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¡Esta noche, con todos ustedes, el fic que nadie estaba esperando, una obra del flojo de mierda que aún no ha terminado joyas como The Quest for Mr. Resh, Mortal Kombat vs Resh Universe, etc. (fijo que me dejo alguno, ya ni me acuerdo de las paridas que he escrito aquí), la secuela del fic revelación del año 2010 (si no ganó el Reshi de Oro fue por tongo, malditos cabrones)!
Dos años después del masivo ataque troll que sufrió la ciudad de Resh los ciudadanos de dicha urbe se preparan para homenajear a varios moderadores que, tras muchos años sirviendo al orden, se retiran. Lo que nadie imagina es que, acercándose lenta pero inexorablemente una nueva amenaza se cierne sobre la nueva Resh City, ¿podrán sus ciudadanos repeler tal peligro o serán todos ellos destruidos?
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Tras semanas de refriegas por toda la ciudad la guerra acabó. Beltrán y los ciudadanos que quedaban todavía en Melodysoft habían ganado la batalla, pero habían perdido mucho a cambio. Muchas personas murieron en el transcurso de las innumerables batallas que se libraron y la ciudad quedó completamente arrasada, tanto que ni siquiera Beltrán, con sus dotes especiales, podía hacer nada al respecto. Pasaron días recuperando cualquier otra cosa de provecho y cuando ya no había nada más rescatable todos partieron, dirigidos por Beltrán, hacia una nueva tierra, dejando atrás la ciudad destruida. Sin mirar atrás, Beltrán los guió durante lo que parecieron años hasta un vasto páramo verdoso y cubierto por vegetación y varios bosques, con pequeños montes alrededor que proporcionaban protección. Entre ellos corría el río Reshi, desembocando en un lago enorme sobre el cual empezó a construir una nueva ciudad, aparte de hacerlo también en los alrededores. Todo parecía ir a pedir de boca, pero Beltrán sabía que faltaba algo, medidas de seguridad más potentes para evitar que ocurriera el mismo desastre que en el pasado, para evitar perder todo el trabajo hecho y volver a exponer a su gente al peligro. Construyó un gran puente levadizo como única vía de entrada y de salida de la ciudad, levantando muros infranqueables alrededor de ésta y controlando los accesos del exterior. Ante tal abrumadora cantidad de trabajo Beltrán se dio cuenta de que no daba abasto para llevarlo todo a cabo, así que pidió ayuda a varios conocidos que habían participado en la mayor parte de la construcción de la nueva ciudad. Tras muchas charlas y noches en vela se formó un equipo especial formado por habitantes de Resh City, nombre con el que Beltrán bautizó a su nueva creación. Dotados por Beltrán, este equipo vigilaba Resh constantemente, contrarrestando cualquier actividad negligente o que atentase contra la seguridad de sus habitantes. En un principio el equipo estaba conformado por Gray Fox, conocido popularmente como Jota, John, T-Virus, Evil, Sam y Platman.exe, pero a medida que fueron pasando los años muchos se retiraron y otros se integraron al cuerpo, llegando a haber siete generaciones de ciudadanos de Resh velando siempre por la seguridad y el bienestar de los ciudadanos (al menos de cara al público).
Tras esta pequeña lección de historia pasemos al tema que nos importa. Regresemos al escenario de Melodysoft destruida, de sus ruinas a punto de ser azotadas por una tormenta. Actualmente Beltrán no permite que nadie se acerque, por lo que en teoría están desiertas. Varios años después de construir Resh City colocó barreras en los montes que se alzaban alrededor, impidiendo el acceso y sólo pudiendo ser desactivadas por él o por Rain Ocampo, co-administradora de Resh City después de servir durante varios años como moderadora y ser su mano derecha durante los incidentes de Melodysoft.
