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Carta de Spencer

Querida Miranda,

Mis más sinceras disculpas por no verle en persona.

Me encantaría visitar su singular aldea una vez más, pero estoy increíblemente ocupado.

De todas formas, alguien inmortal como usted no tiene motivos para recordar a este pobre estudiante medio muerto en la nieve.

Siempre he valorado las revelaciones que se me concedieron hace 15 años, durante mi estancia en su aldea.

Su investigación fue mi inspiración. Pensar que se podría transformar a un ser humano infectándolo con un organismo... Es la idea de una visionaria.

Sabía que con ese conocimiento podría alcanzar mi propia visión, dando un paso más en la evolución humana.

Incluso después de dos guerras mundiales, y con la humanidad empeñada en autodestruirse, mis convicciones jamás han flaqueado.

Me he dado cuenta, sin embargo, tras reflexionar sobre las muchas noches en que compartimos nuestras intelectuales charlas, que nuestras convicciones son un tanto distintas.

Usted esperaba revivir a una sola persona de entre los muertos. Yo aspiro a cambiar el mundo.

Sus experimentos con el hongo no me habrían ayudado a alcanzar una infección exponencial. Un virus es muchos más efectivo.

Es por esto, querida, que debo dejarle.
Siempre me arrepentiré de no haberle dicho adiós.

Mis disculpas por traer a la luz estos recuerdos.
De hecho, tengo noticias que le serán gratas.

¡He encontrado la llave de la evolución!
El "progenitor", un virus hallado en África.

Estoy considerando formar una empresa con algunos compañeros y amigos, dedicada a la investigación del virus. Voy a llamarla "Umbrella", en honor al símbolo que encontramos en la cueva.

Estoy un paso más cerca de hacer realidad mi visión. Ojalá también consiga su objetivo algún día.

Me ha enseñado tanto... y por ello, siempre estaré en deuda con usted.

Sinceramente, su eterno estudiante,
Ozwell E. Spencer
Localización:
Laboratorio de Miranda.
Sobre la mesa blanca de madera que hay al fondo de la sala. Está acompañada por dos fotos.
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