastrando algunas nubes pasajeras en la bóveda celeste. Sara se apoyó sobre el barandal para contemplar el cielo. Su largo cabello, el cual Sara peinaba en aquel entonces en una cola de caballo ondeaba suavemente a causa de la brisa.
Era una ventaja para ella que su salón estuviese en el segundo piso, ya que así el viento podía llegarle tal como ella quería incluso en los días sin tanto aire. Sara se paró sobre el barandal y extendió los brazos para sentir el viento. Tal movimiento sería muy peligroso para un ser humano normal, pero para una persona con las características de Sara, no había razón de qué preocuparse. La voz de Mónica surgió justo detrás de ella.
-No te vayas a caer, Sara… -Dijo Mónica en tono sarcástico.
Diciendo esto, Mónica le dio un empellón a Sara tratando de asustarla, sin embargo usó demasiada fuerza haciéndola caer en el piso del patio. Ante la mirada de unas monjas que platicaban en el pasillo del piso de abajo. Sara cayó de espaldas, esta vez sus reflejos no fueron lo suficientemente rápidos como para caer de pié o, al menos, agarrarse de algún lado. Mónica bajó de inmediato aterrada con la idea de ver a su compañera muerta. No había querido empujarla ¿Cómo lo explicaría? Ella sólo quería hacerla llorar, asustarla… no matarla. No era un secreto para nadie que ella la odiaba, todos sabrían que ella fue… Aunque pensándolo bien, nadie sabía que ella se había quedado arriba, además ella era la niña buena "La de los grandes valores y principios morales", a diferencia de la alborotadora Sara Leticia Andrade. Tenía que estar calmada; podría salir de esto y ya después se congraciaría con Dios. Después de todo habría sido un accidente; estaba segura que el entendería.
Mónica Canales Corral se acercó a Sara lentamente quien yacía boca arriba en el suelo del patio con los ojos cerrados, la miró unos momentos para después llamar a gritos a unas monjas cercanas quienes acudieron veloces a sus gritos aterrorizados. Entonces, ante el azoro de las monjas, Sara se levantó de golpe sin queja alguna y entonces, le lanzó una escalofriante mirada asesina a Mónica con tal odio, que ésta sintió cómo su sangre se congelaba.
Sara hubiera deseado abalanzársele en ese momento a golpes, después de todo, con su fuerza, podía matar a la chiquilla fácilmente. Sin embargo, Sara sabía que no valía la pena quitarle la vida a esa criatura inferior, si ella algún día decidía asesinar a alguien, sería por algo que realmente lo ameritara. Además… la venganza es un platillo que se come frío…
***


-¿Y dejó de molestarte? –preguntó el muchacho después de oír el relato.
-No –respondió Sara despreocupadamente- Ahora decía que yo era una zombi, o un muerto viviente, pero eso no me molestaba, al contrario… sin saberlo, me daba armas para vengarme…
El joven la miró asombrado.
-¿Qué hiciste, Lenore Marcus? –dijo el muchacho con una pequeña sonrisa mirándola con sus ojos celestes muy abiertos.
Sara recordó la forma en la que se vengó de su asesina frustrada. Una semana después del incidente, Sara se puso de acuerdo con su hermana Azalie y otras de sus amigas para darle una buena lección a Mónica Canales. Una de las amigas de Azalie se puso a vigilar los baños junto con la misma Azalie. Sara se mantenía cerca del lugar para el momento en que le avisaran. En cuanto Mónica entró al baño, Azalie le hizo señas a Sara para que entrara al baño. En cuanto la joven entró, Azalie y su amiga cerraron la puerta del baño y se quedaron esperando a la hermana mayor de Azalie.
Sara se lavaba la cara tranquilamente cuando Mónica, quien estaba a punto de entrar a uno de los cubículos la vió.
-Órale, no sabía que los cadáveres orinaban –dijo Mónica con una sonrisa burlona-. Aunque no creo que eso sea necesario, después de todo estás muerta, no te pasa nada si descuidas tu vejiga.
Sara se volvió a mirarla y sus labios se estiraron mostrando sus caninos ligeramente afilados en una sonrisa siniestra, macabra.
-¿Sabes Mónica? –Dijo Sara con esa sonrisa infernal- Hay algo que debo confesarte…
-¿Qué quieres confesarme? –respondió Mónica con un gesto de incredulidad.
Sara avanzaba lenta y amenazante hacia ella con esa mirada fría…
-Que tienes toda la razón…
-¿A qué te refieres? –cuestionó Mónica confundida.
-A que yo REALMENTE estoy muerta… -dijo Sara.
Mónica la miraba pálida mientras retrocedía hasta que topó con la pared. Sara la tomó por el cuello, procurando no lastimarla… demasiado. Mónica sufría un miedo creciente, una sensación de terror siniestro se apoderaba de ella.
-Me descubriste, por eso te atrapé aquí… y te traigo… –dijo Sara mientras sacaba sus garras metálicas- Regalitos del infierno…
Sara alzó sus garras preparándose para cortarla; Mónica miró a Sara, quien la miraba con sus ojos iluminados con regocijo demente.
-Nunca te metas con un muerto… -dijo Sara con una voz pausada y susurrante, pero perversa- Y mucho menos conmigo.
Mónica quiso gritar, pero el grito se congelaba en su garganta sin poder salir, sintió la boca reseca, y cómo algo tibio le chorreaba por entre las piernas mojando su ropa interior, el uniforme y las calcetas. Su hora había llegado… o al menos eso creyó…
Sara guardó sus garras y se fue dejándola mojada, humillada… y viva. Sin embargo, justo antes de salir del baño, Sara se volvió hacia ella.
-Y ni se te ocurra decirle a alguien lo ocurrido aquí –advirtió la joven con una sonrisa burlona- Porque nadie va a creerte.
Sara salió del baño dejando a la otra chica adentro; Mónica se quedó blanca, como un papel. Y entonces se desplomó en el charco que había dejado debido al miedo.
El joven miraba a Sara pasmado.
-Desde ese día no volvió a molestarme, sin mencionar que terminó con serios problemas psicológicos y emocionales –dijo Sara- aparte de que sufrió de incontinencia por años… -dijo la pelirroja riendo- Me veía y se meaba la wey… hubo un tiempo en que la obligaron usar pañales… era taaan divertido… Le decíamos “La Pampers”.
-Por los pañales ¿No? –Dijo el joven sorprendido y molesto- ¿No crees que eso fue una inconsciencia? Es decir, esas garras no deben ser mostradas a cualquiera…
-Nadie le iba a creer –replicó la chica.
-Eso crees tú –contestó el joven-. ¿No me acabas de decir que esa ciudad era un hervidero de lenguas? Un chisme como ese pudo haber llegado a oídos de cualquiera. ¿Qué hubieras hecho si hubiera llegado a oídos de un empleado de Umbrella? Eres una inconsciente.
-Ahora que me lo dices, y considerando el hecho de que recuerdo cosas que no recordaba antes –respondió la muchacha- Tienes razón, fue una pendejada… Pero bueno, estaba chavita y se me hizo fácil, además de el hecho de que si ella lo decía nadie se lo iba a creer.
-El hecho de que no lo crea, no significa que no vaya de boca en boca –replicó el joven molesto-. Es como un virus en el aire… indetenible, imparable. El punto base de cualquier super héroe es ocultar su poder para que no lo encierren en un laboratorio; y pareciera que eso era lo que querías, justo cuando habías escapado de uno…
-Se te olvida que yo no recordaba nada del laboratorio –replicó la chica-, de mi relación con Umbrella ni de…
-Ni del doctor Marcus –dijo completando la frase-. En eso tienes razón, aún así, no debiste fanfarronear sobre tus… poderes. Fue demasiado irresposable… Pero bueno… mejor dime ¿Seguiste en ese colegio?
-Para tercero de secundaria me cambiaron al La Salle, ahí estaba un poco mas alivianado, era colegio mixto y la raza no era tan pesada, había de todo y a decir verdad, nadie se metió conmigo.
-Menos mal –dijo molesto el joven
-Los primeros dos años de primaria estuve en el Surval, ahí estaba bien, luego por alguna razón a mi mamá se le ocurrió meternos al Jean Piaget en tercero y ahí estuve toda la primaria hasta que me expulsaron en sexto. Fue entonces que me metieron al Repiso.
-¿Te expulsaron? –Preguntó el chico exaltado-¿Por qué? ¿Qué hiciste?
-Aaaahhh –dijo Sara divertida- Es que no te he contado la del pie… esa es otra historia… muy divertida, por cierto.
-Con tu concepto de diversión –dijo el misterioso joven mirándola de una manera casi temerosa-. Dudo que cualquiera piense igual que tu.
-Eso es seguro, no fue divertido para la víctima –dijo ella riendo-. Ciertamente no fue nada divertido para mis padres, y para muchos niños, fue razón de pesadillas durante varios años… Si supieras lo que mi padre tuvo qué pagar en terapias psicológicas para algunos niños.
El desconocido aspiró profundamente para después exhalar con lentitud esperando una verdad que no lo haría nada felíz.
-¿Qué hiciste esta vez? -cuestionó con un poco de temor.
-Ooooohhhh… déjame te cuento –dijo la chica preparándose para relatar la historia con gozo.
***