Finalmente la tormenta estalló, cayendo sobre Melodysoft sin tregua, desgastando los ya de por sí maltrechos escombros que cubrían lo que unos diez años antes habían sido calles llenas de gente paseando y coches circulando. El impacto de la lluvia y los truenos retumbaban por todo el valle, pero algo más resonaba desde las profundidades, algo que helaría la sangre a cualquiera...
Muy profundo, más abajo incluso que el antiguo sistema de alcantarillado de la ciudad, había un sinfín de cuevas interconectadas entre sí por multitud de túneles escavados a mano, formando así un laberinto subterráneo. En la cueva más grande, situada en la parte más céntrica, se agolpaban tantos seres grandes, grisáceos, de aspecto tosco, armados con garrotes y con armaduras que apenas cabían, teniendo que colocarse muchos en los túneles de acceso. En el centro, en un pequeño montículo que se alzaba sobre esos seres, sentado en un improvisado trono, se encontraba un individuo de piel pálida, pelo negro como la noche y sumamente delgado, ataviado con ropajes que le permitían esconder gran parte de su rostro.
- Esos patéticos gilipollas nunca aprenden-. Dijo levantándose de su asiento.- ¿Acaso no se dieron cuenta de que aquéllo no era más que un clon?
El individuo estalló en carcajadas. Su risa era fría como el hielo y potente como una explosión. Provocó que los seres, que lo admiraban como a un dios, rieran con él, formando un seguido de risas crueles, deformes y terroríficas que llegaban hasta la superficie, donde la tormenta seguía cayendo. Fuera de ese valle nadie tenía la más remota idea del mal que se estaba gestando en aquel lugar.
El día menos esperado volveremos a atacar y entonces nada, absolutamente nada, podrá detenernos-. Exclamó el individuo sobre los gruñidos de su atroz público, que hacía chocar sus garrotes entre sí y pateaban el suelo con furia, haciendo temblar todo.- Ahora que sabemos sus puntos débiles y con qué defensas cuentan sabemos dónde y cómo golpear-. Siguió diciendo el tipo alzando sus brazos al aire y sonriendo orgulloso.- Aún quedan cosas por preparar, mis queridos trolls, pero tranquilos, no nos impacientemos, pues todo debe salir acorde al plan.
Los trolls vitorearon al unísono, agitando sus puños en el aire.
- ¡Visor, Visor, Visor!-. Gritaban una y otra vez con sus voces ásperas y graves.
[center]ACTO I - PARTE I[/center][/u][/b]
A miles de kilómetros de allí, ignorando la gran amenaza que se estaba gestando más allá, en un edificio abandonado, tres tipos corrían sin apenas aliento subiendo por las escaleras de servicio de la estructura.
- ¡Vamos joder, vamos!-. Gritaba el primero de todos mientras subía escalones. Los tres tipos portaban armas de fuego y llevaban mochilas a sus espaldas además de llevar un pasamontañas puesto, cubriéndoles la cara.
El tipo abrió de una patada la puerta que había al final de las escaleras y dejó pasar a sus compañeros, tras lo que cogió una granada de su bolsa, quitó la anilla y la arrojó hacia las escaleras, provocando que éstas cayesen al explotar el artefacto.
- ¿Estás seguro de que eso los detendrá?-. Preguntó preocupado uno de sus compañeros, jadeando.
Si no pueden venir a por nosotros estamos a salvo-. Contestó el tipo cerrando la puerta con brusquedad y examinando los alrededores. Habían llegado a la última planta del edificio, que antaño había sido un bloque de oficinas que había caído en el desuso al sufrir graves desperfectos durante el ataque troll que había tenido lugar un par de años atrás.- Y si intentan algo accionaré la bomba-. Añadió sacando un detonador.
Entonces se dio cuenta de que uno de sus compañeros había desaparecido.
- ¿Dónde cojones está Güguel Vot?
El otro tipo se giró, extrañado y asustado al mismo tiempo.
