Gracias por pasar! Sí, quizás lo mío es negativo pero es que el futuro en un mundo así se me antoja bastante oscuro xDD
Mataformigues escribió:
P.D.:
Caleb escribió:Jake Muller (cuarenta y tres años) y su novia Sherry Birkin (cuarenta y nueve años).
xD Esto me ha sonado raro (que no
mal); como que después de tantos años sigan haciéndose llamar "novios", si por mí tendrían que llevar ya muchos años casados y con muchos hijos, o bien siendo amigos o
ex. xD No sé, mi forma tradicionalista de ver las cosas, supongo.
Tenés un punto xD
Será que se me escapó un poco el asunto y me los seguí imaginando como en RE6 xDD pero es cierto que bien podrían haberse casado o comprometido al menos. Tomo nota de esto, lo voy a tener en cuenta para capítulos más avanzados.
Ahora les voy dejando el primer capítulo propiamente dicho.
Capítulo 1
Historias de Desolación
Su amado había sido asesinado por la persona en la que más confiaba. Nunca dejaba de pensar en ello.
Las luces de neón de Seúl entraban por la ventana de su pequeño departamento rentado. Afuera se escuchaba el bullicio habitual de la ciudad. Una ciudad que no estaba amenazada por nada ni por nadie.
Ada Wong, de sesenta y un años se encontraba sentada en el borde de la cama mirando fijamente a un espejo. No había perdido la forma, pero sus reflejos y agilidad ya no eran los mismos.
De su cartera sacó una vieja agenda en la que aún anotaba cosas relevantes. Tenía un encuentro importante en dos horas, en la azotea de un gran hotel céntrico. Debía enfrentar el destino.
En esa misma agenda tenía una foto arrugada de Leon Kennedy. Tantas imágenes acudían a su mente cuando pensaba en él… en cierta manera fue el amor de su vida, y sin embargo se arrepentía permanentemente de no haber estrechado vínculos con él. Tantas oportunidades, tantas ocasiones… y siempre jugando al mismo juego. Pero a los dos les gustaba, se entendían. Pero al final…
Lo extrañaba demasiado. Ya no iba a encontrarlo “casualmente” en alguna misión ni recibir llamado alguno de su parte. La tragedia la había golpeado, y a esta altura de su vida no podía encontrar ninguna respuesta. Llevaba desde los ‘90s dedicándose a ese trabajo. En 1998 lo había conocido y en 2033 lo había perdido. ¿Cuál era el propósito de seguir? Traicionada por la persona en quien había confiado. Su amado muerto. Corporaciones saboteándose unas a otras, y su trabajo cada vez más prescindible.
Años perdidos en juegos sin fin. Su único encuentro íntimo había sido en 2014, luego de detener la gran crisis orquestada por Carla Radames. En una misión rutinaria se habían encontrado en el Oeste de Estados Unidos. En aquél momento todo parecía resuelto, se respiraba un aire de paz en el mundo… creyeron que todo había terminado.
Leon aún se sentía culpable por tantas muertes que creía llevar en su conciencia. Pero ella siempre lo había intentado disuadir de esos pensamientos. Aquella noche en el Valle de la Muerte, en una habitación alejada de los problemas del mundo, se fundieron en uno. Cuánto lo habían deseado pero ninguno de los dos quería admitirlo. En el calor del momento se hicieron muchas promesas, pensaron por primera vez en el futuro. Se dirigieron el uno al otro como nunca lo habían hecho. Y el amanecer los encontró juntos.
Pero el futuro llegó y tenía otros planes.
En el año 2026 se sentía cansada de toda una vida de espionaje, evadir a la muerte, vivir al límite. Pero fue ese mismo año que sus superiores le encargaron una misión particular.
Conoció a una joven de veinte años. De contextura atlética y cabello corto, le recordaba a ella misma en su juventud. Sus rasgos asiáticos eran marcados, por lo que cuando le revelaron su nombre y nacionalidad confirmó sus sospechas. Era una japonesa recientemente expulsada del servicio secreto de su país. Su nombre era Yukie Koizumi, una joven promesa.
La compañía la había contratado por sus aptitudes físicas y su capacidad para vulnerar sistemas de seguridad medianamente complejos. Pero le faltaba muchísima experiencia en el mundo real. Lo único que conocía eran programas de entrenamiento y misiones estrictamente controladas. Así que en ese momento el superior había querido ser sutil… pero no lo fue:
-Mire, señorita… emmm… señora Wong… diablos…-
-Dígame Ada y corte el rollo.-Contestó ella, irritada.
-Ada. Sabemos que usted está cerca del retiro. Esto no es una mera apreciación personal, es algo que todos vemos en la compañía. Usted sabe que ya no podemos mandarla a cargarse un submarino nuclear…-
-Ajá…-Dijo Ada con desdén.