Azalie abrió la puerta que se encontraba en el salón de conferencias, junto a un andamio que parecía haber sido utilizado para restaurar el mural que decoraba ese salón. La joven entró seguida por sus amigos a un pasillo. Yoshua se colocó cerca de Azalie para protegerla con su katana en mano mientras Christopher empuñaba su katar. De pronto, un gemido hizo que se detuvieran en seco.
-¿Eso habrá sido….? –murmuró Abner mirando tenso a Yoshua y los demás.
-Iré a ver, ustedes no se muevan ni hagan ruido –dijo Christopher mientras se encaminaba hacia el lugar donde provenía el quejido.
El joven se acercó y dobló la esquina para encontrarse cara a cara con un zombi, el cual se abalanzó sobre él para morderlo. Christopher luchaba por no ser herido por esa repulsiva criatura, podía percibir perfectamente la fetidez que emanaba de su boca, la cual le causaba fuertes náuseas, sin embargo, en un descuido del zombi, el muchacho halló la oportunidad de mandarlo lejos de una patada. Yoshua se abalanzó contra la criatura y cercenó su cabeza de un tajo. Christopher pisó algo y se resbaló cayendo de sentón sobre el cuerpo inerte del zombi. Los demás habían llegado al lugar.
-Ora sí, que ya está bien muerto –dijo Yoshua riendo- Christopher ya lo remató con su tremendo culo.
-Qué chistosito eres, Yoshua –dijo Christopher en tono sarcástico mientras se levantaba- Me reiría mas si no fuera porque siento mi trasero baboso, wey… ¡Qué asco!
-Pobrecito zombi –dijo Sebas riendo-, qué muerte tan fea…
Christopher se acomodó las gafas y cayó en la cuenta de que todos parecían mirar con asco la cosa que había causado su caída. Él mismo lo miró con detenimiento, por alguna razón no le sorprendió el darse cuenta de que había tropezado al pisar un pie humano.
-Probablemente debe ser de algún cristiano que andaba por aquí y lo agarraron los zombis –dijo Beka.
-Es lo más probable –dijo Christopher mientras se limpiaba frotando su trasero contra una pared.
-Lo mejor es que sigamos –dijo Yoshua mientras limpiaba su katana-. No vaya a venir otro; los pantalones de Pistofer ya no tienen espacio para más manchas.
-Ándale, pendejo… ándale –dijo el aludido en tono amenazador- ¡Pero hay un Dios que todo lo ve, cabrón! Y tus pantalones terminarán aún más asquerosos.
-Sólo me alegro de no ser tu mamá –dijo Beka-. Por que mira que sacarle la mugre a esos pantalones… está cabrón…
-Deja tú la pinche mugre –dijo Azucena-, ¿Cómo explicas las tripas de muerto?
Azalie miró el pie y esbozó una sonrisa.
-¿Qué es tan gracioso, Azalie? –cuestionó Christopher con desconfianza mirándola sin entender.
-Es cierto, -dijo Sebas - ¿Por qué esa sonrisita?
-¿No te sabes la del pie? –inquirió Azalie entre risas.
-No… -dijo el joven al no entender a qué se refería su amiga-. ¿Qué pedo es eso del pie?
-Verás: cuando yo estaba en cuarto grado de primaria, entró al colegio un sujeto llamado Luis Enrique Vidal Arreola, el cual tenía una extraña fascinación por molestar a mí mejor amiga Abril, siempre la estaba molestando, todo el día, se la pasaba como cuchillito de palo, friegue y friegue a la pobre Abril –explicó Azalie-. Yo no sé si eso lo excitaba o qué, pero sólo la molestaba a ella y le decía cosas realmente gruesas. La llamaba "monstruo" y cosas así. Lo peor de todo es que mi amiga cuando intentaba defenderse y meterle unos buenos chingazos para que se aplacara, la que salía castigada era ella.
-¿Y por qué la chava no le decía algo a la maestra? –inquirió Christopher.
-Wey, -intervino Sebas- Eso es lo peor que puedes hacer. Te va peor.
-Mi amiga intentó usar el recurso de pedirle a la maestra que le pusiera remedio a esa situación, pero la maestra sólo minimizaba el problema y le decía el típico: "No le hagas caso, hijita"
-Clásico –comentó Beka-, “Le va a molestar más que lo ignores, se va a cansar y dejará de molestarte”
-Eso lo dicen para que seas tú el que los deje en paz a ellos –comentó Azucena-, Te deja de importar, a ti te siguen jodiendo, pero tu dejas de dar lata mientras ellos se quedan sentadotes sobre su propio culo tomándose su sacrosanto café... Hasta que pasa algo peor.
-Y entonces se escudan bajo el “La niña jamás vino a mí a decirme que la molestaban” –Mencionó Beka.
-Bueno, ya, eso lo sabemos todos… o la mayoría ¿Y luego? –preguntó Yoshua.
-Llegó un momento en el que puso a casi toda la escuela contra ella –continuó Azalie-, se volvió un juego. Iniciando una campaña de hostigamiento hacia Abril. Mi hermana y yo éramos las únicas que la apoyábamos junto con Eriván, un niño pequeño con problema de ligero retraso. Ese niño era el que le subía el ánimo a mi amiga, cada vez que la veía, Eriván decía: "¡Qué bonita!".
-Bueno, es de entenderse –dijo Sebas- Abril está bien chula.
-Luis Enrique molestaba mucho a Abril, la agarró de su puerquito. –Prosiguió Azalie- A mí también me molestaba de repente, pero Sara le paró el alto de inmediato, en una ocasión lo agarró solo, lo tomó por el cuello y le dijo que si volvía a molestarme a mí o a Abril, lo iba a lamentar. El wey no hizo caso a la amenaza, si no que fué a chismear y castigaron a mi hermana, el vato se moderó un poco, pero no dejó de molestar a Abril.
-Sí, wey, qué bonito, qué linda historia –dijo Christopher fastidiado- ¿Pero qué chingados tiene que ver eso con un puto pie?
-Para allá voy –dijo Azalie-. Como el colegio en ese año cambió su ubicación por unas mejores instalaciones, pero demasiado retiradas, en ese entonces, muchos de nosotros usábamos el servicio de transporte escolar sólo que había dos camiones, uno conducido por el Profe Oscar, y otro conducido por la Maestra Karina… Sara y yo por lo general andábamos en el del profe Oscar, Abril estaba en el de la Maestra Karina, sin embargo, en ese mismo transporte también andaba el pinche Luis Enrique. En una ocasión, el wey comenzó a hostigar a Abril como de costumbre, y como siempre, la maestra Karina amenazaba con bajarla a ella como si fuera la causante de los problemas. Ese día en especial, comenzaron a fregarla entre todos; la insultaban, la llegaron a golpear. Cada vez que ella les decía: "A una mujer no se le pega". Ellos le contestaban: "Tú no eres una mujer, eres un monstruo". Abril lloraba y la maestra no le hacía caso. Abril tuvo qué defenderse, así que se agarró a todos a mochilazos, entonces, la pinche maestra Karina paró la camioneta en una colonia que estaba muy lejos de la casa de Abril y le ordenó que se bajara. Obvio que no le hizo caso. Y así siguió llorando todo el camino hasta que llegó a su casa, Karina estaba histérica y como toda una mujer madura, acusó a Abril con su mamá. Afortunadamente para ella, su madre primero la escuchó y decidió tomar cartas en el asunto. El transporte no la recogió durante dos semanas. En ese tiempo, yo me iba a jugar con ella todas las tardes, y fue cuando ella me platicó lo que había pasado.
-¿Y luego? –dijo Beka mirándola con interés.
-Yo a su vez le platiqué a mi hermana y pues que se encabrona–explicó Azalie-, Ya conocen a mí hermanita. Un día antes de que Abril volviera a la escuela, llegó a la funeraria un cuerpo completamente mutilado por un accidente, no faltaba nada, simplemente estaba todo en una bolsa para cadáveres, y los familiares querían que fuera restaurado uniendo de nuevo los pedazos. Sara aún no sabía embalsamar ni restaurar cadáveres ella sola, apenas estaba aprendiendo, así que esa mañana muy temprano bajó al sótano, donde está la sala de embalsamamiento a buscar a mi papá, no lo encontró, pero tumbó la bolsa que estaba abierta y algunas de las piezas se esparcieron en el suelo. Ella recogió todo y se puso a limpiar el lugar. Sin embargo, una pieza desapareció misteriosamente –agregó Azalie con una sonrisita pícara- y ni mi papá ni Chanito la pudieron encontrar. Al día siguiente, fue cuando Abril volvió, la directora la mandó llamar y la regañó… como siempre, ella era la causante de todo. Estábamos todos en el salón tranquilos, cuando nos pidieron sacar un cuaderno. Luis Enrique intentó sacar el cuaderno pero se encontró con algo raro… y lo que sacó fue una bolsa de plástico, y el muy pendejo creyó que le habían mandado almuerzo, y hasta nos presumió: “Su pinchi almuerzo caro de queso importado”. Pero cuando Luis Enrique metió la mano a la bolsa, se encontró con que su dichoso almuerzo no era otra cosa que un pie humano.
-¿Un pie de verdad? –inquirió Christopher
-Así es –contestó Azalie-. La pieza que faltaba del cadáver.
-¿Y qué pasó? –preguntó Sebas.