- ¡No lo sé!-. Exclamó alzando su arma, un rifle de asalto. Disparó a ciegas a la oscuridad, pues el edificio no tenía luz y la única iluminación con la que contaban era con la Luna, que entraba tímidamente por un par de ventanas rotas.
- Has fallado sabrosón-. Dijo una voz desde las sombras, provocando que ambos individuos perdieran los nervios y abrieran fuego en todas direcciones.
Cuando dejaron de disparar oyeron a alguien dando chasquidos con la lengua en señal de negación.
- Por ahí no chicos.
De pronto, de la oscuridad, un martillo salió disparado y golpeó al Vot más alejado de la puerta, derribándolo al instante y regresando de nuevo a las sombras. Todo quedó en silencio. El tipo restante, con las manos temblando y agarrando fuertemente el detonador, se acercó a su compañero y le dio con el pie, pero no se movía.
- No despertará en un par de horas por lo menos-. Informó la voz.- Te sugiero que te rindas y me des ese detonador si no te apetece acabar igual que él.
El tipo dudó durante unos segundos, nervioso y asustado, pero no soltó ni el arma ni el detonador, cuyo botón pulsó.
- Si me tocas el puente entero de la ciudad explota-. Dijo triunfante.- Cualquier cosa que hagas que me haga soltar el botón y ya puedes decirle a Beltrán que has provocado la muerte de miles de personas.
No hubo respuesta, lo que hizo que el tipo riera nerviosamente.
- Dime, ¿no te preguntas cómo he llegado aquí arriba antes que vosotros?-. Preguntó la voz en tono burlón.
Antes de que pudiera reaccionar un objeto largo y grueso de color carnoso surgió de la nada, lo rodeó como si fuera una boa constrictor y lo arrastró como si fuera un muñeco de trapo. Al final de aquella especie de apéndice se encontraba un chico joven robusto, con el pelo largo y rubio oscuro, vestido con una sudadera ancha, unos pantalones caídos y zapatillas de skater. En su mano derecha portaba el martillo que había noqueado al otro individuo y tras él, inconsciente, se encontraba su otro compañero. El tipo, atrapado, descubrió con horror cómo aquéllo que lo tenía atrapado surgía de los pantalones del chico, quien le quitó el detonador de las manos sin dejar de apretar el botón.
- Gracias-. Dijo amablemente.- Ahora, si no te importa, permíteme que os presente. Cipote, subnormal, subnormal, cipote-. Añadió haciendo reverencias hacia los aludidos.
El chico sacó una PDA de su bolsillo y la activó.
- Situación controlada Ele, he neutralizado a estos tres payasos, ¿habéis encontrado ya la bomba?
- Aún no Ill, pero ya no queda mucho puente que registrar-. Contestó Ele con su voz suave característica.
- Voy a llevarlos al edificio de administración, aunque me costará un poco moverme sin poder usar una mano y teniendo el falo ocupado.
- Ya he enviado a Caleb a buscarte, tranquilo-. Respondió Ele.
Y efectivamente, en cuestión de segundos, un híbrido entre helicóptero y avión apareció surcando el cielo y acercándose al piso superior del edificio, alumbrando con sus focos la zona. Ill saludó sin soltar el detonador a Caleb, el piloto. Con su cabello negro y semilargo y su indumentaria consistente en una chaqueta de cuero, una camiseta, deportivas y vaqueros era el mejor piloto con el que la moderación de Resh City podía contar. Un compartimento en la parte trasera del vehículo se abrió, permitiendo a Ill subir a los fugitivos con la ayuda de su falo para después finalmente subir él. A sus espaldas Caleb cerró las compuertas.
- ¿Todo bien Ill?-. Preguntó dando potencia a los motores.
. Sin problema Calebín, ha ido como la seda-. Contestó Ill agitando la mano en la que llevaba el detonador.- A ver si Ele y Rain encuentran pronto esa bomba y podemos quitarnos todo este marrón de encima.