-Pero no queremos desperdiciar su capacidad y experiencia. Necesitamos de sus servicios para entrenar a una agente muy prometedora.-
-Mmm…-
-Entiendo que… esto no es muy grato. Pero sepa usted que si la entrena, esta agente sabrá llevar y respetar su legado. La hemos observado. Tiene buenas capacidades.-
-Solicito una entrevista.-
-La tendrá.-
Y así sucedió. Ada fue reacia, pero se vio cara a cara con Yukie. A medida que fue conversando con ella se sintió como si se viera a sí misma décadas atrás… no sólo por sus capacidades físicas. Yukie era relativamente difícil de tratar. Era solitaria, poco cooperativa, pero tras una larga conversación Ada detectó varios puntos interesantes. Yukie tuvo un amor imposible que le costó su puesto en el servicio secreto japonés. El problema era justamente que ese sujeto era un terrorista.
Al principio fue un trabajo de meses para ablandarla y acceder a ella. Ada sabía lo que hacía, ya que ante todo Yukie seguía estando muy verde. Empezó a enseñarle las cosas básicas, y fue progresando con el correr del tiempo.
En el año 2030 se le encomendó a Yukie una peligrosa misión en Camboya. Ada insistió hasta que la dejaran ejercer como enlace. Por lo que la estuvo dirigiendo, y tuvo que contenerla en el momento más dramático.
Fue en medio de la noche. Yukie había logrado infiltrarse con éxito y robar información secreta de los paramilitares, pero en su escape se activó una alarma. Un francotirador le acertó un disparo en el lado derecho del torso, poco más arriba de la cadera.
Tras escapar, conseguir evadir a sus perseguidores… Yukie cayó en la selva. Estaba a pocos kilómetros de la zona de extracción, pero sentía que las fuerzas la abandonaban. Se había refugiado bajo unos matorrales, sangrando y sintiendo que no iba a llegar. Por el intercomunicador Ada no dejó de hablarle, calmadamente. Fue haciéndole recordar cosas, llevándola a encontrar esa determinación dentro suyo que la definiría por el resto de su vida. No fue fácil. Yukie pensaba que iba a morir. No entraba en razón, por momentos parecía que le entendía pero luego sollozaba como si se despidiera. Pero al final Ada consiguió que se ponga de pie, y con el aliento que le quedaba se moviera hacia la zona de extracción. Así fue. Yukie regresó con vida y con la información. La felicitación de los superiores fue para todos, pero especialmente para Ada y Yukie.
Tras unos años de amistad y compañerismo, en 2032 hubo una ruptura. Ada cuestionó a Yukie por algunos comentarios que había hecho a favor de la proliferación de armas bio-orgánicas. La discusión sobre el asunto las hizo distanciarse. Ada pensaba en la catástrofe de Raccoon City, Tall Oaks, Lanshiang… en lo que gente como Albert Wesker, Oswell Spencer, Osmund Saddler y Derek Simmons le hicieron al mundo.
Pero Yukie lo veía de otra forma. Ella tenía siete años cuando terminó la calamidad bioterrorista orquestada por Carla Radames. Todo aquello le generó una tremenda fascinación. El poder de amedrentar al mundo. Yukie se formó leyendo sobre Umbrella, Spencer y la familia Ashford. Indagó en casos como el culto de Saddler y el incidente de Kijuju. Llegó a admirar a Albert Wesker.
En el 2033, Ada había obtenido información que le hacía sospechar que Yukie estaba en negociaciones para incorporarse a Suntech Ninja Corporation. Ante eso logró indagar y descubrir que Yukie se iba a reunir con alguien en Bucarest para tratar el asunto. Ada avisó a Leon, y él por supuesto no informó ni a Hunnigan.
Se encontraron en un viejo complejo de la capital rumana. Allí en efecto descubrieron que un representante de Suntech estaba mostrándole informes de BOWs a Yukie. Al intervenir se desató una feroz pelea, en la que se activó un Tyrant. Era una vieja versión T-103, pero aún así golpeaba como una bola de demolición.
Ada se enfocó en el representante de Suntech al que finalmente logró abatir junto al T-103. Pero había perdido el rastro de Leon y Yukie, por lo que empezó a buscarlos siguiendo el sonido de los disparos.
Para cuando llegó a uno de los pisos superiores, Leon yacía en el suelo con varios disparos en el cuerpo. Tenía marcas de haber recibido golpes, y al tratar de moverlo percibió que podía tener heridas más graves. Un helicóptero se acercó por unos instantes para luego retirarse, probablemente con la desertora.
Ada se quedó con Leon hasta los últimos momentos. Sintió cómo todo se le desvanecía frente a ella. Era el golpe más duro que podía haber recibido, y tras esa pérdida nunca logró recomponerse del todo.