-Pues ya te imaginarás el griterío en el salón, el mismísimo profe se salió muy asustado mientras Luis Enrique se quedó unos segundos con el pie en la mano como menso. Estaba pálido –explicó Azalie entre risas- y con una cara de pendejo, que no sabías si iba a gritar, orinarse… o las tres cosas. Cuando cal fín reaccionó, Luis aventó el pie muy asustado y se vomitó sobre Eduardo Leos, otro cabrón que también molestaba mucho a Abril. El pie cayó sobre las piernas de José Antonio, otro vato que se desmayó. En ese momento, alcancé a ver por la ventana y ahí se encontraba mi carnalita mirando la escena muerta de risa. En ese momento fue obvio para Abril y para mí que era cosa de Sara. Entonces que va llegando la directora y mandó al conserje que se llevara el pie, quien obedeció muy recientemente agregando que los de sexto jamás le daban ese tipo de problemas. Entonces la dinosauria, es decir, la dire, nos mandó llamar a Abril, y a mí. A Luis Enrique lo mandaron con el médico por que realmente se veía mal.
-¿Y luego, qué pasó? –cuestionó Yoshua
Azalie recordó el momento en el que se encontraban en la dirección. Ella y la pequeña Abril, ambas se encontraban paradas en dirección. La directora las miraba a ambas de manera acusadora.
-¿Cómo es posible que siendo este un colegio decente ocurran estas cosas? –bramó la directora del plantel, una mujer mayor cuyo rostro recordaba al de un perro de raza pug.
-Estoy completamente de acuerdo con usted, maestra –dijo Azalie muy seria- ¿Cómo es posible que en un colegio “decente” ocurran estas cosas?
-No te hagas la chistosita, niña –dijo la directora-, que se perfectamente que tú tienes algo que ver en esto.
-¿Disculpe?–exclamó Azalie molesta- ¡Yo no tengo nada que ver en esto!
-¡Yo menos! –mencionó Abril.
La directora se volvió hacia ellas furiosa.
-¿Ustedes me quieren ver la cara de tonta o qué? –Preguntó la mujer-. ¿Creen que no sé que ustedes son amigas? Además, Azalie, sé muy bien cuál es el negocio de tu padre…
-¿Y sólo por eso me acusa de tal acto? –Dijo Azalie- Y supongo que si mi papá fuera fontanero, me culparía de que los baños se tapan… Discúlpeme maestra, pero su acusación no tiene lógica.
Sara, quien en ese entonces tenía 12 años, irrumpió a la oficina de la directora.
-Se le olvida que el padre de Azalie es el mío también. –dijo Sara muy seria.
-Sara Leticia Andrade Garza… ¿Qué maneras son esas de entrar a una oficina? –Increpó molesta la directora- Pera entrar a un cuarto, primero se toca, además, de que en ningún momento se te llamó a esta discusión. Yo resolveré esto con tus papás.
-Disculpe, pero… ¿Qué no se da cuenta de que tiene a las personas equivocadas? –Cuestionó Sara a la defensiva-. Yo fui quien puso el pie en el pupitre de ese maldito gordo asqueroso y ni mi hermana ni su amiga tenían conocimiento de ello.
La directora miró a Sara con los ojos muy abiertos, no podía creer tanta desfachatez.
-¿Y por qué hiciste algo así? –Inquirió la directora- ¿Es que estás desquiciada o qué tienes?
-Porque ya estoy harta de ver a Abril llorando y siendo regañada injustamente por usted. –dijo Sara mientras se sentaba frente al escritorio.
-¡Ella es la que agrede a Luis Enrique! –exclamó la mujer con cara de pug- Y no te premito que me hables de esa manera, niña grosera.
-Pues por algo ha de ser, maestra –dijo Sara- ¿Qué no se da cuenta? Abril solo se defiende, porque sin importar cuantas veces se los ha dicho, jamás han hecho nada.. a todos nos consta que Abril ha ido con usted ¿Y cuál es su respuesta? "No le hagas caso, hijita" –dijo la pelirroja imitándola-, "Ignóralo, hijita" ¿Quiere que le diga una cosa? Eso no funciona en la vida real. Yo misma he visto que Abril ha intentado ignorar a ese marrano y eso no ha solucionado nada, la prueba está en lo que pasó en el transporte escolar y en lo que acaba de desembocar.
-Esto lo único que prueba es que tú y tu hermana son un par de niñas groseras y maleducadas –dijo la directora con desprecio-. Yo no sé qué tipo de educación les den en su casa, pero a mi escuela no van a hacer lo que quieran.
-Soy alumna de puro 10, maestra, si es que no lo recuerda –dijo Sara con descaro.
-Yo no hablo de calificaciones, niña ignorante –dijo la mujer-, y no seas tan valentona, porque ya veremos qué piensa tu padre cuando sepa que le robaste un pie, que no respetaste su autoridad y que hiciste de su trabajo una burla, además, tu no conoces a ese niño, tendrías qué haber tomado en cuenta que Luis Enrique tiene muchos problemas y muy graves. Esa es sólo una coraza para evitar que le hagan daño, por eso les he pedido que se lleven bien con él, tengan compasión… Yo solo trato de ayudarlo.
-Maestra –dijo Sara tratando de no perder la calma-, yo entiendo que quiera proteger a ese “pobre” niño para que no salga lastimado, pero no se vale que a él sí se le permita lastimar ¿Qué ha hecho Abril? ¿Por qué no defiende a la pobrecita de Abril?, ella no tiene la culpa de lo que le pasa al otro. Por tratar de ayudar a Luis, está lastimando a esta otra niña. No nada mas Luis Enrique la molesta, es casi toda la escuela contra ella, como ven que al otro no le hace nada y la que termina castigada es Abril, se puso de moda en la escuela el juego de: "Molesten a Abril a ver a qué horas se suicida". Le están haciendo daño.
En ese momento, llegó Karina, la chofer de uno de los camiones de transporte, e hija de la directora.
-¿Otra vez Abril causando problemas? –Dijo Karina mirando a la niña de los ojos color ambar en tono burlón- No me extraña… Por cierto, mami, dice Abril que su mamá dijo, que si me atrevía a bajarla del camión cuando causara problemas, me iba a ir muy mal.
La directora miró a Abril con dureza.
-Pues primero que dile que me pague y ya después se pone a amenazar –dijo la directora.
Sara vio la expresión en el rostro de Abril y miró con dureza a Karina.
-Karina, ¿Vas a decirme que Abril es quien causa los problemas? –Cuestionó Sara- ¿En serio no has notado que son los demás? Siempre supe que eras tonta, pero no creí que tanto…
-Karina, ve con los de segundo grado y ponlos a que me hagan 3 veces cada tabla del 2 al 5, luego hablamos –le dijo la directora a su hija y luego se dirigió a Sara- Y tu Sara, te quedas sin recreo. Voy a llamar a tus padres, porque tienen qué saber lo que has hecho. Y voy a tener que expulsarte.
Las dos niñas miraron a Sara preocupadas.
-Expúlseme –dijo Sara mirándola retadora-. No es que me preocupe demasiado, este pinche colegio apesta, y para colmo cobra demasiado caro. Cualquier lugar es mejor que esta dizque escuela que lo único que enseñan es a bajar la cabeza y aguantar madrazos.
-Mira, Sara Leticia –dijo la directora conteniendo el enojo- no me contestes o te doy una buena bofetada…
-Pues pégueme –dijo Sara más retadora aún-, yo a usted no le tengo miedo, y dígale a mis papás todo lo que quiera. Me vale madre.
De pronto, la directora le dio un bofetón a Sara ante la mirada atónita de Abril y Azalie. La niña levantó el rostro mirándola con altivez. La mujer se sobaba la mano. Sara la miraba con ese gesto imperturbable.
-Y me vas a escribir 300 veces: "Debo respetar a mi directora" –dijo la directora muy seria- y no te vas a tu casa hasta que termines.
Sara la miró con frialdad.
-Sólo no se meta con mi hermana o su amiga. –dijo.
-No me extraña que tus verdaderos padres se hayan deshecho de ti. –Dijo la directora-. Maldito engendro de Satanás.
Sara se detuvo en el umbral, apretó sus puños y siguió su camino.
Los muchachos miraron a Azalie atónitos después de escuchar la historia. Ella sonrió.
-¿Y… Sara hizo las planas que le pusieron de castigo? –preguntó Christopher.
-Sí –respondió Azalie- de hecho, mis papás estaban hablando con la directora cuando llegó Sara, le aventó el cuaderno al escritorio y se fue.
-¿Y en qué quedó el asunto? –dijo Abner.
-Sara fue expulsada del colegio Jean Piaget, Bueno, mas bien, mis papás la sacaron -explicó Azalie-. Sólo quedaban unos meses antes de que terminara el ciclo escolar, así que fué transferida al Antonio Repiso, ahí terminó sexto grado. Yo me quedé en el Jean Piaget igual que Abril, Luis Enrique siguió molestando, yo no sé ni cómo lo seguimos aguantando, pero terminamos el año. De hecho Abril quería que en quinto grado la cambiaran de escuela, ya le daba miedo el volver ahí y encontrarse a ese pinche huerco. Afortunadamente para ella, en quinto, Luis Enrique se había cambiado de escuela. Abril y yo terminamos la primaria ahí, y como no había secundaria en ese entonces, a mí me cambiaron al repiso con mi hermana… No, ¡miento! –Se corrigió la muchacha- En sexto me metieron al repiso, la que terminó la primaria ahí fue Abril. Después, ella entró a la Secundaria General #6.
-Yo había escuchado a muchos ex-alumnos del Jean Piaget hablar pestes de ese colegio y su directora -comentó Christopher en tono reflexivo- Pero se quedaron cortos. Algunos de los papás, más que nada los que tuvieron ahí a sus hijos en toda la primaria, hablan maravillas del lugar, pero en general, los alumnos lo odian.
-Oigan, sí, okey, qué desgracia que estuvieron ahí. Pero –dijo Beka- ¿No creen que deberíamos movernos?
-Tienes razón –dijo Azucena-. Sigamos.
***

