Título: Troll Rising
Género: Mixto, aunque en realidad ni yo sé dónde catalogarlo
Sinopsis: La destrucción ha llegado a Resh. Un ataque troll masivo ha arrasado la ciudad y a sus habitantes. Edercito lindo, uno de los pocos supervivientes, deberá sobrevivir como pueda y escapar antes de que sea demasiado tarde :3
Oculto:
La pequeña barricada improvisada tras la puerta temblaba cada vez que una de esas cosas la golpeaba con furia intentando alcanzar a su presa, al otro lado. Eder era el único superviviente del grupo que había salido de la sala de seguridad del Hall de la Fama, lugar donde se había iniciado la hecatombe que en pocas horas había arrasado la ciudad entera y no había dejado a nadie, aparentemente, para contarlo. Atrapado en aquel trastero de un ruinoso almacén situado a pocas calles del Hall de la Fama, con una herida de bala en la pierna derecha que sangraba sin parar y armado solamente con la escopeta que había llevado Alucard encima hasta el momento de su muerte, Eder buscaba rápidamente un conducto de ventilación, una ventana o la más mísera rendija para poder salir de ahí antes de que esos seres infernales tirasen la puerta abajo y se dieran un festín con su culo. Eder buscó por toda la habitación hasta que encontró un conducto utilizado en otros tiempos para arrojar paquetes, probablemente al exterior para después ser llevados en un camión a su destino. Parecía ser lo suficientemente ancho para deslizarse por él y no creía que se quedase atrapado dentro, aunque cualquier cosa era mejor que caer en las manos de esas cosas.
Una de las estanterías que había colocado como barricada se vino abajo al saltar un trozo de puerta, dejando entrever un rostro blanco, arrugado y monstruoso asomar por la hendidura, sonriendo al ver a Eder observándolo desde el otro lado.
- PROBLEM?-. Gruñó la criatura introduciendo el brazo por el boquete e intentando apartar los objetos que bloqueaban el acceso a la habitación.
Eder se dio cuenta de que no tenía mucho más tiempo, así que procedió a introducirse en el conducto empezando por las piernas. El dolor intenso del balazo que tenía en la pierna derecha le hizo acordarse de la puta madre del desconocido que, escondido entre las sombras de la noche, había acribillado a los supervivientes que habían conseguido escapar del Hall de la Fama, matando a Alucard, el único jefe de seguridad que había conseguido salir con vida del recinto, y a Chevalier e hiriendo a Eder justo antes de que pudiera escabullirse por una esquina perseguido por la horda de trolls que poblaba las calles en esos momentos. Eder metió las piernas en el conducto y se sentó en el borde cuando la puerta se vino abajo y los monstruos entraron pisándose entre ellos con ansia para alcanzar a su víctima. Sin vacilar Eder se dejó caer y se estiró completamente para no topar con los bordes del conducto, deslizándose por él como si fuese el tobogán de un parque acuático durante unos segundos hasta que notó cómo el conducto terminaba y salía disparado a la parte de atrás del almacén, dentro de un patio cerrado con varios camiones, una furgoneta y muchos contenedores que parecía no estar asediado por los trolls. Por desgracia no había nada debajo de la salida del conducto que amortiguase la caída, así que Eder se destrozó el culo al caer sobre éste. Dolorido y con el trasero ardiéndole por el golpe, se puso en pie y avanzó hacia la valla que separaba el patio de la calle, rezando para que los trolls no bajaran también por el conducto. Para su horror, uno cayó de pronto por ahí y se dio de bruces contra el suelo, partiéndose el cuello en el acto, lo que significa que otros podían seguir su camino y tener mejor suerte.
Eder intentó abrir la valla, pero ésta parecía funcionar solamente mediante electricidad y el suministro se había cortado hacía horas, motivo que había hecho a los supervivientes del Hall de la Fama salir de la sala de seguridad al desactivarse los cierres electrónicos que los habían mantenido a salvo durante los primeros compases de lo que parecía ya un apocalipsis.