Y ahora en el 2035 tenía que encontrarse con Yukie en una noche de Seúl. La nota de su ex protegida lo decía todo. La compañía había decidido prescindir de Ada pero ella quería darle una despedida honorífica. Eventualmente Yukie supo a quién había matado, y así fue como las cosas se fueron dando.
Eran las once de la noche. La terraza del edificio estaba por encima de las luces de neón, los ruidos de la ciudad eran lejanos en comparación al silbido del viento. Ada lucía un vestido rojo como lo hacía antaño, con zapatos de tacón negros. Pero esta vez sin armas ni trucos. Ella entendía lo que iba a suceder.
Todo era una tragedia. Montones de pensamientos se agolpaban en su mente. Ella como agente ya estaba retirada, y como entrenadora ya había sido descartada por la deserción de su protegida. La compañía aún guardaba cierta “sutileza” para los retiros.
Pero no dejaba de pensar en Leon. ¿Era tonto suponer que se encontrarían en el más allá, en el cielo o siquiera en otro plano existencial? No lo sabía. Y no podía sacarse esa idea de la cabeza.
Pero a la vez, y quizás como lo más irónico de todo, ella se veía a sí misma en Yukie. Su protegida se había convertido en una espía fría, calculadora, capaz de traicionar a quien fuera por sus propios intereses. En aquellos tiempos Suntech Ninja Corporation pagaba mejor, ¿y mañana?
Sin embargo no podía evitar ese amargo pensamiento de que el tiempo le había llegado. Era la cuarta década del Siglo XXI. Ya no había lugar para ella en el mundo del bioterrorismo y el espionaje industrial. Ahora Yukie iba a cargar con su legado, lo quiera o no.
En aquella noche de Seúl, Ada esperaba. El viento se hacía presente en las alturas. Y pocos minutos después, a través de una puerta de servicio, llegó Yukie. Lucía un vestido similar al suyo pero azul y con un dragón estampado. Su joven protegida se ubicó a algunos metros frente a ella con las manos detrás de la espalda.
-Maestra Wong. Usted sabe que la respeto pero…-
-No lo endulces, Yukie. No te eduqué así.-Interrumpió Ada.
Yukie disimuló su sorpresa con una pequeña sonrisa. Hizo un gesto afirmativo.
-Cierto. Sé que es tarde, pero quería decirle que lamento lo sucedido en Rumania.-
-Quise matarte, Yukie. Pero ni siquiera eso aliviaría el dolor que siento.-
-Usted trató de interferir… en algo que usted misma me enseñó. No lo entendí ni voy a pedirle explicaciones.-
-Ir por tus propios intereses no está mal, Yukie. Sin embargo, creo que elegiste el camino incorrecto. Las armas bio-orgánicas van a ser tu perdición.-Sentenció Ada.
-Eso corre por mi cuenta, Maestra Wong.-
Dicho esto Yukie movió sus manos hacia delante revelando una pistola con silenciador. Le quitó el seguro y la aferró con fuerza.
-No sé por qué haces esto, Yukie. Pero tampoco tengo por qué seguir aquí.-Dijo Ada.
-Maestra Wong, respeto su integridad y su entrega. Lamento no disponer de herramientas más apropiadas para una despedida digna, pero le prometo que será rápido.-Contestó Yukie.
-Ya no queda dignidad en este mundo.-Replicó Ada.
Se mantuvo firme. Yukie levantó la pistola y apuntó. Permaneció inmóvil, calculando el movimiento del viento. Cuando llegó el momento, dejó salir un suspiro y apretó el gatillo. El silenciador suprimió tanto el fogonazo como el estallido. Sólo se escuchó una especie de silbido, y en un instante Ada se desplomó en el suelo. Yukie se acercó, comprobó que había fallecido. Hizo un gesto afirmativo, para luego retirarse por donde había llegado. En el fondo sabía que algún día los remordimientos iban a cobrarle todas y cada una de sus acciones.
Finalmente, tras tanto tiempo por fin habían dado con su ubicación. Un viejo búnker en la inhóspita tierra de Siberia era lo que buscaban.
Los soldados conformaban un gran pelotón, pese a las bajas, y aún así tuvieron que sortear varias trampas hasta poder volar la escotilla e ingresar en las profundidades de aquél búnker.
Sus uniformes eran blancos, llevaban gafas y máscaras para protegerse de los fuertes vientos, y algunos cargaban con equipamiento adicional de demoliciones. Mientras tomaban posiciones, ingresó su líder con paso firme. Vestía igual que ellos pero en su cuello tenía un colgante con el escudo de Umbrella. Se quitó la balaclava y las gafas, revelando su rostro. Era una mujer rubia de fríos ojos grises, y su estatura rondaba el metro setenta y cinco.