-Sé que es una tontería preguntar, ya que es obvio –comentó el joven misterioso después de escuchar la historia de Sara - Te expulsaron, ¿verdad?.
-Me expulsaron, me abofetearon y me castigaron –afirmó Sara-. Pero todo era mejor que ser Jorgito…
-¿Qué le pasó al tal Jorgito? –preguntó el contrariado.
-No quieres saberlo –repuso ella muy seria y con tono sombrío-. En serio, no quieres saberlo, si yo pudiera lo olvidaría.
-¿Entonces qué dijeron tus padres? –Preguntó él enterrando por completo el tema de Jorgito, si Sara no quería recordar, era obvio que era algo que él no quería saber- Me imagino que estaban furiosos… si yo fuera tu padre te habría castigado como no tienes una idea.
-Y me castigaron cabronamente –respondió Sara-, y créeme que pocas ganas me quedaron de dar razones para que volvieran a castigarme… mi “apá” estaba súper emputadísimo y eso fue lo que me dolió porque nunca se había enojado conmigo ántes. Pero bueno, supo comprender las razones que tuve. Si eso hubiera pasado con mi papá James… me mata…
-Eso hubiera sido poco –respondió el con seguridad-. El Doctor Marcus jamás hubiera permitido tal falta de respeto para una autoridad. ¿Cómo lo habría dejado eso a él como tu tutor? Y para colmo no ganaste nada…
-Lo sé –dijo la chica desviando la mirada-. Lo único bueno de que mi papá James no esté aquí es que tuvo la suerte de ahorrarse una gran decepción.
-Noooo… bueno, al menos no sería una decepción tan grande –afirmó el en tono condescendiente.
-No, pos sí –dijo Sara con una mirada avergonzada-. Pero créeme, si él estuviera aquí, ni de pedo le platico eso…
-¿Puedo preguntarte algo? –dijo el joven de los ojos celestes.
-Claro –respondió ella.
-Todas esas palabras que no logro entender son altisonantes ¿verdad?
-Nooooooo –dijo ella en un tono para nada inocente-, al menos no todas.
-Bien, entonces debo decir que tu vocabulario tampoco es nada agradable –replicó el-, pero bueno, quiero pensar que es causado por todo este estrés; no todos los días terminas en una mansión llena de no muertos, descubriendo todo tu pasado oculto, sólo para saber que tu padre está muerto… asesinado, de hecho.
-Es que neeeeetaaaa –dijo la chica-. Está bien cabrón… y eso, que me encantan las películas de zombis.
El joven rió meneando la cabeza de un lado al otro para después dirigirle una mirada llena de ternura.
-Creo que ya eres bastante grandecita como para saber que las películas rara vez narran la realidad –dijo él en tono condescendiente- ¿No lo crees, querida?
-Bueno, lo último que me imaginé es que me vería envuelta en este… lío –respondió la joven.
-Sin embargo parece que los buscas tu misma –dijo él con una sonrisa-, después de todo te encaminaste tu misma hacia acá.
-Cuando los monstruos arman su desmadre –dijo la pelirroja con seguridad-, yo estoy ahí para hacerlos caer, cuando un tesoro brille, yo estoy ahí pera reclamarlo, y cuando un enemigo se levanta contra mí, la victoria es mía.
-Todo eso suena muy bonito y muy… heroico –dijo el joven en tono burlón-. Pero lamento decirte que no aplica. Sin embargo alabo tus intentos por impresionarme.
-Bueno, un gran poder confiere una gran responsabilidad –Replicó ella-. Al menos eso es lo que yo pienso.
-En cierta manera tienes razón –afirmó el joven-. Yo tengo la responsabilidad de cobrar venganza.
-En realidad yo pienso que esa responsabilidad debería ser mía –comentó la chica.
-No voy a discutir por esto contigo –respondió-. La tomé en mis manos por una razón… confórmate con saber que estoy de tu lado.
Sara lo miró durante unos minutos intentando una vez más recordar quién era. Le parecía tan familiar, y al mismo tiempo tan extraño…
-Ya, en serio… ¿Quién eres? No te ofendas, pero… me pareces tan conocido y al mismo tiempo no te recuerdo –comentó la chica-. Me acuerdo de Albert y William, de Fran, Val, Gino, Tango… del tío Spencer… ¡Caray! Si hasta me acuerdo de Alfred, Alexia y su papá… y eso que sólo los vi una vez. Pero a ti no te recuerdo.
-Se podría decir que nunca me conociste –respondió el.
-¿No habías mencionado que sí? –Replicó Sara confundida- Caray, si yo misma tengo la sensación de que te conozco… y por lo que veo, tú me conoces bien.
-Ha pasado mucho tiempo –contestó el joven mirándola fijamente-, no me conociste luciendo así.
-Eso es más que obvio –replicó la pelirroja- Tu estarías muy chavito en aquel entonces… tal vez un poquito mayor que yo. Sin embargo no recuerdo haber visto en Umbrella más niños aparte de mí que Alfred y Alexia.
-No trates de hallarle lógica, después de todo –respondió en tono críptico-, en el mundo que se desarrolla a tu alrededor ya no existe lógica alguna.
-Buen punto –dijo la pelirroja.
-Sé que es una tontería preguntar, ya que es obvio –comentó el joven misterioso después de escuchar la historia de Sara - Te expulsaron, ¿verdad?.
-Me expulsaron, me abofetearon y me castigaron –afirmó Sara-. Pero todo era mejor que ser Jorgito…
-¿Qué le pasó al tal Jorgito? –preguntó el contrariado.
-No quieres saberlo –repuso ella muy seria y con tono sombrío-. En serio, no quieres saberlo, si yo pudiera lo olvidaría.
-¿Entonces qué dijeron tus padres? –Preguntó él enterrando por completo el tema de Jorgito, si Sara no quería recordar, era obvio que era algo que él no quería saber- Me imagino que estaban furiosos… si yo fuera tu padre te habría castigado como no tienes una idea.
-Y me castigaron cabronamente –respondió Sara-, y créeme que pocas ganas me quedaron de dar razones para que volvieran a castigarme… mi “apá” estaba súper emputadísimo y eso fue lo que me dolió porque nunca se había enojado conmigo ántes. Pero bueno, supo comprender las razones que tuve. Si eso hubiera pasado con mi papá James… me mata…
-Eso hubiera sido poco –respondió el con seguridad-. El Doctor Marcus jamás hubiera permitido tal falta de respeto para una autoridad. ¿Cómo lo habría dejado eso a él como tu tutor? Y para colmo no ganaste nada…
-Lo sé –dijo la chica desviando la mirada-. Lo único bueno de que mi papá James no esté aquí es que tuvo la suerte de ahorrarse una gran decepción.
-Noooo… bueno, al menos no sería una decepción tan grande –afirmó el en tono condescendiente.
-No, pos sí –dijo Sara con una mirada avergonzada-. Pero créeme, si él estuviera aquí, ni de pedo le platico eso…
-¿Puedo preguntarte algo? –dijo el joven de los ojos celestes.
-Claro –respondió ella.
-Todas esas palabras que no logro entender son altisonantes ¿verdad?
-Nooooooo –dijo ella en un tono para nada inocente-, al menos no todas.
-Bien, entonces debo decir que tu vocabulario tampoco es nada agradable –replicó el-, pero bueno, quiero pensar que es causado por todo este estrés; no todos los días terminas en una mansión llena de no muertos, descubriendo todo tu pasado oculto, sólo para saber que tu padre está muerto… asesinado, de hecho.
-Es que neeeeetaaaa –dijo la chica-. Está bien cabrón… y eso, que me encantan las películas de zombis.
El joven rió meneando la cabeza de un lado al otro para después dirigirle una mirada llena de ternura.
-Creo que ya eres bastante grandecita como para saber que las películas rara vez narran la realidad –dijo él en tono condescendiente- ¿No lo crees, querida?
-Bueno, lo último que me imaginé es que me vería envuelta en este… lío –respondió la joven.
-Sin embargo parece que los buscas tu misma –dijo él con una sonrisa-, después de todo te encaminaste tu misma hacia acá.
-Cuando los monstruos arman su desmadre –dijo la pelirroja con seguridad-, yo estoy ahí para hacerlos caer, cuando un tesoro brille, yo estoy ahí pera reclamarlo, y cuando un enemigo se levanta contra mí, la victoria es mía.
-Todo eso suena muy bonito y muy… heroico –dijo el joven en tono burlón-. Pero lamento decirte que no aplica. Sin embargo alabo tus intentos por impresionarme.
-Bueno, un gran poder confiere una gran responsabilidad –Replicó ella-. Al menos eso es lo que yo pienso.
-En cierta manera tienes razón –afirmó el joven-. Yo tengo la responsabilidad de cobrar venganza.
-En realidad yo pienso que esa responsabilidad debería ser mía –comentó la chica.
-No voy a discutir por esto contigo –respondió-. La tomé en mis manos por una razón… confórmate con saber que estoy de tu lado.
Sara lo miró durante unos minutos intentando una vez más recordar quién era. Le parecía tan familiar, y al mismo tiempo tan extraño…
-Ya, en serio… ¿Quién eres? No te ofendas, pero… me pareces tan conocido y al mismo tiempo no te recuerdo –comentó la chica-. Me acuerdo de Albert y William, de Fran, Val, Gino, Tango… del tío Spencer… ¡Caray! Si hasta me acuerdo de Alfred, Alexia y su papá… y eso que sólo los vi una vez. Pero a ti no te recuerdo.
-Se podría decir que nunca me conociste –respondió el.
-¿No habías mencionado que sí? –Replicó Sara confundida- Caray, si yo misma tengo la sensación de que te conozco… y por lo que veo, tú me conoces bien.
-Ha pasado mucho tiempo –contestó el joven mirándola fijamente-, no me conociste luciendo así.
-Eso es más que obvio –replicó la pelirroja- Tu estarías muy chavito en aquel entonces… tal vez un poquito mayor que yo. Sin embargo no recuerdo haber visto en Umbrella más niños aparte de mí que Alfred y Alexia.
-No trates de hallarle lógica, después de todo –respondió en tono críptico-, en el mundo que se desarrolla a tu alrededor ya no existe lógica alguna.
-Buen punto –dijo la pelirroja.
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Mensaje por Lenore Marcus » 12 Mar 2016 12:53

