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Only You...
Joker miró su reflejo en el espejo y frunció el ceño. ¿Qué había sido de aquél famoso payaso, el que siempre mostraba una sonrisa, el que siempre reía? ¿Dónde se había metido? Se quedó en aquella azotea del Asilo de Arkham, en el mismo momento en que Batman le pegaba una paliza y perdía los poderes concedidos por el Titán. Pensó que ya no quedaba nada más de aquél suero, pero, resulta que aún había restos del Titán en su cuerpo. Y eso era lo que le estaba matando poquito a poco, lo que le estaba llevando a su poco divertido fin. El gran J, una persona divertida y maquiavélica, capaz de imaginar las mayores y más turbulentas venganzas y planes, para después ponerlas en práctica con eficacia. Sacó su pequeña barra labial roja, arrebatada a Harley, y se retocó la pintura de la boca. Esa ancha sonrisa carmesí, que ahora sólo era un triste gesto facial forzado. Intentó sonreír como lo solía hacer antes, pero se percató de que era una absoluta pérdida de tiempo. Contempló su apagado y desgarrado atuendo, que parecía que llevaba sin lavar años y años. El traje morado, ahora ligeramente grisáceo; la pajarita, antes verde y ahora casi negra; el chaleco, antaño amarillo y ahora ocre apagado; y su flor, ahora seca y marchita. ¿Dónde estaba el gran Míster J? ¿Qué ha quedado de él?
Joker se alisó algunas arrugas de la chaqueta del traje. Se miró la mano y vio que había dejado un rastro de polvo. En eso se iba a convertir él como no actuara rápido. En polvo. No le hacía gracia eso. En verdad, últimamente no le hacía gracia nada. No se reía de verdad. Sólo trataba de aparentar que estaba bien, antes de que los rumores de la caída del Joker circulara por toda Arkham City. Pero, gracias a su querido enemigo, Batman, había soltado un par de risas. Ahora él también tenía las toxinas del Titán en su sangre. Si él moría, Batman y toda la gente infectada también. Pero Mr. Freez estaba elaborando la cura. Si no le habían informado mal, el murciélago había ido a por la sangre de Rä's al Ghül, “la cabeza del demonio”. Se contaba que aquél tipo llevaba viviendo cientos de años gracias a algo llamado La Fosa de Lázaro. ¿Y si...? Era imposible. La liga de asesinos protegía muy bien aquello. Además, en sus condiciones, no se podía infiltrar allí; Harley era sencillamente estúpida; sus lacayos eran unos inútiles. Nadie comprendía de verdad por lo que estaba pasando, ni siquiera Harley. Sí, le reía todos los chistes y podía ser útil, pero aquella chiquilla estúpida no entendía lo que le ocurría. Quizá el único que lo hacía era Batman. El detective estaba esforzándose por conseguir la cura, y aunque sabía que era principalmente para sí mismo y la gente enferma, mantuvo la firme esperanza de que lo compartiera. Aun así mandaría a Harley a quitárselo. El primero que se recuperaría sería él, y no aquella panda de frágiles ineptos que suplicaban la ayuda de Batman. Quería estar listo para cuando la función empezara. ¿Cómo ocultarle un secreto al mejor detective? Poniéndoselo delante de aquella puntiaguda nariz de murciélago. Era algo muy precipitado pero efectivo. Querría poder disfrutar en total plenidad del espectáculo, y lo intentaba, pero en aquellas condiciones lo único que podía hacer era observar. Tosió y se limpió la sangre con la manga de la chaqueta.
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Teatro de Arkham City-La calle del Crimen
Una hora después del inicio del Protocolo 10 y del secuestro y muerte de Talïa
La función se acabó. Batman tomó un sorbo de la cura. Sintió que volvía a tener su fuerza y vitalidad de antaño. Se la acababa de arrebatar a Clayface justo antes de electrocutarle y mandarle a la Fosa de Lázaro. Joker comenzó a hablar:
-¡Rápido, la cura!¿A qué estás esperando? ¡Vamos!-Batman miró el frasco con el líquido violáceo y lo alzo ante sí.-He matado a tu novia, he envenenado a Gotham y... Vaya... No es ni hora de desayunar.
