Democracia en España preocupante
Publicado: 27 Jul 2009 16:25
España es, teóricamente, una democracia representativa. Esto significa que, cada x años, los ciudadanos delegamos nuestra soberanía en otros conciudadanos para que decidan por nosotros. También en teoría, deben legislar defendiendo nuestros intereses puesto que son empleados nuestros a los que no sólo estamos pagando el sueldo con la morterada de impuestos que nos sacan cada año, sino que nos deben el puesto.
Normal es, por tanto, que el ciudadano de pie critique y exija a los políticos. Y a quién no le guste que se las arregle para que no le critiquen o que se ponga a trabajar de verdad. Porque esa es otra: nuestros representantes no trabajan. Elegidos mediante el sistema de listas cerradas, controlado por el partido, no responden ante sus electores. Ninguno de los que estas líneas leéis sabéis quiénes os representan en el Congreso o la asamblea autonómica, desconocéis qué decisiones que os afectan toman. Aunque esto último da igual, porque no tenéis herramientas para sancionarles votando a otro. Si dais vuestro voto al PP, por ejemplo, votáis a TODOS los de la lista os gusten o no. La gran mayoría de los españoles siguen creyendo que, cuando votan, lo hacen a Rodríguez Zapatero o a Rajoy, cuando a estos dos sólo se les puede votar en las circunscripciones donde se presenten.
Es un sistema ideal para toda esa panda de inútiles -consecuencia, a la vez que causa, del sistema- que pasa años y años calentando con su culo un asiento del parlamento en aquellas aisladas ocasiones en que al señorito le apetece acudir a su puesto de trabajo, cobrando un buen sueldo y, lo que es peor, una pensión vitalicia una vez que pierdan la prebenda. ¿Requisitos para ejercer este trabajo? Saber pulsar el botón de "Sí" o "No" siguiendo las indicaciones del portavoz. También se puede votar usando los pies, como hizo cierto diputado socialista.
Pero es importante mantener las formas. Decía que entra dentro del trabajo aguantar las críticas de quién te elige y te paga. En una democracia aquellos que acaparan el poder pueden ser criticados y fiscalizados por los que se lo han dado. De hecho, es sano que así sea. Y también es sano que lo aguanten con paciencia. Hace una semanas, Arturo Pérez Reverte, uno de los intelectuales más prestigiosos de este país, y que como tal no se casa con nadie, cargó en uno de sus artículos contra los diputados, a los que describió como si los hubiera parido. Leedlo, que no tiene pérdida.
¿Cómo han reaccionado los diputados ante esta catarata de críticas basadas en hechos constatados, como el pastón que ingresan por comisiones que no valen para nada, los privilegios laborales de los que gozan pese a su nulidad total y su indiferencia hacia los problemas reales del pueblo? Pues con una carta firmada por la Vicepresidenta del Congreso en la que carga contra el escritor. Habéis leído bien: he dicho "carga". Porque no es que le exponga argumentos en los que demuestre que Pérez Reverte exagera, no niega nada de lo expuesto por él, sencillamente le ataca indignadísima.
Y es preocupante que los ciudadanos de pie, de los que Pérez Reverte no es sino un portavoz, porque las instituciones políticas y los propios políticos son despreciados por los españoles en todas y cada una de las encuestas, seamos vistos por esta chusma como sus criados. A la Vicepresidenta sólo le ha faltado decirle "paga y calla, y si no te gusta, te jodes". A los señoritos parece que no se les puede ni criticar. Ahora resulta que al señorito Zapatero le molesta que la gente se queje de los cuatro millones de parados -y los que quedan-, de que nos suban la luz y el gas y al señorito Rajoy le fastidia que le echemos en cara que trabaje menos que el sastre de Tarzán, que esté haciendo una oposición cómoda, que critique decisiones del gobierno pero luego no vote en contra. Preocupa este desprecio de los políticos hacia el ciudadano de pie, ese mirarnos por encima del hombro, ese "me da igual que suba la gasolina porque yo viajo en coche oficial". Eso sí, de las acusaciones de Pérez Reverte de que más del 80% de los diputados no tiene más que estudios primarios, o los sueldazos que ingresan por no hacer nada mientras hay españoles que rebuscan en la basura azuzados por una crisis que a estos nuevos ricos ni preocupa ni ocupa, de eso ni "mu".