Oculto:
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-Capítulo 11-
-Pasión Prohibida-
(Continuación)


Sebas vió una puerta, por la cual entró con todos los demás. Entraron a una biblioteca, con grandes estantes de cedro, y elegantes cuadros decorando. Al fondo, del lado derecho había tres computadoras, las cuales al parecer eran usadas para investigación. Christopher se acercó a las computadoras y notó que habían sido usadas recientemente. El joven imaginó que había sido el misterioso sujeto de la túnica quien había estado usando las computadoras, pues al parecer era la única persona en ese lugar con la suficiente inteligencia para hablar… sin embargo, también estaba Sara… o los asesinos del Dr. Marcus, quienes se encontraban en algún lugar de ese edificio.
-Oye, Yoshua, ven –dijo Christopher.
Yoshua acudió con su amigo.
-¿Qué pedo? –dijo Yoshua.
-Estas computadoras fueron usadas recientemente –dijo Christopher mientras limpiaba sus anteojos-. ¿Crees que haya sido el vato del vestido?
-Es posible… -dijo Yoshua- Aunque ten en cuenta que no es la única persona viva en este lugar aparte de nosotros… También está Sara, y los supuestos asesinos del Doctor Marcus.
-¿Será posible que Sara haya estado aquí recientemente? –cuestionó Christopher.
-No, recuerda por dónde se fue Sara, es muy poco probable que haya estado aquí –dijo Yoshua- Aunque si tomamos en cuenta que no conocemos bien este lugar, es posible que haya llegado aquí desde donde estaba…
Azalie y los demás miraron una especie de ascensor que se accionaba con una manivela.
-¿A dónde llevará esta cosa? –murmuró Azucena.
-¿Por qué no lo averiguamos? –dijo Azalie guiñando un ojo.
-¿Quién sube? –preguntó Abner.
Yoshua y Christopher se acercaron al lugar.
-¿De qué hablan? –dijo el muchacho de las gafas.
-Aquí hay un ascensor –replicó Azucena- deberíamos ver qué hay arriba.
-Bueno, -dijo Azalie- hagamos esto: dividámonos en dos grupos, uno se queda aquí, y el otro sube.
-Bien -dijo Sebas- ¿Quién sube?
-Yo subo –indicó Azalie.
-Yo voy contigo –respondió Yoshua.
-Yo iré también –dijo Christopher.
-Bueno, -dijo Sebas-. Súbanse al ascensor. Abner, las chicas y yo nos quedaremos aquí.
Azalie y los dos muchachos subieron al artefacto mientras Sebas y Abner giraban la manivela. Christopher y Yoshua se adelantaron hacia lo que parecía ser la maquinaria de un reloj. Azalie miró con repugnancia dos insectos gigantescos que yacían sin vida sobre el polvoriento suelo de madera.
Christopher se acercó al reloj y notó que faltaba una manecilla.
-Al chile que este lugar está hecho un desmadre –murmuró el joven.
Azalie se acercó a una puerta que se encontraba cerca.
-¡Eh, chavos! –Murmuró la joven indicándoles que se acercaran- Aquí hay una puerta… por aquí.
Los dos jóvenes se acercaron a Azalie, quien abrió cuidadosamente la puerta.
***


Sara sacó el reproductor de discos compactos de su mochila y colocó uno de los audífonos en el oído de su amigo de largo cabello y se colocó el otro en el suyo.
-¿Qué es eso? –preguntó el joven sorprendido al ver dicho objeto.
-¿Qué te parece que es? –Replicó Sara extrañada- es un discman…
-A riesgo de quedar como un ignorante te diré que no sé que es esa cosa –Dijo el muchacho un poco avergonzado.
-¿Qué no los conoces? –Respondió la pelirroja de manera sarcástica- ¿Qué estuviste metido en una cueva o qué?
-Algo parecido… pero mucho más desagradable –contestó en tono sombrío.
-Son para escuchar música –dijo la chica tranquilamente-. Tiene muy buen sonido, de hecho ¿Qué te parece si escuchamos un poco de música? Digo, para deshacer la tensión.
-No tengo objeción alguna, -respondió el joven con sus ojos clavados en ella- sólo te pido que no sea demasiado… ¿Cómo decirlo?... estridente. No estoy de mucho humor.
-No te preocupes –replicó Sara-. Yo tampoco me siento con ánimos… prefiero algo más tranquilo
La muchacha saltó unas cinco canciones.
-Voy a poner esta –dijo Sara-. Está tranquila, me gusta mucho, se llama "Pasión Prohibida".
Sara puso play, cerró los ojos mientras cantaba en voz baja.
***
No me mires así
No es fácil amar sin sufrir
Poco te puedo dar
Solo gotas de amor en un mar
Cuanta pasión
se nos escapa
Con la ilusión
Tanta verdad
Que entre mis sueños
Te puedo amar.
Nuestro amor es así
Late por mí
Dentro de ti
Aunque lejos esté
Siempre estaré cuidándote
Nuestras almas lo sé
Van unidas por la eternidad
No preguntes por qué
Sólo Dios Sabe cuánto te amé
No fue un error
No hay un culpable
Sólo tú y yo
No hay un final
Porque lo nuestro
Siempre será
Nuestro amor es así
Late por mí
Dentro de ti.
Aunque lejos esté
Siempre estaré
Cuidándote…