- Un apocalipsis troll...-. Masculló Eder derrotado al no poder abrir la barrera manualmente.
Cerca de la compuerta había una garita donde supuso que encontraría las llaves de alguno de los vehículos que había allí aparcados, así que entró y buscó a fondo hasta que encontró las llaves de la furgoneta tiradas en el suelo entre un revoltijo de papeles de envíos y demás mierda que no le hacía falta ni le importaba. Corriendo como pudo fue hacia la furgoneta, introdujo la llave en la cerradura y abrió las puertas, metiéndose a toda prisa mientras otro troll caía, esta vez de pie, por el conducto. Eder echó los seguros, puso la llave en el contacto y puso el vehículo en marcha. Apenas sabía manejar un automóvil, pero con el poco conocimiento que poseía al respecto metió la marcha atrás y se dirigió hasta el fondo del patio, encarando la valla metálica que le separaba de la calle tras la que se habían empezado a agolpar algunos trolls más atraídos sin duda por el rugido del motor de la furgoneta.
Sin dilación Eder puso el freno de mano y la primera marcha, y jugando con el embrague y el acelerador empezó a revolucionar el motor. El troll que había caído por el conducto salió de la nada y saltó sobre el capó, golpeando con furia el parabrisas y astillándolo sin apartar sus ojos inyectados en sangre del ocupante del vehículo. Eder quitó el freno de mano y la furgoneta salió disparada, lanzando al troll por encima del vehículo por la inercia y arrancando de cuajo la barrera al chocar contra ella. Los trolls que había tras la valla fueron aplastados por ésta al caer o al ser arrollados por la furgoneta, dejando el morro del coche abollado y cubierto de sangre oscura; uno de los faros se había hecho añicos, así que Eder sólo podía ver con lo poco que alumbraba el otro. Yendo lo más rápido que los coches que bloqueaban partes de la vía le permitían Eder giró la esquina y salió a una calle más grande y sorprendentemente vacía a excepción de algunos turismos en llamas y escombros por algún que otro sitio.
En una película o videojuego de terror el protagonista habría intentado descubrir qué o quién había sido el responsable del desastre o habría luchado hasta el final para acabar con la amenaza, pero esto no era un videojuego moderno o película de RE la que el héroe es el badass supremo y es capaz de matar zombis, tyrants y demás monstruos gigantes dando volteretas y a puñetazo limpio, Eder era una persona normal y corriente que había tenido la suerte o la desgracia de sobrevivir durante tanto tiempo y ver cómo los demás morían sin poder hacer él nada para evitarlo, ya que la situación se escapaba a su control. Si no hubiese sido por Alucard ni siquiera hubiese llegado a salir del salón de premios en el que se estaba llevando a cabo la gala de los Reshi en dirección a la sala de seguridad donde el grupo se había atrincherado durante un tiempo, si Pelao no se hubiese quedado atrás para contener a la horda mientras los demás salían del Hall no habría llegado a pisar el exterior y si no hubiese sido porque el tirador desconocido y ocioso había decidido dispararle a él el último ni siquiera estaría conduciendo esa furgoneta en dirección al puente que salía de la ciudad. Poco le duró el viaje de todos modos, pues cuando estaba atravesando la plaza que coronaba el edificio de administración la furgoneta empezó a perder velocidad hasta que finalmente se apagó. Ansioso, Eder buscó el motivo del parón, y vio entonces que la gasolina estaba agotada, fruto probablemente de algún trabajador perezoso que pensó que iría al día siguiente a repostar sin imaginarse que acabaría siendo despedazado por trolls en unas pocas horas.
Golpeó con furia el salpicadero del vehículo, agarró la escopeta y bajó, viéndose solo en medio de la plaza principal de la ciudad, cubierta de cadáveres de civiles y trolls que se extendían a su alrededor, incluso dentro de la gran fuente de Reshi que todavía arrojaba un débil chorro de agua sanguinolenta.