Normal es, por tanto, que el ciudadano de pie critique y exija a los políticos. Y a quién no le guste que se las arregle para que no le critiquen o que se ponga a trabajar de verdad. Porque esa es otra: nuestros representantes no trabajan. Elegidos mediante el sistema de listas cerradas, controlado por el partido, no responden ante sus electores. Ninguno de los que estas líneas leéis sabéis quiénes os representan en el Congreso o la asamblea autonómica, desconocéis qué decisiones que os afectan toman. Aunque esto último da igual, porque no tenéis herramientas para sancionarles votando a otro. Si dais vuestro voto al PP, por ejemplo, votáis a TODOS los de la lista os gusten o no. La gran mayoría de los españoles siguen creyendo que, cuando votan, lo hacen a Rodríguez Zapatero o a Rajoy, cuando a estos dos sólo se les puede votar en las circunscripciones donde se presenten.
Es un sistema ideal para toda esa panda de inútiles -consecuencia, a la vez que causa, del sistema- que pasa años y años calentando con su culo un asiento del parlamento en aquellas aisladas ocasiones en que al señorito le apetece acudir a su puesto de trabajo, cobrando un buen sueldo y, lo que es peor, una pensión vitalicia una vez que pierdan la prebenda. ¿Requisitos para ejercer este trabajo? Saber pulsar el botón de "Sí" o "No" siguiendo las indicaciones del portavoz. También se puede votar usando los pies, como hizo cierto diputado socialista.
Pero es importante mantener las formas. Decía que entra dentro del trabajo aguantar las críticas de quién te elige y te paga. En una democracia aquellos que acaparan el poder pueden ser criticados y fiscalizados por los que se lo han dado. De hecho, es sano que así sea. Y también es sano que lo aguanten con paciencia. Hace una semanas, Arturo Pérez Reverte, uno de los intelectuales más prestigiosos de este país, y que como tal no se casa con nadie, cargó en uno de sus artículos contra los diputados, a los que describió como si los hubiera parido. Leedlo, que no tiene pérdida.
¿Cómo han reaccionado los diputados ante esta catarata de críticas basadas en hechos constatados, como el pastón que ingresan por comisiones que no valen para nada, los privilegios laborales de los que gozan pese a su nulidad total y su indiferencia hacia los problemas reales del pueblo? Pues con una carta firmada por la Vicepresidenta del Congreso en la que carga contra el escritor. Habéis leído bien: he dicho "carga". Porque no es que le exponga argumentos en los que demuestre que Pérez Reverte exagera, no niega nada de lo expuesto por él, sencillamente le ataca indignadísima.
Y es preocupante que los ciudadanos de pie, de los que Pérez Reverte no es sino un portavoz, porque las instituciones políticas y los propios políticos son despreciados por los españoles en todas y cada una de las encuestas, seamos vistos por esta chusma como sus criados. A la Vicepresidenta sólo le ha faltado decirle "paga y calla, y si no te gusta, te jodes". A los señoritos parece que no se les puede ni criticar. Ahora resulta que al señorito Zapatero le molesta que la gente se queje de los cuatro millones de parados -y los que quedan-, de que nos suban la luz y el gas y al señorito Rajoy le fastidia que le echemos en cara que trabaje menos que el sastre de Tarzán, que esté haciendo una oposición cómoda, que critique decisiones del gobierno pero luego no vote en contra. Preocupa este desprecio de los políticos hacia el ciudadano de pie, ese mirarnos por encima del hombro, ese "me da igual que suba la gasolina porque yo viajo en coche oficial". Eso sí, de las acusaciones de Pérez Reverte de que más del 80% de los diputados no tiene más que estudios primarios, o los sueldazos que ingresan por no hacer nada mientras hay españoles que rebuscan en la basura azuzados por una crisis que a estos nuevos ricos ni preocupa ni ocupa, de eso ni "mu".