El desconocido se sonrió levemente, era una sonrisa llena de nostalgia, esa canción que jamás había escuchado, y lo hacía recordar una separación realmente dolorosa para él, cerró sus ojos y la primera imagen que vino a su mente fueron sus preciosos ojos turquesa. Esos ojos cuya mirada era de tal tristeza que le partía el alma. Posó su vista en Sara y vió cómo ella trataba inútilmente de contener el llanto. El muchacho secó las lágrimas de Sara sin decir nada. Ella volteó a mirarlo a los ojos.
Esa mirada… le decía tanto… sus ojos eran iguales a los de aquella pequeña. Dulces y transparentes.
-No creo que haya sido una buena elección -dijo mientras la miraba-, no me malinterpretes, fue linda, muy linda… pero ha removido demasiadas emociones dentro de nosotros. Tal vez habría sido mejor algo instrumental.
-Sí, es verdad –respondió ella sonriendo ligeramente-. Yo que quería quitarme la tensión y terminé chillando.
-Suele ocurrir, no tiene nada de malo –dijo el-. Menos si es por alguien que amas. Yo mismo lloré mucho alguna vez…
La pelirroja lo miró y al notar la tristeza en el, lo abrazó. El la miró sorprendido mientras ella apoyaba su rostro contra su pecho.
-¿Qué ocurre? –inquirió el muchacho de los ojos celestes mientras ella lo abrazaba.
Sara miró al muchacho y desvió la mirada.
-Lo que pasa es que… -respondió Sara- la canción de algún modo… me hizo recordar el día en que me separé de… él.
El joven desconocido acarició el rostro de Sara y secó sus lágrimas con sus labios. Sara bajó la mirada.
-¿Qué voy a hacer? –Murmuró la chica- ¿Qué hago con todo esto?
-¿A qué te refieres? –susurró el desconocido.
-¿Qué voy a hacer cuando quiera volver a verlo? ¿Qué hago cuando quiera sentir sus brazos a mi alrededor? ¿Y en las noches? ¿Qué pasará entonces? ¿Y con mis días? Ahora que lo recuerdo, que sé lo que es estar con él… ¿Cómo carajos voy a continuar con mi vida?
El extraño joven la miraba sin decir nada. Sara levantó la mirada, el muchacho encontró su rostro desdichado y colmado de dolor.
-¿Qué hago con su aroma, que se aferra a mi ser? –dijo la muchacha llevándose una mano al pecho, como queriendo sacarse el corazón- Dime, ¿Qué hago yo?
-¿Su aroma? –inquirió el joven mirándola extrañado.
-Su aroma, su esencia… ya te lo mencioné antes, de algún modo siento que él está aquí… muy cerca de mí, como si se aferrara a mí, a mis recuerdos. Siento que él no se ha ido –dijo la muchacha-. Lo siento aquí conmigo. Creo que me estoy volviendo loca.
-Tranquila… es normal que sientas eso –susurró el muchacho-. Después de todo, lo acabas de recordar todo de golpe, y al llegar a este lugar y no verlo… aún sientes su presencia. Eso, o posiblemente su espíritu siga aquí aún. Esperando el poder verte una vez más
-La verdad no sé qué es peor –respondió ella-. El hecho de que esté muerto y no lo vuelva a ver, o el hecho de que efectivamente por alguna broma del destino aún estuviera vivo…
-¿Por qué dices eso? –Cuestionó el muchacho con un dejo de miedo en sus ojos celestes- ¿Sería malo que estuviera vivo? Pensé que lo querías…
La pelirroja rió amargamente.
-Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que lo ví –explicó-, Y es evidente que he cambiado demasiado desde entonces, lo único que lograría es que se decepcionara terriblemente al ver que no sería la “lady” que él hubiera querido.
Sara rompió a llorar de nuevo. El joven la estrechó con fuerza contra su pecho y cerró los ojos. Ella aspiró el aroma de ese hombre y entonces levantó la vista.
-Hueles como mi papá –dijo la chica mirándolo sorprendida-. Tienes su mismo olor ¿Por qué hueles como él?
El joven no le respondió nada, sólo se quedó mirándola con melancolía deseando contarle toda la verdad y sin poder hacerlo todavía. Acarició el rostro de la muchacha con ternura, ella a su vez acarició su mano. Sus rostros estaban demasiado cerca uno del otro como para resistir, ella no dejaba de mirarlo. Tal vez fue la forma en que su mirada lo hacía sentir, o el hecho de tener tan cerca la dulce calidez de sus labios lo que hizo que el desconocido sintiera un fuerte deseo de besarla.
-Me alegra tenerte de nuevo… -murmuró el joven a medida que sus labios se acercaban a los de la muchacha.
Ella estaba temblando; podía escuchar perfectamente los acelerados latidos de su propio corazón e incluso el fuerte palpitar del sujeto.
-Mi querida Lenore… -murmuró el extraño joven al momento de unir sus labios a los de Sara.
Se buscaron con los labios, como lo habían hecho antes… aunque parecía una caricia recién inventada. Cayeron hincados, besándose con ansiedad y luego rodaron en el suelo.
El extraño sujeto recostó su cabeza sobre el pecho de Sara, sintiendo su suavidad y el fuerte latir de su corazón, su respiración agitada que lo hacía estremecer. Al fín la tenía junto a él después de tantos años. Sara pasaba sus dedos entre los cabellos castaños del hombre misterioso. El sujeto cerró los ojos y aspirando profundamente el aroma de esa joven que lo acariciaba, y comenzó a recorrer su cuello tímidamente con los labios sintiendo la tibieza de cada milímetro de esa piel blanca hasta llegar a sus labios.
-Lenore… Mi Lenore… -murmuró el joven como hipnotizado.
Sara comenzó a deslizar la parte de arriba de la túnica hasta dejarlo con el torso descubierto, hundió su rostro en el pecho de ese hombre cuyo nombre no conocía y no le importaba, y sin embargo, sentía como si lo conociera de toda la vida. El aspiraba el aroma de su cabello, acariciaba su rostro mirándola embelesado esperando qué haría ella. Sus manos se entrelazaron con las de la joven y ambos se miraron a los ojos quedándose ahí, tumbados en el suelo, abrazados.
-Te amo, Lenore –murmuró el joven de cabello largo con sus ojos celestes fijos en ella- Siempre te he amado.
La muchacha sonrió y lo besó, sintiendo la calidez de su aliento, la sensación de su lengua buscando la suya. Ella le acariciaba la pierna sobre la tela de la túnica subiendo con lentitud hasta su entrepierna y acarició su miembro erecto oculto bajo la ropa. El joven gimió suavemente y la besó mientras soltaba la horquilla que mantenía el largo cabello cobrizo de Sara recogido. La muchacha le lanzó una mirada sugestiva mientras se relamía los labios y acto seguido se despojó de la blusa, el chaleco, el top y el sostén dejando sus pechos al descubierto.
El sujeto se quedó petrificado por unos segundos, todo parecía estar llegando demasiado lejos y muy rápido, el hecho de tener a Sara, mejor dicho, a Lenore Marcus ante el semidesnuda, con esa turbadora mirada de deseo en los ojos lo ponía en extremo nervioso ¿Cómo había permitido que el asunto llegara hasta ese punto?. En ese momento no sabía qué hacer, él deseaba hacer una sola cosa, pero su sentido común le dictaba lo contrario. Eso no debía ser, por mucho que la amara desde siempre, por mucho que la deseara desde el momento en que la vió hecha mujer, el no debía poseerla, por lo menos no hasta que ella supiera su verdadera identidad… la cual no pensaba revelarle en ese momento, y ella misma decidiera lo que quería.
-¡No, Tápate! –Decía el sujeto con los ojos cerrados mientras intentaba cubrirla con la ropa que estaba tirada en el suelo-. ¡Tápate!
-¿Por qué? –decía la muchacha mirándolo confundida- ¿Pasa algo malo? ¿Cuál es tu problema?
-Es que yo… no…
-Ya sé –interrumpió Sara-. Tienes novia, ¿Verdad?
-No, claro que no… -balbuceó el.
-O peor aún ¿Eres casado? –inquirió la chica.
-No, tampoco… -contestó el sujeto.
Sara lo miró decepcionada.
-Ay no… Por lo que más quieras no… -decía la chica mientras se vestía- Ya lo decían Christopher y los demás… Eres gay ¿verdad?
-¡Por supuesto que no! –replicó ofendido-. No te habría besado en primer lugar si fuera homosexual.
La chica se dio la media vuelta.
-En verdad no logro entenderte… -murmuró.
El muchacho se acercó y puso su mano sobre el hombro de la muchacha.
-Ni siquiera puedes recordar claramente quien soy –dijo.
-Tú no me has querido decir quién eres –respondió ella-. Pero tienes razón, es demasiado pronto, además, no es el momento… lo que sucede es que cuando te veo, siento que te conozco desde hace mucho tiempo… En circunstancias normales, no tendría ánimos, de nada. Yo amaba mucho a mi papá, lo extraño, pero no sé por qué razón, cuando te miro me vienen sentimientos encontrados, por un lado siento una nostalgia muy grande que me lo recuerda, y por otro lado haces que se me olvide el dolor… por que de algún modo, siento que eres alguien muy cercano para mí, a pesar de que no recuerdo tu nombre, ni quién eres con exactitud…Sé que suena estúpido pero… así es.
Sara avanzó hacia una ventana y se apoyó sobre el alféizar mirando la luna llena, el joven desconocido se acercó a la muchacha y acarició el cabello.
-Tú… -murmuró el extraño hombre- ¿dices que sientes que me conoces? ¿Puedes sentirlo?
-Es tu voz tal vez –respondió la joven-. Es como la voz de un sueño que no puedo recordar… y me reconforta…
-¿Cuándo te sientes sola? –intervino el sujeto
Sara se volvió hacia el anonadada.
-Sí –dijo la joven mirándolo sorprendida.
El muchacho acarició el largo cabello cobrizo de Sara, tomó un mechón entre sus dedos y lo besó. La joven no se había percatado del movimiento, ella seguía mirando la luna llena con sus ojos azul tuquesa llenos de melancolía.
-El Dr. James Marcus… -suspiró la joven- el era la persona más preciada para mí… y la he perdido para siempre. Pero por alguna extraña razón, el tenerte a mi lado hace que no me sienta sola… es algo contradictorio…
-¿Contradictorio? –dijo el- Yo mismo soy contradictorio, no sé si estar celoso.
-¿Celoso? De mi papá, supongo…
-En cierta manera –replicó el joven.
-Pues si mi papá estuviera vivo –dijo ella-, deberías estarlo.
-Si estuviera el vivo, sería todo lo contrario… no tendría por qué –respondió el con una sonrisa misteriosa.
-¿A qué te refieres?
-Yo me entiendo, pequeña –dijo él con una sonrisa-. Yo me entiendo.
El hombre del cabello largo le sonrió y la abrazó por los hombros.
-Cántame algo –suplicó el-. Lo que sea.
Sara sonrió extrañada.
-Está bien –dijo-. Sólo porque tú me lo pides…
La muchacha se sentó en el suelo, mirando la luna, cuyos rayos entraban en diagonal por la ventana iluminando su rostro y el de su extraño amigo, quien recostó su cabeza sobre el regazo de la joven. Sara comenzó a cantar mientras acariciaba el cabello del muchacho.
Full moon sways...
Gently in the night of one fine day
On my way...
Looking for a moment with my dear
Full moon waves
Slowly in the surface on the lake
You are there...
Smiling in my arms for all those years.
What a fool...
I don't know 'bout tomorrow
What it's like to be...
Aaaah
I was fool...
Couldn't let myself to go
Even thought I feel...
The end.
Oh my fair...
Floating like a bird thats in her wings
You are there...
Smiling in my arms for all those years…


El misterioso joven miraba embelesado a Sara quien seguía cantando mientras miraba la luna por la ventana mientras acariciaba el cabello del muchacho. El desconocido cerró los ojos y sonrió.
-Así es –pensó- aquí estoy… sonriendo entre tus brazos, aunque tuvieron que pasar quince años antes de esto, me tienes aquí, de nuevo…
En ese instante, el misterioso hombre abrió sus ojos, y miró a Sara.
-Pero… -pensó el muchacho mirando a Sara con preocupación- Me pregunto si seguirá siendo así cuando sepas la verdad… Mi querida Lenore…


Notas:
1.- ”Varo” una forma de decir dinero en México; también se usa la palabra “Lana”. Cabe mencionar en el caso específico de la palabra “varo” es el equivalente a “bucks” en inglés. Ejemplo: “Son 500 varos” En inglés sería: “500 bucks”. No se usa la palabra “Lana” de la misma forma.
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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lenore Marcus » 25 Feb 2017 07:08

Y regreso, amigos míos a seguir publicando lo que sigue de mi fanfic!!
Ahora, debo hacer una aclaración: Este fanfic fué publicado originalmente en Fanfiction.net, el primer capítulo se subió en Diciembre 5 de 2005 (aunque hace relativamente poco comencé a hacer revisión y a corregir algunas cosas. Lo aclaro porque no quisiera que pensaran que yo plagié a alguien más, ya que he sabido que se publicó aquí en el foro una historia que compartía ciertas similitudes con la mía , no se si sea coincidencia o no, pero de verdad me parecería injusto que se me acusara de algo que para nada... así que sin más, seguimos con nuestra historia... (Y con los dibujos :3)
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Re: Fic: Sentimientos Olvidados (18+)

Mensaje por Lenore Marcus » 25 Feb 2017 07:18

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-Capítulo 12-
-Un lugar lleno de remembranzas-

Christopher, Yoshua y Azalie llegaron a una especie de terraza, donde había unas cuatro bancas y una fuente en medio cubierta de musgo y caca de paloma. Las paredes estaban cubiertas por enredaderas. Había cuervos muertos tirados en el suelo. El lugar tenía el aspecto de haber sido muy hermoso en otro tiempo, parte de esa belleza se había desvanecido por los años de abandono, sin embargo, tenía ese encanto macabro que solo tienen las construcciones antiguas y abandonadas. El cielo estaba nublado, pero se podía apreciar la luna llena entre las nubes pasajeras.