No podía seguir a pie, sería un suicidio, así que tras revisar la parte trasera de la furgoneta para ver si había algo útil (sin éxito) observó el imponente edificio de administración, la estructura más alta de la ciudad, durante unos instantes. Todavía había luz en su interior, quizás por los generadores auxiliares con los que contaba, y no veía ninguna figura moviéndose por las cristaleras que dejaban pasar las luces e iluminaban la plaza, llena de muerte. No duraría ni cinco minutos ahí fuera sin ningún medio de transporte y herido, así que Eder se resignó a explorar el interior del edificio a ver si con suerte podía conseguir otro vehículo en el garaje o mejor incluso un helicóptero de las fuerzas de seguridad a las que habían pertenecido Alucard y Pelao.
El vestíbulo del edificio estaba también repleto de cadáveres, así como cristales rotos, casquillos y agujeros de bala, y sangre, mucha sangre. Las dos escaleras que conducían a los pisos superiores estaban sepultadas por un montón de escombros, lo que dio esperanzas a Eder de que todavía hubiera alguien vivo en el edificio. Se acercó a los ascensores, uno de ellos abierto dejando ver el hueco con el elevador estrellado en el fondo, y pulsó el botón de llamada del otro, pero no obtuvo respuesta.
Unos gruñidos a su espalda hicieron que dejase de intentar llamar al ascensor, varios trolls habían aparecido en la plaza y registraban la furgoneta en su busca. Eder se asomó por el hueco del ascensor abierto y miró hacia arriba, viendo una de las puertas abiertas unos diez pisos más arriba. Examinó el hueco hasta que encontró una pequeña escalera en un lateral, utilizada seguramente cuando se producía alguna avería. Estiró la mano para alcanzar la escalerilla sin apartar la mirada de los trolls, que se habían separado y registraban la zona como perros de presa en busca de Eder. Éste consiguió alcanzar la escalera y se agarró a ella, saltando al interior del hueco del ascensor con cuidado; tras acomodarse la escopeta para que no se le cayera empezó a subir. Le parecía raro que si alguien había bloqueado las escaleras principales se pudiera acceder a los niveles superiores libremente, a no ser que esas cosas no pudieran subir escalerillas como las personas; porque no podían, ¿verdad? La respuesta llegó cuando un troll agarró a Eder de la pierna buena, tirando hacia abajo de él y casi lanzándolo al vacío cuando casi se soltó del susto. Sí, los trolls podían trepar, y si no se quitaba ése de encima ésa sería la última de sus preocupaciones.
Apenas agarrado con una mano y la pierna mala a la escalerilla, Eder se zarandeó para intentar quitarse a la criatura de encima, ya que si le mordía o le clavaba las uñas todo habría acabado para él, lo había visto en el Hall de la Fama tras convertirse Crow a raíz una mordedura que había sufrido momentos antes. Agarró la escopeta y apuntó con cuidado, tampoco quería volarse la pierna de un disparo, y cuando creía tener un disparo limpio apretó el gatillo. La cabeza del troll estalló, esparciendo sangre y sesos por todo, y el cuerpo soltó a Eder y cayó al vacío, estampándose contra el ascensor estrellado metros más abajo. El ruido sin duda atraería a más de esas cosas, así que Eder siguió trepando lo más rápido que pudo mientras oía a varios trolls gruñir por debajo de su posición. Una vez llegó a su destino se agarró