Atrapó de nuevo a los tres terroristas con su falo extensible y se sentó cerca de las ventanas de la nave, mirando por ellas al exterior. Bajo ellos se encontraba casco antiguo de la ciudad, la mayoría consistente en las ruinas o edificios abandonados de la ciudad antigua, donde se había librado la batalla contra los trolls de Forocoches. Casi nadie vivía allí, y si lo hacían era en la zona más cercana al puente que conectaba la isla en la que se encontraba. Pronto Ill pudo ver el resto de islas sobre las que Resh City descansaba, implementadas por Beltrán como reforma de los daños causados durante el ataque, dejando el casco antiguo apartado y trasladando el puente de entrada a la nueva isla principal, hacia la que Caleb dirigía el aparato. Resh City se dividía en multitud de islas que flotaban artificialmente sobre el agua, cada uno conformando un distrito. El distrito central, Comunidad, era el más grande y era donde se encontraba el nuevo edificio de administración, más alto, grande e imponente que el antiguo. A sus pies se extendían las múltiples comunidades que poblaban la ciudad, y diversos puentes más pequeños que el principal servían de vías conectoras entre islas. Al lado de Comunidad, con las dos torres más altas después del edificio de administración, se encontraba Videojuegos, y a su vez uno podía encontrar el resto de distritos a medida que atravesaba puentes. Beltrán también había construido un sistema de metro subacuático que conectaba las islas utilizado por miles de personas a diario. Era una auténtica metrópolis, mucho mejor que su antigua versión, y era prácticamente inexpugnable, o eso decía Beltrán al menos.
- Parece que hoy va a ser bastante soleado-. Comentó girándose a Caleb.
- Eso espero-. Dijo Caleb poniéndose sus gafas de sol.- Ya estaba harto de tanta lluvia.
Ill empezó a juguetear con su martillo ante la mirada del tipo que seguía consciente.
- Creía que usabas una espada-. Dijo con voz temblorosa.
Ill lo miró y sonrió.
- Sí, solía hacerlo, pero era muy poco práctico-. Explicó.- Me frenaba mucho y eso me jugó una muy mala pasada hace unos años. A raíz de eso le pedí a Rain otro arma más manejable y práctica y bueno, me dio esto.
- ¿Un martillo?
- No es un simple martillo-. Contestó Ill cogiendo su arma firmemente del mango.- Es el Banhammer, un arma creada por Beltrán hace mucho tiempo. Había estado en desuso desde que su antiguo propietario abandonara la moderación, así que dejó que me lo quedase, y no me quejo para nada, es una herramienta excelente.
El tipo no dijo nada más durante unos instantes.
- ¿Y eso otro? ¿Esa “cosa”?
- Oh, el cipote-. Dijo Ill como si quisiera quitarle importancia.- Es un artilugio diseñado por mí, me viene bastante bien para cuando quiero cubrir grandes distancias rápidamente o atrapar a maleantes como tú. Obviamente no es mi miembro (ése es aún más largo), pero me lo pongo por debajo de los pantalones para que os creáis que sí lo es y así os asustáis. Como habrás podido comprobar funciona a la perfección.
Rió, recostándose en su asiento y apoyando la cabeza en la pared metálica del heliavión. Pensó durante unos instantes en sus primeros meses como moderador, cómo casi no lo cuenta cuando los trolls atacaron. Se sorprendió a sí mismo al pensar en cómo había evolucionado, cómo había aprendido a sacar todo el potencial a sus cualidades y cómo había aprendido a dejar sus miedos atrás. Sonrió de nuevo para sí y cerró los ojos para relajarse, siempre manteniendo pulsado el detonador. Justo cuando empezaba a preguntarse cuánto tiempo más tendría que estar así la voz de Ele volvió a sonar por la PDA:
- Bomba desactivada Ill, puedes soltar el detonador.
- Recibido Ele.
En ese preciso instante Caleb se detenía sobre el helipuerto del edificio de administración para aterrizar.