Christopher se asomó hacia abajo por el balcón y vió lo que parecía ser el camino que llevaba a ese edificio donde se encontraban. El joven divisó lo que parecía ser un puente, incompleto. Todo parecía indicar que el extremo que faltaba estaba derrumbado con el tiempo, se trataba del mismo puente derrumbado que Azalie había visto antes a través del ventanal. Yoshua notó un montacargas en la esquina opuesta al lugar por donde llegaron. Azalie miraba a su alrededor asombrada.

-Este lugar… -murmuró- Está lleno de recuerdos…

La muchacha se acercó a la fuente, la cual extrañamente seguía funcionando a la perfección. El agua se veía perfectamente limpia, sin embargo, podía verse la suciedad al fondo de la misma. Azalie se vio reflejada en el agua y repentinamente todo cambió; Christopher y Yoshua habían desaparecido. Se encontraba en ese mismo lugar, sin embargo se encontraba en otro tiempo.

El día estaba soleado, una suave brisa arrastraba las blancas nubes a través del inmenso cielo azul. Azalie miró a su alrededor. El lugar sin lugar a dudas era el mismo, sin embargo, estaba impecable, la fuente se elevaba orgullosa, completamente limpia de impurezas de la cual brotaba el agua cristalina.

Azalie vio a una pequeña niña inclinada sobre la fuente metiendo sus manitas al agua. La joven reconoció en ella a su hermana Sara; los largos rizos de color cobrizo le bailaban al nivel de la cintura, parecía algo molesta. A unos pasos de ella se encontraba el Dr. James Marcus observándola.

-Lenore… -dijo.

La niña solo volteó a verlo muy seria, y sin decir nada se volvió de nuevo a jugar con el agua de la fuente. Azalie vió el rostro de Lenore reflejado en el agua de la fuente; tenía el ceño ligeramente fruncido. Al científico parecía divertirle un poco la actitud de la pequeña.

-Lenore, gatita… ¿Me puedes explicar por qué te enojaste con Wesker de ese modo? –Inquirió Marcus sin quitar sus ojos de la niña.

Lenore crispó los labios y dio un golpe al agua.

-Por que dijo que mi nombre era Lenore Bradshaw… -respondió la niña- Y a mí no me gusta ese nombre…

-Pero… -respondió el científico- Ese era tu nombre, Lenore.

La niña se volvió hacia él.

-Sí, pero ahora me llamo Lenore Marcus, es el apellido que tú me diste, y que ahora ambos compartimos –dijo la niña-. Yo siempre seré Lenore Marcus, porque ese es el apellido que comparto contigo, papá… Por eso me gusta el apellido Marcus, porque es el apellido que tú me diste.

Azalie por un momento notó una expresión de sorpresa en los ojos del científico, que se transformó en una dulce sonrisa. Marcus se acercó a la niña y la abrazó.

-Pero, Lenore… -dijo Marcus mientras acariciaba el cabello de la pequeña- Lo único importante es que eres MI Lenore. No importa qué apellido tengas, ni cual sea tu nombre; aunque te llamaras Mary Sue, siempre serás mi querida Lenore, mi gatita, la niña de mis ojos.

La pequeña Lenore abrazó con fuerza a su supuesto padre mientras lo miraba con los ojos perdidos de amor.

-Te amo, papá –dijo la pequeña.

-Y yo te amo a ti –respondió el mientras besaba la frente de la cría.

-Azalie, amor… ¡Reacciona! –decía Yoshua al mismo tiempo que agitaba a su novia quien parecía estar en trance.

-¿Eh? –dijo Azalie confundida.

-De repente parecías ausente –dijo Christopher-. Tenías la mirada perdida. ¿Qué te ocurrió?

-Nada malo, no se preocupen… -respondió Azalie- Solo que… uno de tantos recuerdos que hay en este lugar vino a mí…

-¿Otra visión? –inquirió Yoshua.

-Sí –dijo Azalie mientras caminaba hacia el balcón-. Este sitio me trae una sensación muy agradable… me hace sentir feliz.

-¿Y a qué crees que se deba? –cuestionó Christopher

-Son los recuerdos que guarda… -dijo Azalie mientras cerraba los ojos para sentir el fuerte viento golpeando su cara-. Este lugar guarda tantos buenos recuerdos, que aún se puede sentir algo de la felicidad que dejaron aquí…

La joven posó su mano sobre el barandal y de pronto, una suave brisa acarició su rostro. La joven abrió sus ojos y vió cómo una paloma voló muy cerca de ella dejando caer algunas plumas a su paso. De nuevo se encontraba en ese mismo lugar, pero distinto momento en el tiempo. El día se encontraba ligeramente nublado, sin embargo, los rayos del sol asomaban entre las nubes con su luz de un matíz rojizo. El viento soplaba, por momentos suavemente y en otros con más fuerza. Al parecer se acercaba una lluvia veraniega.

Azalie miró a su lado, y levantó la mirada; la joven se sorprendió al ver a la pequeña Lenore parada sobre el barandal con los brazos extendidos y los ojos cerrados, tal y como lo seguiría haciendo durante toda su vida. Azalie veía a la niña como hipnotizada, el viento parecía jugar con el largo cabello rojo de la niña, quien parecía disfrutar de ese momento. La criatura tenía una expresión dulce y serena en el rostro y extendió sus brazos hacia delante, como queriendo recibir el abrazo del viento.

La voz del Dr. Marcus sonó con fuerza desde la puerta.

-¿Lenore, qué estás haciendo ahí? –dijo el científico quien apresuradamente la tomó por la cintura y la bajó-. Eso es muy peligroso.

La pequeña lo miraba sin entender. Marcus sentó a la niña en una banca y él se sentó junto a ella.

-Sé que te gusta mucho sentir el viento, pero entiende que es peligroso que te andes subiendo al barandal. Además, si llueve podrías resbalarte –dijo Marcus mientras acariciaba el rostro de Lenore-. Entiende que si algo malo llegara a pasarte no me lo perdonaría… Por eso, no hagas locuras, Lenore.

-¿Locuras? –Dijo la pequeña mirándolo con sus grandes ojos turquesa-. ¿A qué te refieres?

Azalie vió cómo el científico miraba a la niña con gran ternura mientras acariciaba su rostro dulcemente. De algún modo, podía escuchar claramente los pensamientos del doctor James Marcus.

-Es verdad, aún es pequeña… -meditaba Marcus mirando a su niña con sus ojos color del cielo enamorados- Pero… en ocasiones me sorprende lo perceptiva que puede ser.

Marcus no quitaba sus ojos de los de Lenore.

-Lenore es mi hija legalmente, pero también es una arma bio orgánica –pensaba el-. Bueno, y aunque no lo fuera… No estoy seguro de cuánto tiempo más permanecerá a mi lado.

Azalie pudo notar cómo el rostro del científico se acercaba al de la niña cada vez más. Marcus miraba a la niña con gran ternura a medida de que su rostro se acercaba al de ella.

-Quizá algún día tenga que separarme de…

Azalie observaba la escena inmóvil, respirando pausadamente, como si temiera que ese simple hecho la sacara de su trance; no necesitaba ser psíquica para saber lo que estaba por suceder.

-Va a besarla –murmuró la muchacha observando la escena.

Los labios del brillante científico quedaron tan solo a unos milímetros de los de la niña, quien para asombro de Azalie parecía estar dispuesta a recibir ese beso… su primer beso.

Los labios de Marcus se detuvieron por un instante.

-Mi querida Lenore… -murmuró el.

La niña cerró sus ojos emocionada.

-¿Dr. Marcus? –dijo William Birkin sorpresivamente evitando que la pequeña Lenore recibiera el que pudo haber sido su primer beso.

James Marcus y su hija adoptiva se volvieron hacia el joven científico sorprendidos. Marcus se incorporó rápidamente tratando de ocultar el leve sonrojo que aparecía en su rostro, mientras Lenore no hacía un esfuerzo por esconder el puchero en su rostro.

-¿Qué ocurre, Birkin? –inquirió Marcus visiblemente nervioso y sonrojado.

-Traigo el informe que me pidió del laboratorio Arclay –respondió Birkin sin entender lo que había sucedido.

Marcus asintió mecánicamente.

-Lo esperamos en la sala de juntas –dijo Birkin mientras se retiraba.

Marcus volteó rápidamente y se apoyó sobre el barandal confundido.

-¿Qué estuve a punto de hacer? –Meditaba Marcus mientras se frotaba el rostro con las manos-. Estuve a punto de besar a una niña...

La pequeña Lenore jalaba el saco del científico mientras le hablaba. Marcus se volvió hacia ella.

-¿Estás bien, papá? –cuestionó la niña mirándolo con sus grandes ojos turquesa, sin entender el por qué de esa turbación.