a un saliente que había cerca de la puerta y se coló por ella, hecho esto apretó a trotar sin siquiera mirar si estaba siendo perseguido. Se encontraba en un bloque de oficinas destrozado, con algún que otro cuerpo sin vida decorando los pasillos o los habitáculos, con el viento frío de las alturas colándose por las cristaleras hechas añicos. No sabía dónde se encontraba ni dónde estaban las escaleras a los demás pisos, ya que allí no estaba a salvo, hasta que se cruzó con la puerta que llevaba a la escalera de incendios. ¿Cómo había sido tan estúpido para no buscarla en vez de trepar como un mongol por el ascensor? Fue a abrirla, pero justo cuando su mano tocó el pomo la puerta se vino abajo acompañada por un troll especialmente grande y robusto que agarró a Eder del cuello y lo alzó en el aire. La escopeta se le escurrió de entre los dedos y cayó al suelo, fuera de su alcance, mientras el troll se adentraba en la zona de cubículos para los trabajadores, arrojando a Eder con furia sobre un escritorio que se hizo mierda por el golpe, igual que la espalda del pobre chaval. Casi sin poder respirar y con lo que él estaba seguro que eran un par de costillas rotas se intentó poner de pie, a tiempo para ver cómo el troll se dirigía de nuevo hacia él arrasando los habitáculos de los trabajadores y viendo volar mesas, ordenadores, sillas y demás objetos que había alrededor. Eder reptó por el suelo e intentó rodear al troll mientras éste volaba por los aires a golpes toda la habitación, pero entonces otro troll más pequeño apareció por la puerta y se le tiró encima, aplastándolo contra el suelo en su intento desesperado por hincarle los dientes.
- LOL U MAD?
Mientras el troll gritaba eso en su cara un hedor digno de un perro muerto encima de un montón de mierda inundó las fosas nasales de Eder, quien hacía todo lo posible por mantener las fauces de esa cosa lejos de él. Buscó algo con lo que quitarse al bicho de encima y encontró el reposabrazos de una silla, y agarrándolo con fuerza se lo clavó al troll en el cuello. La criatura chilló de dolor mientras la sangre empezaba a salir disparada como si fuera un aspersor, atrayendo al grandullón y delatando la posición de Eder. El chico salió casi arrastrándose al pasillo y recogió la escopeta justo cuando el troll grande hacía añicos la pared y aparecía cual Mr.X emputado en RE2. Sin dudar ni un segundo Eder abrió fuego, destrozándole media cabeza a la criatura. Con tan solo un hilillo de vida, sorprendentemente, el troll se tambaleó durante unos segundos hasta que cayó por una de las cristaleras al vacío, haciéndose papilla contra el asfalto mientras más trolls entraban en el edificio. Eder entró en la escalera de incendios y miró hacia abajo por el hueco: ya estaban ahí, iban a por él y tenía que moverse rápido si quería salir vivo de ésa. Empezó a subir las escaleras con dificultad, ayudándose del pasamanos, sin parar. Con un poco de suerte los trolls lo buscarían primero en el piso donde se había montado todo el follón, lo que le daba unos segundos de ventaja que pensaba aprovechar al máximo. Si seguía subiendo encontraría el sector del edificio dedicado a los cuerpos de seguridad, que contaban con enfermería, cafetería, armería, etc. lo que necesitaba para poder aguantar unos cuantos asaltos más si tenía que salir del edificio abriéndose paso a tiros.