Avanzaron por los decrépitos pasillos de aquél lugar hasta llegar a una sala más amplia donde había una cama improvisada, equipos de seguridad desactivados, armas, una computadora y varias carpetas desparramadas por el suelo. Sentado en una silla al lado de su escritorio se encontraba Nicholai Ginovaef, de setenta y dos años. Su rostro estaba demacrado, evidenciaba haber pasado una vida sin descanso cuyos últimos años habían sido realmente difíciles. Con una sonrisa en la que admitía su derrota, desenfundó su pistola y la dejó sobre la mesa.
Un soldado se acercó y la retiró. La mujer caminó hasta Nicholai y se mantuvo de pie, firme, frente a él.
-Esa mirada… la conozco.-Dijo Nicholai.
-Puede hablar ruso conmigo, Nicholai. También es mi idioma.-Contestó ella.
Nicholai asintió lentamente. No esperaba que este día llegase.
Estaba ante Ludmila Vladimir. Sí, la hija perdida de Sergei Vladimir. Nacida en el año 2000, su padre nunca estuvo a su lado. En aquellos años estaba más preocupado por salvar a Umbrella.
Fue así que se crió con su madre. No supo que en el 2003 su padre ya había fallecido, y se enteró mucho después. Pero de todas maneras el horror golpeó su vida desde temprano, pues pronto se vio junto a su madre en medio de la guerra civil que estalló en 2010. Por ese entonces vivían en Holigrad, ciudad que abandonaron en Diciembre de ese año. Sin embargo no encontraron refugio en Edonia, pues otro conflicto armado estaba comenzando en ese país. Fue así que tuvieron que irse aún más lejos y rehacer su vida.
Pasaron los años, Ludmila se enroló en la policía de Rusia pero no duró mucho. Regresó a los países destruidos por las guerras civiles y armas bio-orgánicas, y en el 2023 se unió al brazo armado de un partido político. Allí se encontró con Svetlana Belikova, ex presidente de su nación. Tenía más años pero seguía firme con la idea de reconstruir su país. En el pasado había sido una instructora militar, por lo que seguía entrenando nuevos reclutas.
Dos años después Svetlana y Ludmila tenían una relación de confianza. Fue un día de Abril que Svetlana le habló de Sergei Vladimir. Algo sabía Ludmila gracias a la información divulgada en su momento, pero no conocía sobre su pasado en el Ejército Rojo y cómo luego formó parte de Umbrella. Svetlana no sabía quién lo había matado, pero sospechaba que había sido la BSAA. Los detestaba.
Con esta información Ludmila comenzó a indagar en diferentes lugares de Europa del Este, hasta que dio con el nombre de Nicholai Ginovaef. Tenía que encontrarlo, pero el hombre estaba prófugo desde 1998. No iba a ser una tarea fácil…
Y finalmente se vieron las caras en el 2035.
-De modo que sabes rastrear…-Observó Nicholai.
-Tengo recursos.-
-¿Por qué has venido hasta aquí?-
-Quiero saber quién mató a mi padre. Y que me dé todo lo que tenga sobre armas bio-orgánicas.-
-Eso no es un secreto a estas alturas…-
-No quiero tratar con las corporaciones. Quiero a sus contactos.-Lo interrumpió ella.
-Bien… bien…-Dijo Nicholai y señaló una carpeta particular que había en un estante al otro lado de la habitación.
Un soldado se acercó y la sacó.
-No sé cuántos de ellos seguirán vivos, pero ahí están.-Continuó Nicholai.
Ludmila se cruzó de brazos.
-¿Y mi padre?-
-Cuando supe de la caída de Umbrella… sabía que habían ido a por él. Él era quien sostenía a la corporación en ese momento. La BSAA estuvo allí.-Contestó Nicholai.
-¿Alguien en particular?-Preguntó Ludmila.
-Probablemente Jill Valentine… pero ella ya recibió lo que le tocaba. Quizás su compañero aún esté con vida. Uno de los fundadores. Chris Redfield.-Dijo Nicholai arrastrando las palabras.
-¿Redfield?-
-Sí. Algo vas a encontrar…-
Ludmila se quedó pensativa unos instantes, pero luego agradeció la cooperación de Nicholai. El ex mercenario se sorprendió de que no lo hayan ido a matar.
-Pensaba que todo terminaría hoy…-Comentó Nicholai, extrañado.
-¿Por qué?-Inquirió Ludmila.
-No le temo a la muerte. Ni el Segador pudo conmigo. Pero hoy sólo quedan enemigos.-
-Usted es un camarada.-Respondió ella.
Dicho esto, el pelotón abandonó el búnker. Nicholai se quedó en silencio, mientras sentía algo que no había sentido en mucho tiempo: Esperanza. ¿Finalmente podría renacer Umbrella? Esperaba estar vivo para verlo.
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Hasta aquí por hoy, mañana el próximo capítulo!