-Pero... lo que siento por ella es demasiado fuerte –pensaba el científico mientras fijaba sus ojos celestes en el rostro de la pequeña-. Me ganó el sentimiento… Me horroriza el pensar lo que podría llegar a hacerle un día… La amo, pero eso no significa que esté bien.

-¿Papá? –repitió la niña.

-Perdón –dijo Marcus con una sonrisa- Estaba pensando algo… ¿Nos vamos?

-¡Sí! –dijo la niña alegremente.

Cuando Azalie volteo a mirar la fuente, el lugar volvió a ser el mismo sitio oscuro y desolado.

-¿Otra visión? –Preguntó Yoshua.

Azalie sólo lo miró sin decir nada y siguió hacia la otra puerta.

-¿El Dr. Marcus y Sara… estaban enamorados? –Se preguntó Azalie sin dar crédito a lo visto- ¿Realmente lo estaban? ¿O sólo era una ilusión?

-¿Entramos? –Inquirió Yoshua.

Azalie lo miró y asintió.

Llegaron a un enorme salón, recubierto por azulejos, que alguna vez fueron blancos y ahora tenían un color indefinido, sucio debido al moho, la suciedad, el polvo y los años de abandono. En el cuarto había lo que parecía ser una piscina, la cual no era usada precisamente para recreación.

-¿Qué es este lugar? –murmuró Azalie mirando a su alrededor.

-De algo estoy seguro –comentó Yoshua-. Esta alberca no era usada para nadar

Christopher observó dentro de la piscina, había una extraña máquina y una jaula, la cual se veía demasiado pesada para levantarla.

-Al parecer en este lugar se hacían experimentos con animales –observó Christopher.

-¡Pues ni modo que con rosquillas! –dijo Yoshua en tono burlón mientras observaba la jaula..

-Oigan –dijo- dentro de la jaula hay algo…

-Es cierto –dijo Christopher mirando hacia la jaula.

En ese instante, escucharon el abrir y cerrar de una puerta.

-¿Qué fue eso?-dijo Azalie sorprendida.

-Christopher –dijo Yoshua- Ve a fijarte qué es lo que está… no vaya a ser un zombie. Yo me quedaré con Azalie.

-¿Y por qué yo? –dijo Christopher.

-Porque yo tengo novia, wey… mi vida sí vale la pena –explicó Yoshua abrazando a Azalie quien asintió ligeramente.

El joven sacó su katar con resignación y fue a checar, como Yoshua le había ordenado. Christopher caminó hacia una escalera que se encontraba en ese mismo cuarto y que bajaba hacia el segundo piso. Para su sorpresa, los causantes del ruido, eran nada menos que Rebecca y Billy, quienes se encontraban al pie de la escalera. Billy traía un lanzagranadas

-¡Christopher! –exclamó Rebecca al verlo.

-¡Ah! –Exclamó Christopher aliviado-. Son ustedes ¿Qué hacen aquí?

-Pues llegamos a este lugar y entramos al cuarto que está aquí abajo –explicó Billy- Solo encontramos una puerta cerrada con llave y esta preciosidad –dijo mientras le entregaba el lanzagranadas.

-¡Uuuuuyyy! –decía Christopher mientras lo observaba.

-¿Te gustan grandotas, verdad Christopher? –bromeó Billy.

-Me encan… ¡Pendejo!

-Ten cuidado –dijo Rebecca- Está cargada.

En ese momento, Yoshua y Azalie fueron hacia ellos.

-¡Billy, Rebecca! –Exclamó Azalie al verlos- ¡Qué bueno que son ustedes! Por un momento creí que era un zombie o algo peor.

-¿No han encontrado a tu hermana y a su novio? –Indagó Billy-. ¿Cómo va su venganza?

-¡Ese tipo no es novio de Sara! –Exclamó Christopher molesto.

-Como sea –dijo Rebecca-. ¿Nos adelantamos?

-Claro. –dijo Yoshua.

Rebecca y Billy recorrieron el salón de la piscina observando el lugar.

-Me pregunto qué tipo de experimentos se llevaban a cabo aquí. –comentó Rebecca mirando a su alrededor.

-No tengo la más remota idea –dijo Billy-, pero te puedo asegurar que no era nada bonito…

-Bienvenido al club –contestó Yoshua.

Rebecca observó dentro de la piscina y se dio cuenta que bajo de la jaula que se encontraba dentro de la misma había algo. Se trataba de una llave.

-Si levanto la jaula con esta máquina, uno de ustedes podrá recoger la llave –dijo Billy mientras se preparaba para mover la enorme manivela-. ¿Quién baja por la llave?

Azalie se quedó mirando hacia otro lado fingiendo distracción mientras Christopher tarareaba una canción al mismo tiempo que miraba de un lado a otro y Yoshua silbaba mirando hacia el techo.

-Ya entendí –dijo Rebecca dando un suspiro- quieren que vaya yo, ¿no es cierto?

Los tres asintieron muy sonrientes.

-Me da hueva bajar –se excusó Christopher.

-Además tu eres la que trae un arma -apuntó Azalie.

-Tú eres la policía ¿No? –dijo Yoshua- Nosotros somos pequeños e inocentes civiles.

-Cobardes –murmuró Rebecca mientras bajaba la escalera hacia dentro de la piscina.

Al llegar hacia donde estaba la jaula sobre la llave, la oficial novata la recogió y regresó con sus compañeros.

De pronto, un enorme ciempiés emergió de entre las sombras destruyendo parte de la piscina a su paso.

El enorme artrópodo atrapó a Rebecca entre sus patas embistiendo contra lo que se le atravesara.

Christopher gritó como niña mientras se escondía en las escaleras junto con Yoshua y Azalie ante el azoro de Billy.

-Qué bien que actuaron rápido… no puedo protegerlos a todos –pensó Billy mientras disparaba con su escopeta.

-¡Ayúdame, Billy! –gritó Rebecca desesperada.

-¡Eso intento! –respondió.

-¡Pssssssst! ¡Billy! – Lo llamó Christopher mientras levantaba el lanzagranadas- Wey, a lo mejor esto te sirve…

-¡Espera! Dijo Yoshua- ¿Tuviste eso todo el tiempo y no se te ocurrió dispararlo?

-¡Qué pendejo eres! –Exclamó Azalie- Tú sí que eres un cobarde…

Billy miró el arma y rápidamente corrió a recogerla.

El Ex-marine apuntó a la enorme criatura y disparó cuidando de no lastimar a la chica. El Ciempiés intentaba embestirlo con furia, no obstante, Billy lo esquivaba hábilmente y volvía a disparar hasta que finalmente, el animal cayó muerto dejando caer a Rebecca. El convicto se le acercó.

-¿Te encuentras bien? –preguntó Billy.

Rebecca solo asintió

Azalie y los otros dos muchachos se les unieron.

-¡Billy, Billy! ¡Woooooow! – Corearon Yoshua y Christopher.

-¡Es tan fuerte! –dijo Christopher.

-¡Es tan valiente! –respondió Yoshua

-¡Es tan sagáz! –contestó Christopher.

-¡Es tan apuesto! –dijo Yoshua imitando a un homosexual ante la mirada atónita de Billy y Rebecca.

Billy volteó a mirarlos.

-¡Eh, pendejos! –dijo Billy entre molesto y apenado.

-¡Billy es mío Zorra! –dijo Christopher hablando como homosexual ante la mirada aún mas sorprendida de Billy y Rebecca- ¡Aléjate de él!

-¡Ya, perras! ¡Billy es mío! –dijo Azalie.

Rebecca y Billy intercambiaron miradas, éste último azorado.

-Ahorita andan muy chistositos –comentó Rebecca- ¿Pero qué tal hace rato?

-No, pos hace rato también –mencionó Yoshua- ¿No viste la pendejada que hizo el pinche "Pistofer" orita?

-Es que neta, Christopher –dijo Azalie riendo-, tenias un lanzagranadas en la mano y sólo se te ocurrió hacerle a la "Forrest Gump" corriendo como pendejo.

-Y gritando como niñita –agregó Yoshua sonriente.

-¡Cállense o los meo! –amonestó Chrtistopher.

-Oye –dijo Billy en tono más condescendiente-, ten en cuenta que el no sabe manejar armas de fuego y no sabe lidiar con este tipo de situaciones.

-Sí, Billy –dijo Yoshua-, Pero una cosa es una cosa, y otra cosa… es otra cosa.

Rebecca lo miró sin entender.

-Lo que Yoshua quiso decir –explicó Azalie- Es que una cosa es enfrentarte a unos zombies, pero pelear con un ciempiés gigante, es otra cosa muy distinta.

En ese momento, Christopher vió la llave que Rebecca había ido a recoger antes de que el ciempiés hiciera su aparición tirada en el piso.

-¡Billy, Billy! –Dijo Christopher mientras recogía la llave- ¡Wooooooow! ¡Mira!

-¡Una pista! ¡Una pista! –Dijeron Christopher y Yoshua y comenzaron a canturrear- Tenemos una huella y esta es la primera en la libreta la anotamos, Pistas de Chris, pistas de Chris… ¡Chris! ¡Chris!

-Siento interrumpir su estúpida canción –dijo Rebecca- Pero creo que deberíamos empezar a movernos.

-Si –dijo Billy-. Tienen razón


Nota: Lo siento si a algunas personas les desagrada el hecho de que haga referencia a la animación "Evil Rebelión" La tentación era demasiada… tenía qué hacerlo.
"Now I will have my revenge on Umbrella... and the world will burn in an inferno of hate!!"

http://lyonsmith.bandcamp.com

http://www.fanfiction.net/~lenoremarcus

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