Tras lo que le pareció una eternidad llegó al último rellano, donde le esperaba una puerta de seguridad reforzada activada con una tarjeta y un cadáver destrozado. Justo cuando empezaba a derrumbarse por no poder abrir la puerta, vio que junto al cuerpo, aparte de una metralleta sin munición, había tirada una tarjeta. ¿Tendría por fin algo de suerte después de todo? Con dedos temblorosos recogió la tarjeta y la ojeó. Una chica bastante joven y con aspecto vivaz le sonreía en la foto que acompañaba los datos de la tarjeta, cubierta de sangre. No necesitaba leer el nombre para saber quién era. Un extraño sentimiento de culpabilidad y abatimiento se apoderó de él y un nudo apareció en su garganta, impidiéndole tragar saliva, cuando echó un vistazo al cadáver irreconocible que yacía a sus pies. El aullido de uno de los trolls lo sacó de sus pensamientos y lo hizo apresurarse a pasar la tarjeta por el lector, abriéndose la puerta y dejándole vía libre. La puerta se cerró a sus espaldas herméticamente, aislándolo de los niveles inferiores por el momento. Estaba atrapado en el bloque superior del edificio, dedicado a los cuerpos de seguridad y a los administradores de la ciudad, y todo parecía inmaculado y limpio, como si nada hubiera pasado. Con las piernas temblando por el dolor y el miedo y rezando para que no hubiese otra entrada por la que pudieran colarse los monstruos Eder avanzó hasta la enfermería del lugar, ya que conocía esa parte del edificio gracias a sus contactos en la administración. No había ni un alma por los pasillos, lo que le hizo pensar que todo el equipo de seguridad había muerto o huido, cosa que no le extrañaba teniendo en cuenta lo rápido que se había expandido la apoteósica trolleada.
Tras rebuscar en los botiquines de la enfermería en busca de antibióticos, desinfectantes, vendas y otros objetos se dirigió a la cafetería, donde esperaba encontrar algo para comer y recuperar fuerzas tras horas largas y arduas sin tener un respiro. Vació una botella de agua casi de un trago y comió un poco de bollería que todavía era comestible de los expositores. Sintiéndose como nuevo gracias a los medicamentos y con el estómago lleno se encaminó hacia la armería, ya que tarde o temprano tendría que salir del edificio o moriría ahí de inanición una vez se acabasen los recursos que tan milagrosamente había encontrado y la maltratada escopeta de Alucard no aguantaría muchos trotes aparte de estar con sólo un cartucho sin disparar. Dentro de la armería encontró un paraíso armamentístico formado por equipos de antidisturbidos intactos (escopetas, pistolas, ametralladoras, porras, granadas de todos los tipos, escudos, trajes protectores que parecían armaduras, etc.), lo que aumentó bastante sus expectativas de supervivencia; si había atravesado media ciudad herido y armado con una escopeta, ¿qué iba a impedirle salir de allí si iba tan pertrechado?
Una vez se preparó lo suficiente para escapar en un imprevisto Eder decidió explorar el resto de la zona, adentrándose en la zona de despachos de cada miembro del cuerpo, vacíos como era de esperar. No encontró nada de interés en ellos, así que se encaminó a la azotea para echar un vistazo a la situación y calcular una vía rápida de fuga desde el edificio hasta el puente que conducía al exterior de la ciudad.
El Sol empezaba a alzarse y a bañar con su luz la ciudad, haciendo que ésta parecía menos fantasmagórica con sus incendios, columnas de humo y gruñidos de troll resonando por todas partes. Parecía el infierno sobre la tierra, y Eder era el único ser humano que quedaba vivo para presenciarlo con horror. Desde ahí arriba tenía una vista panorámica de Resh, podía ver cómo en el puerto no quedaba ningún barco a flote, cómo el metro, completamente destrozado, sobresalía por el asfalto de una de las calles principales de la ciudad y, para su desgracia, el puente que salía de la ciudad, su única esperanza, había volado en gran parte por los aires. Con lágrimas en los ojos Eder cayó derrumbado sobre sus rodillas. No podía creerlo, estaba condenado a morir ahí, solo, sin posibilidad alguna, abandonado a su suerte rodeado de muertos y seres que buscaban ávidamente despedazarlo. Contempló la opción de arrojarse al vacío, desde luego sufriría una muerte mucho menos dolorosa que cayendo en las zarpas de los trolls, pero se recompuso, dio media vuelta y volvió al interior del edificio.
No importaba cuánto tiempo le tomara, cuánto tuviera que sufrir o si perecía en el intento, iba a encontrar una forma de salir de la ciudad y no iba a desistir hasta conseguirlo.
THE END?