Joker tosió desde donde estaba.
-Pero...¿qué más da? Todos sabemos que me salvarás-prosiguió el payaso con cierto tono alegre.
-Todas las decisiones de tu vida acaban en muerte y desgracia-dijo Batman mientras contemplaba la cura.-Muere gente, te detengo, te escapas y todo vuelve a empezar.
Joker soltó una estridente risa de complacencia.
-Es como un chiste recurrente...-comentó, saltando a las espaldas de Batman y asestándole una puñalada en el brazo derecho.
La cura cayó al suelo y se fragmentó en cientos de pedazos, al igual que la última esperanza de vida del famoso Payaso del Crimen.
-¡NO!-exclamó el Joker mientras se lanzaba al suelo e intentaba coger algo del líquido que había esparcido por el suelo.
Batman se tambaleó y se sacó la daga del antebrazo. Miró la desesperada escena que el payaso había montado.
-¿Ya estás contento?-le preguntó con cierto tono de reproche y enfado.
-¿Quieres que te cuente algo gracioso?-El Detective sonaba tranquilo.-Incluso con todo lo que has hecho, te habría salvado.
Batman estaba conforme con habérselo dicho, porque, ¿para qué negarlo? No iba a permitir que su archienemigo, muriese, porque eso era. Sin él, Batman no era Batman. El Joker se sentó y le miró con asombro disimulado. Apoyó las palmas de las manos en el piso y elevó la vista. Se echó a reír: aquello que su enemigo le acababa de decir le había resultado verdaderamente divertido e irónico.
-La verdad es que... Tiene gracia...-apuntó el payaso mientras se echaba en el suelo y tosía de nuevo.
No hubo que ser muy inteligente para saber que estaba a punto de llegar a su fin. Batman se fue aproximando hacia él, contemplando cómo se ahogaba entre el ataque de tos, los ojos se le ponían en blanco e intentaba incorporarse. No lo logró: echó su última risa, y cayó desplomado. El gran Míster J acababa de caer. Batman sintió culpa y pena por él. Después de todo, el Joker había considerado a Batman un amienemigo. Y, el detective sabía que su némesis había caído sin lograr su mayor objetivo: hacerle reír. Pero eso era algo que en realidad nadie había logrado con el Caballero Oscuro y que dudablemente alguien lograra.
Afuera, varios de los matones del Joker esperaban, junto con Harley Quinn. En el letrero del teatro se podía leer “Joker the Inmortal”. Los esbirros del payaso comenzaron a calmarse en cuanto vieron que Batman salía con el cuerpo inerte de Joker. Comenzaron a retirarse hacia los lados para que el detective pudiera pasar, dejando a Harley en medio; lanzó un grito ahogado y alzó las manos sorprendida y asustada. Se tiró de rodillas al suelo y comenzó a llorar. Mientras, Catwoman miraba sin intervenir. En cuanto vio como llevaba el Caballero Oscuro al insoportable payaso, se acordó del cuadro que había cubriendo la caja fuerte de dos caras… El de Caín y Abel, La Dualidad del Hombre. Era un detalle bastante curioso.
Las puertas de Arkham City se abrieron. Fuera, varias unidades de policía, entre las que estaba la del comisario Jim Gordon. Cogió su radio y comenzó a dar órdenes:
-A todas las unidades coordinen su…-Gordon hizo una pausa y bajó la radio lentamente, con el ceño fruncido y bastante confuso.-…Pero qué…
Batman se acercó a Jim a paso ligero, mientras el comisario le preguntaba:
-¿Qué diablos ha pasado ahí dentro?-Jim miró de reojo el cuerpo de uno de los mayores criminales de Gotham, que Batman dejó reposar sobre el capó del coche patrulla.-Batman, ¿qué ha pasado?
Batman se alejó en silencio de nuevo a Arkham. Aún había mucho trabajo que hacer…